miércoles, 27 de marzo de 2013
Matar para conseguir amor
lunes, 25 de marzo de 2013
Ligero de equipaje
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
domingo, 24 de marzo de 2013
¿De qué tienes miedo?
Ama todo lo que se te cruce por tu camino. La vida viene a nosotros ahora con más intensidad si cabe que nunca para que la amemos. Todo el potencial inmanente de amor sin barreras de que somos portadores está viendo reclamada su aparición. Es éste un tiempo de confraternización inaplazable. Ya no hay más tiempo para dejar el amor para mañana. Hoy, aquí, ahora, cada instante es una oportunidad para reconciliarte con tu eterna esencia. Las defensas ya no tienen ningún sentido, pues ya no hay seguridades que garantizar. El acartonado escenario se derrumba y eres testigo de excepción, ya sea desde tu paz y tranquilidad interna o desde la atenazante ansiedad. 4500 millones de años te contemplan desde el momento del Big Bang.
No huyas de tu miedo. No tiene sentido negar todo el abanico de emociones que contienes, salvo para seguir aplazando el incontenible clamor que pugna desde tu interior por ser escuchado.
Todos tus pequeños yoes se visten de gala para la gran celebración: tu despertar a la consciencia de tu eternidad en tanto que chispa de divinidad, sin principio ni fin. También tu eres el camino, la verdad y la vida, parte indisoluble de todo lo creado. Indesctructible en esencia. Pacífico por naturaleza. Amoroso por antonomasia.
lunes, 18 de marzo de 2013
La verdad os hará libres (III)
Francisco desea y prometer una iglesia para los pobres. Un propósito que se antoja tan alejado de la realidad como que Barack Obama cumpla su promesa electoral de 2009 de desmantelar la prisión de Guantánamo. Medias verdades o flagrantes mentiras. Todo, con tal de seguir aferrados al poder, al control mediático sobre las ignorantes mentes de los sumisos corderos. Y es que las indulgencias hoy en día se conceden a cambio de la fidelidad a los medios de (in)comunicación de masas que demuestre la población sentada frente a sus televisores. Ya no sorprende la desorbitada cobertura que conceden los medios –supuestamente laicos– a la elección del heredero al trono de Pedro.Es mucha basura inteligentemente perfumada como para creer que un solo hombre, por humilde que aparente ser su actitud, va siquiera a devolverle la dignidad que nunca ostentó a una institución que está viciada desde su mismo advenimiento. No estaría de más que el Vaticano abra una investigación seria acerca de la misteriosa muerte de Juan Pablo I, acaecida 33 días después de su nombramiento...aunque, claro, eso equivaldría a pedir a la administración estadounidense que desclasifique la verdad tras los autoatentados del 11 de septiembre, o de la connivencia de la administración Roosevelt con el hundimiento de la flota amarrada en Pearl Harbour en diciembre de 1941; o de la trama verdadera tras el magnicidio de JFK, o del affair Roswell. Y la lista de 'banderas falsas' sigue...
No obstante lo dicho, la apostasía radical, la que pretendiendo cortar por lo sano, "mata" al mensajero, repudia consecuentemente el mensaje original (sin duda desvirtuado por el decapitado mensajero), corre el serio riesgo de convertirse en un remedio peor que la enfermedad abominada. Son éstos tiempos confusos, de aparente caos estructural en todos los órdenes. Paradójica y afortunadamente, muchas preguntas que han pugnado durante decenas (sino cientos) de años por obtener respuestas creíbles a cuestiones cruciales están aflorando inconteniblemente, y obteniendo en muchos casos finalmente respuesta. Y una de estas Preguntas esenciales es, cómo no, «¿Son Cristo y Cristianismo –al igual que amigo y amiguismo, socio y socialismo o capital y capitalismo– términos no solo incompatibles sino directamente antagonistas?».
"Cosas veredes, Sancho, que non crederes" (Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha)
Estaba la madre dolorosa
miércoles, 13 de marzo de 2013
Los niños no lloran
"El sadomasoquismo fomenta la buena comunicación en la pareja".
Una periodista británica, que prefiere esconderse tras el seudónimo de Sophie Morgan, acaba de publicar su primera novela, Diario de una sumisa (Grijalbo), basada en sus propias vivencias sadomasoquistas. El libro, que de momento está arrasando en Reino Unido (sus derechos de traducción se han vendido a quince países y ya cuenta con segunda parte) relata cómo uno de los partenaires asume el "poder" frente al otro, todo ello con la finalidad darse recíprocamente placer mutuo. "Esto puede involucrar ser atado, humillado, y hasta sentir dolor (del que se licúa placer. todo ello se decide " consensuadamente" entre los dos miembros de la pareja."
