Para bien o para mal, toda la riqueza (y la miseria) del mundo se ha cocinado en los fogones del hemisferio norte, y más concretamente en la zona de influencia anglosajona: Washington y Londres han dictado las reglas económicas que han llevado al mundo, aproximadamente desde la conferencia de Yalta en 1945 –tras el fin de la 2ª Guerra Mundial– por el sendero del libre mercado hasta el momento clave de la historia en que nos hallamos. Fue aquél el pistoletazo de salida a la voraz carrera hacia el estrellato. Inevitablemente muchos se estrellaron.
Los diseñadores del sistema capitalista, esa carrera suicida a la que todos fuimos tentados de participar –aunque la mayoría afirme haberse visto irremisiblemente abocada a 'pasar por el tubo'– vieron en el libre mercado a la mejor de las estrategias para el rápido crecimiento de las mentes emprendedoras. Por eso trataron de desregularizar esta plataforma al máximo con el advenimiento, en los 80s, de Ronald Reagan y Margareth Thatcher como los paladines del liberalismo captalista salvaje. Se instauró la ley del más fuerte.
El problema es que en la parrilla de salida (1946), no todos eran iguales, los fuertes ya eran fuertes y y los débiles partían con desventaja. Un darwinismo económico que, tal como estaba previsto, ha dejado por el camino a millones de frágiles –y endeudadas– víctimas.
Pero claro, para que esto fuese posible hacía falta hacer trucos de magia, el show business por antonomasia: la especulación en todos los órdenes. El patrón lo brindó el distrito financiero de la metrópolis de las finanzas: el mercado de valores (bolsa) de Nueva York. Y Wall Street se convirtió en un circuito de alta velocidad para los cazadores de rápidas fortunas. Y los que fundaron la Reserva Federal norteamericana (ese banco privado que imprime los dólares tan apreciados hasta ahora en el mundo) "para proveer de un colchón financiero" frente a las contingencias/pánicos –que los mismos JP Morgan habían creando ex profeso siguiendo órdenes de las altas esferas jesuitas– jugaron al estratego con la inocencia de esos pequeños inversores. Y claro, para poder jugar a la especulación había que proveer de liquidez a las corporaciones y a los bancos que, a su vez proveían de liquidez ficticia (préstamos) a los inversores. Y ¿de dónde salía toda esa liquidez? Pues, por impensable que suene, todo ese dinero procedía ni más ni menos que de los impuestos de los contribuyentes.
La pescadilla se mordía la cola y nadie lo ha visto hasta ahora…Todo para mantener en marcha el 'show business', la gran rueda de la fortuna. Y así estaba la cosa hasta 2008, el año cero del final de la fiesta especulativa. El año en que la burbuja inmobiliaria no resistió tanta hinchazón. Se producen las ejecuciones judiciales, bla, bla… como consecuencia de la quiebra del mercado inmobiliario y se deriva la sorprendente bancarrota de las instituciones financieras Lehman Brothers y Merril Lynch principalmente. ¿Cómo llegó esto a pasar? 5,2 trillones de dólares habían sido previamente desviados de los cuatro principales bancos acreedores de deuda hipotecaria a ocultas entidades del sistema bancario, dejando un vacío inasumible por el sistema financiero. Hubo mierda por todas partes. La maquinada crisis de liquidez de dichas entidades llevó a la firma del Acta de Emergencia de Estabilización Económica (2008), el 'rescate de los bancos' para entendernos. Los mismos que habían desviado el dinero de las hipotecas, advirtieron a los gobiernos que si no se procedía al rescate de los bancos afectados por la falta de liquidez, una depresión peor que la de los años 30 estaba a la vuelta de la esquina. Y el pánico se extendió. Nada de plebiscitos…Los gobiernos actuaron por decreto. Por eso Pedro Solbes, el entonces ministro de economía del gobierno español Zapatero, decidió excluirse de la 'merienda de negros' que se estaba desatando, y apearse de la corrupta maquinaria antes de verse salpicado por la ignorante infamia de los poderosos, que en el fondo, ojo, no son sino los más asustados. y Es que no hay nada más peligroso que un gato asustado panza arriba…
Dicho y hecho. A pesar de la oposición (tímida) popular a tal medida, se elevó el techo de la deuda y se volvió a hinchar el globo, impidiendo que explotara. Pero eso no ha repercutido en más trabajo ni en una economía más oxigenada. Y claro, ahí aparece la indignación. Inevitablemente. Comprensiblemente. Estos son los hechos. Los fríos datos.
