-La ciencia actualmente está redoblando esfuerzos por hallar remedios al cáncer, pero ni por asomo le merece la más mínima consideración, tras décadas de infructuosos esfuerzos, indagar en otra veta documentativa que pueda hacer luz al respecto: las causas de la enfermedad.
¿Que por qué muere tanta gente de cáncer? Existe una relación muy íntima entre el modo en que nacemos y el modo en que morimos y retrotraernos al instante del parto ofrece muchas pistas. En primer lugar tenemos la manipulación del feto durante el parto (fórceps,...). Por no hablar de los consejos médicos, inexplicablemente aún vigentes:
-¿Puedo beber alcohol estando embarazada, Doctor?
-Sí, claro, un par de copas no le
harán daño al bebé.
Y vaya si lo hacen...; El alcohol ingerido por la mujer gestante, que se filtra al caudal sanguíneo, causa mareos y desorientación al feto, al extremo que le dificultarán el trabajo de abandonar el útero materno. Lo mismo en el caso de una madre fumadora. Ambas adicciones son profundamente perjudiciales para el feto y consecuentemente para el futuro adulto. La carga de dolor involucrada en el esfuerzo, el que el feto debe hacer por nacer, no se integra en el sistema (el bebé es obviamente demasiado frágil para asimilar el trauma de un parto doloroso) sobretodo si éste se prolonga más allá de lo tolerable. En lugar de ello, el feto apela a la química de su cerebro para que éste acuda en su rescate, por supuesto con una solución de emergencia.
-¿Cómo?
-Ordenando la adición de un grupo metilo (-CH3) a una molécula. En biología del desarrollo, la metilación es el principal mecanismo epigenético (ya sabes epi=gr. "alrededor de"). La solución de emergencia que aporta la metilación consiste en el silenciamiento de los genes. Tal medida tiene obviamente efectos secundarios al 'rescate', pero muy directos tambvién pues provoca alteraciones en la transcripción genética (sin necesidad de que se produzca una alteración en la secuencia del ADN) siendo uno de los mecanismos responsables de la plasticidad fenotípica. También pueden ser metilados los productos de los genes, es decir, las proteínas, regulándose (alterándose) así también su función.
-Pero qué significa esto en un lenguaje más coloquial?
-Pues que la química cerebral almacena el dolor, lo aparca. No lo elimina. [Nada puede ser eliminado, tan solo integrado. Has de convertir a tu peor enemigo en tu mejor aliado]. El dolor permanece presente aunque en estado latente: su voz censurada comienza a hacer estragos en todo el sistema desde el momento del nacimiento. Lo hace elevando los niveles de cortisol añadiendo marcadores metilos a la experiencia. También incrementa los niveles de adrenalina de modo que el sistema biológico se ve forzado a entrar en modo hiperactivo como defensa ante el sufrimiento. Por supuesto que el feto no se da cuenta de que todo esto está teniendo lugar en su interior, pues está sucediendo mucho antes de poder disponer de capacidad cognitiva para poder expresarlo.
Cuanto más temprana es la huella del trauma natal, mayor es la devastación que ocasiona. Todo el proceso se inicia en los niveles más profundos del cerebro, el encéfalo o tronco raquídeo cerebral. Aquí es donde se gestionan las reacciones más instintivas. Esa es la parte más profunda del cerebro (le sigue el cerebro límbico y finalmente tenemos el "nuevo" (300 mil años) cerebro cognitivo (neocórtex). En el encéfalo es donde se identifica el dolor atravesado por el feto. La incapacidad de gestionar ese dolor por parte del feto/bebé se traducirá, en adelante, en agonía vital; La tristeza se interpretará en clave de desesperanzadas tendencias suicidas, el enfado en ira. En resumen la forma de reaccionar que se presumen en los seres exclusivamente dotados de cerebro 'reptil' (tiburones, serpientes...)
Todos podemos atravesar por un desencanto amoroso, un rechazo o la pérdida de un ser amado en la vida adulta. Y eso puede ocasionar profunda tristeza y hasta angustia, muy legítimas reacciones. Pero si cada vez que tales circunstancias acaecen, en el sujeto se desencadena una depresión suicida entonces estamos ante un caso de trauma severo en un estadio muy tierno de la infancia, incluso antes. Un grave dolor sufrido durante la gestación, que es cuando los niveles cerebrales más profundos gobiernan las respuestas del ser gestado y donde el sistema nervioso parasimpático lleva el timón, puede producir graves depresiones una vez alumbrado el feto. Una madre que fuma sin cesar o ingiere drogas o simplemente está afectada por una depresión crónica [un embarazo en tales circunstancias no debería extrañar que se hubiese producido contra su voluntad. N. del T.]), tendrá consecuencias en el desarrollo del feto. En resumen, cualquier evento que bloquee las respuestas normales inducirá al bebé a suprimir su desarrollo genético. Esto es especialmente cierto cuando, durante el parto, la salida del canal uterino queda bloqueada [exceso de epidural que impide a la madre cooperar en el alumbraamiento. N. del T.] y el bebé se ve forzado a luchar quedando exhausto e incapaz de nacer por su propios medios. En adelante, el adulto en que se convierta tendrá siempre en mente que la vida es una lucha y así lo expresará a la mínima oportunidad que tenga.
El cuerpo del feto naciente se resigna a la fatalidad, la muerte [que es lo que acaecía -no hace tantas décadas- cuando las muertes en la sala de partos eran habituales, tanto entre los neonatos como de las madres gestantes]. Sin embargo los esfuerzos del feto resignado son hoy reemplazados por los de la comadrona. Finalmente el bebé, agotado y amoratado, es extraído de la matriz de su madre. Un par de violentos cachetazos y el vuelve el aliento, "el alma regresa". Todos se congratulan. Pero la huella de la derrota ha quedado grabada. El resultado será una personalidad parasimpática: pasiva, derrotada, incapaz de expresar agresividad o de encontrar un lugar en la vida. No solo eso sino que verá amenazas para su integridad en circunstancias peregrinas que para otras personas no entrañan mayor relevancia.
