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domingo, 20 de octubre de 2013

No me hagas caso.

¿Eres libre?...¿qué es la libertad? ¿es acaso la libertad esa cualidad que te permite romper unilateralmente con todo lo establecido sin importar el consenso pactado? ¿Tienes compromisos a los que te sientes vinculado hasta el punto de convertirse en losas pesadas? ¿quieres liberarte de esos compromisos sin detenerte a recordar que los escogiste libremente?
¿En qué consiste la libertad? Toda elección arrancan desde la libertad y acaba mutando en calzada de dolor. Luego el dolor es una elección.

Nadie se muere de dolor. Es una experiencia como otras tantas. Reir, sentir alegría es una experiencia, consecuencia de una elección. Y la atravesamos gustosamente. Sin embargo el dolor lo rechazamos. El mero hecho de vernos frente a él nos bloquea, nos fuerza a buscar modos de disuadirlo de impactarnos, formas de escabullirlo, de anestesiarnos frente a él. La alegría siempre es bienvenida no porque sea agradable sino porque es inesperada, imprevisible. Siempre tiene ese carácter improvisado, desinhibido, por muchas veces que toque a nuestra puerta (nunca las suficientes...), sin embargo el dolor lo vemos venir, olemos su aroma con antelación, nos sabemos de memoria su manual de instrucciones. Nos prevenimos frente a él...sufrimos defendiéndonos antes de que haga siquiera acto de presencia. ¿Por qué? Porque lo conocemos, porque nos es "familiar".

No nos duele tener miedo. Tenemos miedo al dolor. Y el permanente estado de miedo  es agotador, nos quita la gracia, nos desgracia. Sufrimos en tanto que somos des-graciados, luego la gracia es el estado natural del ser. La desgracia es el estado natural del ser humano. O así ha sido hasta aquí/ahora, hasta cada aquí/ ahora que ha poblado nuestras existencias.
Elecciones. Tomamos elecciones  cada segundo. Generalmente motivadas por una necesidad de continuar siendo lo que somos, lo que fuimos, lo que nos enseñaron a ser. Elegimos continuidad...Sí de vez en cuando tomamos decisiones 'progresistas', opciones que rompen moldes o rasgan vestiduras, pero finalmente nos las arreglamos para organizar y planificar esas decisiones progresistas...es cuando aparece la etiqueta del 'Progresismo'. Y ahí está. Ya ha muerto el progreso. Igual que muere la amistad cuando se convierte en amiguismo. O la sociedad cuando aparece el socialismo, o el Cristo cuando aparece el cristianismo.

¿Quién no tiene ganas de romper con el pasado? Pero ¿con qué pasado? ¿con el inmediato, consciente? Si huyes de tus propias elecciones te conviertes en esclavo de tu escapismo, cayendo en la trampa del indomable irreverente que portas en tu interior. Pero si asumes que huyes de un pasado inconsciente, oculto (no necesariamente lejano, pues el tiempo ya sabemos es relativo) entonces te vuelves permeable a aceptar que fuerzas oscuras (no iluminadas) gobiernan tus pensamientos, tus palabras, tus acciones. Entonces re-conoces que 'algo' que no eres tu ejerce un poder sobre tu 'puente de mando'. Llegados a este punto todas las estructuras empiezan a tambalearse. No hay vuelta atrás. Por mucho que intentes volver al limbo de la inconsciencia tu 'despertar' te delatará. El entorno otrora amable se volverá hostil, mostrándote que no encajas en las reglas y normas. Y a menos que aceptes ese estadio como el tránsito hacia otra fase, sufrirás.

Pero tu no quieres seguir sufriendo. Eso ya no es admisible. El sufrimiento es lo insostenible. El dolor es soportable te dices pero el sufrimiento es intolerable. Decides aceptar (no resignarte), pues la prueba del dolor, del despegarse (desapego) de lo que antes/allí era incontestable. Y duele. vaya si duele. No pain, no gain reza una máxima anglosajona entre los vigoréxicos. Una salida que no es tal sino tan solo un modo inconsciente de parapetarse tras un muro defensivo de musculatura, de sentirse aceptables, válidos en un entorno que los ha escupido.

Tu no. Tu has decidido que no vas a seguir huyendo sino que vas a iniciar el proceso de despedirte de todo el caos que has testimoniado. Mirar al perro rabioso a los ojos y ver en él a tus propios miedos persiguiéndote bajo las múltiples formas de las que se reviste la miseria. Has decidido amar lo que haces, no hacer lo que crees que amas. Amar, aceptar cualquier cosa que te esté sucediendo es la mejor manera, te dices, de atravesarla, de experimentarla. Una vez integrada no tiene necesidad de seguir percutiendo como lección. Lo aprendido aprendido está. Lo recordado...

Y hay tanto por recordar. El eterno alumno convertido en maestro. Mientras tanto la nave va. No hay mal (desagradable experiencia) que dure mil años. Solo la resistencia, la lucha perpetúa el sufrimiento. ¿Luchar? ¿para qué? siempre acabo en el punto de partida. Rendición es la clave para llegar a la meta. Rendición sin culpa es aceptación. Me disculpo (las veces que haga falta) y voy a mayores éxitos.

Pero, ¿sabes qué? no me hagas demasiado caso. Tu a lo tuyo. Yo a lo mio. Y si nos encontramos por el camino tanto mejor. Compartimos la ruta durante el tiempo y en el espacio que sea necesario, hasta que...ya no lo sean. Sin acritud.
Gracias.

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