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lunes, 8 de junio de 2015

La espada de Miguel

Hubo un hombre, hace dos mil años en la Tierra que afirmó venir enviado por el padre de todos y que hablaba de si mismo en términos de "hijo del hombre". Entonces no había taquígrafos ni grabadoras por lo que su mensaje (eso significa evangelio) fue registrado, esencialmente en griego, sobre pergaminos por discípulos de sus mismos discípulos.
Uno de los párrafos más controvertidos de esos registros escritos es uno que los doctos de las mismas iglesias, esas élites judeocristianas aún no han logrado descifrar debido a lo enigmático y controvertido de su naturaleza (o quizá conocen perfectamente el sentido y se resisten a explicarlo a sus 'fieles' pues decodificar tal mensaje sería muy inconveniente para sus intereses como líderes religiosos)
Dice así:
«No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros [sus discípulos y fieles seguidores] recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa. Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. "(Mt 10:34).



Se representa al arcángel Miguel con una espada. ¿Será esa la espada de la que habló Jeshua? Una espada no destinada a causar dolor sino más bien a acabar con el sufrimiento. Una espada que corte los nudos, los lazos, los apegos, las ataduras a aquello que tanto nos cuesta soltar (hijos, padres, aficiones...), aquello que tan vehemente dijo aquel hombre hace dos mil años y que los sabios estudiosos de las enfermedades mentales (Freud, Jung, Janov...) de este pasado s.XX definieron como neurosis colectiva.

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