"¿Qué significa soñar? Te lo diré. Significa que el sistema límbico* se halla procesando activamente los sentimientos** Lo hace también de día, durante la vigilia, cuando nuestros sentimientos entran en juego (felicidad o tristeza básicamente). Es solo que durante la noche el sistema revisa los sentimientos no integrados (no sentidos) desde nuestro pasado haciendo lo que su naturaleza le impulsa a hacer ¿que comprendamos el sueño? No. Que integremos el sentimiento censurado, desintegrado de nuestra realidad. Si alguien nos acusa falsamente de algo y decidimos reaccionar/contratacar externamente ante esa agresión (ya sea juzgando/condenando al agresor con argumentos similares, ya sea riéndonos públicamente de nosotros mismos) lo que estamos haciendo es restarle importancia a la herida de que hemos sido objeto. Todo con el propósito de mantenernos 'fuertes' e incólumes, de que quede bien claro de que nadie va a conseguir desestabilizarnos. Lo que ocurre es que toda re-acción, en tanto que sucede, significa una necesidad de defensa. Quien tiene sus sentimientos integrados no precisa de ninguna estrategia para mantenerlos protegidos. Cada vez que disuadimos a nuestro cerebro límbico en su tarea de procesar los sentimientos que afloran, estamos dejando una herida abierta que negamos ver. Estamos perpetuando un irresponsable atentado hacia nuestra integridad, nuestra dignidad. Una herida que nos exigirá permanente anestesia, como ese perro del que se huye y al que en la huida hay que distraer con golosinas para que no nos alcance. Sucede que el perro tiene por meta mordernos si no lo miramos a la cara.
El sistema límbico trabaja arduamente por la noche. Busca en nuestro archivo histórico aquellos eventos en los que estuvieron involucrados nuestros sentimientos. Y se remonta hasta momentos en que los traumas sentimentales (heridas) no pudieron ser integrados (suturados/cerrados) debido a que éramos demasiado jóvenes y frágiles, incluso en etapas preverbales de nuestra existencia. Etapas en las que no pudimos acudir a un sistema defensivo (intelecto) con el que comprender y contextualizar la agresión. El sistema límbico se zambulle de noche, mientras 'duerme' la razón (neo-cortex), a tientas en un mar de sensaciones vagas y de incomodidad. Sensaciones que emergen al responder al llamado del cerebro límbico que acude, cual caballero a su doncella retenida en su torre, a su rescate, a su sanación.
El cortex provee las imágenes y los pensamientos desde el presente. Y el límbico las utiliza para montar un storyboard, una secuencia que de coherencia al sentimiento, que 'ilumine' el descenso a los infiernos que constituye toda pesadilla. Eso es lo que hace el Dr. Janov en su terapia.
Los procesos del sueño ponen al descubierto el sendero evolutivo que debe ser desandado en el transcurso de la terapia. No acude directamente al pasado emocional. No fuerza la conexión con el dolor acumulado, sino que se sirve del anclaje del paciente en el presente y se enfoca en la hoja de ruta que delatan sus sentimientos.
* nota: recuerda tenemos tres cerebros en uno: 1. Encéfalo (cerebro reptil); 2. cerebro límbico (sistema nervioso simpático y parasimpático); y 3. Cortex cerebral (cerebro cognitivo), aparecidos evolutivamente por este orden.
** ya escribí aquí con anterioridad acerca de los sentimientos y las emociones. Desde ahí el mismo cerebro límbico guía al terapeuta en el descenso del paciente hacia las profundidades de su memoria. Las ideas, los pensamientos, las creencias van al encuentro de su hacedor, allí/cuando el sentimiento fue cimentado.
Durante años soñé que los nazis me perseguían y no podía escapar. ¿El sentimiento? Desde muy pequeño mi padre era implacable conmigo en sus correctivos y no me daba ni un respiro: "Siéntate con la espalda recta", "no hables con voz nasal", "¿por qué estás ahí tumbado sin hacer nada productivo?" En el momento que sentí esos sentimientos de acoso, de ausencia de amor por su parte, la pesadilla cesó. Los nazis me perseguían en mis sueños, alguien trataba de hacerme daño, porque mis sentimientos lo hacían, buscando liberarse de su confinamiento en mi mente ignorante de ellos (inconsciente). No se trataba de los Nazis. Ellos solo eran un símbolo recurrente de la época (yo tenía apenas 8 años durante la 2ª Guerra Mundial). Para un niño de hoy quizá lo hubieran sido los terroristas islámicos (arquetipos violentos incrustados en el inconsciente de la sociedad estadounidense actual). Así es como desarrollamos símbolos oníricos. Es el mismo proceso. No supe que tras el símbolo (los nazis) se ocultaba mi padre porque mi sistema solo conocía los sentimientos, no la fuente/evento que los forjaba. Hasta que no hube desarrollado una corteza cerebral no pude saber qué era lo que iba mal.
Los sentimientos anteceden a la cognición por lo que esa memoria solo se puede registrar 'límbicamente'. Debemos tomar nota de esta evolución durante la terapia: Atender los sentimientos y su necesaria descarga emocional y luego comprender el contexto (y eventualmente perdonar).
Los traumas logran que distorsionemos (reprimamos) la realidad inasumible de nuestros sentimientos y al mismo tiempo nos proporcionan la clave para sanar: un sueño simbólico ("me persiguen los nazis") para reintegrarla. Volver a experimentar el dolor grabado y soltar la fuerza represora que nos protegía en un principio (pero que a la larga y de la mano del cerebro pensante/cognitivo se ha convertido en nuestro carcelero.."quién te querrá más que yo", "Aquí nunca te pasará nada"...) acaba por reducir la distorsión: se terminan las pesadillas y se da por terminada la asunción de ideas descabelladas acerca de la necesidad de asumir/contratar sistemas de protección respecto de amenazas infundadas.
La neurosis es sistémica. No está determinada por el sueño. La arrastramos y no nos soltará hasta que le hagamos frente, la encaremos, la integremos...Entonces los pacientes tienen sueños más reales, lúcidos y abiertos.
Tengo pacientes pre-psicóticos que sueñan que están atrapados en una lavadora y que no pueden detenerla...O también: "Estoy en una cueva oscura y no encuentro una luz que me indique el camino de salida". Se trata de pacientes anegados en traumas acontecidos en etapas prematuras de la existencia, etapas pre-verbales, incluso intrauterinas. Sus manifestaciones son delirantes porque el recuerdo no puede ser explicado con palabras pues en el momento de acontecer el trauma no había palabras para explicarlo. A estos delirios los llamo 'de primera linea' pues se vinculan al primer cerebro, el encéfalo, el que gestiona estos recuerdos.
Los sueños de segunda linea son más intrincados y elaborados que los anteriores y tienen una estructura (relato) más coherente desde una perspectiva racional, digamos. Se sostienen con algunas palabras. Sin embargo son más difíciles de comprender porque su elaborada trama esconde 'mejor' (con más astucia) lo que ocultan. Por ejemplo: "Soñé que iba a ver a mi antiguo profesor e intentaba hablar con él, pero no había modo de que me comprendiera". El sentimiento real es: "Nunca pude acceder a mis padres ni conseguir que me comprendiesen."
