-Los días 7 y 8 de agosto de 2018, la Comisión Económica de la ONU para el Oeste de Asia (ESCWA), reunida en Beirut, estimó el costo mínimo de la reconstrucción de Siria en 388.000 millones de dólares. Esta comisión de la ONU debe presentar un informe detallado sobre ese tema en septiembre.
-¿Quién va a pagar eso? ¿De dónde saldrán los fondos?
-Esa es la cuestión. Se supone que el dinero deberá proceder de aquellos que causaron el caos generado por lo que ya se acepta como una invasión extern en toda regla y no como una guerra civil entre facciones leales y opuestas al régimen sirio democráticamente electo. La insurrecció popular es el término eufemístico dedicado a maquillar la realidad, un término bajo el que se ampararon aquellos que hipócritamente decían llamarse los amigos de Siria, con el que justificar el acoso y derribo hacia el presidente electo Al-Assad. Thierry Meyssan (voltairenet.org), apunta a éstos "amigos"como los originadores del conflicto, los autores intelectuales del desgarro humanitario padecido por el estado sirio. Afortunadamente Siria ha aguantado la embestida de Daesh y aunque maltrecha, ha logrado sostenerse. Pero el coste por defenderse tan valerosamente de los ataques de un ejército invasor muy bien pertrechado (financiado), se eleva mucho más allá del precio estimado en la reconstrucción física del país. El éxodo de refugiados es una prueba de ello.
-¿Quienes son esos amigos de Siria que según Meyssan, no habrían sido tan "amigos" sino todo lo contrario?
-El Grupo de Amigos del Pueblo Sirio (también conocido como Amigos de la Democrática Siria, o simplemente Amigos de Siria) es un colectivo internacional que, tras la máscara "diplomática" de algunos países y organismos "humanitarios" decidieron reunirse fuera del Consejo de Seguridad de la ONU, para dirimir por su cuenta sobre el tema de Siria. El colectivo fue creado en respuesta al veto al que tanto Rusia como China se acogieron sobre una resolución del Consejo de Seguridad que condenaba a Siria.
-¿O sea, que decidieron tomarse la justicia por su mano?
-Algo así, si por justicia entiendes que se dedicaron a defender sus intereses particulares en el Próximo y Medio Oriente, con la inestimable ayuda de algunos estados de la liga árabe (monarquías del Golfo), que disfrutan de incontables recursos petroleros. El grupo de estos "amigos de Siria", fue iniciado por el entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, y su primera reunión tuvo lugar el 24 de febrero en Túnez. La segunda reunión tuvo lugar el 1 de abril en Estambul, Turquía. La tercera reunión del Grupo de Amigos de Siria tuvo lugar en París a principios de julio de 2012. El 22 de junio de 2013, se reunieron en Qatar para discutir sobre la creciente violencia de la guerra (que ellos han sufragado), que la había transformado en uno de los conflictos bélicos más potentes del Siglo XXI. Tras considerar las frecuentes derrotas que han sufrido los rebeldes en el último tiempo, la organización, impulsada por Estados Unidos, decidió iniciar un frecuente envío de armamento y capital a los rebeldes de la Coalición Nacional Siria (un eufemismo para identificar a los invasores) para asegurar el triunfo de este bando en el conflicto, es decir para asegurarse que Assad fuese derrocado y Siria arrasada.
Entre los «Amigos de Siria» llegaron a contarse 114 Estados del mundo (en este enlace comprobarás si tu país colaboró con esta barbarie) que contribuyeron al desmembramiento de la Libia de Gadaffi y luego la Siria de Assad del mismo modo: financiando con su dinero a los llamados "yihadistas" (en realidad mercenarios sin ley, ni moral, que solo obedecían al mejor postor) para que destruyeran esos dos estados mencionados. Pero ahora, después del fracaso del ejército islamista Daesh, ninguno de esos países quiere pagar la reconstrucción de la República Árabe Siria. En cambio, no tienen objeciones cuando se trata de apoyar a los Estados que acogen a los refugiados sirios. Muchos de esos estados son ellos mismos.
-¿Por qué?
