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jueves, 3 de enero de 2013

Nadie a quien acudir

El dolor padecido por las sociedades subdesarrolladas (perdón, desheredadas) tecnológica e infraestructuralmente siempre nos ha parecido una obviedad, fácil de identificar (y denunciar). Los mass media del 'primer mundo', esos perros de presa que nutrimos desde nuestra inconsciente servidumbre/esclavitud intelectual, nos han servido en bandeja el dolor ajeno y no nos ha queadado más alternativa que culparnos, ante la inviabilidad de poner solución al drama del desequilibrio ("Cómete las lentejas que en Africa los niños se mueren de hambre"), y así conseguir mantenernos anestesiados de nuestras propias e inconfesables miserias (Mal de muchos, consuelo de...infelices). Atados, en el interim, a la 'comodidad del progreso', en el primer mundo nos íbamos extinguiendo, languideciendo de desamor, de abandono, de desconexión con el corazón, envueltos en montañas de regalos que con las mejores de las intenciones pretendían reemplazar nuestra incapacidad de los padres para amar a sus hijos. El abandono padecido, cuando no es asimilado por la mente consciente, precisa ser re-transmitido en su denodada búsqueda de una vía de redención...Es la única via para la esperanza en la libertad futura. Y así vamos, viviendo envueltos en los oropeles de expectativas futuras huyendo de dramas inconfesos del pasado. Los fantasmas, como la memoria, buscan denodadamente ser tenidos en cuenta. Y estos son tiempos de la muy necesaria recuperación de la memoria. Y no hay en ello ninguna incompatibilidad con estar en el cacareado "Aquí y Ahora". Si el pasado no está integrado en la mente, corre serio riesgo de ser repetido.


El sordo sufrimiento de los miembros del hemisferio opulento del mundo, (es decir tu y yo) ha ocultado un ingente conglomerado de tabúes (religión, muerte, sexo,...) en el doble fondo de la ignorante moral judeocristiana. Tabúes reprimidos con miedo, padre éste, en último término, del orgullo. Descubrir al Ser Esencial (Superior) latente y guarecido en el fondo de tu corazón, el organo/centro desde el que opera la llamada inteligencia emocional, implica identificar y despojar al miedo de todos sus embajadores: celos, pereza, ira, vergüenza, timidez, soberbia...hasta tomar contacto con el epicentro emocional. Existió un punto de partida inicial en la experiencia humana que el Ser voluntariamente pensó experimentar y cuya conclusión estamos dando por concluida. La sociedad occidental arrastra tal calibre de represión emocional que simplemente aturde los sentidos. Esto me trae a la memoria un reciente artículo...

"Cayó en mis manos una entrevista realizada a Patrick Stewart, el actor. Él siempre sabía cuando su padre llegaría a casa con ganas de descargar su ira. Si al llegar al hogar familiar procedente del pub cantaba canciones populares irlandesas, los niños y su madre podían dar gracias a Dios y sentirse a salvo. Pero si la tonada era de temas militares, se avecinaban problemas... En tal caso su padre buscaría (y encontraría) cualquier excusa para armar una violenta tangana familiar. Concluido el 'terremoto' la madre acababa en el suelo sangrando. Cuando Patrick conseguía llamar a la Policía, los agentes del 'orden' se las ingeniaban para echarle la culpa a la madre por haber provocado a su esposo, tras lo cual se iban sin levantar ningún informe.

La cuestión es, ¿qué haces cuando la persona que se supone debe protegerte se convierte en el foco de peligro? La madre es demasiado débil para defenderte, así que ¿a quién acudir cuando incluso las fuerzas de orden público se revelan como parte del problema? Ahí es donde las drogas alivian temporalmente el tormento interno que nunca cesa...