(El texto completo lo hallarás aquí)
Existe el riesgo de que se oficialice la confusión. La sumisión, cualquiera que sea la máscara tras la que se reprima, está arraigada en un trauma pasado no integrado. Arthur Janov, en su reciente libro "Life before birth" ubica esa confusión en la etapa de la primera infancia (incluso más allá de ella, en la misma etapa intrauterina, aduciendo que la etapa de la gestación puede no haber sido, para la gran mayoría de las personas, el lecho de rosas que imaginamos).
- ¿Cómo se convirtió usted en una sumisa?- Recuerdo que desde que era joven me sentía fascinada por la gente atada – no era un sentimiento sexual, pero me despertaba mucho interés-. Cuando me hice más mayor empecé a darme cuenta de que podía ser también un elemento sexual – empecé a experimentar con uno de mis primeros novios y esto me introdujo en la D/S. Extracto de la entrevista a Sophie Morgan
Haber logrado sobrevivir a la hipoxia (incluso anoxia), es decir, la carencia de oxígeno experimentada durante la gestación como consecuencia de una (inevitable?) merma en la provisión de oxígeno en...
1) el caudal sanguíneo (una madre fumadora o desnutrida -debido a una dieta de adelgazamiento por no soportar verse gorda o como consecuencia de vivir una guerra muy de cerca, por poner dos ejemplos)
2) durante el proceso del parto, como consecuencia de la lucha titánica por desenredarse del cordón umbilical (de ahí las conocidas palmaditas en el trasero para inducir a la respiración al neonato que no respira de forma autónoma al nacer)
...conduce, según Mr. Janov, al inconsciente arraigo y despliegue de un abanico de compulsiones o estrategias neuróticas de supervivencia. Estrategias conductuales que conducen al individuo a manipular las circunstancias, interactivas con su entorno, para que éstas se amolden a las expectativas de satisfacción inmediata (intereses), expectativas que la personalidad va a desplegar a lo largo de toda la vida. Haber estado al borde de la muerte en una etapa tan frágil de la existencia como es la primera infancia y haber sobrevivido al envite de atravesar una pelvis generalmente poco dilatada ha conducido a generaciones enteras a desarrollar la creencia que la misma existencia está sustentada en el esfuerzo, en la lucha. Lo que sucede es que el propio cuerpo queda involucrado en la batalla. Y la tensión (stress) forzoso que permanentemente se despliega por mantener el control de cualquier situación pasa factura, en forma de patologías incontrolables, todas ellas arraigadas, repito, en el inconsciente, que oscilan entre enfermedades socialmente abominadas (epilepsia) hasta actitudes dementes como la sumisión.
La sumisión, llevada incluso hasta límites sadomasoquistas, está obteniendo una creciente carta de aceptación gracias a libros dementes como los de la srta. Morgan, convirtiendo al sadomasoquismo en una opción postiza e inconscientemente escogida en el terreno sexual destinada a obtener la sensación efímera de placer que, de otro modo, seguramente no llega. La diferencia estriba en el grado de aceptación social que obtenga la adhesión a dicha creencia. Y esa aceptación viene inevitablemente inflada por la influencia que todavía ejercen los medios de masas en el inconsciente colectivo (que no es sino la suma de las consciencias individuales). Medios que no son intrumentos de libertad sino negocios estrictamente lucrativos, dirigidos y gestionados por mentes que no apelan en esencia a la famosa libertad de prensa, sino al subliminal control de la población por mecio de la manipulación y tergiversación de los mensajes (El poder absoluto corrompe absolutamente).
Llego de Francia donde leo un artículo en Libération, a colación del estreno de la película "The Sessions" donde se afirma que, al igual que en los EEUU, también en Francia se ha institucionalizado el derecho de las personas con minusvalías físicas y psíquicas a recibir placer sexual por parte de un asistente social que facilite (via masturbación) dicha satisfacción. Decir que el placer sexual es un derecho inalienable podría entroncar con los postulados freudianos acerca de los complejos no resueltos de Edipo y Electra. Hoy sabemos que cualquier tipo de adicción (y toda adicción es de por si incontrolable) está íntimamente arraigada, tanto para el hombre como para la mujer, en la denodada lucha por sentir un placer que retrotraiga al que obtienen los bebés en contacto físico con la madre, un placer íntimamente ligado al instinto de supervivencia. Una lucha que los occidentales hemos propulsado desde el intelecto, dando prioridad en nuestra ancestral huida del dolor, al desarrollo del hemisferio izquierdo y censurando el derecho. "Los niños no lloran!" (Las mujeres sí pueden –por eso son más longevas– y esa es una prerrogativa o statuquo que las mismas mujeres se han preocupado de sostener).
