Buscar este blog

martes, 6 de agosto de 2013

Vivir es la meta (y II)

Proviene de parte 1.

Por Frank Robinette (terapeuta primal del centro Primal del Dr. Janov en California) Traducción de Lars Quetglas.

1. ¿Por qué no todos los que lloran en una terapia se sanan?2. ¿Por qué tantos bebés que lloran tanto acaban convirtiéndose en adultos tanto más neuróticos?3. ¿Qué hay de la parte de la sesión primal (1ª linea defensiva) en la que no sucede el llanto?4. Por qué las personas que, ingresadas en asilos, lloran constantemente, no mejoran su salud?

Enfrentarme a estas preguntas me puso sobre la senda acerca de la hipótesis de que el llanto funcione como el real proceso de desmetilación, natural e innato en el cuerpo físico humano. (La metilación es la adición de un grupo metilo (-CH3) a una molécula. En biología del desarrollo, la metilación es el principal mecanismo epigenético, consistente en la transferencia de grupos metilos a algunas de las bases citosinas del ADN situadas previa y contiguamente a una guanina. Puesto que LA METILACIÓN es fundamental en la regulación del silenciamiento de los genes, puede provocar alteraciones en la transcripción genética, y en muchas células potencialmente tumorales la hipermetilación del promotor unida a la pérdida de heterocigosidad en un mismo locus resulta en la pérdida de función de un gen “protector” y CONDUCE al desarrollo del PROCESO TUMORAL. Las reglas que determinan qué genes son metilados durante la génesis patológica de un determinado tipo de cáncer y cuándo tiene lugar ese génesis, son complejas y están aún por dilucidar. Sin embargo existen marcadores de metilación del ADN que son muy específicos y capaces de detectar muchos tipos de tumores frecuentes. Estos marcadores podrían ser muy útiles en el diagnóstico precoz del cáncer. Por ejemplo, la hipermetilación de la clase pi de la glutatión S-transferasa (GSTP1) parece ser un indicador prometedor de diagnóstico de cáncer de próstata.)

En primer lugar, opino que todo tipo de llanto facilita la desmetilación, es decir, DESACTIVA EL PROCESO TUMORAL. Pero si "solamente" lloramos, el efecto desmetilador no es permanente ni efectivo. Es reversible. He entrecomillado "solamente" y ahora explicaré por qué. Al llegar a este mundo por medio del nacimiento, si durante nuestra gestación en el útero materno y nuestro alumbramiento no hubo "daños colaterales" (como consecuencia de una desnutrición de la madre, consecuencia a su vez de una depresión psíquica ocasionada por un conflicto bélico o el abandono del compañero/pareja, etc..), llorar es el proceso natural de todo recién nacido a la hora de presentar sus credenciales como nuevo miembro de la comunidad humana. Llorar salvaguarda nuestra salud natural y revierte el destino de cualquier huella patológica de metilación que se hubiese podido desencadenar como consecuencia de una gestación percibida por el feto como amenazante. Si el bebé es luego acogido en un entorno familiar amoroso y mínimamente traumático (nadie está exento de cometer errores) y sobretodo, si su llanto no es censurado desde un inicio, el proceso desmetilador (operado por el mismo llanto) se encargará de revertir los efectos de la mayoría de los traumas (incluido el del mismo parto), ejerciendo una labor preventiva respecto de subsecuentes neurosis.

Desafaortunadamente, en virtualmente casi todas las sociedades hoy existentes sobre la faz de la Tierra, sobretodo las llamadas 'desarrolladas' en tanto que desconectadas de los procesos vitales naturales, la función del llanto es sistemáticamente censurada hasta el punto que las personas implicadas desconectan de su capacidad potencial de llorar. Aquellas que, en virtud de su interna capacidad de respuesta frente a la censura, no logran inhibir su llanto quedan condenadas a ver pervertida (lágrimas de cocodrilo, llanto de desesperanza, llanto depresivo...) su función lacrimal de modo que el uso ulterior que hacen de ella en nada tiene que ver con su función original. En otras palabras, dañada por la agresión de que es objeto, el llanto es sentenciado a ser reprimido. La represión pasa a regir el día a día, impidiendo que el trauma, cualquier que sea su naturaleza, sea integrado ya sea en el instante que acaece o posteriormente como consecuencia de una "revisión de daños". El llanto consciente es condenado al ostracismo en los sótanos de la "prisión del olvido" que su represor (el ego) tiene diseñada a tal efecto: la mente inconsciente.

