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domingo, 2 de junio de 2013

All you need is love

 

El decrépito Henry Kissinger, una de las figuras más controvertidas de la diplomacia estadounidense, idolatrado y odiado a partes iguales, elegido Premio Nobel de la Paz a pesar de hallarse en el punto de mira de todos los juicios críticos, no tiene, a ojos vista, y en el invierno de sus días, ningún cargo de conciencia por las tropelías que ha instigado desde que fue encumbrado al poder. Y como él, George Soros, Warren Buffet, Bushes, Clintons, Windsors, Ratzingers, Bergoglios y toda la pléyade incontable de estrategas de salón que desde sus generacionales esferas de poder han violado y confundido sistemáticamente las mentes de aquellos ignorantes a los que nos denominaron sus corderos.

 

Caer, sin embargo, en la tentación de atribuirse el rol de paladines de la justicia al exponer a la llamada élite jerárquica del poder, y no considerar siquiera la viga en el propio ojo, dista mucho de provenir de la comprensión del escenario real del teatro de ilusiones en que consiste este mundo. Abanderar la autoridad para buscar deponer a los 'hermanos en la oscuridad' es saltarse el estadio de reconciliación con uno mismo y con la visión real de la vida, fuera de las perspectivas experienciales. Todos ellos, a su debido tiempo, verán expuesta su inconsciencia. Igual que nosotros. De momento, quienes despertamos tras siglos abandonados al cálido (y esclavizante) abrazo de Morfeo, nos compadecemos de ellos y de su supina ignorancia respecto de las leyes universales que siglo tras siglo han contravenido y el rol que han usurpado. Mientras tanto, los que buscamos nuestra personal redención respecto de nuestros propios errores estamos suficientemente ocupados restituyéndonos (mejor dicho, reconciliándonos con) la dignidad, la soberanía de la que fuimos, somos y por toda la eternidad seguiremos siendo propietarios.

¿Quién no se ha cuestionado alguna vez cuál es la frontera entre la tolerancia y la transigencia?. Dos conceptos que se aventuran inconciliables a menos que…a menos que medie, que arbitre, un tercero, la aristotélica síntesis de los opuestos.

Lo contrario de la injusticia, cierto, es la justicia, pero lo único que libera a ambos extremos de perpetuarse en la eterna disputa, en el fratricida combate, es el amor. Y éste habita en tu corazón. Las cazas de brujas no terminaron en la edad media. Estos son tiempos dramáticos que invitan más que nunca si cabe a la reflexión profunda respecto de lo que significa Ser Humano.

Atendiendo a cada demanda real de nuestros hijos es como sembramos de amor el porvenir. No es fácil distinguir, lo sé, entre la compasiva tolerancia y la sumisa transigencia. La frontera entre ambas se halla actualmente en proceso de esclarecerse, y como toda transición, también el paso de la ignorancia al conocimiento es doloroso.

 

Leyendo a Zecharia Sitchin y sus "Crónicas de la Tierra" encuentro y exoando un espacio de reconciliación en mi corazón desde el que abrigar compasivamente la confusión que en estos momentos invade a tantas almas en pena, atrapadas en el vórtice de un tornado que nunca imaginaron pudiesen llegar a presenciar más allá de las pantallas de sus televisores. En este caótico contexto global que estamos presenciando, hoy, más que nunca, vive, pasa tiempo de calidad con aquellos que te aman y deja en paz a quienes piden espacio vital lejos de ti.

 

Bendit@ seas.

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