Las dificultades en el parto de los homínidos llegan, recordémoslo, con el advenimiento del Homo Sapiens Sapiens, una especie más inteligente (gracias a la incrementada volumetría craneal). Una especie que camina erguida, pero cuyos recién nacidos pierden autonomía en virtud de lo "inacabados" que están tras el parto y lo dependientes que quedan de la atención de su madre durante los tres y siete primeros años de vida. Una dependencia/necesidad soslayada a todas luces en el contexto de las sociedades "desarrolladas" (un concepto éste altamente revisable) a duras penas resuelta por la vía de la compensación: el desarrollo mental, en detrimento creciente de la empatía emocional. Hoy somos testigos del fracaso de esta huída.
"Nunca es (parece) más oscura la noche que en los instantes previos al amanecer" (anónimo)
martes, 12 de marzo de 2013
Relaciones sanadoras
viernes, 8 de marzo de 2013
Funciones raras
Convendremos en que estos son tiempos extraordinarios. Tiempos de profundos cambios estructurales. No me canso de repetirlo, a riesgo de parecer un disco rayado. Y cuando digo estructurales no me refiero a la debacle financiera que el mundo (solo el occidental?) está atravesando. Girar el calcetín es la metáfora que más se aproxima a lo que está sucediendo. Nunca más que antes es tiempo de compromiso, de involucrarse como parte de la solución. Y es que cuando despiertas y no cooperas en la medida de tu despertar corres el más que serio riesgo de convertirte en parte del problema. ¿Pero qué significa comprometerse?
El pasado sábado acudí a un centro en Palma de Mallorca para escuchar el discurso de Sergi Torres acerca de las relaciones paterno-filiales. Debo decir, de entrada, que respeto profundamente la valentía y el coraje de Sergi a la hora de enfrentar las multitudes. Yo mismo he padecido de enoclofobia en dosis incalculables y quizá nunca llegue a trascender completamente el vértigo que produce enfrentarse a una audiencia de más de seis personas (tampoco lo pretendo, lo cual no me convierte necesariamente en un ser asocial). Sin embargo convendremos en que vencer el miedo a las multitudes, si éste es (ha sido) atenazante, es una condición imprescindible para poder aportar el rayo de luz que este mundo precisa.
La charla en cuestión, que debía pivotar alrededor de las relaciones intergeneracionales (como si se tratase de un tema aislable y no la madre del cordero de todos los temas, verdad?) adquirió una gran dosis emotiva cuando, transcurrida ya el ecuador de la jornada, Victoria, una de las asistentes entre el público, se vio impulsada a confesar sorpresiva y públicamente haber sido víctima de una violación sexual (no aclaró si eso sucedió en su infancia o con posterioridad a esa etapa, ni quien fue el autor de dicha agresión sexual) y que el conflicto de la disfuncional relación que reconoció estar manteniendo con su hija (de ocho años), estaba arraigado en la base de esa sin duda terrible experiencia. La cuestión es que esa manifestación se desencadenó como consecuencia de mi intervención al respecto de un punto muy importante dentro del discurso de Torres: sentir las emociones.
