Muchos recordamos aquella legendaria película, con aquel extenso elenco de estrellas consagradas en el firmamento de Hollywood, en la que un grupo de prisioneros del bando 'aliado', durante la llamada Segunda Guerra Mundial', en el transcurso de un encuentro de fútbol contra sus captores, se debaten ante la disyuntiva de escapar del campo de concentración de prisioneros nazi en el que se hallan confinados, o permanecer para buscar algo más que la victoria deportiva. Finalmente optan por esta última alternativa.
Tal como está el mundo hoy (¿alguna vez estuvo 'mejor'?), puede que te invadan unas crecientes ganas de abandonar, de salirte por la tangente, directamente de huir. No diré de buscar evasión a toda costa porque la di-versión tal como la hemos concebido hasta hace muy poco ya no está al alcance de los bolsillos comunes como lo ha estado en el reciente pasado. Una sensación de pesadez invade el ambiente, producto sin duda de una confusa sensación de estar caminando por una muy delgada linea, la que separa dos precipicios, los cíclicos estados de depresión y de rebelión. Oscilar entre el pasotismo (que, en el fondo no es sino una forma de manifiesta rebeldía) y el activismo militante y revolucionario, es el agitado viaje pendular que el ser humano desconectado de su eterna esencia ha transitado desde tiempos que ya no queremos recordar... ¿Cómo hemos llegado a este punto de desintegración? ¿Cómo puede ser que nosotros, lo humanos, estemos al mismo borde de la autoaniquilación y al mismo tiempo haya tantas voces que abogan y hasta claman por un re-ajuste, el famoso y tan cacareado 'reset'. Buscamos sacar la cabeza del lodo, experimentar cierta dosis de libertad y lo hacemos distrayéndonos compulsivamente con edulcorantes sucedáneos, que por momentos nos ofrecen una cierta sensación de vivir, de la desesperanza que nos embarga al observarnos testigos del ciclo de la vida, y no comprender el sentido a tanto dolor...¿Dejaremos un día de conformarnos con los sucedáneos e iremos a por la fuente?
El legendario Gilgamesh dedicó toda su vida, como tantos otros, a dar con la clave de la inmortalidad, un anhelo arraigado en algún recodo de nuestra memoria ancestral y que a veces aflora para sacudirnos de nuestra inconsciencia.
Todos hemos aprendido, gracias sin duda al advenimiento de la era digital, que el mundo posee una trastienda oscura desde la que se dirigen los hilos de las marionetas (incluidos nosotros mismos). La idea de que el mundo es un teatro no está tan lejos de ser incorporada en el nivel consciente de la mente humana. Todos sabemos ya que existen corporaciones supranacionales dirigidas por personas mentalmente trastornadas (ergo perversas) cuya meta es, no ya enriquecerse económicamente de forma ilícita (cuando el dinero no es ya una meta en si para quien conoce los trucos para fabricarlo de la nada, las motivaciones para seguir en el mundo pasan por el poder de controlar los destinos de los demás), sino incluso intervenir en la regulación de los niveles demográficos y densidades poblacionales.
http://actualidad.rt.com/video/actualidad/view/96083-europa-merkel-hollande-desempleo
Llamamos a esto eugenesia. Cada cual tiene sus particulares ideas acerca de cómo y cuál debería ser la solución a tanta injusticia. Hoy mismo se manifiestan decenas de miles de personas en Australia contra Monsanto...Quien más quien menos tiene su particular agenda donde tiene apuntados los nombres de quienes habría que destituir, quiénes son los responsables de este delirante desajuste en lo que al reparto de los recursos naturales que la tierra dispensa generosamente, pero a la postre nadie sabe como llevar dichas ideas a la práctica. Y es que indefectiblemente siempre acaba saliendo a flote algún conflicto de orden interno, íntimo e inconfesable, que cercena las alas de la liberación. Pareciera que la Providencia se obstina en reflejarnos, (conflictos familiares en el ojo del huracán) las cuentas pendientes que tenemos con nuestro entorno más inmediato.