Pongamos el caso de un incesto. Lo he visto docenas de veces; la niña padece un abuso de su padre. Tras la primera vez acude raudamente a su madre (si hay una). Comúnmente la madre culpa a la criatura de provocar a papá. ¿A dónde irá la niña? Adentro. Su protector se convirtió en el peligro del que no se puede huir a los 8 años o 12 años de edad. La madre se convierte en cómplice del crimen. No solamente la criatura ha sufrido un abuso horrible, sino que también es culpada por ello. Un doble crimen perpetrado por ambos progenitores del que sin duda no se recuperará inmediatamente, pues lleva mucho tiempo tan solo empezar a aproximarse al daño moral recibido.


Es doloroso decirlo pero está comprobado que la psiquis de una madre en muchos de estos casos actúa alegrándose de que la niña sea quien cargue con el deber marital al que la madre hace tiempo que sin duda ha rechazado plegarse. Incapaz de hacer frente al marido violento, alivia su culpa descargándola en su hija. Lleva meses e incluso años sentir todo eso e integrarlo. La sordidez de la violación de la libertad sexual es directamente proporcional al tiempo que la víctima tarda en recuperarse y restituir su integridad escindida. La orientación psicológica actual y las terapias analíticas no ayudan. El impacto es demasiado profundo para ser abordado exclusivamente desde un plano intelectual. No hubo ayuda cuando sucedió. Nadie a quien contarlo o en quien apoyarse. La niña se siente totalmente abandonada a su suerte. No hay liberación. Y la huella permanece. Sí, la niña crecerá, se hará una mujer y buscará foros, terapias grupales donde poder compartir sus traumas, profesionales que le transmitan su comprensión. Pero obviamente es un apoyo anacrónico. No se trata tan solo de obtener un alivio por medio de la comprensión intelectual de los eventos. El daño fue ocasionado en la misma linea de flotación del Ser, los sentimientos. Y es al dominio de los sentimientos al que hay que hay que apelar, al Reino al que debemos dirigirnos. Y ese Reino se halla en el pasado.

Regresar al lugar y momento del crimen (una vez que el paciente asume que ese 'viaje' es posible) y revivir la dolorosa circunstancia puede parecer algo inasumible, demasiado duro de soportar. Estoy de acuerdo en ello, pero visitar retrospectivamente el foco del sufrimiento presente, ese que impide al sujeto integrarse quizá en una relación afectiva presente sana, es la única vía para coser una herida que de otro modo permanecerá abierta hasta que el coraje de cerrarla intervenga. El dolor (físico y moral) renegado debe ser afrontado y sentido. Poco a poco, por supuesto, en la medida y progresión que el sistema defensivo (que ocasiona el sufrimiento/neurosis presente) se vaya derrumbando/debilitando.

La estructura emocional (el reino inconsciente) que alberga los sentimientos, contiene esos recuerdos almacenados permanentemente y no permitirá bajo ningún concepto que dichos recuerdos sean 'superados' y dejados atrás hasta que sean aceptados, 'desclasificados' y asimilados por la estructura mental consciente, con toda la agonía propia de un incidente de tales características. Una agonía que en su momento el sistema emocional (ese sagrado 'colchón' que nos permite encajar los impactos en edades demasiado tiernas y sobrevivir en este inhóspito mundo) salvaguardó impidiendo la asimilación de dicha experiencia.

Para visitar ese reino hay que tener la voluntad y el coraje de hacerlo. Y créanme que ese 'reino' existe...Muchos de nosotros no queremos ir allí, pero no hay otra opción si queremos comprender cómo se opera la liberación del sistema/cuerpo emocional. Si queremos detener nuestro sufrimiento –es decir nuestras tiránicas adicciones (que cada cual haga examen de conciencia y revisión de daños)–debemos regresar a la 'escena del crimen'. ¿A alguien se le ocurre cómo resolver un crimen sin visitar el escenario donde tuvo lugar, tratando de conseguir las evidencias desde la distancia?