En resumen, tener sueños no simbólicos es un buen índice de que un paciente se está recuperando. Lo corroboramos comprobando los signos vitales: niveles de cortisol, cambios conductuales y muchas otras medidas.
Nos sanamos sistémicamente."
Arthur Janov
Primal Center
Los Angeles, Ca. USA
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lunes, 21 de abril de 2014
Sueños y pesadillas
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domingo, 6 de abril de 2014
martes, 27 de diciembre de 2011
La cura: unir los dos hemisferios (I)
Todas las parejas de Seres (independientemente del sexo físico de que estén revestidos sus miembros) responden indefectiblemente a patrones o roles internos polarizados. Yin/Yan, masculino/femenino, dominante/sumiso, progresista/conservador, intelectual/intuitivo, ideal/racional, lento/rápido, rígido/flexible…son roles en apariencia opuestos, a veces incluso hasta el punto de enfrentarse. Los opuestos no obstante, ya se sabe, se atraen por naturaleza. Y eso sucede en virtud de la pulsión que albergan ambas 'mitades' por hallar respuesta al misterio de su propia y hasta ahora ignota naturaleza. Ahí radica la necesidad de emparejarnos.
En la búsqueda de nuestro particular grial hemos tendido a darnos de bruces con el anhelado 'otro', experimentando lamentablemente siempre decepción ante unas expectativas nunca satisfechas, sin percatarnos de que su presencia constituye la incómoda lección de un inconsciente maestro, enviado por su/nuestra propia divinidad (que es la de todos) que, operando mágicamente como espejo, refleja aquellas de nuestras energías 'siniestras' de las que, desde el nivel inconsciente de nuestra mente (= sin darnos cuenta), hemos estado tratando de escapar. Tratar de huir de nuestro secretro más íntimo ha sido paradójicamente el motor que durante milenios nos ha posibilitado expandir y conquistar las fronteras del universo exterior conocido, perceptible por los sentidos físicos. El precio: la lucha entre los opuestos, la experiencia dualística...las guerras. Esta perpetua huída hacia adelante está próxima a concluir (si no es que ya ha concluido y lo que experimentamos es el epílogo de nuestra colectiva odisea). Una vez exhaustos de buscar afuera al culpable/solución a nuestra perpetua insatisfacción, el universo interno, aquél donde yace la paz que tanto hemos reclamado en los demás, es ahora más que nunca la dimensión que aguarda ser explorada.
Del mismo modo (como es arriba es abajo) ocurre con los hemisferios cerebrales. Cohabitan en un mismo cuerpo físico pero están alejados entre si por naturalezas dispares –y sin embargo complementarias. Como miembros de una pareja magnetizada conscientemente por los atractivos expuestos a la vista (conscientes) de ambos 'partenaires' con los que satisfacer los sentidos físicos (y fruto de ello perpetuar genéticamente la especie) y por los inconscientes (ocultos a los cinco sentidos físicos) de los que obtener respuestas a las preguntas existenciales, los dos hemisferios del cerebro se comprometieron a convivir y extraer de la vida, en insoslayable sociedad, remembranzas de épocas y lugares lejanos en el tiempo y el espacio, experiencias de reconocimiento mutuo. Existe pues un constante flujo de información entre ambos hemisferios cerebrales en modo de recuerdos provenientes de los niveles profundos del lado derecho (femenino) contándole al izquierdo (masculino) sus pesares y tribulaciones, pero hasta la fecha éste no ha querido escuchar...remitámonos a los hechos:
Esposa (progresista/intuitiva/ideal/emotiva/confusa-creativa/rápida/plural/misteriosa-siniestra-oscura, temible izquierda…). Ha estado 'de hecho'.
– Escúchame querido, hay algo que me preocupa, algo que llevo tiempo sintiendo [teniendo ganas de] y debo decirte, algo que puede salvar nuestra convivencia y nuestras vidas…
Esposo (compañero/conservador/razonable/diestro-acertado-derecho/ intelectual/racional/pragmático/lento/singular…) Ha estado 'de derecho'.
– Ahora no, quizá más tarde. Ahora estoy ocupado.
Esposa
– No entiendes. Necesito comunicarte algo…y tú pareces tan...lejano. No me siento bienvenida. Algo nos pasa y no quieres verlo.
……
Casi todos sabemos que nuestro cerebro está compuesto de dos hemisferios: el izquierdo y el derecho. Ambos son muy diferentes entre si. Se diría que son dos partes separadas de nosotros. Poseen sus propias y distintas 'personalidades' y funciones. Una está más abocada a los sentimientos humanos que la otra, tal como veremos.
Cuando no trabajan 'juntas' se produce un conflicto y tenemos problemas. Aunque suene algo apocalíptico decirlo, podemos, como consecuencia, enfermarnos a edades tempranas e incluso llegar a morir prematuramente. Una buena conexión entre ambos hemisferios salva vidas. Ambos lados necesitan desesperadamente reconciliarse para poder fundamentar nuestra esencia humana. Y esto no es tan solo una aserción intelectual. Si no trabajan coordinadamente somos menos humanos, tal como mostraré en este artículo. Y en eso radica la cuestión fundamental: ser o no ser humanos. La pregunta es, ¿qué es lo que hace que ambos hemisferios cerebrales no trabajen conjuntamente en armonía? ¿Cómo conseguir que lo hagan? y ¿Cuáles son exactamente las atribuciones de cada hemisferio?Echemos un vistazo a cada lado del cerebro y veamos cómo actúan:
EL HEMISFERIO DERECHO
Ante todo, deberíamos saber (y ya está demostrado empíricamente) que el lado derecho fue el primero en aparecer. Es esencial y primordial en todos los sentidos. Es el hemisferio que 'siente'. Ayuda a almacenar antiguos recuerdos emocionales en su esfera de dominio. Absorbe y registra nuestros traumas más tempranos acaecidos durante la gestación in utero.
Nuestras experiencias vitales tempranas no estuvieron rodeadas de palabras ni estuvieron envueltas en escenas con cuyo 'recuerdo' consciente pudiésemos revivirlas. Todo lo que hay allí son sensaciones y…consecuentemente sentimientos. El cerebro derecho tiene la responsabilidad clave de integrar ambos hemisferios, pero no puede hacerlo solo. Necesita de un compañero. Veremos de quien se trata. Clara y definidamente el hemisferio derecho es más 'humano'. Cuida de la vida y de los sentimientos. Es más sensible, compasivo y cuidadoso, capaz de captar matices, la honestidad y detectar la falta de sinceridad pues funciona desde la intuición, cualidades éstas que han sido históricamente vinculadas a la mujer. Ahora sabemos que todos los humanos, hombres y mujeres, tenemos acceso a esa área. Y estamos accediendo. A regañadientes, sin duda.
El hemisferio cerebral derecho es flexible y prefiere un abanico de opciones entre las que escoger. No es de extrañar que muchos de quienes hayan 'sido bendecidos' con un accidente cerebrovascular (apoplejía, ictus…) habitualmente en el hemisferio izquierdo y lo han sobrevivido, hayan visto incrementada notablemente su capacidad creativa [el cerebro derecho controla la parte izquierda del cuerpo y viceversa]. Muchos de mis pacientes, tras haber sido expuestos al dolor experimentado en la parte derecha de su cuerpo, han descubierto unos talentos artísticos innatos tras la terapia. Los sentimientos están pues íntimamente ligados a la creatividad.