Unos califican estos instantes presentes de traumático precipicio. Parecía en los 90 que el mundo ya no podía ir peor. Muchos esperaban la llegada del s.XXI como una abocanada de aire fresco y hete aquí que aún no habíamos tocado fondo… y ahora la indignación es imparable. Otros –entre los que confieso hallarme– ven el panorama como un "invisible trampolín a la eternidad"…
Y es que justamente ahora que todo parece hallarse al borde del acantilado, del cataclismo nunca antes visto, ahora que nada parece lo suficientemente sólido para la anhelada estabilidad y que se está gestando la manifestación anti sistema más grande jamás vista a nivel mundial (15 octubre 2011) me permito desde esta humilde y modesta tribuna anunciar un rayo de esperanza: la bestia, contrariamente a lo que las teorías conspirativas anuncian (Nuevo Orden Mundial, etc.) está moribunda. El sistema que los indignados pretenden desmantelar YA está herido de muerte. Lo que estamos presenciando son efectivamente los estertores de un modo de entender las relaciones humanas en todos los órdenes. Esto no es el principio de una apisonadora. Es el final de la insostenible deriva de la humanidad como especie. El ocaso wagneriano de unos 'dioses' (las élites occidentales) que se saben heridos y antes de bajar los brazos y dejar reposar el suelo para que las generaciones venideras puedan aprovechar lo que hubiere de bueno que recoger, parecen preferir morir con las botas puestas (y disparando a diestro y siniestro). El orgullo de morir matando, antes de aceptar la realidad del cambio de ciclo y rendirse.
El testigo de (una nueva forma de entender) las finanzas mundiales está cambiando de manos. Oriente aparenta ser la nueva estrella. China finalmente ha despertado y los 1300 millones de antiguos esclavos de occidente ahora están reclamando su momento de éxito y van a abanderar una nueva era de relaciones en este planeta. Una nueva órbita de influencia está naciendo. Y la bisagra entre ambas esferas de poder (occidente y oriente) está chirriando por no haber sido engrasada anteriormente. El dólar está ficticiamente maquillado, como si de un muerto al que han inflado con colágeno y maquillado se tratase con la intención de retrasar hasta el límite su certificado de defunción. Eso es la crisis.
Y sin embargo Oriente no tiene la menor intención de perpetuar la batalla de los opuestos interpretada por los adalides de la testosterona. La era del miedo ha concluido y con él cae también el dolor que hasta estos momentos nuestros ancestros padecieron. Un dolor que sirvió de lección en el potencial de aprendizaje que esta escuela que llamamos Tierra ha constituido. Cuando los extremos han sido experimentados (y el s. XX ha sido testigo de la eclosión de ambos, comunismo y capitalismo en esencia) no hay más salida que abrazar la síntesis de los antagonistas. Es el momento de la caída del velo de Isis, el fin de la Ilusión (Maya), y el inicio de una nueva y gloriosa era de paz y armonía entre todos los seres que deseen vivir en paz y libertad. ¿eres uno de ellos? Tranquilo/a. No necesitas combatir nada para demostrarlo. De hecho no necesitas demostrar nada a nadie. Ni siquiera tienes que competir contra ningún cronómetro. Relájate y disfruta de todo lo que la indignación no te permite ver: los elementos de la naturaleza (oxígeno para respirar, fuego para calentarte, tierra en la que sembrar y agua con la que regarla y de la que estás compuesto en un 70%). Tienes un corazón que late de forma autónoma. ¿Qué más señal necesitas para constatar que albergas la fuente de la vida?
Pero ¿cómo se alcanza la verdadera libertad? Ciertamente la paz interna no es un premio que se conceda a ningún militante sino las resultas del estado de paz interno alcanzado cuando la consciencia te dice: no más lucha, no más combate. Por supuesto que no todos van a asimilar esta realidad. Muchos por desgracia combatirán hasta su último aliento contra todo lo que represente o porte la etiqueta de corrupción u opresión externa. Es la decisión de cada uno. ¿me creerías si te dijera que el verdadero opresor está en tu interior y se llama Ego? ¿me creerías si te digo que éste es en verdad un tiempo maravilloso en el que estar presente siendo testigo de un punto de inflexión en la historia de la humanidad nunca antes experimentado por ninguna de las civilizaciones que nos precedieron.