Pocos son los que comprendieron a lo largo de la historia (y se esforzaron en difundir) que la verdadera Libertad, la que se escribe con mayúsculas, consiste en la liberación de la mente, en bajarse del tren del enfrentamiento entre polos opuestos, en reconocer que el fin de la esclavitud consiste en abandonar la consola del juego de la dualidad a la que parecemos estar maniatados, y optar por una tercera vía, la de la integración de los opuestos. Abrazar las dicotomías, la redención tan buscada en el fin de la lucha, pareciera consistir en abrazarse a uno mismo con todas las contradicciones que arrastramos. Nuestra búsqueda por la perfección parece ser una huida del perdón por nosotros mismos. Ya sé, dirás, qué fácil de decir (y hasta suena muy bonito, así dicho), pero ¿qué es realmente abrazar los opuestos?. ¿Es posible estar en paz a pesar del caos reinante? Es el miedo finalmente un estado inevitable dadas las circunstancias o se trata de una emoción 'opcional', accesible solo desde el gobierno inconsciente del dolor por el abandono. Todos podemos optar entre entregarnos a la extraña sensación de creernos solos en el mundo o abrazar la inmanente certeza de que nunca caminamos solos, por mucho que las apariencias digan lo contrario.
Para trascender la danza febril entre los opuestos habrá, antes que nada, que re-conocer su influencia y luego integrarlos. La llamada ascensión consciencial implica hacer ese 'rewind' es decir volver a pisar todos y cada uno de los peldaños que generaron miedo y cuyo dolor asociado fue anestesiado, sintiendo el peculiar crujir de cada uno de ellos. Y hablamos de una escalera que no permite subir los peldaños de dos en dos. Nada se puede ocultar ya más.
¿Y qué es integrar los opuestos sino 'tomar consciencia' de que el espiritu opositor, el enfado, la pertinaz beligerancia se hallan presentes en nuestra mente y de que su presencia se debe a nuestra creencia (y hasta devoción) en él? ¿Y no es cierto acaso que creamos todo aquello en lo que creemos?
Ya sé, hoy ha subido el recibo de la luz, o ayer deshauciaron a un vecino tuyo. O quizá apareció una nueva ley que te obliga a pagar un nuevo e 'injusto' impuesto caído del cielo. No sabes si el maíz o el arroz que comes es transgénico y te esta envenenando lentamente a ti y a tus hijos. Pero lo único cierto es que el amor, la paz que logres transmitir a aquellos que dependen de tu potencial equilibrio (y hablo de los hijos) es el único legado que vas a dejar en herencia cuando tu cuerpo físico se haya agotado y decidas regresar al dominio intemporal del que procedes. Tu paz es el único germen de cuyo cuyo contagio se van a beneficiar las generaciones que nos sucederán (de las que formaremos parte nosotros mismos). Para poder amar con la mirada infinitamente tolerante de Buda, de Jesús o de cualquiera que haya comprendido e integrado la vasta naturaleza de la experiencia humana, hay que integrar el pasado del que llevamos huyendo en frenética carrera.
Las emociones, está claro, han gobernado al hemisferio sur del planeta. Y la rigidez mental (pragmatismo intelectual) gobierna a las sociedades septentrionales. 'El sur también existe' ha sido un reclamo hecho desde los ciudadanos del norte atosigados por la máquina mental que busca la productividad. Y a su vez el norte ha sido anhelado y hasta idolatrado por todos los que quisieron huir (y quizá lo lograron) del pantano de emociones en el que nacieron. Examinemos nuestras conciencias. ¿Huída o lucha? ¿Nos evadimos o combatimos las injusticias? Esas han sido hasta ahora las alternativas polarizadas que hemos barajado. Tesis y antítesis. La sintesis es el camino de la sanación, el equilibrio. La pregunta es: ¿deseas el equilibrio, o te conformas con el estado de caos que impregna tu mente? ¿deseas la salud o te has acostumbrado tanto a estar renqueante (y a sobrevivir exprimiendo tu papel de víctima) que prefieres dejar pasar el tren del nuevo curso?
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