Buscar este blog

martes, 8 de enero de 2013

Redención pide rendición

Sin duda que el aire que respiramos se ha vuelto nauseabundo. Y no me refiero al oxígeno que expelen los árboles. Éste nunca ha sido más puro, a pesar de la contaminación industrial. Se trata del denso y tóxico ambiente que estamos generando con nuestra resistencia a rendirnos a lo evidente. La mente colectiva de la humanidad completamente desquiciada en un contexto de reajuste cósmico que sin duda implica el colapso del modo, el "sistema", por medio (por miedo?) del que nos hemos vinculado. Nuestro ADN se está adaptando a unas nuevas condiciones. Una especie humana más consciente de su lugar en el orden universal está siendo parida. Es imparable. Un cambio de proporciones bíblicas. Quien abra su mente (más allá del ángulo de visión conspirativo) y acepte dicha metamorfosis interna va a estar permitiéndose estar en la posición tan anhelada: ser testigo de excepción de la consecución de un plan concebido hace cientos de miles de años...A este acontecimiento se lo ha venido en llamar 'la cosecha'.

Millones de niños están viniendo al mundo para sacudir nuestras anquilosadas consciencias. Y lo hacen con la fuerza incontenible del amor, el verdadero motor detrás de nuestra humana odisea en este planeta. Niños sin duda incomprendidos, altamente sensibles y a la vez dotados de una entereza de espíritu, una indestructible conexión con su Ser Superior trascendental. Niños que no se amoldan a los esquemas del pasado de un modo mucho más patente que nosotros lo hicimos (y eso que nosotros fuimos rebeldes con causa evidente). Es el momento de darnos cuenta de que procrear descendencia implica asumir la consciencia de estar entregando el testigo a las nuevas olas generacionales que restablecerán "el vínculo" con nuestra trascendencia esa que con tanto esfuerzo y denuedo hemos 'creído estar destruyendo'; en realidad no hemos hecho mas que contribuir a la plasmación de la profecía, a plasmarla sin darnos cuenta, es decir, inconscientemente. Nuestra única responsabilidad es recuperar esa consciencia. No se nos exige nada más. Y nada menos...Y responsabilidad no es culpa. La culpa no existe más que en la mente inconsciente, la que nos gobierna tiránicamente...por tanto no se puede 'echar' ni consecuentemente 'tener' culpa. Todo, bueno o malo, errores y aciertos, ha sido parte de la hoja de ruta planeada. Tan solo se trata de reacomodar nuestra mente permitiéndonos sentir el dolor por el "desacomodo" a que nos obligamos al iniciar nuestra odisea. Dotados del libre albedrío, a diferencia de los animales y plantas, hemos podido experimentar nuestro destino entre rosas y espinos. Ahora es nuestro momento de gloria...convertirnos en la generación elegida que se liberará, aceptando el dolor que eso inevitablemente implique, de las cadenas del pasado, para sí poder dejar de juzgar con rencor a los que nos precedieron, respetando a sus hijos en tal que embajadores del porvenir común al que todos estamos intimamente ligados, en tal que seres eternos, sin principio ni fin.

