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miércoles, 7 de marzo de 2018

Escuchar a Dios (I)

-Dicen que todos los que tenemos espíritu comunicativo (mucho signo de aire+fuego astrológico) en el fondo arrastramos un déficit de atención, una necesidad de ser escuchados, considerados. Una desatención, dicen, cronificada, que tratamos de sublimar (atravesar) exprimiendo los recursos mediáticos de que 'el sistema' provee (títulos prestigiosos, foros específicos o incluso redes sociales...) para proyectar nuestros egos bajo la "excusa" de difundir noticias alternativas. 
-Es cierto. El impulso comunicativo está espoleado por esa necesidad de atención que mencionas. Sois personas especialmente sensibles a la falta de comprensión. Os duele sobremanera la falta de empatía. Los fuertemente terraqueos-acuosos astrológicamente os llaman despectivamente conspiranóicos (paranoicos de las teorías conspirativas) pues su naturaleza psíquica es refractaria a vuestro impulso. Se satisfacen con exprimir el limón que tienen entre manos. Su lema es "más vale pájaro en mano..." Así, tratan de defender sus rígidos esquemas mentales de las amenazas que para sus mentalidades estáticas supone cualquier nueva perspectiva acerca de cómo abordar conflictos antiguos. Conflictos cuyos patrones se repiten en el contexto mental presente.
El motor de arranque de toda innovación es siempre un trauma irresuelto. Y puede que se trate de un trauma tan abrumador que suponga en si un obstáculo para la labor que desempeñáis. Sin embargo, más allá de esa herida ubicada en el cuerpo emocional, el ímpetu comunicativo viene animado por el deseo de escuchar la Verdad, más que por contarla. Nadie quiere en el fondo tener la razón, pues todos saben que eso te aboca a la 'soledad del corredor de fondo' de todo quien es etiquetado de sabiondo, lo que te conecta con la insoportable levedad del ser' de la que hablaba Kundera.
Todos deseamos escuchar una voz inteligente (amable) que nos tranquilice.
-¿La voz de Dios?
-Sí.
-¿Porqué no se hace oir si tan poderosa es?
-Quizá porque por naturaleza no es invasiva con sus criaturas. Si Dios fuera insistente como lo somos sus criaturas, si tuviera una agenda que precisa de cumplimiento cronológico, no sería paciente ni bondadoso. Escuchar a Dios exige el 'esfuerzo' del auditorio. Y no es que la voz de Dios esté escondida por defecto. El esfuerzo que la comunicación con Dios requiere, es el que se precisa para contrarrestar el sobrehumano/titánico esfuerzo por ignorarla. Un esfuerzo transgeneracional. 
Para todo hace falta gimnasia. Los atletas olímpicos repiten /entrenan su ejercicio hasta que sale como desean. Lo mismo los cantantes, artistas, cualquier actividad precisa de un compromiso mental con la meta perseguida.
-Muchos afirman hablar con Dios durante su esfuerzo físico.
-Quizá se dirigen a Él, le piden, pero no escuchan su palabra. Acostumbrados a los medios de transmisión basados en frecuencias de ondas de radio Sucede que creen que la voz de Dios proviene de una fuente exterior que emite una señal que es preciso captar. Dios no es un cuerpo físico por tanto no atiende a sacrificios materiales. Dios no conoce las leyes que rigen lo perecedero. Solo comprende el dominio de lo inmutable.

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