Para los hombres (humanos varones) de muchas sociedades, llorar es anatema y todo esfuerzo es poco para prevenir el llanto o detenerlo. Por ello inducimos que los varones de la especie humana viven un promedio de años inferior a la hembra. Las mujeres son más longevas porque lloran más y "mejor".

Más adelante, en las vidas de algunas personas, la Psicoterapia tocará a sus puertas como consecuencia de una tragedia personal (todos atravesamos alguna a lo largo de nuestras vidas) lo suficientemente impactante como para dejarnos parcialmente 'desarmados', listos, si el cuerpo resiste el impacto, para el trabajo de revisión de nuestra historia y permeables a un despertar respecto de nuestra capacidad de llorar. Sin embargo, y desafortunadamente, muchos de estos pacientes no tienen la más remota idea de cómo hacer uso de su llanto y hacia dónde canalizarlo, siendo muy probable que el 'profesional' con el que se encuentren, ignorante a su vez del tesoro que tiene en sus manos, logre disuadirles de permitir de nuevo que el llanto aflore y haga acto consciente de presencia. No porque tengan ordenado, desde instancias más elevadas, censurarlo. Sino porque sencillamente no sabrían como asistir al paciente en tal circunstancia.

Por su parte, el paciente ha acumulado (reprimido) tantísimo trauma y sus sistemas están tan sobrecargados que el llanto llega impregnado de tintes azarosos y "fuera de foco" por usar terminología fotográfica, siempre tan descriptiva. El dolor censurado es de tal intensidad y localizado hasta la misma matriz y desde allí en más direcciones de las que cualquier persona pudiera contar, que el sistema defensivo (endorfinas, dopaminas, etc.) opta, en su desesperada lucha por reivindicarse, por interrrumpir la función natural de las lágrimas (que no es otra que la de liberar –permitir conscientemente que se vaya– el dolor aflorado) con renovada represión. Es la represión el único modo que las defensas del cuerpo conocen para protegerse de la amenaza que supone un trauma nuevo o la revisión de un dolor antiguo "todavía no integrado".

Obviamente cualquier proceso desmetilador que tenga lugar durante el episodio de llanto es contraatacado. Si el contraataque surte efecto, entonces la desmetilación queda abortada. Debo añadir que este aborto es también un proceso natural. Estando en plena crisis, nuestras defensas refuerzan sus bisagras y suspenden los sentimientos, pasando a convertirse en fuerzas tiránicas y dictatoriales. Les va la vida en ello. Por ejemplo: ¿has estado MUY cerca de sufrir un accidente de circulación para darte cuenta, a posteriori, cómo reaccionaste en "modo automático"? (Ese mismo estado automático puede ser inducido. Es lo que sucede cuando algunas personas son/quedan hipnotizadas). Luego, cuando ya el momento crítico ha pasado, es cuando te sientas en la cuneta y permites que te invadan (y se liberen) tus emociones (lloras, tiemblas, gritas o ries hasta que finalmente te calmas). La patología sucede cuando no te permites sentarte en la cuneta, cuando perpetúas el modo de alerta, el estado de shock.

Así pues, ¿cómo enfrenta la Terapia Primal (TP) esta crisis? Por supuesto que nuestro primer trabajo consiste en ayudar a nuestros pacientes a que recobren su acceso, su conexión, con sus sentimientos. Les permitimos seleccionar un sentimiento en particular o recuerdo (tanto reprimido como expresado) acerca del que estén sintiendo algo, y les ayudamos (alentamos, estimulamos) sin presionar, a que pongan el foco específicamente en ello. Eso es habitualmente lo primero que sucede en una sesión. Casi siempre se trasluce tras no más de 10 minutos. Esto se convierte en el leitmotif de la sesión. En otras palabras, iniciamos un organizado procedimiento por el cual la desmetilación pueda tener lugar de un modo secuencial, ordenadamente revirtiendo la ruta natural por la que transitó la metilación. Y esto es así porque algunos tipos de traumas probablemente desencadenan un patrón específico de metilación. El cuerpo del paciente nos ayuda en este proceso por medio de la "resonancia", permitiendo el descenso por lo que el Dr. Janov llamó "la cadena del dolor", esa cuerda de nudos (traumas cristalizados) a lo largo de la que, con la precisa terapia, seremos conducidos desde el trauma/conflicto presente hasta su par prototípico, su huella original. Esa huella o trauma prototípico original, tal como hemos descubierto, sucedió ANTES de que el sujeto tuviese capacidad de llorar. Antes del parto mismo. El llanto, consecuentemente, deducimos que es una herramienta (no una meta en si) que nos conduce a un estadio pre-lacrimal, los hasta ahora ignotos dominios del llamado cerebro reptiliano...¿Me sigues? Fantástico.

