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martes, 10 de julio de 2012

Todo da lo mismo

El amor es lo único que te hará libre en esta fortaleza insalubre en que consiste el sistema socioeconómico. Un sistema decadente y apuntalado, a punto de caer por su propio peso. Un sistema administrado –conviene remarcarlo– por personas aterradas, parapetadas tras su psicopática ausencia de conexión con sus sentimientos (y consecuentemente con el de los demás, por mucho que a veces traten de disimularlo) en puestos de dominio y control desde los que ostentan un estatus –totalmente ficticio todo hay que decirlo– al que han accedido generación tras generación por vía de su bagage genético.

Tratar de derribar el sistema no hará – por paradójico que te suene–sino adherirte más a él, a sus postulados, a su idiosincrática naturaleza regida por el enfrentamiento entre opuestos. Todo lo que atacas esconde algo de ti y en esta deriva radica tu perpetuación en un mundo que es ilusorio. Y a fe que los que patrocinan la ilusión, el espejismo, desean ver aflorar tu ira y tu cólera para utilizarlas como pegamento con el que mantenerlo consolidado. Amos y siervos perpetuados en sus roles sin darse centa del dolor que se ocasionan a si mismos y recíprocamente.
Sé que parece altisonante, pero créeme si te digo que solo el amor iluminará los rincones de la única prisión que existe, aquella en la que tuviste que convertir a tu mente para poder adaptarte a la miseria que te rodeó al venir a este mundo y de la que no pudiste abstraerte. Solo el amor devolverá a tu mente a su estado original, restituyendo la función para la que fue creada: comunicar. Para eso viniste. Para iluminar los rincones oscuros de esta prisión. Primero para sacudirte las servidumbres que arrastras tras vidas de dependencia y apego. Segundo para despertar a tus hermanos de su somnolencia, de su amnesia colectiva.

El amor brota de tu corazón. Es lo único que realmente puedes ofrecer sin posibilidad de que se agote pues es la única energía que lo gobierna todo y que se autoregenera por vía de la generosidad. Es momento de volver a sentir el latido de tu corazón y de entregarte a su sabiduría.
No hay adversarios, no existen antagonistas, nada es opuesto a ti, sino igual. Nada busca tu fracaso salvo tu mismo. Nada busca enfrentarse a ti, salvo tu deseo de pelearte. Todo el caos es un reflejo de tu aterrado ego tratando de defenderse de sombras chinescas.

"El amor que reprimes, y no das, se convierte en el dolor que arrastras vida tras vida."

Todo juicio es en vano y no conlleva ninguna solución porque no existe la culpa. Todo es lo mismo, por tanto todo da lo mismo. No hay tiranos que puedan recortar tu integridad pues nada puede doblegar tu voluntad de amar, de dar, de ser generos@, desde la soberana magnitud de tu eternidad. Todos los fantasmas se desvanecen cuando abrazas ese estadio de tu consciencia donde el miedo no ocupa ningún lugar ni tiempo. Dar, en la convicción de que el amor es todo lo que necesitas desplegar para conectar con tu integridad, ha sido, es y por siempre será tu máxima aspiración. La confusión, si ésta existe, orbita alrededor de la naturaleza de lo que das y el estado de ánimo que te provoca dar cuando en vez de sentirte mas plen@, actuar con generosidad te provoca decaimiento.

Solo puedes dar satisfactoria y plenamente aquello que brote de una fuente inagotable. Una fuente de la que eres dueñ@. Lo único que es inagotable es el amor. Amor es lo único que puedes ofrecer genuinamente, lo único que no se gasta. Y el amor se manifiesta en multitud de formas en esta dimensión de insuperable densidad. Naciste del amor y al amor regresas. Lo has hecho multitud de veces. Simplemente no recuerdas, porque el miedo al dolor que has conocido aquí te impide trascender este escenario. Ergo...el miedo es el obstáculo, la barrera para la libertad.
Siempre has sido, siempre serás. Eternamente Eres.

Te pido perdón en nombre de todo aquél que en su confusión (me incluyo a mi mismo), y a lo largo de todas tus vidas, te haya obligado a adoptar una posición defensiva, de todo aquél que haya supuesto una amenaza para ti. No sabíamos lo que hacíamos.

Gracias. Te amo.





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