El crimen permanece prístino y puro, encerrado en nuestro sistema límbico a la espera de ser re-conocido y sentido en el momento en que estemos listos. Y para eso necesitamos ayuda. Nadie puede hacerlo (o al menos iniciarlo) en soledad. Y si el terapeuta escogido no cree en que el sufrimiento presente proviene de un daño histórico y que éste permanece fresco a pesar del tiempo transcurrido, entonces el paciente perderá toda esperanza de liberación."

Arthur Janov, PhD
Traducción: Lars Quetglas


En este blog he alternado más recientemente entradas con mensajes 'trascendentales' –que invitan a apartar el velo de la ignorancia respecto de una realidad 'superior', a conectar con una esencia nuestra más allá de los barrotes de esta vida física– con otros aparentemente más 'terrenales' vinculados a la salud emocional en juego y propia de la experiencia humana. Algunos me han preguntado si existe una conexión entre ambos temas. En esta ocasión quisiera aportar luz sobre ello. Modestamente opino que ambos tópicos no solo son compatibles sino que están estrechamente ligados, como lo está lo divino y lo humano. Comprender y asimilar el lado sutil y descarnado de la existencia no solo no exime de asumir la realidad de los impactos recibidos y ocasionados por los innegables "roces" sufridos durante la vida sino que está intrínsecamente vinculado a ello. Pretender trascender la experiencia humana deslizándonos en una suerte de arrobamiento, como de puntillas, por encima de nuestra historia emocional inconfesa equivale a ir directamente al dulce postre apartando el plato principal, ya frio, de una típica comida familiar siempre teñida de desavenencias aparentemente irreconciliables, por supuesto, tras haber postergado tantas veces su ingesta. Es la historia inconfesa de la experiencia humana. La experiencia...experimentar ser humano no es, muy ciertamente, más que eso, 'probar a ver qué tal' se me da revestirme de humano. La comprensión intelectual de esta dimensión implica un desapego, un dejar de estar a-pegados a lo falso, a la experiencia. Y el desapego duele. Pero es la única via para liberarse de la creencia de ser el papel que interpretas...

"Sanar", un término, éste, tan denostado en el ámbito hispanohablante por las connotaciones semánticas que lo vinculan históricamente con técnicas curativas primitivas o por lo menos no homologadas por la medicina oficial. Sin embargo la cultura anglosajona acepta sanación de buen grado como el término más adecuado para calificar el estado de liberación de las ataduras mentales, de la excesiva seriedad, pero también de la neurótica hilaridad, ambas vias de escape de la delgada linea del equilibrio por la que los valientes caminan toda vez que su mente consciente ha asimilado la irrealidad y falsedad de los conjuros del ego.


Con el Dr. Janov probablemente nos hallemos frente a una renovadora y visionaria perspectiva acerca de cómo sanar con las llamadas 'enfermedades mentales'. Su simple postulado acerca de la práctica viabilidad de sanar la mente, algo radicalmente descartado hasta la fecha por el academicismo médico, le coloca –a pesar de sus ya 84 años de vida y sus más de 40 años de experiencia– en primerísimo término de la rampa de salida de una nueva praxis médica que en un futuro no muy lejano verá aplicados sus descubrimientos de forma natural en el contexto de la salud pública. Tenemos el privilegio de contar todavía entre nosotros con un visionario de la ciencia psicológica y psiquiátrica.

"Somos sanados del sufrimiento solamente cuando lo experimentamos a fondo". (Marcel Proust. "Albertina desaparecida. En busca del tiempo perdido")

 

PS: Estamos en conversaciones con el propio Dr. Janov para conseguir que forme parte del elenco de profesionales que asistan como ponentes a una evento multidisciplinario (que comprenderá conferencias, talleres, charlas y proyecciones) que tendrá lugar en principio el próximo mes de septiembre en un lugar aún no concreto del levante español. Si estás interesado/a en acudir, contáctanos y con gusto te informaremos más detalladamente.

 

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