Creo que, llegado a este punto, otro proceso sucede. No sé exactamente cuál puesto que no poseo formación en bioquímica o neurociencia afectiva. Pero sí tengo una convicción muy sustentada acerca de su estrecha vinculación con la Histona Metiltransferasa (o HMT) una enzima del tipo histona-lisina N-metiltransferasa como del tipo histona-arginina N-metiltransferasa, que presentan la capacidad de transferir de uno a tres grupos metilo desde el cofactor S-Adenosil metionina a los residuos de lisina y arginina de las histonas, generando así residuos de mono-, di- ó trimetil-lisina, o bien residuos de mono- ó dimetil-arginina. Estas proteínas suelen contener un dominio SET (de sus siglas en inglés "Su(var)3-9, Enhancer of Zeste, Trithorax"), aunque de ha descrito algún caso como la enzima HMT Dot1 que no presenta este dominio. La metilación de histonas juega un papel fundamental en la regulación génica epigenética. Las histonas metiladas son capaces de unirse con mayor afinidad al ADN, impidiendo así el acceso de la maquinaria transcripcional y por tanto de la transcripción de los genes situados en la región regulada. Este tipo de enzimas se encuentran en diversos órganos, pero se localizan principalmente en el cerebro y en el bazo, y su función es la de mantener activo el proceso defensivo (lamentablemente, y a cierto plazo, también autodestructivo) de la metilación. Eso es lo que permite al ADN replicarse sin perder el patrón metilatorio.. En otras palabras, pienso que el llamado "Llanto primal", aquel que está vinculado al parto, es el responsable de activar el proceso desmetilador, de fijarlo y mantenerlo operativo. Y ello solo puede ocurrir si la cadena de dolor ha sido seguida y atendida de modo preciso de modo que un patrón autolesivo particular pueda ser eliminado. Esta–y no otra– es la naturaleza del proceso que hoy se conoce como "reset".

Se trata, pienso, de un proceso natural al que tiende todo ser humano. No obstante, en nuestra psicológicamente caótica sociedad, este proceso solo lo hemos hecho accesible de forma simbólica, irreal. Lo vemos en las noticias todo el tiempo. Guerras, injusticias siempre teñidas de hermetismo informativo aunque jugosamente condimentadas con venganza. Distracciones e impactos externos diseñados para disuadirnos de "mirar hacia el interior". El Sistema Patriarcal censor sembrando su retirada de un reguero de destrucción, tratando denodadamente de posponer su inevitable ocaso. Pero la necesidad de hallar el origen del dolor es inequívocamente REAL. Tenemos todos una cada vez más acuciante NECESIDAD de RESOLVER, de desnudarnos, de des-anudar y resolver (liberar, dejar ir) el trauma que nos atenaza (sufrimos) para poder sanar-nos, para desterrar los efectos destructivos de nuestra deriva superviviente, es decir, para re-conciliar-nos con NUESTRAS VIDAS.

Gracias al Dr. Arthur Janov, estamos aprendiendo a reconocer no lo que nos distingue de los animales, sino lo que secretamente NOS UNE con el resto de especies. Nos ha enseñado a llorar 'como Dios manda' (aunque la palabra Dios no figure en su diccionario) y de paso a desaprender a llorar como ordena el intelecto (es decir, buscando una recompensa). Pienso modestamente que es aquí donde el foco de las investigaciones debe ser puesto. Quisiera ver florecer más estudios profundos respecto de qué es lo que sucede en nuestro cerebro y en el resto de nuestro cuerpo mientras lloramos. Ese foco ofrecería una aproximación más comprensiva a lo que está actualmente suponiendo la investigación con Terapia Primal. Tal como dije anteriormente, la mayor parte de las investigaciones actualmente en curso son vulnerables y susceptibles de ser malinterpretadas y/o directamente secuestradas por los fanáticos que pueblan las altas esferas de la ortodoxia científica. Incluso los estudios sobre el Cortisol que el Dr. Janov realizó en Inglaterra padecen rutinarios ataques dirigidos a desacreditarlos. Pienso que la mayor defensa contra la Psicoterapia Real radica en nuestro arraigado prejuicio (miedo) respecto del llanto. Mientras esa barrera permanezca ahí los psicoterapeutas seguirán poniendo el foco en pseudoterapias que eluden abordar el llanto como herramienta terapéutica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes compartir algún comentario...