Una de las razones por las que el hemisferio derecho es inherentemente flexible es porque está mejor 'mielinado' ya desde una etapa temprana. Es decir, está cubierto de una funda más gruesa de mielina (una proteína fosfolipídica) que rodea con su 'grasa' a las células nerviosas ayudándoles en la transferencia de información de unas a otras. El hemisferio derecho está mejor capacitado para informar al Neocórtex acerca de qué información, incluida la concerniente al dolor, se conserva en niveles profundos. Hay sin duda mucho todavía por debatir acerca de este asunto, pero las investigaciones van indefectiblemente por este camino.
El hemisferio derecho es musical, comprende el tono, el matiz, las sutilezas de los sonidos. Es por ello que todo terapeuta que se precie (y aprecie su profesión) necesita ser consciente y sensible al cambio de tono en la voz del paciente pues éste ofrece un 'subtexto', una sutil información acerca de lo que está sintiendo el paciente y que es incapaz de transmitir verbalmente. El tono delata, pues, al cerebro derecho: mientras que el cerebro izquierdo parlotea incesantemente con sofisticadas y grandilocuentes palabras y expresiones tratando de analizar y dar vueltas (intelectualizar) a conceptos en la creencia de que la comprensión analítica procura la paz que tanto anhela, como terapeutas debemos captar la presión ejercida en el lado derecho por medio del torrente de palabras que usa el paciente desde su lado izquierdo. Si el paciente se halla saturado de sentimientos no expresados, las palabras se precipitarán urgentemente una sobre otra, viéndose como escupidas. El nivel de represión es así directamente proporcional al caudal verbal manifestado. Un ligero bamboleo en la garganta delata que los sentimientos están ahí, listos para ser expulsados.
MI mujer, por ejemplo, 'experta' en contener emociones, se derrumba cada vez que escucha a Nino Bravo…Su padre desapareció de su vida sin motivo coherente para una niña de 9 años. La ruptura continua sin ser asimilada.
La música nos ayuda a tratar a los pacientes. Facilita que las escenas y los sentimientos claves emerjan de su 'cueva'. La música evoca un momento especial en sus vidas. Se trata del hemisferio derecho expresándose, su ser emocional (lo que Gustav Jung denominó el 'niño interno'). Y cuando los pacientes evocan escenas y eventos a veces les pedimos que canten una canción que está sonando en el reproductor o la radio, hasta que los sentimientos afloran. Estamos entonces concediendo la palabra al cerebro derecho. A este respecto existe un asunto respeto a las frecuencias de afinación, afirmándose que en 1991 fueron modificadas (de 432 Hz a 440 Hz) eliminándose mucha resonancia y "aplanándose" la música (curiosamente desde la aparición de la MTV). Más aquí...
Pero sigamos. El cerebro derecho es, para bien y para mal, el que siente. Acumula en su buche toda la infelicidad presenciada en momentos de nuestra vida temprana, incluidos aquellos de la vida intrauterina: una madre gestante que abusa del alcohol, que se ciñe a una dieta estricta de adelgazamiento para mantener la forma con la que seguir sintiéndose atractiva y deseada por su pareja (en realidad aceptada/amada por papá), o que padece un trabajo estresante o los efectos de relación de pareja absorbente/exigente/sofocante/violenta/humillante, etc. El hemisferio derecho es el guardián de la traumática verdad de los estadios tempranos de nuestras vidas, la esponja responsable de absorber y contener las emociones, salvaguardándolas hasta que en un estadio más maduro de la existencia puedan (y deban) ser expresadas y así liberadas (sublimadas).
El cerebro derecho no puede mantener la atención enfocada en un solo acontecimiento, mientras que el izquierdo no solo puede sino que lo hace a la perfección. El hemisferio izquierdo está interesado en lo que está sucediendo precísamente aquí y ahora. El derecho mantiene una vigilancia más general.
En clase, durante el periodo escolar, los niños con un hemisferio derecho 'desatado' (los más intuitivos, sensibles, musicales, artistas...) son incapaces de enfocarse en los deberes ordenados por el profesor. Cuando una persona con un cerebro izquierdo 'defectuoso' (no operativo) entra en pánico el aprendizaje se bloquea. La ansiedad sofoca entonces los intentos del cerebro izquierdo por aprehender/asimilar nuevos conocimientos.
El hemisferio derecho está a menudo tan sobrecargado de sentimientos reprimidos –y experimenta el dolor de dicha represión– que se ve incapaz de prestar la adecuada atención al presente, al ahora. La razón es bien simple (y dramática): el pasado irresuelto reclama, también, atención. Y la atención solo puede estar puesta en el pasado o en el presente pero no en ambos simultáneamente.
Cuando el pasado (la memoria) está cargado de terror y ansiedad, los recuerdos se desvanecen (y ello se acentúa con la edad hasta degenerar en Alzheimer y otros trastornos neurodegenerativos). No es casual que el hipocampo derecho sea el que gestione la memoria emocional y no el izquierdo. El derecho siempre percibe una perspectiva más amplia de los eventos y busca siempre patrones de comportamiento que encajen en ese todo.
En el hemisferio derecho hay pobreza de detalle, algo que el izquierdo sabe proveer con soltura. Es más, el izquierdo adora los detalles, la visión microscópica. Al derecho no le molestes con detalles. Si la receta de la salsa dice 'poner dos cucharadas soperas', las personas derechocerebrales se quedan en blanco. Los pragmáticos cerebros izquierdos funcionan bien con órdenes concretas, con tareas mecánicas y repetitivas. El derecho funciona a base de impulsos intuitivos y acierta a base de adivinar/intuir. La precisión no es su fuerte. Ese lado intuitivo es necesario en una terapia de sentimientos, pero...un poco de ciencia también ayuda. No en vano, cada uno de nosotros posee ambos hemisferios y la meta consiste en congraciarlos.
Una cosa es que un paciente pueda explicar lo asustado que está durante todo el día, y otra cosa es que, yaciendo en el suelo, lo sienta y reviva el contexto pasado, algo que solo puede suceder cuando el pasado no está "resuelto" (integrado, sanado). El hemisferio izquierdo percibe terror vagamente, pero solo el derecho es capaz de abrir las puertas y acceder a ese terr-itorio, sintiéndolo con toda su fuerza. Cuando los sentimientos se filtran al cerebro izquierdo (gracias al acceso que brinda el cerebro derecho) puede llegar a experimentarse un ataque de pánico…síntoma de que el derecho se está entonces desamordazando, purgando. Dichos ataques no duran de promedio más de 10 minutos.
Todo lo concerniente a los traumas de la vida temprana se procesa pues en el hemisferio derecho, antes incluso de que haya madurado el cerebro izquierdo. Esas tempranas experiencias, repito, quedan grabadas en el sistema cerebral [que engloba ambos hemisferios]. Y puesto que la experiencia original no es verbal, debe ser revivida, para liberarla, de modo no-verbal también.
