Fuimos expuestos en la más tierna infancia (incluso en el mismo útero materno) a menosprecio, situaciones de abandono, enfrentados con realidades (comentarios, omisiones..) que nos superaban, ante las que nada podíamos hacer salvo quizá...borrarlas de nuestro recuerdo.
Nadie tuvo la culpa, es cierto. Ellos lo hicieron lo mejor (??) que pudieron/supieron...no pudieron impedir abandonarte (y con ello inocularte el miedo al abandono) que ellos, a su vez, había experimentado. Es sabido que remontarse generacionalmente en busca de 'culpables' no conduce a nada salvo a demostrar que en la raíz nadie 'tiene' la culpa. Y, sin embargo todos estamos convencidos de tenerla. Sentirse culpable es más común entre los humanos que el respirar. De lo contrario no nos pasaríamos la vida defendiéndonos de (y consecuentemente atacando a) quienes nos culpan...o aquellos que potencialmente suponen una amenaza para nosotros en ese sentido ¿la consecuencia? Acumulamos odio e ira con el que infectamos a las generaciones venideras, para pasarles el testigo de nuestras frustradas emociones.
Con todo, estamos capacitados para asumir la responsabilidad de enderezar nuestras naves particulares y la nave colectiva...¿pero la responsabilidad de qué? ¿qué nave?
El más grande y arraigado de todos los obstáculos que debes sortear para responder a esta pregunta es enfrentar al causante de todas las desgracias: el miedo. Miedo a vivir, a brillar, miedo a 'mirar adentro' y reconocer en tu interior al único tirano que te mantiene esclavizado/a, el que te ha gobernado y sigue gobernando desde el puente de mando de tu nave/mente: tu ego.
Quizá seas un experto contando chistes, burlándote irónicamente de las personas que funcionan (reaccionan) visceralmente. En tal caso eres un gran intelectual, afilando siempre la punta de la retórica y denigras a todo el que sea incapaz de estar a la altura de tus sarcasmos. Siempre citando a sabios del pasado como si de muletas se tratase. Tus armas son tus argumentos. Exteriormente puede que tengas un aspecto cuidado y unas formas educadas, pero en tu cabeza se aloja un ácido y corrosivo resentido, capaz de humillar y denigrar sin apenas pestañear. Tu ídolo quizá sea House, o quizá la misma Angela Merkel. Camuflas tu resentimiento con el llamado 'sentido del humor', algo que por otra parte, a estas alturas hayas incluso perdido (enhorabuena, en tal caso)
Eres una triste sombra de ti mismo, parapetado tras una férrea disciplina defensiva. Insensible a los sentimientos ajenos (ni hablar de los tuyos propios). Siempre te las ingenias para tener la última palabra. Eres exasperantemente perfeccionista. Un maníaco que…paradójicamente, busca por todas partes un hombro en el que derrumbarse...O en el peor de los casos, alguien que te maltrate en la intimidad.
Si eres hombre, detestas a las mujeres. Quizá hayas alcanzado el estatus de padre de familia, pero la misoginia esconde el gran tabú de la homosexualidad. Vas al encuentro de las féminas no para amarlas sino para humillarlas. Necesitas una diana a la que apuntar todos tus reproches todo lo que tienes pendiente de sacar de tu baúl de los rencores reprimidos, todo lo que siempre deseaste decirle a tu propia madre, pero nunca te atreviste. No te escandalices pero quizá enmascaras a un violador en potencia. Probablemente enfrascado y devoto de tu trabajo, sin el que te sentirías perdido.
Si eres mujer y estás leyendo estas palabras, estás sin duda desengañada del género masculino. Buscas el encuentro de hombres para echarles el anzuelo para poder manipularles con tus atractivos y así poder echarles en cara el abandono (o incluso ab-uso) que sufriste de tu padre. Quizá maquillas tu estrategia incluso hasta que consigues tu propósito de ser madre. Pero tarde o temprano sacas a relucir tu síndrome de viuda negra y salta la chispa de la pulsión castradora. Desearías saber en qué consiste la femineidad pero los hombres de tu entorno te obligaron a protegerte de su manifestación. Te endureciste.
Hombres y mujeres atrapados en una espiral de atracción y repulsión intrínsecamente irresoluble. Quisieras simplemente aceptarlo y seguir viviendo. Pero el patrón de apego al que como especie hemos sido aleccionados parece impedirlo. Ambos buscan no obstante, desesperadamente una redención desde el exterior que no llega...Sin embargo somos Consciencia.
Todo es posible si asumes tu libre albedrío.