Cuando el cáncer se manifiesta, transcurridas algunas décadas (cada vez menos), el sistema no está haciendo otra cosa que reaccionar del mismo modo que el bebé hizo cuando abandonó toda esperanza de ver la luz. Y sin embargo, igual que en la escena de un crimen un buen investigador forense puede determinar las circunstancias del fallecimiento, también en la enfermedad están todas las claves para desentrañar el nudo que conduce a la muerte; lamentablemente demasiado a menudo miramos en la dirección equivocada, embarcándonos en investigaciones muy sesudas destinadas a encontrar el método más eficaz y aséptico para combatir lo que no comprendemos. Lo combatimos (quimioterapia, cannabis...) sin darnos cuenta de que estamos acelerando la mortalidad, pero nunca nos aproximamos a su fuente. Ésta permanece escondida, consignada en la parte más profunda de nuestra memoria cerebral, tanto que simplemente no podemos ni imaginar qué es lo que salió mal, qué es lo que nos tiene postrados con una enfermedad degenerativa celular. Pero una cosa está clara: la fotografía del trauma se esconde en el encéfalo y en ese baúl de memoria es donde debemos ir a buscar.
El cuerpo arrastra consigo sus recuerdos, nos ofrece continuamente pistas -que nos negamos repetidamente a ver- para que podamos revertir la degeneración. Revivir el trauma ocultado es reintegrarate, reconciliarte con las heridas de tu cuerpo. Negar la evidencia es plasmar el mito de Fausto.
Solo una terapia integral conducente a la expresión de los sentimientos que conecte todas las partes del cerebro puede ofrecer una solución. La Terapia Primal del Dr. Janov, su descubridor, es la solución.
Una vez identificada y reconocida, en el sistema, la pulsión autodestructiva, el cuerpo se relaja automáticamente y los niveles de aadrenalina se normalizan.
La sanidad reclama reacción ante el trauma, pero no podemos reaccionar si no sabemos que ocurrió, de hecho está ocurriendo de nuevo. Consciencia total no es otra cosa que dar respuesta salvadora. Se trata de gritar lo que duele, lo que no te gustó, lo que dolió (pero no pudiste expresar en su momento porque simplemente te quedaste sin fuerzas para hacerlo). La rebeldía expresada catárquicamente en un contexto de contención terapéutica es el camino para reconocer el dolor. Para ello es esencial que el terapeuta esté desprovisto de necesidad de emitir juicios cognitivos-intelectuales, tan habituales entre los profesionales de la salud mental, y que solo responden a su propio narcisismo irresuelto.
Ahora sabemos que la huella traumática está instigada por la metilación: un grupo metilo es añadido al genoma para restringir la expresión de sus genes. Es una estrategia defensiva numantina, que sin duda tiene las consecuencias que hemos descrito. Una célula cambia al entrar en juego el grupo metilo y las reacciones químicas no se hacen esperar: reducción de niveles de hidrógeno, infusión metílica, etc. La metilación deja una herencia grabada a fuego. Una herencia genética destructiva (que se transmitirá a los herederos genéticos). Responsabilidad es sanar esa herencia, para devolverle la cordura al sistema, al mapa del genoma. Lo que siempre fue atribuido a la fatalidad genética ahora no deja lugar a dudas que se origina en una alteración circunstancial de dicho legado genético. Algo que la ciencia calificó como imposible no hace tanto empieza a ser aceptado.
La Epigenética afecta las funciones del aparato del estrés, lo que cientificamente se denomina Eje Hipotálamo-Pituitario-adrenal (HPA) http://www.bago.com/BagoArg/Biblio/psiqweb547.htm, un parte compleja del sistema neuroendocrino que gestiona las reacciones frente al estrés e influye muchos procesos corporales, incluida la digestión, el sistema inmunitario, el almacenamiento y gasto energético. Los cambios en el genoma que alteran la actividad y desarrollo genético conducen a tendencias suicidas que llamamos enfermedades como el Cancer y el Alzheimer. El gen NR3C1 es el encargado de alertarnos, galvanizar los químicos que nos ayudan a atravesar las tempestades. Cuando este gen queda inoperativo (en virtud de la metilación), disminuye la capacidad del individuo para adaptarse, para hallar felicidad en su circunstancia. Entonces el cuerpo se comporta como si estuviera constantemente bajo los efectos del estrés (paranoias), viendo amenazas por todas partes...la antesala del cáncer. Hoy está probado que el estrés crónico conduce al cáncer. Las marcas de metilación nos avisan que la enfermedad se está gestando, que un trauma sucedió y que el sistema ha desplegado un sistema de hipervigilancia que lo deja exhausto. Hipervigilancia ante el temor de que un peligro que, habiendo ya sucedió una vez (durante el parto o la gestación), se repita de nuevo. Para cuando el tumor ha hecho metástasis ya es demasiado tarde.
Fuente: http://www.arthurjanov.com/
Traducción: Lars Quetglas
- De acuerdo, las mujeres embarazadas no deben fumar ni beber, pero ¿cómo enfrenta un enfermo terminal su situación? ¿Cómo enfrento yo la irreversibilidad de la enfermedad de un amigo que se está muriendo?
-Ese es otro tema. Todo un arte. Para eso deberías leer los fenomenales aportes que hizo Elisabeth Kübler-Ross acerca de cómo morir en paz.