¿Es ILLUMINATI sinónimo de una RELIGION?
Svali (svalispeaks.com)
relata que aunque los Illuminati nunca se considerarían practicantes de
una religión, tienen una fe espiritual muy poderosa, a la que llaman
iluminación.
Pregunta: Svali, Nuestros lectores quizá se
pregunten ‘¿es el grupo Illuminati una religión, una sociedad secreta,
son satanistas o es acaso una combinación de ambas, algo diferente, más
siniestro si cabe?
Respuesta: Iluminati es un grupo que practica una forma de fe llamada 'Iluminación'.
Sus raíces luciferinas se hallan en su convicción de que son los
herederos legítimos de aquellos 'angeles caídos' de los que hablan las
antiguas escrituras. Enseñan a sus seguidores que sus raíces están
ancladas en religiones misteriosas del pasado remoto en Babilonia,
Egipto y el druidismo celta.
Ellos han tomado lo más conveniente
para ellos de esos credos, las prácticas fundacionales, y las han
mezclado para obtener una disciplina ocultista muy poderosa. Su
estructura piramidal revela que en las bases muchos grupos idolatran a
deidades antiguas, tales como "El", "Baal" o “Ashtarte”, es decir
Osiris, Seth e Isis. Los nombres son diferentes dependiendo del lugar
del planeta donde fueron venerados pero los seres deificados/mitificados
pertenecieron a una misma familia. Eran humanos procedentes de otro
mundo, aquellos a los que los antiguos sumerios llamaban Anunnaki,
palabra que significa literalmente "los que del cielo a la Tierra
bajaron"
P: ¿Consideran al Dios cristiano, el Padre del que Jesús el Cristo habló, un Dios real o un impostor?
R: Los Illuminati creen en la deificación del hombre a través del
conocimiento. Colocan al hombre iluminado en la punta de la pirámide.
Aceptan que hay seres supernaturales que les guían en este proceso de
adquisición de conocimiento, pero la consecución de esa meta los vuelve
insensibles a algo muy real en el ser humano: los sentimientos. Presumen
de estar por encima del bien y del mal. Ellos solo distinguen entre
iluminación y oscuridad.
Consideran al Dios cristiano una suerte de
placebo para los débiles, y a sus fieles devotos como corderos
seguidores de una historia bonita creada para ayudarles a sentirse
mejor, borregos en un peldaño por debajo de la iluminación, débiles e
incapaces de ver las cosas desde una perspectiva más amplia, incapaces
de ver toda la verdad. Su obsesión por conocer la verdad, por ser la
punta de la lanza del avance, del progreso tecnológico, les hace
insensibles al dolor (en realidad dedican todos sus esfuerzos a
anestesiarlo) Se han creado una armadura que les incapacita a expresar
empatía (en el mejor de los casos despliegan un paternalismo que
maquilla un desdén/desprecio por la debilidad) por el dolor ajeno. Y el
dolor es algo inexorable en la experiencia humana. Y sin embargo se
obstinan en huir de él, no en vano son los creadores de todos los
instrumentos destinados a anestesiarlo (fármacos, alimentos
transgénicos, hipercalóricos,...). Pero ya se sabe que todo aquello de
lo que huyes regresa a ti inexorablemente como un boomerang.
Se
aferran a sus estatus en la pirámide del conocimiento sin reflexionar
acerca de lo que sustenta su privilegiada posición: el resto del mundo.
Aferrándose al conocimiento como única razón de vida, ignoran (o se
empeñan en negar) que ellos y sus antepasados fueron, a su vez,
herramientas de un plan mucho más vasto que el legado desplegado por
aquellos míticos 'dioses' mesopotámicos, los extraterrestres
antediluvianos que modificaron genéticamente a los homínidos. Ese plan
dio sus frutos como experiencia pero ahora está siendo replegado. Y los
Iluminati no quieren verlo. Todo el caos que presencia el mundo responde
a la resistencia que ese grupo y sus seguidores a 'igualarse'
(hermanarse) con el resto de los seres vivos, con el resto de la
creación. Temen que ese hermanamiento implique 'perdida de poder', un
poder que en su ceguera ven como la necesidad de control, la que tiene
un padre autoritario y se resiste a soltar cuando los hijos llegan a la
edad adulta. Cuanto más se resisten a 'entregar el testigo'
pacíficamente, más reales se vuelven sus vaticinios, su miedo a ser
juzgados. Muchos de ellos quisieran salirse de esa cápsula de rigurosa
perfección desde la que adoctrinan violentamente a sus propios vástagos
con el fin de defenderse de la debilidad y la imperfección. Pero no se
dan cuenta de que su arrogancia y la actitud defensiva que ella esconde
es su propia y más sonada debilidad.
Un verdadero cristiano, es
decir un seguidor de Cristo y proclamador de su mensaje de amor, no es ni un borrego adoctrinado ni tampoco
un tirano intelectual, sino alguien que sabe fluir, deslizarse por entre
ambas capacidades, el conocimiento y el sentimiento, en la única
certeza de que nadie, salvo Dios mismo, Creador de todo, conoce la
naturaleza de sus propios designios.
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