Hoy he tenido un sueño perturbador, disparado probablemente varias cosas que me han pasado a lo largo del día, (algunas de ellas no tengo la suficiente confianza para contarlas aquí) pero bueno, finalmente todo culminado con el (re) visionado de una película (Tootsie) que ha acabado por centrifugarme el estado del alma y que recomiendo vívamente (ambas cosas, la película y el centrifugado del alma). Dicen que nada sucede por casualidad. Yo lo estoy comprobando día a día. Será que me estoy haciendo consciente de cosas que antes me pasaban desapercibidas. El mundo está lleno de señales…
Resumiendo el argumento de la película, Michael (Dustin Hoffman) un actor en búsqueda desesperada de trabajo, se ve forzado a travestirse en mujer por exigencias del guión, pues de otro modo, como hombre, no puede albergar esperanzas de encontrar trabajo en el 'show business'. Una vez adoptada su nueva personalidad, ésta empieza a tener el efecto deseado por la audiencia, lo que repercute en la satisfacción de sus jefes y en una extensión de su contrato. Mientras tanto su verdadero 'yo', se ha enamorado irremediablemente de una colega de profesión, Julie (Jessica Lange), a quien por desgracia no puede revelar la verdadera naturaleza de sus sentimientos pues las mismas exigencias de su 'fáustico' compromiso se lo impiden. Esta situación tan 'inestable', paradójicamente está obrando en él una metamorfosis interna. El papel que interpreta le está brindando la mayor experiencia de la vida: percibir la realidad desde la óptica de una mujer. Y a fe que le está sacando provecho…
Casi al fin de la película, dirigiéndose a Julie ya como hombre, y tras haber levantado valientemente el velo del engaño, se produce una de las más célebres citas de la historia del cine de boca de Michael:
"siento que, como mujer, te he tratado mejor de lo que nunca he tratado a las mujeres como hombre".
Acabo de darme cuenta (no hay mal que 100 años dure) de que bajo este espléndido guión subyace, para quien sepa extraer la lectura, el grandioso guión de la existencia del hombre sobre la Tierra. La decisión de prostituirnos que se opera en un nivel profundo de nuestra esencia (alma) cuando nos damos cuenta de que para poder ser aceptados en el mundo tal como somos necesitamos interpretar un papel que represente lo que otros quieren que seamos. Que cada cual extraiga los paralelismos procedentes en su propia vida particular…
Esta 'prostitución consentida' conlleva unas consecuencias innegociables: la incapacidad de amar. Nos maquillamos, nos travestimos, y acabamos desvirtuando nuestra esencia interna con una finalidad: poder infiltrarnos entre bastidores accediendo, por la puerta trasera, a la escena de la vida, que es como todos llegamos al mundo. Y sin el riesgo de ser rechazados de entrada por no atenernos a las 'reglas del juego' que es lo que les sucede a todos esos bebés o niños que no consiguen hacerse a tiempo con los servicios de un padrino (ego) que les guíe (y someta) por los tortuosos senderos de esta ficticia realidad que es la vida en este planeta.
Lo triste es que acabamos creyéndonos el papel que representamos a tal extremo que nos identificamos con él, cual Johnny Weismüller, aquél glorioso Tarzán que acabó en un sanatorio profiriendo su famoso alarido hasta pocas semanas antes de fallecer. Creerse el papel acaba consistiendo en desear obtener placer (reconocimiento, aceptación, satisfaccion orgásmica, etc…) y desear ofrecer (servilismo) a los demás. Y desde el deseo, permanecemos anclados en la energía del tercer chackra incapaces de transitar energéticamente hacia el corazón porque muy profundamente existe un ahelo intenso por sentirnos aceptados tal cual somos. Y eso es el obstáculo quintaesencial para poder acceder al ingente caudal de generosidad que albergamos y que por desgracia permanece vetado a nuestra Consciencia.
Pocos son los que aman.
Me he despertado del sueño con un profundo sentimiento de abandono, soledad, y tristeza.
Ahora vuelvo a acordarme de que la meta, la tarea en la vida consiste en recuperar el coraje y la valentía de enfrentar al verdadero 'tirano' que nos ha secuestrado las alas: el ego.
Quería compartir esto contigo.
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