Buscar este blog

jueves, 15 de octubre de 2015

Sorry (I)

-Creo que he cometido algunos errores con algunas personas en mi vida. Y por mucho que intento dejar atrás el remordimiento, la culpa, ésta me persigue; hasta en los sueños...
-¿Has probado a disculparte?
-Sí, ya les he pedido perdón. Pero ¿cuántas veces hay que pedir perdón para que sea efectivo?
-Hasta que sientas que ya es suficiente. Hasta que estés en paz. No se trata de cantidad sino de calidad.
-Ya, pero cuándo sientes que es suficiente? Las personas a las que hice daño me han retirado el saludo. Yo ya me digo que ese es su problema; pero es que...
-...la culpa te persigue hasta en tus sueños. Quizá lo que suceda es que no te hayas disculpado contigo mismo. Quizá estés escabullendo esa responsabilidad.
-¿Conmigo?
-Claro. En todo error cometido hay dos partes afectadas: la víctima y el causante. De hecho ambos sois víctimas. Y ambas mereceis, debeis ser perdonadas. Lo ideal es que sea recíprocramente...Pero si, cuando pides perdón, aquél a quien heriste no te disculpa, o lo hace de boca, pero de hecho actúa como si no te hubiera perdonado (queda resentido, ese es efectivamente su problema), entonces la situación sigue quedando 'coja', irresuelta, por tu parte. Si no la atiendes se instala en tu subconsciente. Y tus pesadillas son una de las habitaciones preferidas donde se refugia.
Tu mereces ser perdonado también. ¿y qué mejor perdón que el que provenga de ti mismo? De hecho es muy probable que ellos no te perdonen hasta que tu no lo hagas contigo mismo. El cielo tiene esas cosas...Y ésas son las disculpas más difíciles de dar, o de aceptar según se mire.
-¿Y qué hago? ¿me digo a mi mismo 'me perdono'? o ¿'te perdono'? ¿Cuándo sabré que me he perdonado?¿cómo sabré que el perdón ha tenido efecto?
-Sólo cuando hagas las paces contigo mismo. Para eso debes descender al pozo de tus lamentos. Sólo alli encontrarás los motivos razonables, las causas justificables que te condujeron a obrar hirientemente con tus semejantes. Cuando descubras que detrás de tu violencia hay verdad, que tenías motivos sobrados para tu irascibilidad y los afrontes (caiga de su pedestal quien deba caer) con tus sanadoras lágrimas, sólo entonces quedarás en paz. Pero esa paz está tapada por tu intelectualidad, por infinitos argumentos y tu capacidad analítica que necesita sopesar permanentemente pros y contras, juzgar, etiquetar. Tienes un arsenal bien armado de excusas para no afrontar la esencia del desasosiego cronificado, el que te empuja a herir a tus semejantes, a ir escupiendo a diestro y siniestro (sobretodo a siniestro). Y las excusas se amparan en el miedo, el pánico a no sobrevivir cuando enfrentes lo que se esconde tras ellas. En el fondo tienes terror a ti mismo, a lo que pueda sucederte cuando descubras lo que oculta tu violencia, a tu reacción. Y no es en vano, pues esa reacción te es totalmente desconocida. Con razón tememos solamente aquello que desconocemos..
La buena noticia es que es más terrorífica la idea que tu miedo imagina que lo que realmente se oculta tras el velo que has fabricado para ocultar aquello de lo que te avergüenzas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas puedes compartir algún comentario...