Todo lo que es introducido en el sistema de una madre gestante afecta al bebé que está siendo gestado. La medicación sobretodo. Y medicación no comprende solamente los agentes químicos sintetizados en/por un laboratorio farmacéutico. Medicación compete también los agentes bioquímicos naturales (endorfinas, dopaminas,...) que la naturaleza de la madre tiene previstos para que ella enfrente las situaciones de estrés y ansiedad. Sucede que un embarazo es un proceso vivido por dos seres, no solo la madre y en teoría debería ser un proceso vivido no solamente sin estrés sino con profunda plenitud y satisfacción.
La madre y el Ser (feto) gestado son, bajo muchos aspectos, un solo sistema. Si la madre se deprime, se deprime el feto. Y en ese caso será un adulto más desvitalizado que otros.
Una mujer embarazada es un ser humano atravesando el trance de gestar la bienvenida a otro nuevo ser humano a este mundo. Y una gestante deprimida está atravesando un estadio de represión de sus sentimientos. Al medicarse está censurando la efervescente expresión de miedo, ansiedad ante un proceso vital ante el que nunca antes se había enfrentado. Cuando los recursos energéticos (endorfinas) están disparados el médico receta calmantes. Reprime con píldoras. Y dicha represión disminuye considerablemente sus recursos/niveles energéticos. Como consecuencia, el bebé nacerá deprimido y pronto se delatará alternativamente como alguien incapaz de enfrentar cualquier reto (o incapaz de estarse quieto y concentrarse en el placer de estar vivo en caso de que la madre haya consumido estimulaantes -café, Coca cola, anfetaminas...)
La revista Science despliega un estudio al respecto (Science Daily sept 18, 2016, Depression in Pregnancy, see https://www.sciencedaily.com/releases/2016/09/160928101100.htm)
Dicho estudio mantiene que el estado depresivo de una madre gestante puede socavar el rol de la hormona encargada de atenuar el estrés del bebé. La información del ADN se mantiene intacta pero lo que es afecto es el cómo y el cuándo esa información se va a expresar. Aquí estamos ante el inicio de de los problemas de salud mental del niño, del futuro adulto. Y los doctos dirán que la depresión se hereda, pero no es cierto. El estado físico de la madre gestante tiene mucho que ver con ello. La experiencia varía el despliegue del caudal genético.
Y eso a menudo incluye la medicación que la maadre gestante ingiera, que a su vez altarará el sistema del bebé. Se trata de una dosis de medicamentos aceptable para un adulto, pero que en el caudal sanguíneo de un feto lo contempla como inasumible, desbordaante y hasta amenazante para la vida misma. Cualquier droga produce cambios biológicos desbordantes en el bebé. Debemos tomar consciencia de ello.
Un bebé no es un adulto. Y demasiadas madres se toman un par de pastillas por la mañana sin pensar en las consecuencias que de por vida eso va a tener en su bebé. "Solo es un calmante", se dice, apelando a la razón. Pero las razones del bebé no son las mismas. Esos calmantes cooperan en el sistema represivo a gran escala. Las pastillas anti estrés convertirán al bebé en un adulto depresivo, pues combaten las enzimas de la placenta destinadas a poner en funcionamiento a los opiáceos naturales, las endorfinas, necesarias para afrontar los retos de supervivencia. Las píldoras conducen al feto hacia un nuevo estado natural, reseteado: represión.
El niño será enviado al médico durante su infancia. Éste le preguntará: ¿te drogas? “No”, contestará, inconsciente del recuerdo incrustado de la ingesta de drogas durante su etapa fetal.
Se trata de un legado hereditario? hemos de comprender lo que queremos decir cuando hablamos de herencia genética.
Discriminar entre lo que es el puro legado genético (color de ojos) y la transferencia de un sistema hiperactivo o hipoactivo transmitido por el estado de la madre. Algunas investigaciones recientes muestran graandes discrepancias entre la edad física y la edad metila (acumulación de traumas vitales). Esta última es una estimación más precisa y determinante de cuál va a ser nuestra longevidad. Es lógico pensar que el trauma genera caos en nuestro sistema biológico y socava su durabilidad.
Durante décadas hemos constatado en nuestros pacientes que la falta de amor (descuido, distancia y falta de ternura/contacto físico) en las etapas iniciales acortan nuestra longevidad. Y sin duda apuntan al deterioro del sistema inmunológico.
Las publicaciones científicas de mayor prestigio urgen a investigar qué factores pueden facilitar y tender a prolongar la salud física. Yo sugiero apostar por mi terapia porque cuando reducimos la temperatura corporal/tensión arterial, a largo plazo, estamos extendiendo la vida. Colaborar en que el feto/bebé reduzca su temperatura corporal es enseñarle a ahorra energía para que el sistema esté más relajado y saludable. La etapa gestante es muy crítica en lo que respecta a cuál va ser nuestra longevidad y si vamos a 'heredar' terribles aflicciones.
Ama a tu bebé desde el primer instante y prevendrás que se enferme a los 50 años. Una apuesta segura.
Autor: Dr. Arthur Janov
Fuente: http://cigognenews.blogspot.com.es/2016/11/it-is-not-only-food-that-we-ingest.html
Traducción: Lars Quetglas
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