Si la experiencia traumática temprana estuvo acompañada de una presión arterial de 170 (sístole) y 115 (diástole), el recuerdo/revisión de dicha experiencia irá ineludiblemente ligado, por resonancia, a una subida de tensión igual. El sello emocional no miente. Está recordando a su manera, neurobiológicamente. No es una revisión consciente, analítica, sino ad libitum. Y cuando se revive el traumático proceso del nacimiento hay múltiples signos/constantes vitales que se disparan elevándose por encima de promedio. Ese es el modo en que un terapeuta debe verificar que el evento recordado fue o no real, la prueba de que el paciente no miente. Es por ello que ninguna terapia cognitiva (que tenga como base un proceso meramente intelectual de los recuerdos) servirá para este fin. Tiene que mediar un tipo diferente de lenguaje para conseguir que el paciente regrese conscientemente a la 'escena del crímen'. ¿Se podría regresar inconscientemente por medio de hipnosis inducida? Sí, pero el posterior despertar del paciente al inicial estado consciente de su mente en nada aporta a su salud mental, pues ningún recuerdo consciente permanece de su 'bajada a los infiernos', siendo el consciente y el inconsciente dos estados mentales incompatibles entre si. El consciente tiende a olvidar a su compañero de fatigas, el inconsciente. Y éste no ceja en su empeño de despertarle (de ahí que los hombres etiqueten a las mujeres de 'pesadas' (hinchabolas, como dicen los argentinos), Los 'beneficios', si es que realmente se les puede llamar así, de la hipnosis solo conciernen, en último término, al terapeuta, a los efectos de estudios estadísticos. Estudios que a su vez adulan al cerebro izquierdo de los lectores, quedando todo abandonado a un plano intelectual que en si no hace sino 'marear la perdiz' en lo que respecta al asunto emocional.
Ningún nivel de tejido cerebral puede hacer el trabajo de un nivel diferente de función cerebral (y los dos hemisferios son niveles diferentes). Es necesario conducir los dolientes sentimientos hasta el nivel en que ocurrieron y en el contexto cerebral (hemisferio) que los contienen. No podemos, repito, usar palabras para regresar a tiempos pre-verbales de la existencia. Este es el error básico que comete la Psicoterapia actual: los psicólogos cognitivos tratan de explicar y hacer comprender (forzar la asimilación) verbalmente lo que no puede ser comprendido racionalmente. Es como tratar de involucrar al sistema límbico en complejos problemas matemáticos. Esa no es su competencia. No es su trabajo.
El evento censor, represor (el trauma) necesita ser revivido (no comprendido) finalmente sin palabras, pues las palabras no intervinieron en el evento que ocasionó la disfunción emocional que se refleja en el momento presente. Y puesto que no deben mediar palabras puedes tatarear/silbar, susurrar una melodía, hasta llegar allí. Esa es la razón por la que cantar detiene el tartamudeo. Cuando eliminamos las palabras de la ecuación, todo es más simple. El sistema educativo se resiste pero acabará por caer presa de su propia naturaleza amnésica-represora.
El colega más cercano del hipocampo derecho es la amígdala derecha, el agente del miedo y de los sentimientos profundos. La amígdala derecha es el órgano clave cuyo estímulo facilita el acceso al área límbica de los sentimientos, estando también involucrada en el proceso general del proceso emocional. Cuando un nivel de terror profundo aflora uniéndose a la emoción del miedo alojada en el sistema límbico puede producirse un ataque de pánico, como dije, totalmente descontrolado.
Cuando la amígdala cerebral derecha está sobrecargada de sentimientos no expresados (lo sano y equilibrado en un ser humano es liberar periódicamente esa sobrecarga expresando espontáneamente los sentimientos: alegría, compasión, ternura, amor…), entonces se muestra inflamada, síntoma inequívoco de la urgencia de descargar su pesado y reprimido lastre. Recientes estudios indican que los bebés de madres deprimidas tienen amígdalas más grandes. Entre sus funciones, las amígdalas tienen la tarea de denunciar las amenazas que detecte en el entorno y envía señales de miedo para que el cerebro izquierdo (papá) pueda reaccionar apropiadamente...Lamentablemente una vez reprimido el mensajero (el miedo) estos bebés se convierten en adultos dotados de una hipersensibilidad a las amenazas. En casos extremos hallamos individuos paranoicos, es decir, personas que ven amenazas por todas partes. Esto es particularmente cierto en los adictos a fumar cannabis, para quienes las defensas del hemisferio derecho están hasta tal punto debilitadas por la marihuana que el izquierdo, masculino y racional se percibe amenazado. Una amenaza que obliga al cerebro izquierdo a producir extrañas ideas, esencialmente delirantes, paranoicas (el mundo se va a acabar...etc). Ideas asociadas a eventos presentes (amenazas terroristas, la caída de un meteorito...) que están fundamentadas en el miedo al derrumbe de las defensas acaecido en la infancia y a la consecuente creencia en que la expresión de los sentimientos suponga un debilitamiento del sistema, una amenaza para la existencia (etiquetada desde entonces como supervivencia). Hay que estar alerta –se dicen–hay peligro por todas partes. A medida que pasan los años esas ideas quedan fijadas, endurecidas e invulnerables.
Revista Science: "Cómo las madres tristes alteran el cerebro del niño". 22 Agosto de 2011).
La profunda depresión de una madre gestante opera un cambio en el cerebro del bebé. No existen escenas o palabras para expresar esa alteración ni tan siquiera recordarla. El recuerdo es orgánico. Hay una etiqueta en él, una marca hecha por medio de un proceso conocido como metilación que etiqueta la experiencia y altera por consiguiente la manifestación de los genes, generando una influencia en el comportamiento. Los genes a menudo son interpretados erróneamente por parte del sistema nervioso, pero añadida la intervención del grupo químico metílico a las células, la marca queda grabada de por vida. La metilación crea por tanto un acontecimiento epigenético que cambia la forma en que los genes se van a desplegar, o por lo menos el modo en que el cerebro va a interpretar la información almacenada en esos genes. Cuando un gen cambia así 'su rostro', dicho cambio no siempre será reconocido. Este cambio no solo va a afectar al futuro comportamiento del individuo sino que puede incrementar la propensión de ciertas enfermedades graves, incluido el cáncer, a manifestarse. Estos traumas están fuertemenmte originados en el cerebro derecho.
Durante la terapia, muchos psicólogos se dirigen al paciente y consiguen que les cuenten lo que le está molestando. Pero simplemente no lo sabe ("Doctor, no sé qué me pasa..."), obviamente porque el cerebro izquierdo no estaba al tanto en el momento de desencadenarse la fuente del malestar presente.
Como ya hemos dicho, el cerebro derecho no informa con palabras. Y sin embargo el paciente está deprimido, y no sabe por qué ni sabe cómo demonios salir de ese estado. Mientras tanto el acontecimiento está etiquetado a la espera de que se produzca el enlace, la 'conexión'. Hasta entonces el daño se estará produciendo. Solo una terapia sistémica y orgánica que pueda abordar eventos preverbales podrá cambiar las cosas y ayudar al paciente a que mejore. Y eso implica no usar por defecto el cerebro izquierdo para alcanzar esa meta.
El cerebro izquierdo se halla jerárquicamente en segunda posición.
Hay suficiente información hoy en día respecto del stress que una mujer embarazada inocula en forma de hormonas a su criatura dentro de la placenta, hormonas as cuales impactan en el feto, quien padecerá desde ese momento, y quizá para toda la vida, los efectos del estrés de su madre, hasta que le llegue el turno de liberarse de ellas (si es que asume esa tarea de modo consciente).
