La frase citada en el título de este post, y atribuida generalmente a Evita Perón (en realidad la frase fue pronunciada por el líder aymara Túpac Catari en 1781 antes de ser descuartizado por orden de una autoridad del Imperio Español) es muy ilustrativa respecto al tema de la llamada "segunda venida del Cristo". Emilio Carrillo lo explica muy claramente, en este video, en tal que cambio vibracional y energético, que afecta no solo a toda la humanidad, sino al planeta entero como ser consciente que es. Un despertar a nuestra consciencia multidimensional. El símil que Emilio hace respecto del proceso que está teniendo lugar –y que es irreversible– cuando utiliza el término "primavera consciencial" es homologable con aquél al que nuestro querido y admirado Bob Dean recurre cuando se refiere al fin de estos tiempos como el tránsito (ciertamente crítico) de la adolescencia a la edad adulta de la humanidad.
El Homo Sapiens está experimentando el fin de una Era de oscurantismo, una etapa ya obsoleta que está destinado, como especie, a superar. Un oscurantismo a lo largo del que ha necesitado –en virtud de su infantil ignorancia, propia de su etapa de crecimiento– ser apacentado por los diversos pastores advenedizos que han poblado la escena. Cristo no equivale a cristianismo. Ahora lo sabemos y la mentira ya no se sostiene más.
Nos hallamos ya en los albores de una nueva Era Dorada, una Era de madurez consciencial que se ha estado cocinando prácticamente desde el fin de la Edad Media y que está presenciando su eclosión a lo largo de la segunda mitad del s. XX y lo que llevamos del siglo XXI. A pesar de todos los obstáculos que los poderes de este mundo en la sombra han tratado de sembrar en el camino, una Era Dorada cuyo advenimiento han vaticinado con siglos, sino milenios, de antelación, civilizaciones que nos precedieron y que conocieron el mensaje codificado en la traslación de las estaciones (precesiones equinocciales) está ya aquí para quedarse. Este proceso lleva años testimoniando un crujir de estructuras y esquemas mentales (la subyugación de la mujer, el belicismo como dinámica de progreso hasta ahora incuestionado, los derechos del individuo y sus responsabilidades para consigo mismo y su entorno, etc.). Un derrumbe de esquemas muy necesario y de cuyos estertores ahora estamos siendo testigos.
Romper el cascarón de la dependencia del paternalismo/hemisferio izquierdo, antes protector, ahora sofocante, supone la transición por una crisis que todo adolescente deseoso de entrar en la madurez evolutiva debe atravesar. Y ese adolescente somos nosotros. Una crisis supone en muchas ocasiones romper con todo lo conocido, de todo lo que ofrecía incuestionable seguridad y estabilidad (familia, dinero, trabajo...). Paradójicamente el patriarcado nos está despojando (con sus particulares y dramáticos métodos) de todo lo que nos sobra, de los objetos de nuestras adicciones, de las dependencias que ellos mismos nos crearon. La élite oscura de este mundo, nuestros 'hermanos de la oscuridad', está haciendo inconscientemente, con sus recortes, el trabajo sucio que alguien debía hacer para que el cambio real fuese operable.
La frase “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos” atribuida al maestro Jesús el Cristo y difundida por el evangelista Mateo conecta con el escenario caótico que la humanidad lleva presenciando durante prácticamente todo el siglo XX. Un caos que que ahora que ya ha infectado a nuestros hermanos pobres colonizados (Africa, Asia, Sudamérica...) ahora inunda como un imparable tsunami la morada del rico, el hogar de los considerados países desarrollados. Darle la vuelta al calcetín de la acomodaticia sociedad progresista occidental, tan asentada en su opulente autosuficiencia es el epílogo de esta grandiosa obra que está siendo dada por concluída. Los apegos (la adhesión a la materia, al estatus social, a las necesidades/apegos afectivas, al tiempo lineal...) dificultan sobremanera el acceso al Reino de los Cielos. Un Reino que ya no puede demorar más su advenimiento, por grande que sea el vínculo que el hombre se ha creado a sus apegos transitorios y mundanos.
"Diciendo la verdad no trato de convencer de la misma a los que la desconocen, sino de defender a los que la conocen." (William Blake)
Romper con lo conocido, aunque sea del modo forzoso al que la situación actual está conduciendo, es el único modo de adentrarse, cual proceso iniciático, en la Consciencia de Homo Responsabilis u Hombre Consciente. Consciente de la dimensión y la repercusión de sus pensamientos, palabras y actos, no ya en un contexto local sino, cual batir de alas de mariposa ocasionando un Tsunami en las antípodas, en el conjunto de la Creación. Nos hallamos ante las puertas del fin del miedo (causa primaria del odio, resentimiento, ira y cólera) al que se aferra la Humanidad. Una humanidad que actúa como si estuviera desamparada, considerándose huérfana desde que dejamos de compartir nuestra cotidianeidad con los actualmente llamados mitos/dioses de la antigüedad, que no eran sino aquellos Elohims prebíblicos que nos creraron a su imagen y semejanza y que siempre han estado contemplándonos desde la cuarentena a la que el planeta entero fue sometida, probablemente desde la última glaciación.
Presenciamos el ocaso de las servidumbres, una oportunidad para mirarnos a los ojos sin resentimiento sino con la compasión de quien se sabe peregrino, de regreso al hogar, a la fuente de su esencia. Un peregrino herido que se ocupa de restañarse las heridas recibidas/autoinfligidas (menosprecio, culpa, rencor, ira, cólera...) y se detiene a reparar los daños ocasionados desde el resentimiento, heredado generación tras generación, en su entorno. En nuestra inconsciente ignorancia acerca de nuestro origen nos hem,os convertido en una amenaza para nosotros mismos y para el mismo ecosistema. Ignorancia acerca de la fraternidad que nos vincula desde los albores de los tiempos con todo lo que es (tierra, mares, montañas, vegetales, minerales, animales y humanos).
Es Tiempo de bajar los brazos y dar ejemplo antibelicista dejando de pelear (etiquetar, juzgar, criticar, condenar) diariamente en nuestro entorno más próximo. Tiempo de re-conocernos en nuestras afinidades en lugar de exponer nuestras aparentes diferencias. Tiempo de 'dejar ir' a quienquiera decida hacer uso de libre albedrío y decida seguir experimentado el escenario de polarizados enfrentamientos que la densa experiencia en tercera dimensión brinda. Es decir, libre de seguir enfadado con el mundo, dejándole ir sin tratar de salvarle por mucho que nuestro vínculo haya sido estrecho y dependiente a nivel afectivo.
Tiempo de fumar juntos la pipa de la paz. De reconocernos a todos peregrinos en pos de la misma meta: el equilibrio interno, la paz y la armonía. Salir de la montaña rusa de emociones a la que nos hemos considerado fatalmente encadenados. No hay que 'hacer ' nada en el sentido al que estamos acostumbrados. Tiempo de abandonar la creencia en la teoría del caos. Nada es azaroso. Abandonarse al río de la vida en lugar de 'nadar contracorriente' es, en definitiva, abandonarse al amor. Todos somos Cristo, pues crística es la energía que nos anima. Y ahora que estamos regresando en tropel. Y somos millones. Siete mil millones. Imposible detenernos a todos. La fuerza del amor que nos anima es demasiado poderosa para ser derrotada definitivamente.
Todo lo que necesitamos es amor.
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