Sabes que 'este' mundo es un confuso súcubo de corrupción. Un verdadero sinsentido. Pero te da vértigo reconocerlo. ¿cómo asumir que todos están locos? ¿Qué sentido tendría vivir entonces? ¿Acaso vivir no sea lo que estás haciendo, sino simplemente sobrevivir?
En cualquier caso te niegas a considerarte parte de la solución, a dedicar tu presencia a restaurar el equilibrio tan necesario para la confraternización, en rescatar la Libertad, que en tu fuero interno anhelas ver plasmarse. Te niegas a dar ejemplo, a contribuir, porque arrastras una carga: la ejemplaridad de la que estás hasta las narices. Sin darte cuenta te has convertido en parte del problema que tanto te afanas en juzgar. De hecho juzgar es tu problema.
No te quedó más opción que convertirte en un clon. De Papá si eras varón. De mamá si eras mujer. Por analogía o por oposición caíste en el mismo enredo al que ellos mismos contribuyeron cuando cayeron en la red que sus antepasados les tendieron a su vez
El desengaño que te atenaza está originado en la carga de responsabilidad que te viste obligado/a asumir cuando todavía estabas en edad de necesitar la comprensión y compasión de los que te rodeaban, tus padres. No pudo ser. Ellos estaban demasiado ocupados tratando de hallar un sentido a sus propias vidas, tratando de impedir en vano que su juventud se escurriese como el agua entre los dedos de una mano. Ni se dieron cuenta del tesoro que tenían frente a ellos: tu. Que habías venido a refrescarles y transmitirles que el amor es todo lo que se precisa para vivir. En el 'mejor' de los casos se colgaron literalmente de ti convirtiéndote en el clavo ardiente al que agarrarse, quizá idolatrándote, convirtiéndote en el mito de lo que ellos hubieran querido para si mismos. En el peor de ellos, te censuraron hasta que te convirtieses en una parodia de tu potencial. En ambos casos fuiste el abrevadero de todas sus frustraciones. En ambos casos te abandonaron. Te asfixiaron. Por supuesto fue por tu bien, faltaría más...Pregúntaselo sino a Arantxa Sánchez Vicario. A fact is a fact. Niégalo y contribuirás a perpetuar tu sufriente resignación. Acéptalo y vislumbrarás la luz al final del túnel.
Finalmente claudicaste y aceptaste las 'reglas del juego': mentir, disimular, aparentar, no sentir...todo con tal de no ser tu mismo. Y ahora te dicen que no sabes quien eres. Normal...
Pero curiosamente en vez de dejarte arrastrar por la ira y la cólera (la solución de los iletrados, normalmente viscerales) optaste por la flema, por disimularlo todo con la más ácida ironía y sarcasmo. Desde entonces circulas en modo defensivo, maquillado tras una gruesa capa de encanto y seducción. Eres un paradigma de lo políticamente correcto. Pero si supieras el dolor que escondía el mítico Don Juan al que sin darte cuenta tratas de emular en tantas situaciones cotidianas, no continuarías con una farsa que te conduce a la más triste de las tumbas: el olvido.
Pero ¿Cómo recuperar la senda perdida?, te preguntas. Esta es una llamada a desbloquear tus emociones. Estoy tocando a las puertas de tu salvación. Es más fácil ser tu mismo que tratar de parecer alguien más. Pero para ello deberás sacudirte las capas de basura mental prestada.
Sé tu mismo. Cree en ti. En la grandeza de tu corazón. No tienes que seguir disimulando. La escena ya no lo requiere. Te conocemos y sabemos de tu potencial. Somos más de los que imaginas los que sabemos qué hay tras la máscara que muestras. Des(a)núdate. Sacúdete las capas de culpabilidad. No pienses en qué dirán. Y si insisten, a la mierda con todos. Recuerda...se trata de tu vida, no de la de ellos. Cierra esa boca que tantas veces hubieras pagado por mantener sellada y siente...sé tu propio confidente.
Tu consciencia, que es la de todos, se está expandiendo. Nada volverá a ser como antes...no volverá a haber 'antes' ni 'después'. Solo ahora. Tan solo ahora...
Personalmente paso los días disculpándome por todo el desequilibrio que haya generado en mi deriva. Disculparse es sanar. Nada que ver con desresponsabilizarse.
Los escenógrafos de este mundo de espejismos están ultimando sus últimos cartuchos para la traca final. Nada de lo que sucede, sucede sin tu consentimiento.
Lo siento, perdóname.
Me disculpo.
Te amo.
Gracias.