Las estructuras/órganos (Hipocampo, amígdalas) que rigen el sistema límbico forman parte ineludible en la expresión de los sentimientos de nuestro Ser y son esenciales al tratar con las emociones. Debatir acerca del miedo concierne al cerebro izquierdo. Sentir el miedo es dominio exclusivo del cerebro derecho.
Explicar un sentimiento sin manifestarlo no tiene significado alguno, tal como veremos. No cura NADA. Analizar el sentimiento DESPUÉS DE haber revivido el recuerdo almacenado es perfectamente válido y enriquecedor. El carro de la evolución tampoco precede al caballo que tira de él. Tal como el sistema dice: "A cada cual su turno. Cuida los modos: Los sentimientos van primero, los pensamientos y los análisis después".
Cuando el hemisferio derecho está saturado de sentimientos dolorosamente reprimidos, se torna imperiosamente incontenible. Necesita descargar. Es una ley física. Eso se muestra más tarde en la vida por medio de la incapacidad de realizar diversas tareas a la vez debido a que la gota del input entrante en el cerebro izquierdo simplemente hace colmar el vaso del espacio disponible. Es cuando el sujeto evita a toda costa asumir cualquier tarea que suponga el desborde del contenedor. El cerebro izquierdo no está seguro de por qué evita asumir dichas tareas y sin duda permanece en gran medida inconsciente de ello. Simplemente se dedica a interpretar un papel ante el que permanece tan inconsciente como frente a los sentimientos reprimidos. La persona simplemente se torna fácilmente susceptible, sobrepasada, cansada en apariencia por lo acontecimientos externos presentes, cuando en realidad está sobrepasada por recuerdos de un pasado, lejano y paradójicamente tan...presente, al que está ineludiblemente ligada. Recuerdos que pugnan por hallar una salida.
sigue en parte II
Arthur Janov
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sábado, 22 de octubre de 2011
existe un futuro
Isabel: Si visitas la página de FORBES, donde aparecen los multimillonarios de cada país, y sumas el dinero de sus fortunas y lo divides entre la población mundial...verás que cada uno de TODOS los habitantes de la tierra, cada mujer, hombre y niño de todo el PLANETA recibiría más de UN MILLÓN DE DÓLARES si ese dinero se repartiera.
Existe un futuro para todos. Un futuro lleno de paz, armonía, y equilibrio. Pero a ese mundo llegaremos con compasión por nosotros mismos y por los demás.
Paz a todos
Algo anda muy mal, el planeta es rico (incluso más allá de esas fortunas) y ES DE TODOS
¿Cuándo dejamos que la familia humana se odiara y llegará a niveles de desigualdad, hambre y enfermedad tales?
Un abrazo
Respuesta: Todo lo que dices es un hecho constatable. Pocos tienen mucho y muchos tienen poco. La fórmula que propones parece la más equitativa sobre el papel, pero si has imaginado la viabilidad de ese reparto, verás que se antoja utópico. ¿De verdad crees que si de golpe toda la riqueza económica del mundo, atesorada ahora por una exigua élite, se repartiese equitativamente –y sin hipotecarios intereses– entre cada persona, algo cambiaría? ¿Crees que de repente el odio, el rencor, la furia, la frustración, el miedo, se disolverían de golpe y porrazo? ¿Crees que dejaría de haber especuladores? Pienso que el dinero no da el amor, sino al revés. Sé que lo que voy a decir no es políticamente correcto, pero para que ese desequilibrio cambie, la mejor lección es el ejemplo que cada uno dé. Quiero decir, quien quiera respeto, que lo ofrezca. Si queremos solidaridad en el mundo, seamos solidarios, si queremos armonía y abundancia, ofrezcamos la parte que podamos dar de todo eso.
Isabel: Ya pero yo ya pago mis impuestos. Creo que contribuyo sobradamente.
Respuesta: Le das al César lo que es del César porque de no hacerlo te atienes a sanciones fiscales. Lo haces porque es tu obligación. Es muy diferente a dar por amor. La única manera de devolver el equilibrio al mundo es dando auténticamente de nosotros. ¿Cuánto? Se dice que el 10% de todo lo generado debe ir a dar. En la medida que damos, así recibimos. Es una regla simple. El mundo no está mal repartido. Cada cual tiene lo que ha sembrado. Y cada cual tiene el potencial para recibir lo que considera que merece. No esperes que otros cambien. Cambia tú y sé el ejemplo que esperas de otros…
Pero claro, aquí entran en conflicto las emociones personales de cada uno. Si hemos vivido hasta ahora en un mundo sin amor, donde el dinero es un bien escaso que conviene mantener a buen recaudo...tendremos que reconocer que el camino se torció y habrá que 'desandar ese camino' para regresar al punto en que la ruta se bifurcó y experimentar el miedo...
–¿El miedo a qué?
– El miedo ante la disyuntiva que se nos presentó y el consecuente dolor por haber tenido que tomar el camino del resentimiento, la vergüenza, la culpa, la avaricia, etc…aleccionados por nuestro entorno más cercano. ¿Cuántas veces hemos pasado ante un mendigo o un aparcacoches que nos pedía una limosna y hemos hecho como si no viésemos? Todas esas actitudes mezquinas son las que debemos revisar. Permanecer ignorantes ante la inexcusable simbiosis de la que todos formamos inexcusable parte es lo que nos está poniendo a todos contra las cuerdas. Sobretodo es nuestra responsabilidad conectar con las emociones ocultas tras esa ignorancia. Una vex experimentadas esas emociones que acumulamos desde entonces y que nos sembraron, en adelante, el camino de desencuentros y conflictos –por no hablar de desequilibrios físicos (enfermedades, etc), seremos capaces de reescribir nuestro cuaderno de bitácora y mirar con optimismo y dignidad a nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Los niños del mañana somos nosotros. Más nos vale tratarles con dignidad y respeto. Quien siembra vientos recoge tempestades.
–¿El miedo a qué?
– El miedo ante la disyuntiva que se nos presentó y el consecuente dolor por haber tenido que tomar el camino del resentimiento, la vergüenza, la culpa, la avaricia, etc…aleccionados por nuestro entorno más cercano. ¿Cuántas veces hemos pasado ante un mendigo o un aparcacoches que nos pedía una limosna y hemos hecho como si no viésemos? Todas esas actitudes mezquinas son las que debemos revisar. Permanecer ignorantes ante la inexcusable simbiosis de la que todos formamos inexcusable parte es lo que nos está poniendo a todos contra las cuerdas. Sobretodo es nuestra responsabilidad conectar con las emociones ocultas tras esa ignorancia. Una vex experimentadas esas emociones que acumulamos desde entonces y que nos sembraron, en adelante, el camino de desencuentros y conflictos –por no hablar de desequilibrios físicos (enfermedades, etc), seremos capaces de reescribir nuestro cuaderno de bitácora y mirar con optimismo y dignidad a nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Los niños del mañana somos nosotros. Más nos vale tratarles con dignidad y respeto. Quien siembra vientos recoge tempestades.