Deshacer los nudos del rencor implica sentir el origen del mismo y liberarlo, con todas las lágrimas que contenga...Y el dolor ya está aquí. La crisis es la salvación, el punto de inflexión en el biorritmo de la especie. Ha llegado el momento de dejar de retener el dolor. Y así está siendo. Es inapelable, inaplazable y necesario. La excursión de los intrépidos llega a su conclusión para quienes tomen consciencia y acepten que la carrera competitiva por la supervivencia es una regla de juego obsoleta, de que ya no es más necesaria. El fin de la lucha para los miembros de esta generación que dejará de idolatrar y reverenciar por inercia (simplemente porque había que hacerlo) a las generaciones pasadas, que decidirá cortar el cordón umbilical paternalista que ha estado impidiendo a la misma especie desplegar las alas que nos son propias... y volar; expandir nuestras mentes hacia el infinito océano de probabilidades y posibilidades que es la experiencia de las vidas, como los divinos diseñadores de nuestros destinos que somos. Y los ancianos (y los que ya se fueron, abandonando esta dimensión al desprenderse de sus cuerpos físicos) nos lo agradecerán infinitamente, porque ellos también se agotaron de ejercer tanto control paternalista, ese al que se volvieron adictos y que, sin realmente quererlo, insistieron en inocularnos...por nuestro bien. Quizá no lo digan abiertamente, porque sus egos se aficionaron a meternos miedo, a advertirnos de los peligros que acechaban. Peligros ciertamente inexistentes. Ficticios. En cualquier caso alevosamente inflados, aprovechando la adicción que tenemos a leer (y creernos) lo que dice la prensa y la televisión). Ya sea porque sectamente temen la represalia de la juventud...Peligros que fabricaron de la nada para perpetuar lo que aprendieron de sus padres: la obediencia debida en la senda del temor a lo desconocido. Nosotros que cometimos esos mismos errores en el pasado, milenios antes de este instante, ahora abrimos los ojos a nuestra humildad, que es nuestra libertad, a nuestra liberación karmica y a la de toda la especie humana y hacemos entrega a los niños de hoy, adultos del mañana, del más preciado tesoro, la más valiosa herencia que podemos legarles: el respeto por la biodiversidad en todo su abanico, el amor por todos nuestros semejantes, por toda la Creación.

Exhumando nuestros inconfesos miedos (pecados, los ha venido llamando la tradición judeocristiana) y abrazándolos nos permitimos incinerarlos reverentemente al aire libre, devolviéndolos al polvo según el protocolo de la salud mental, plenamente conscientes de que conocer nuestro pasado nos permite recuperar la vigilia y permanecer así libremente alertas para no repetir los pasados errores. Habrá sin duda nuevos errores, pero binvenidos sean cuando lleguen...esta escuela no tiene fin.

Queridos amigos, la vida se abre paso a pulmón abierto en una nueva partitura, no en blanco sino cargada de experiencia conscientemente registrada, ergo...libre de dependencias del pasado, de intereses de demora, de usuras esclavizantes. Una nueva vida que se escribe en clave de amor, donde todos tenemos ya el poder de componer sobre ella en completa libertad, porque a más voces más bella deviene la armonía.

Alabada sea la fuerza cósmica que nos ha animado siempre y seguirá animándonos. Somos hijos de la luz y a la luz estamos regresando. Todo está bien, todo sigue su curso. No vamos a desaparecer...Despierta a tu lucidez. La vida es sueño, como se atrevió a afirmar el sabio; siempre lo ha sido y tu lucidez la convierte en el paraíso que quieras crear. Tu creencia es tu creación. Tu creación es el fruto de tu creencia. Toda la evidente belleza que envuelve este sueño, es, desde la perspectiva de nuestra recuperada lucidez, desde nuestra consciente vigilia, digno de ser bendecido, disfrutado, experimentado con todos los sentidos (TODOS, no tan solo los cinco a los que hemos estado habituados hasta ahora). Igual que el verano se inicia prácticamente cuando los días empezan a acortarse y el solsticio de invierno marca el prolongamiento de la luminosidad, también tu perspectiva y responsabilidad despertadas están operando la revitalización programada desde el mismo instante en que decidimos 'desprogramarnos', allá cuando fuimos expulsados del E.Din (Edén).

En nombre de la fraternidad que todos constituimos, gracias por haber participado en esta odisea. El mismo Gilgamesh sonrie tras las cortinas, tras el velo de Isis que, aún como semidiós no pudo atravesar en vida y que ahora se está levantando. Todos nos vamos reencontrando, desempolvándo, atónitos, nuestro asombro por todos los papeles interpretados encarnación tras encarnación, en este magnífico teatro multiescénico que ha sido la experiencia en este maravilloso ser que llamamos Ti.Erra, Jord de los escandinavos, Earth, Erde para los anglosajones...la sumeria E.ridú, aquel 'hogar en la lejanía' de los Elohims, aquellos Anunnaki a cuya imagen y semejanza nuestros ancestros neanderthales fueron genéticamente modificados hace 300.000 años y a los que llamamos Dioses, sin ser realmente otra cosa que nuestros hermanos mayores.

Esta obra ha concluido. Menuda sinfonía de experiencias. Estás presenciando su epílogo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes compartir algún comentario...