Sergi Torres, apóstol del momento presente, del Aquí y Ahora, y devoto discípulo, si se me permite decirlo así, de las tesis de Eckhart Tolle –y aparentemente también del chileno Claudio Naranjo–, había hecho previamente referencia a las funciones que cada uno desarrollamos en la vida y que son nuestra bandera, ese tipo de "habilidades" que desplegamos muchas veces a regañadientes y que constituyen nuestra inconsciente tarjeta de visita a los ojos de nuestro entorno más cercano (pareja, hijos, padres...) aquél que nos vivencia sin máscaras ni censura. Funciones tan peregrinas como la de tapador de frascos, o cerrador de puertas, o detector de manchas y olores, corrector gramatical, etc...de las que somos a la vez esclavos (en la medida en que no nos damos cuenta hasta que alguien nos pone el sanbenito) y nos enorgullecen (así era mi padre/madre y así soy yo) arraigándonos a la tra(d)ición, como si de un ardiente clavo se tratara...Él mismo describió las suyas (tapador de botes y detector de luces encendidas). A medida que mencionaba dichos ejemplos la exposición el ambiente iba impregnándose de una cierta irónica hilaridad, esa que tanto caracteriza las charlas que ocupan estos tópicos. Algunos fueron los que se atrevieron a reconocer las suyas, incluso hubo alguno que apeló a sus talentos "apacibles", por así decirlo, como cantar o pintar, equivocándose en su empeño. No. No era eso. Rafa, uno de los asistentes, se atrevió incluso a revelar públicamente uno de los rasgos de su carácter, concretamente el de la arrogancia, revelando así, una oculta necesidad de liberarse de un rasgo genuinamente incómodo para él y sin duda para los que íntimamente le rodean. No. Tampoco se trataba de hacer terapia grupal. Se trataba de sacar a la luz honestamente esas pulsiones que afloran de nuestro inconsciente, como impulsadas por un resorte de origenes ignotos, que nos obligan a actuar allí donde "otros no actuan". La funcion de detector de manchas fue particularmente notoria y comentada pues desconcertó a un sector de la audiencia (abrumadoramente femenina, todo hay que decirlo) que se hallaba en el lugar. Curiosamente fue la persona que erró previamente al mencionar su talento para la música como una de esas funciones raras, la misma que acertó, en mi opinión, a 'meter el dedo en la llaga' al revelar que las tareas del hogar no estaban en su casa todo lo equitativamente repartidas que en su fuero interno ella consideraba que era 'justo' que estuvieran. Curiosamente su pareja la acompañaba lo cual queda, todo hay que decirlo, en su descargo. Dicha intervención destapó algo que probablemente se salía del guión previsto por el mismo Torres y que era imperativo ubicar en el contexto de la charla. Y la tempestiva intervención de Victoria rompió afortunadamente la cansina deriva que tiñe la mayoría de los discursos sobre Consciencia transpersonal indefectiblemente. Era obvio que si la meta consistía en aceptar sin beligerancia el guión de la vida como la sagrada dádiva que desde nuestra propia divinidad nos hemos concedido, primero había que sentir y expresar la incomodidad de la realidad emocional incuestionable involucrada en la experiencia vital: el miedo al dolor, origen de todo el abanico de expresiones temerosas que nos acompañan a lo largo de muestra vida: vergüenza, timidez, celos, orgullo, avaricia...consecuencia de la desconfianza en el mismo proceso de la vida, desconfianza arraigada en etapas preverbales de la existencia (0-3 años y etapa intrauterina). Y Victoria expuso su herida en carne viva. Y lo hizo para poner las cartas boca arriba. Poner en práctica el sentir. Ese era su papel ante la audiencia congregada. Muchos se incomodaron. Otros se conmovieron. Que cada cual sondee en su particular caja de pandora el origen de impacto. Pero a nadie dejó indiferente. Torres hizo lo que pudo, en un contexto a todas luces inesperado para él (por mucha cintura psíquica que presuma tener) para tratar de demostrar la teoría del discurso del 'aquí/ahora' con un ejemplo sorpresivo, pero igual que el mismo Tolle, la "hora de la verdad" fue decepcionante. Estando a punto de caramelo para demostrar qué es realmente sentir, Victoria fue 'amorosamente disuadida' en su empeño de 'tocar fondo'. Cierto es que 150 testigos intimidan innegablemente a la hora de abandonarte a una catarsis emocional. Por un momento sentí el impulso de salir y darle el empujón que ella, en su fuero interno, reclamaba cual bostezo que se desencadena misteriosamente solo cuando alguien más bosteza. Pero temí que re-escenificar una violación, por sutil y subliminal que fuese el intento de ayudarle a revivenciar un instante doloroso de su pasado, reconectándola con una emoción atascada que pedía a gritos una revisión de daños, era pasarse de la raya, máxime teniendo en cuenta que el contexto era una charla y no una terapia de grupo. ¿Y si no había red?. Supongo que a fin de cuentas fue suficiente con haber dado pie a su reveladora historia. Su agradecimiento fue sintomático. La catarsis llegará. Es ley de vida. A todos nos llega el momento de hacer las paces con nosotros mismos. Y ese proceso en definitiva siempre sucede en la intimidad –lejos de los focos y taquígrafos intimidantes– que es donde las catarsis reveladoras deben tener lugar.