Vivir es reir y llorar. Cuando aceptemos que expresar las emociones acumuladas –y las que se presenten nuevas– es la salida del caos presente, dejaremos de exigir al mundo que cambie y que sea lo que esperamos de él. El mundo somos nosotros, todos y cada uno ha aportado con su granito de arena –que cada cual reflexione sobre ello– a la confusión de valores, a la censura de los sentimientos. Todos nos iremos un día de este mundo, para ir a otro. Dejaremos aquí nuestro cuerpo físico, lleno de cicatrices, pero nuestra mente nos acompañará y lo hará en el estado en que se halle en ese momento. Si está llena de miedo, nos llevaremos ese miedo con nosotros. Si está llena de amor, esa será nuestra cosecha.
Piensa globalmente. Actúa localmente. ¿Qué más localmente que tu propia conciencia?
Existe un futuro para todos. Un futuro lleno de paz, armonía, y equilibrio. Pero a ese mundo llegaremos con compasión por nosotros mismos y por los demás.
Paz a todos
miércoles, 31 de agosto de 2011
Motivos para indignarte
Es fácil y muy tentador colaborar actualmente en la difusión de la corrupción ajena, ocupándonos en denunciar (desde los corrillos de conversaciones de vecindario) pues eso, aparte de hacernos creer que nos granjearemos la atención y la consideración de los demás que antes no recibimos, dificulta enormemente la lucidez necesaria para ver la viga en el propio ojo. Creemos que tenemos "el poder" porque tenemos acceso a internet, igual que los fotógrafos de prensa cuando reportan imagenes escalofriantes del frente de cualquier guerra, sin percatarse que haciendo su trabajo están alimentando a la bestia del corporativismo mediático, cooperando con los señores de la guerra en su cruzada por mantenernos sometidos a la tiranía de nuestras propias bajas pasiones y desconectados, así, del Buda libre, la luz eterna que portamos en nuestro interior.
Nos dan carnaza y la devoramos. Ese es su papel. Y lo ha sido desde que nos separamos de la Fuente. Otros, los que dirigen la operación desde las 'alturas' de la pirámide jerárquica de este mundo lo hacen de un modo más sutil, por medio de doctrinas religiosas. Poco importan sus ardides.
Y sin embargo esto es lo que estamos presenciando de manera más acentuada en estos primeros años del siglo XXI. La rabia, la ira, la indignación son como vasos colmados de emociones contenidas que ahora se están desbordando bajo los focos de la difusión mediática (contribuyendo éstos, con ello, a la exacerbación de todas las indignaciones. Y es que ningún medio aboga por un solo minuto por que nos sentemos a reflexionar ante los acontecimientos acerca de en qué medida hemos contribuido y seguimos contribuyendo todos, individualmente en nuestras particulares esferas de influencia (familia, vecindario, trabajo…) y colectivamente como consecuencia de la repercusión que la suma que nuestros pensamientos tiene sobre el inconsciente colectivo.
Y sin duda nada hay que esperar del cuarto poder, ni de ningún otro poder de este mundo. Es más diría que es infantiloide pretender que los medios de masas desarrollen otro papel diferente al que están haciendo, difundiendo obscena y hasta pornográficamente los destalles más escabrosos de noticias que no hacen sino tentarnos al desequilibrio. Ellos son la voz de su amo y están tan esclavizados como lo estás tu o yo mientras creamos que la indignación popular y el combate (antiguas y desfasadas armas que ya probaron nuestros antepasados y que en nada contribuyeron a la paz mundial) van a ayudar en algo.
Tu puedes salir de este círculo vicioso, desatar los nudos que te atan a las cadenas de tu propia ignorancia. Las emociones particulares de cada uno claman por ser liberadas y deben ser 'vomitadas' para que el exorcismo liberador sea posible. Pero no en el contexto de revueltas populares aparentemente espontáneas –dirigidas desde los mismos núcleos de poder que las están alentando– los cauces que el poder de este mundo está ofreciendo a la indignación global para que su fuego se avive. Los antidisturbios (mercenarios psicóticos o incluso clones sin alma) están calentando motores en las casernas, me temo. Déjate arrastrar por la ira colectivizada, y te convertirás en el cordero previsible en el que los poderosos de este mundo se van a cebar. Opta por enfrentar al foco interno de violencia que alojas y los verdaderos sátrapas de este mundo no podrán contigo. Girar la cara a sus campañas de terror es lo mejor que puedes hacer por ti y, de paso, por ellos mismos.
Quien está en paz consigo mismo no ve al otro como la fuente del miedo. Cuando se está en paz, lo único que puede compartirse es el amor, pues la ira y la venganza ya han sido exorcizadas. Nos hace falta más respeto por nosotros mismos y por la expresión de los sentimientos, aquellos que creímos dejar a buen recaudo, ocultos en la consigna de nuestro hogar paterno, para que no fueran ya más heridos. ¿Y qué fue ese hogar paterno sino la antesala de este gran teatro de las vanidades en que cada uno hemos interpretado un papel? Esta representación está siendo dada por concluida. Es tiempo de deshacer el camino y regresar al momento donde aceptamos la amnesia, para poder avanzar, libres del yugo del pasado, por el nuevo y glorioso camino que esta crisis está revelando. Despierta. Esta pesadilla no es real, es solo producto de la sobreexcitada imaginación de tu mente. Es tiempo de cambiar de mentalidad. Existe un futuro brillante y lleno de possibilidades para la humanidad después del ocaso de este ciclo del que los mayas ya advirtieron. ¿Quieres todo eso? Tan solo tienes que rendirte y abrir las compuertas de tus emociones bloqueadas.
La indignación es tuya, personal e intransferible. Reclámala para ti mismo/a. ¿Qué te empuja a necesitar buscar el reflejo de tu enfado en el espejo que constituyen otros? ¿Acaso buscas todavía a los testigos de tu dolor primigenio? Nos hemos emparejado, asociado, vinculado en general, siguiendo pautas de afinidades u oposiciones en las que hallar consuelo (amigos) o un terreno en el que dar rienda suelta a nuestros demonios (pareja). Y esa deriva ha servido a un propósito mayor, expandir los confines del universo. Ahora es tiempo de descansar de la batalla. Curar las heridas sufridas y provocadas. Rescatando las palabras de Albert Clayton Goulden (Sedona Intensive):" Debemos purificar (ya), sin excusa, los rincones enfermos del alma". Ese es el camino que despejará el velo personal de cada uno/a que actualmente oculta a la conciencia. Ahora mismo lo que de verdad importa es hacer "revisión interna de daños". Que cada cual asuma y se aplique la parte de responsabilidad que le toca. Y mientras tanto, sé creativo, fascínate por la belleza de lo ya creado, la generosidad de la naturaleza, el amor incondicional de los animales…y si alguien te pide consuelo, ofréceselo. No has venido al mundo para ser vocero de nadie, sino para expandir tu propia luz y contribuir a que arraigue en este maravilloso planeta que nos aloja sin pedirnos nada a cambio más que respeto y amor. Quien tenga oidos para oir que oiga.
Pedid y se os dará.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Los miedos no expresados: la madre del cordero
Muchos de nosotros tenemos uno o varios temas, circunstancias adversas e incómodas que se repiten recurrentemente en nuestra vida cotidiana y representan un desafío. Miedos frente a los que comúnmente manifestamos dos actitudes opuestas: resignación o enfrentamiento.
