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viernes, 5 de mayo de 2017

LA CULPA (I)

La lección 39 de UCDM habla de la culpabilidad como último (y único) lastre para alcanzar la paz final. Te pregunta si sabes qué es lo opuesto a la culpabilidad y si estás dispuesto a aceptar eso que la culpabilidad oculta (La culpa solo puede ocultar, no eliminar)
-Entiendo que lo opuesto a la culpa es la inocencia...
-Exacto. La cuestión es, ¿te sabes inocente?
-Soy inocente. Soy hijo de Dios y Dios me ama por encima de toda la confusión que mi pequeño yo pueda generar.
-Bien expuesto. Tu cerebro cognitivo (tu intelecto) está bien 'armado'. Te doy un aprobado en teoría. Pero vayamos a la práctica...No está tan claro que te sientas inocente. Quiero decir, ¿eres consciente de la confusión que tu faceta/ego genera alrededor de ti (por no hablar de en ti)? Solemos afirmar sin tapujos que somos inocentes a la primera ocasión en que se nos apunte con dedo acusador, en que alguien sugiera que somos los causantes de una circunstancia desfavorable. "¿Se declara el acusado inocente o culpable?" Curiosamente los buenos abogados suelen recomendar aceptar cierta dosis de culpabilidad
-¿Para qué?
-Para atenuar la sentencia. Reconocer que uno ha participado en un acto (u omisión de acto) nocivo aplaca la ira de los jueces. Todos nos volvemos más indulgentes con quien reconoce sus errores que con quien se obstina en negarlos. Quiere esto decir que reconocer que uno se siente culpable no es SER culpable, sino todo lo contrario...

Sabemos que negar algo es la raíz de la ocultación. Y solo se puede ocultar algo que clama por expresarse. Consecuentemente, reconocer algo que se oculta es el primer paso para la salvación, la sanación.
-Entonces ¿No hay nada que negar?
-Cualquier cosa de la que se te acuse es fruto de un árbol. Si todos somos parte de ese árbol no hay motivo para negar la intervención. De hecho esa aceptación es la verdadera puerta a la inocencia.
-Suena paradójico, pero tiene cierta lógica...¿Y si no recuerdas que estás ocultando algo?
-Con más razón entonces. Reconocer que a pesar de haber insistido en tu genuina inocencia,  "te sientes culpable", es curarse 'en salud'. Es publicar que algo no cuadra en el balance emocional-mental y que éste debe ser saneado. O barres el polvo de tu casa o lo ocultas bajo la alfombra...
Si siempre le pones 'buena cara' al mal tiempo y cada vez que alguien te acusa de algo te defiendes hasta el punto de atacar (devolver la acusación) será que en el fondo te sientes culpable. ¿Qué otra razón tendrías si no es porque te percibes aludido por una acusación, porque te crees culpable? Es creer/pensar lo que te enferma.
-¿Cómo me quito esa culpa?
-No te puedes quitar algo que no tienes, algo que no existe. Ahí está el quid de la cuestión. Quitarte algo malo es lo que te han prescrito siempre. Erradicar lo molesto/malo.
-Pero si no tengo' la culpa, me tendré que sacar aquello que me la 'mete', no?
-Interesante tu reflexión. Y ¿Qué es lo que te la mete? O mejor dicho ¿quién te la metió?
Verás, como no sabes cómo desembarazarte de esa culpa (en el fondo no quieres responsabilizarte de asumir que tu tienes la clave para difuminarla, por eso esperas que otros lo hagan por ti o que por lo menos se quiten la suya y demuestren cómo se hace), reaccionas culpando a otros. Sobretodo a aquellos con quienes has sido más indulgente con sus faltas (parejas, hijos...) y así experimentas una suerte de liberación por medio de la venganza.
-¿Me vengo en mis hijos? Ellos sí que no son culpables...
-Claro. Pero ellos son frágiles. No se pueden defender (como tampoco podías tu cuando te 'dieron' la culpa. Si les endosas la culpa que te atenaza te sientes por un momento liberado. Liberación del todo ficticia, todo sea dicho de paso, pues más pronto que tarde regresa el boomerang, llega de nuevo la culpa, el remordimiento por haber dicho algo innecesario. Hiciste "pagar a justos por pecadores".
-Si los niños son los justos, quienes son los pecadores?
-Nadie es pecador de entrada, pues nadie ha pecado (a menos que se niegue a reconocer un error). La culpa es un monstruo que se escapó de la caja de los vientos un día, como el genio de la botella. Para volver a meterla en la botella tiene que regresar tras sus pasos. Debe ser devuelta a quien la dio. Y así hasta devolverla a su...origen.
-Menudo lío que nos traemos los humanos con la culpa.
-Sí, bailamos con una energía oscura que no se puede palpar físicamente pero que corta como el filo de un cuchillo bien afilado.
-¿Y cuál es el origen de la culpa? Tiene que haber un origen para todo eso. Como científico y adalid del empirismo me niego a creer que la culpa nazca de la nada.
-Cierto. Todo tiene un origen. Y cuanto más doloroso el efecto, más sutil la causa. Normal, la raíz venenosa que no se logra detectar crece desmesuradamente hasta dar frutos muy alejados de su origen.
Empecemos por lo que nos une: todos somos humanos. La humanidad es una entidad (especie, como bien dijo Darwin) dotada de múltiples personalidades (razas). Pero esos tintes de diversidad no dispersan la realidad que nos compone: Todos nos irritamos por las mismas cosas y nos avergonzamos por cosas similares.
-Todos nos sentimos íntimamente culpables...y sin embargo no lo somos.
-Así es. Partamos de esa base en la búsqueda de la salud. Quien no quiera hacerlo puede dejar de leer aquí mismo. Si nos sentimos culpables, efectivamente debe haber existido un evento común a todos los humanos, ya digo, indepientemente de la raza (ADNmitocondrial) que nos revista. Algo debe haber desencadenado la necesidad de defendernos/culparnos...el sentimiento de inferioridad solo experimentado por la especie más dominante del planeta. Paradójico verdad?
-¿Qué será?
-Seguiré en un siguiente post. Ahora debo irme a trabajar para ganarme el pan "con el sudor de mi frente" (y acabo de darte una pista de la continuación)

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