-Porque esto último no es un gesto humanitario sino una manera de privar a Siria de sus recursos humanos, de sus ciudadanos. Si los retienes en tus fronteras (ellos dicen que los acogen como refugiados), lo que en realidad hacen es impedir que Siria salga a flote con los brazos de sus propios ciudadanos. Eso sí, todos estos llamados "amigos de Siria" esperan enriquecerse, escondiendo su crimen, y obtener la mayor cantidad posible de contratos cuando comience la necesaria reconstrucción. Una manera de regresar al lugar del crimen para profanar el cementerio que han fabricado.
-¿Y Estados Unidos? Se encuentra entre esos traidores?
-EEUU es el país desde el que se planificó la guerra contra Siria desde el año 2004.
-Y ahora no quiere pagar nada para la reconstrucción como los demás...
-Según la administración Trump, la guerra contra Siria fue concebida por la administración de Bush hijo y las operaciones fueron dirigidas por la administración de Barack Obama. Donald Trump estima además que esas dos administraciones que le precedieron no servían con esa intervención a los intereses del pueblo estadounidense sino los intereses de una clase financiera internacional, el entramado corporativo transnacional que desde hace 20 años mucha gente se ha percatado que son los verdaderos amos del mundo. Al hacerlo Bush y Obama/Clinton destruyeron Siria, y también destruyeron la economía estadounidense. Por consiguiente, quien tiene que pagar, según Donald Trump, no es Washington, el gobierno federal estadounidense que administra los impuestos de todos los ciudadanos de ese país, sino los dueños de las transnacionales directamente implicadas en la guerra. Ejemplo de ello es el fondo estadounidense de inversiones KKR –perteneciente a Henry Kravis y rival del Carlyle Group. KKR, cuyo valor bursátil se eleva a 150.000 millones de dólares, cuenta entre sus empleados al ex-general David Petraeus –ex director de la CIA profundamente implicado en la guerra contra Siria– quien participó en el envío de fondos y armamento a al-Qaeda y al Emirato Islámico (Daesh). Otro ejemplo es la firma automovilística japonesa Toyota (valor bursátil, 170 000 millones de dólares), que proporcionó los vehículos nuevos de Daesh. También lo es el fabricante estadounidense de maquinaria para la construcción Caterpillar (valor bursátil, 76 000 millones de dólares), que vendió a los yihadistas las máquinas necesarias para la construcción de sus célebres redes de túneles. Y qué decir del líder mundial franco-suizo del cemento Lafarge-Holcim (valor bursátil 40 000 millones de dólares), que produjo 6 millones de toneladas de cemento utilizadas en la construcción de los búnkeres de los yihadistas, etc.
Esas transnacionales parti-ciparon activamente en la aplicación del plan concebido por el almirante estadounidense Arthur Cebrowski para destruir los Estados y sociedades en los países del Medio Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente). Y lo hicieron porque estaban probablemente conven-cidas de que así obtendrían, bajo la protección de los ejércitos occidentales, acceso a los recursos naturales de esa región, una vez la ONU presupuestara los gastos de reconstrucción. En este contexto estamos. Pero hay dos personalidades que están incomodando el despliegue del plan: Putin y Trump.
Obligar esas transnacionales a pagar no excluye las indemnizaciones que también tendrían que aportar ciertos Estados, como Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Turquía, que también financiaron a los yihadistas o permitieron que algunos de sus ciudadanos lo hicieran públicamente.
Si la República Árabe Siria logra reunir las pruebas que demuestran el papel de esas transnacionales en la agresión externa, estará en todo su derecho de reclamar que sean confiscadas ante los tribunales de los países donde tienen sus sedes. Y si utiliza los argumentos del presidente Trump, debería incluso contar con respaldo de su administración.
Aún sin lograr hacer pagar a los Estados, es por tanto posible cubrir los 388 000 millones de dólares que menciona el estimado de la ESCWA.
Todos los conflictos que en el pasado se saldaron con el pago de reparaciones de guerra incluyeron la confiscación de las empresas nacionales implicadas. Eso no significó en su momento ningún agravio para nadie en particular pues esas empresas nacionales estaban financiadas con dinero público, de los ciudadanos de los países a find e cuentas. La novedad en este caso sería seguir ahora aplicar a lógica que reclama la globalización económica y confiscar ta las empresas transnacionales por los crímenes que financiaron.