Estas circunstancias, traumáticas siempre en mayor o menor grado, están habitualmente arraigadas en miedos profundos y ocultos, nunca antes expresados. Dependiendo de la personal perspectiva con que las abordemos, cada una de estas cuestiones se convertirá, bien en el foco de nuestros problemas o en una oportunidad de transformación. Cuando escoges observar estas circunstancias y percibirlas decidida y voluntariamente, no como incómodos productos del azar, sino como oportunidades que, como lecciones, se brindan para ser aprendidas, probablemente seas más capaz de transformar esos miedos en herramientas de aprendizaje. Como ácidos limones de los que extraer un delicioso jugo, estos miedos circunstanciales, abrazados con aceptación, te pondrán ineludiblemente en la senda de una vida más feliz.
Estas circunstancias, traumáticas siempre en mayor o menor grado, están habitualmente arraigadas en miedos profundos y ocultos, nunca antes expresados. Dependiendo de la personal perspectiva con que las abordemos, cada una de estas cuestiones se convertirá, bien en el foco de nuestros problemas o en una oportunidad de transformación. Cuando escoges observar estas circunstancias y percibirlas decidida y voluntariamente, no como incómodos productos del azar, sino como oportunidades que, como lecciones, se brindan para ser aprendidas, probablemente seas más capaz de transformar esos miedos en herramientas de aprendizaje. Como ácidos limones de los que extraer un delicioso jugo, estos miedos circunstanciales, abrazados con aceptación, te pondrán ineludiblemente en la senda de una vida más feliz.
A continuación tienes ejemplos de los temas esenciales, las emociones más comunes, los miedos (formas de pensar) vinculados a ellas y sugerencias para trabajarlos:
- Abandono – "No le importo a nadie. Estoy solo. Mi presencia no tiene importancia."
- Arrogancia – "Soy mejor que todos vosotros. Soy la ostia. Yo tengo razón y tú estás equivocado."
- Heridas – "Algo está mal en mi. Soy un fracaso. Tengo algún fallo."
- Inferioridad – "No soy suficientemente bueno. Soy estúpido. No tengo valor ninguno. Soy un aburrido. No hay nada que hacer conmigo."
- Rechazo – Soy una carga. No me desearon. Nadie quiere malgastar su tiempo conmigo.
- Vergüenza – Soy malo. Perverso. Soy un error de la naturaleza, un monstruo. Soy desagradable. Estoy poseído.
Las emociones mencionadas generalmente están originadas en escenas familiares de la infancia. Pueden ser el resultado de mensajes negativos que nos han impactado a fuerza de:
1· erosionar nuestra confianza en la vida, por sernos repetidos multitud de veces, por nuestros padres u otras personas influyentes en nuestras vidas (tíos, hermanos, profesores…)
2· Una de estas creencias puede haber calado hondo en nuestro interior (subconsciente) debido a una o varias experiencias traumáticas (violentas) en la infancia.
Algunas personas subliman esa erosion (dolor) por medio de sobrecompensaciones. Si ese es tu caso, probablemente harás –inconscientemente, es decir sin darte cuenta– todo lo que puedas para que parezca que ninguna de estas emociones están vinculadas a ti. Por ejemplo, alguien con un acusado complejo de inferioridad arraigado en un miedo profundo indeterminado, puede actuar de modo muy dominante hacia afuera, por ejemplo en el lugar de trabajo (habitualmente tendrá a personal a sus órdenes a quien someterá. Entre iguales, la pulsión se sublima hacia el mobbing laboral o escolar) Y sin embargo esto oculta un miedo soterrado a ser inferior. Una persona muy vergonzosa puede sobreactuar mostrandose excesivamente amable tratando de tapar el miedo a su maldad (enfado) real. Si te cuesta identificar alguna de las emociones arriba descritas, puedes averiguar si alguno de tus comportamientos inconscientes se opone a ellos.
Ejemplos de comportamiento sobrecompensatorio
- Abandono – Siempre tengo necesidad de formar parte de algo (una asociación, un club, etc…), adherirme a cualquier movimiento.
- Arrogancia – Actúo con excesiva humildad, camuflando con esta actitud la profunda y arraigada creencia de que nadie puede igualarme.
- Heridas – Me presento siempre como grande, me inflo como un pavo real en presencia de otros, impidiendo con ello que mis problemas personales puedan ser tema de conversación.
- Inferioridad – Macho, dominante, Necesito probar constantemente que soy mejor que los demás (políticos, deportistas de élite…).
- Rechazo – Me presento en público como increíblemente deseable, aunque disfruto rechazando a los demás (síndrome de la viuda negra).
- Vergüenza – Exageradamente amable y generoso. Exhibo mi competencia en determinados temas de forma desaforada. Aunque secretamente temo ser descubierto como impostor.
martes, 25 de enero de 2011
¿estás list@?
Los libros de historia te han contado toda la violencia que existió antes de que vinieras al mundo. Ahora, los medios más acordes con la tecnología, te están profetizando la violencia y el caos que auguran va a tener lugar. Pero lo único cierto es que tú solo sientes los efectos del caos y violencia que has presenciado desde que naciste y que sigues experimentando actualmente.
Quizá seas de esas personas que todavía, a pesar de la violencia que presencias, se sigue preguntando:
"¿Por qué?"
Si eres de esas personas, sentirás una inquietud natural por obtener respuestas lejos de los medios habituales, los focos adoctrinantes que la raza humana ha conocido hasta ahora y que han servido a los paladines de la testosterona para informarte de dónde está la frontera entre lo divino y lo humano, el bien y el mal lo correcto y lo inadecuado, lo verdadero y lo falso y todo ese cúmulo de percepciones polarizadas que os tienen, a ti y a tus antepasados, atenazados por la dependencia de los que hasta ahora nos han gobernado.
Querer acceder a la realidad que se halla detrás del escenario, entre bambalinas, es algo que está latente en todos los Humanos. Pero solo aquellos que, a pesar de la vorágine de los acontecimientos diarios, deciden hacen uso de su capacidad de discernimiento, se están acercando a un nivel superior de comprensión de un concepto que descolló en el siglo XV: la perspectiva. Esta técnica pictórica no fue sino un símbolo del despertar (renacer) a una nueva óptica (consciencia) acerca de la posición que ocupa el hombre en su realidad.
Los Masaccio, Leonardo, Miguel Angel, Rafael y tantos otros mostraron al mundo que la realidad observada varía en función de la posición que adopta el observador. Picados, contrapicados, luces y sombras. Todo remitía a la antigua y recuperada máxima Aristotélica 'Nada es lo que ves. La realidad es del color del cristal a través de la que es observada'. Luego vinieron Copérnico y más tarde Galileo para servirnos el postre, y ponerle la guinda a la nueva óptica que los artistas habían revelado. Obviamente se encontraron con una fuerte oposición, la misma, curiosamente, que hoy está tratando de mantenerte sumido en la ignorancia de lo que te voy a contar.
