-Siento unas ganas irreprimibles de evadirme, de dejarlo todo,
absolutamente todo y levar anclas como los barcos, rumbo a donde me
lleve el viento. La tensión, bajo la ficticia capa de complacencia, se
puede palpar.
-Hazlo entonces. Just do it.
-Pero, ¿estaré haciendo bien?
-Bien, mal, son conceptos relativos, ambiguos. Lo que para alguien está
bien para otro está mal y viceversa. Por lo tanto son calificativos
irrelevantes.
¿Pero hay cosas que son correctas y otras incorrectas
para todo el mundo? No sé, ¿pegarle a un niño está bien? Para mi no lo
está.
-Los hay que opinan que pegarle a un niño le ayuda a corregir
su actitud. Ya ves. Para ti, sin embargo, eso no es correcto.
Felicidades.
-¿Felicidades?
-Porque tienes eso claro. Porque no
tienes dudas a este respecto. La duda es lo que nos corroe como especie.
No le pegas a los niños (eso dices, habría que ver si es cierto) porque
no albergas dudas. Verás, no has necesitado que nadie te responda a esa
pregunta. Tenías la respuesta (en tu interior se suele decir). En el
fondo no buscamos respuestas afuera. No necesitamos de nadie que nos
diga lo que ya sabemos.
-Creo que entiendo...
-Sabes que no hay que
pegarle a un niño porque tu consciencia te lo dicta. La Consciencia es
hija y madre a la vez de tu experiencia personal. Es hija porque todo
aquello respecto de lo que albergas dudas necesita ser experimentado
para poder extraer una conclusión (sabes que no hay que pegarle a un niño porque conoces de cerca esa experiencia) Y Consciencia es madre de la experiencia porque es la fuente a la
que regresas tras haber experimentado la duda.
Cuando tenías dudas
respecto a la conveniencia o no de algo, aprendiste que o bien le
dices que sí con los ojos cerrados o le dices que no. Tiras pa'lante y
lo atraviesas o tiras pa'trás y lo esquivas. Son las dos salidas
habituales ante la incertidumbre que presenta un cruce de caminos. Los
hay que ante la duda acuden a un abanico de consejeros de mayor o menos
autoridad según su capacidad de discernimiento les dicte (el sacerdote
de la parroquia, la vecina del segundo, el tarot, las runas, la
kabbala...) pero al final la decisión, cualquiera de las dos, siempre
debes tomarla tu. Nadie lo hace por ti.
-Yo estoy cansada de tener
que tomar decisiones. Unas veces la píldora roja, otras la azul...La experiencia me
dice que siempre ha habido decepción en cualquiera de las opciones
elegidas.
-Sabia conclusión. Entonces, llegada a este punto está claro que lo que deseas es dejar de experimentar la duda.
-Eso, eso es lo que anhelo. Dejar de tener dudas, de tener...
-miedo?
-Sí.
-Miedo a qué? ¿Qué es lo que mas te bloquea? Acaso miedo a la muerte? No
puedes temer a algo que no sabes (mejor dicho, no recuerdas) en qué
consiste, verdad? De hecho yo no temo que un elefante rosa iracundo
derrumbe la puerta de mi casa porque nunca he visto un elefante enfadado
(y menos rosa)...
-En realidad tengo miedo...al dolor, a que me duelan mis decisiones.
-Bien, y ¿qué causaría que tus decisiones fuesen dolorosas?
-Temo no hacer lo correcto. A tomar la decisión equivocada...
-Bien. Sin embargo ya sabes que si nada es corecto o incorrecto hasta que tu lo determinas, obviamente tras haberlo experimentado libremente, disculpa que insista, ¿QUÉ te da miedo en realidad?
-Temo al juicio...Sí, a ser JUZGADA.
-¿Juzgada por qué?
-Por SER COMO SOY, por SER DIFERENTE A ELLOS; POR SER YO MISMA! ESTOY
ENFADADA por haber permitido que me moldeen a su imagen y semejanza!
-Esa es la conclusión más honesta a la que nunca podías haber llegado.
Tomaste la decisión de vivir y te condujo a enfrentarte al insoportable
dolor de ser juzgada, tanto que vienes huyendo de una espada de Damocles
que has colocado sobre tu cabeza, las hipotéticas réplicas de ese dolor
por el juicio que desde entonces temes (magnetizas). ¿qué más temes?
-Tengo miedo a quedarme sola si decido ser yo misma,
-¿Por qué ibas a quedarte sola? ¿Qué referencias tienes en tu pasado que te conducen a albergar esa creencia?
-Porque...(sollozos) me dejaron sola. Me dejó sola y se fue...
-¿Quién te dejó sola? ¿quién te juzgó?
-Mis..., mi...,...,...no puedo, tengo un nudo en la garganta, que no me deja...
-Termina de desanudarlo. De todos modos ya no hay vuelta atrás, ni la deseas...Después de todo quizá resulte que no temes al juicio (final?), sino que te da vértigo que se trate del final de los juicios.
"El cielo está enladrillado. ¿Quién lo desenladrillará? El desenladrillador que lo desenladrille, buen desenladrillador será"
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