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sábado, 15 de agosto de 2015

Opus Dei

Respecto a los mártires domésticos, me parece que clasificar a los miembros de cualquier pareja exclusivamente desde la perspectiva fisiológica (hombre-mujer) es una óptica obtusa y por tanto desactualizada. El Dr. Janov lo explica claramente con su terapia Primal. No se trata tanto de machos versus hembras sino de hemisferios cerebrales, derecho e izquierdo, en combate tratando de restituir la integridad cerebral del individuo del que forman parte.
Tenemos la noción muy arraigada de que el hombre expresa su violencia físicamente y la mujer ejerce el terror doméstico tocando fibras más sensibles que socavan la integridad del varón. Ese pensamiento fue paradigmático hasta hace no demasiadas décadas. Pero hoy día hay tantos hombres derecho-cerebrales como mujeres. El s. XX trajo consigo el sin duda doloroso inicio de la restitución de la balanza neuronal, la masculinización mental de la mujer y la feminización de la conciencia masculina, lo cual potencia la ambigüedad del escenario. Muchas mujeres ocupando cargos de exigencia en la sociedad y hombres dedicados a labores domésticas delatan la caída de los muros mentales a los que estábamos acostumbrados. Por no hablar de las parejas compuestas por miembros del mismo sexo biológico; parejas cuyos integrantes no dejan de abanderar, de ostentar, más radicalmente si cabe que las heterosexuales, los patrones mentales derivados de cada hemisferio. El cliché de la 'maricona', es decir el miembro 'femenino de una pareja homosexual de dos varones, que exhibe un abanico de tics histriónicos (histeria, desequilibrio emocional...) supuestamente femeninos es el rol desempeñado por alguien que busca denodadamente la proximidad de un macho alfa (el otro partenaire en la pareja gay) tan típico que resulta utópico. Sin duda que este maremagnum de especificidades mentales responde a una necesidad de la misma especie por desintegrar su espectacular (y especular) y ancestral mascarada, insostenible a todas luces a estas alturas de la «Obra de Dios» que todos hemos representado.
 
Muy clarificadora Laura Gutman, como siempre, en su denodada labor por llevar la luz a los oscuros rincones del alma. Gracias Laura.
 

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