viernes, 6 de marzo de 2015
Angel o demonio?
Tod@s ocultamos un hijodeputa bajo las faldas de la hipocresía. Qué digo, lo exhibimos abiertamente, aunque sin darnos cuenta. Y cuanto antes lo reconocemos antes nos libramos de él. Es la máscara de complacencia con el infecto hedor que respiramos desde que nos resignamos a tener la boca cerrada para salir más guapos en la foto de la corrección. Una máscara mitad avergonzada, mitad manipuladora. Veneramos la mentira y bajamos la mirada ante la verdad. Cada cual conoce su habitación del miedo, del pánico, el lugar donde se ocultan sus fantasmas. Una habitación con una puerta tapizada de intelectualidad, pero en definitiva cerrada a cal y canto, una habitación a oscuras, que esconde un olor nauseabundo, producto de la censura autoaplicada. Y los muebles que contiene, emocionales y físicos son los que desprenden ese hedor. Ocurre que de tanto postergar su limpieza, de tanto aparcar la responsabilidad de la propia higiene mental, hemos aprendido a mantener oculto incluso el cubo de basura de aquellos que guardaban la promesa de abonar nuestro suelo y ayudarnos a florecer. Ocurre que de tanto guardarla olvidaron dónde la habían guardado. "Si no cuestionas al menos una vez en tu vida todo lo que siempre tuviste por seguro, si no eres capaz de poner en riesgo tu vida para proclamar lo que con su pestilencia delata falsedad entonces no te estás ganando tu derecho a conservar tu alma, que es tu bien más preciado" dijo Kierkegaard. Tu cuerpo, que sólo es tu vestimenta, va y viene. Es una herramienta "animada" por tu alma. Y tu alma es un don. Por eso se dice que la vida es un regalo. ¿de dón de crees que surge el mito de Fausto? ¿crees que Goethe estaba loco? vender el alma al demonio significa que tu cuerpo sutil, el que sin un ropaje físico no podría manifestarse ene ste mundo, anhela vivir en libertad. Libertad de movimiento, libertad de pensamiento, libertad para ser consciente. Y la consciencia es una conquista a la que cada uno se debe. Esa es la lucha diaria, la batalla, la verdadera YIHAD que consigna el Corán. No es una batalla contra nadie, contra un semejante infiel, sino contra los propios barrotes de la complacencia, la autocensura que aplicamos a nuestro potencial de discernimiento. Quienes hasta ahora han manejado complacientemente los hilos de este mundo, del que tú eres una marioneta hasta que no se demuestre lo contrario, necesitan ahora afinar más sus estrategias, sus engaños, porque inevitablemente estamos desperezándonos. Y eso es peligroso para el Statu Quo. Peligroso porque te haces preguntas inconvenientes para las que ellos siempre han tenido la respuesta. Pero responderte así sin más, no sólo es algo que desestabilizaría su castillo (de naipes sin duda); las respuestas tienes que encontrarlas pr ti mismo. Solo así te ganas tu derecho a conservar tu alma, a recuperarla -mejor dicho- de la consigna donde la entregaste a cambio de unos grilletes dorados y mullidos (grilletes a fin de cuentas). Decía Gurdjiev que solo una parte infima de la humanidad se hace acreedora de un alma. Los carceleros han interpretado su papel a la perfección en esta épica odisea. La cuestión es si vas a hacer tu lo propio y como el conde de Montecristo, lucharás por liberarte de esos grilletes, aún a riesgo de perder la vida, y acudirás a la consigna para reclamar tu alma, lo más preciado que tu espíritu puede conservar.
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