Eres un ser eterno. Lo sabes, pero lo has olvidado. Descuida, yo te lo recuerdo. Estas de paso por aquí y tu huella es de gran valor. Eres dueño/a de la paz que portas en tu interior. Es tu responsabilidad infectarnos con ella. ¿No puedes? ¿Demasiado indignado? Muy bien, sacúdete YA el cabreo monumental que tienes. ¿Cómo? ¿No lo localizas? Empieza por dejar ir al orgullo. Deja de contener las lágrimas. No eres más valiente por no llorar (al contrario). Las lágrimas te conducirán a un dolor antiguo, inconsciente (o intelectualmente reprimido). Cuando una pena difusa brote, déjala salir. Si eres constante te conducirá derechito a la ira. Y cuando ésta aparezca, no delegues su manifestación en ninguna convocatoria colectivamente programada. Simplemente vomítalo. Yo ya lo hice, por eso puedo contártelo. No permitas que nadie la encauce, programe o encasille. Aunque digan que es en tu beneficio, no saben lo que dicen. Los aglutinadores y organizadores te usarán como carnaza en su beneficio.Tu rabia es muy íntima. Lo sabes. Es personal e intransferible. Tu rabia es tuya y de nadie más. No lo olvides. Si la ofreces a plataformas colectivas para que la gestionen y la maquillen con panfletos estás vendido/a. Pelea y acabarás formando parte de un nuevo sistema. Lucha contra el sistema y el sistema basado en la lucha te devorará. Por esotérico que suene, tu mayor aportación a la 'justicia' que deseas (yo la llamo paz y armonía) es no oponer resistencia. Recuerda a Gandhi (¿te pareció un manso?) No hay nada de pasivo en la mansedumbre. Todo lo contrario.
Indignarse es nadar contra corriente. Y este río es MUY caudaloso. Inconteniblemente caudaloso. Resistirse y pretender cambiar su curso es de suicidas. Es de ignorantes. El sistema YA se está derrumbando. Lleva décadas haciéndolo. El crecimiento salvaje fue su epitafio. Tus padres (o abuelos) ya fueron testigos del penúltimo episodio (mayo 68). Pero en su dramática caída, mostrando siniestramente todos sus dientes, está pretendiendo hacerte creer que tu lucha es lo que te/nos liberará, que debes combatirle para salvarte. Abre los ojos.
¿No deseas la guerra? Bien, Empieza por enseñar con el ejemplo: confraternízate contigo mismo. Conecta con tu dignidad. Se generoso por una vez contigo mismo. Deja de juzgarte, deja de criticarte. Sé egoista y ámate. Y cuando hayas practicado lo suficiente, llévalo a la práctica con aquellos con los que mantienes diferencias (principalmente tus hermanos o hijos) o por lo menos deja de alimentar el enfrentamiento generacional en tu ámbito más íntimo. ¿No puedes? Bueno, intenta al menos pasar el mayor tiempo posible dedicándotelo a ti mismo y a los que has elegido que te acompañen en el camino (hijos, hermanos, amigos del alma…) sin castigarlos ni culparlos de tus frustraciones. ¿Sigues sin poder? Entonces deberás aceptar que te enseñaron mal las reglas de la vida. ¿Quién te leyó mal las instrucciones de uso? o mejor ¿quién te negó su amor cuando más lo necesitabas? Eres un valiente si has leído hasta aquí. Ya sé que solo son palabras, pero a mi me sirvieron, y no puedo estar a tu lado para acompañarte cuando las lágrimas se desborden. Pero cuando lo hagas, cuando te rindas y dejes de luchar, vuelve a leer estas páginas y comprenderás.
Esa es la revolución silenciosa: el llanto es el disolvente mágico que abre el caparazón de las ostras. No hay que esforzarse. Al contrario, deja de remar contra corriente y la perla que portas se expondrá en toda su plenitud. Esta cueva oscura en la que nos hallamos necesita de tu calor y tu compasión. Ten fe. Hay fuerzas más benévolas y poderosas de lo que imaginas monitorizando los acontecimientos desde lo invisible. Nada está dejado al azar. No estas solo. Nunca lo has estado.
Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.
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