En el año 1849, el arqueólogo Austen Henry Layard excavaba en el palacio de Kalhu, la antigua capital de Asiria, más conocida como Nínive. Entre las innumerables piezas que rescató descubrió lo que desde el principio le pareció una lente de cristal…
Querer saber está bien. Es innato en la naturaleza humana, pero la carrera por el conocimiento, por el descubrimiento, que está muy bien, nos ha hecho dejar muchas cosas por el camino…
Rendirse a la magnificencia del cosmos y abandonarse al río de la vida, aceptando que uno se está viendo superado por el tsunami de acontecimientos, desclasificaciones y catarsis emocionales de todo orden, es la llave que abre la puerta de la habitación en la que hemos ocultado todo eso que nos hemos dejado por el camino. Aceptar hacer un alto en el camino de la furia y reconocer que en esta exploración nos hemos matado entre nosotros para saber más, para 'progresar' en el sentido más amplio y legítimo del término, es lo más sanador que podemos hacer por nosotros mismos. Y créeme si te digo que la sanación es lo que quieres, muy dentro de ti.
Hemos de reconocer que todos hemos dado codazos a diestro y siniestro para ser 'los primeros de la clase' y hemos hecho daño. Y no solo hemos sido 'verdugos' más o menos implacables (eso cada cual verá) sino también víctimas, encarnación tras generación, de la tiranía (aparentemente externa) del dictador interno, ese mono que no deja de parlotear en su desesperada búsqueda por darle un sentido a la vida (la madre de las desclasificaciones). Y en esas hemos sufrido como hijos de padres insensibles que, desorientados, hicieron lo que pudieron, pero que atenazados por la confusión, nos dijeron que para sobrevivir en este inhóspito mundo hay que ser más fuertes que los demás. Y compramos ese argumento. ¿Qué remedio, verdad? Eran nuestros padres. Si no les hacíamos caso a ellos, a quié se lo haríamos. Ese es el origen del consumismo desbocado que nos ha llevado a la coyuntura actual. Lo que ahora toca es 'despertar' de nuevo a un nuevo cíclo, 500 años después, en el que el velo de Isis (Maya para la tradición védica) ya está siendo levantado. Todo el caos que estamos presenciando es consecuencia del colapso/derrumbe de los andamios que mantenían apuntalado el escenario de esta gran tragicomedia que es la vida, una perfecta y majestuosa representación que nosotros mismos hemos estado, vida tras vida, interpretando con roles que nos hemos autoasignado. Nos somos el periodista, el funcionario, el panadero, la peluquera, el marido, la nieta…eso son nuestros papeles, los que más convenientemente nos han ayudado a explorar el universo, a expandirlo, como dice el brillante físico (y metafísico) Nassim Haramein. Y lo mejor de todo es que todos somos parte, a la vez, del actor principal: el autor de la obra y arquitecto del teatro. Somos Dios. Nosotros mismos. Al igual que Livingstone no hubiera descubierto las cataratas Victoria si conociese de su existencia de antemano, para llevar a cabo este magnífico plan en el que la ignorancia ha jugado un papel inevitable, consensuamos asignamos algo fantástico: una amnesia colectiva. Obviamente, como consecuencia de la ignorancia desencadenada, sabíamos que nos haríamos daño, en una escalada sin precedentes, así que para poder interpretar cada uno su papel, nos dictamos una ley que ponía a cada cual en su sitio, permitiéndole recapacitar sobre los actos cometidos: el karma.
Y en esas estamos, tratando de regresar a casa, despidiéndonos pacíficamente y entre risas, de todo el matete (como dicen los argentinos) que hemos organizado. Es tiempo de dis-culparnos por todo el caos que hemos generado, cada cual en su esfera de dominio (gobernantes, militares, vicarios religiosos, padres de familia, compañeros de estudios…). No queremos la culpa. Es tiempo de devolvérsela a los que nos la han endilgado. Lo hecho, hecho está. Que cada cual haga examen de conciencia y en la medida que cada uno vea su epifanía revelada, asuma su responsabilidad dedíquese a tolerar a los demás, a ofrecer la otra mejilla antes de devolver instintivamente la bofetada recibida. Porque cada uno tiene el poder de detener la destrucción, desde el momento que es capaz de dar un paso atrás (como dice Eckart Tolle) y observar los acontecimientos desde 'afuera', como cuentan que hacen esas personas que han estado científicamente (clínicamente) 'muertas', y han observado sus cuerpos desde el techo de la habitación. Ellos necesitaron llegar a ese extremo para tomar conciencia de una realidad a la que TU puedes acceder sin necesidad de tener que llegar al extremo de presenciar tu propia muerte y regresar para contar lo que hay más allá.
Es tiempo de identificar y sanar (integrar) las heridas que los comportamientos adictivos nos han ocasionado y han repercutido, inevitablemente, en nuestro entorno. No vamos a devolverle la salud al planeta porque ese no es nuestro papel. Ella misma está sanándose. Es su momento. Ella es consciente del fin de ciclo que este momento constituye, y está actuando en consonancia. Estaba escrito hace tiempo. La cuestión es: ¿Estás list@ y 'a la altura de las circunstancias' para aceptar y acompañarla en su regeneración? ¿Estás list@ para sentir compasión por cada ser vivo? ¿Estás listo para dejar de juzgar?
¿Buscas la paz en el mundo? Busca la paz en tu interior. ¿No sabes cómo?
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.»
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domingo, 23 de enero de 2011
Culpa vs. Responsabilidad
¿Quién no se ha sentido culpable en su vida? Seguramente te ha pasado, que has herido a otra persona sin querer (inconscientemente) y luego has sentido una gran culpa. Todos cometemos errores, algunos insignificantes y otros que tienen mayor repercusión. El hecho es que cuando uno de estos errores afecta de alguna manera a otra persona, nos sentimos mal. Pero ¿por qué nos sentimos mal? ¿por qué nos sentimos 'culpables'? Curiosamente tenemos mayor facilidad en detectar el dolor causado en otros –normalmente porque el agredido se encarga ineludiblemente de hacernos saber su malestar– que en en reconocernos a nosotros mismos/as como víctimas directas de nuestros actos inconscientes. Es decir cuando nos agredimos a nosotros mismos, negándonos el disfrute de algo (no comer un helado porque 'engorda', etc…)
La sentimiento de culpa es un indicador de que estamos quebrantando alguna norma social consensuada, ya se trate de reglas establecidas formalmente –como respetar las normas de circulación del tráfico, pagar impuestos…– o límites implícitos que nos hemos autoimpuesto porque nos decían que no podían transgredirse, como que no hay que decir palabras feas o insultar, en definitiva cualquier expresión que conlleve herir los sentimientos de otros (por acción u omisión). La culpa está íntimamente ligada a otra emoción muy dañino: el rencorLa culpa, pues, se define como el estado emocional que surge de pensar que hemos actuado de manera indebida, ya sea que hicimos algo que no debimos haber hecho, o que no hicimos algo que se consideraba correcto hacer. La culpa es una actitud personal autolesiva, originada por emociones contenidas. Y estas emociones, a su vez, tienen su fuente en pensamientos perturbadores, aceptados y asimilados del pensamiento inconsciente colectivo (global) del resto de personas, que incorporamos, automáticamente, en la balanza de nuestros criterios personales sin cotejar ni sopesar su credibilidad en la mágica balanza de nuestro discernimiento (sentido común), esa a la que desgraciadamente no solemos conceder excesivo crédito: nuestra intuición.
Como consecuencia, dichos pensamientos 'heredados' nos llevan a juzgarnos precipitadamente y ello repercute en una actitud auto-devaluadora, calificándonos negativamente ("Soy una mierda, qué mala persona soy…") muchas veces antes de que hayamos 'metido la pata'. Curiosamente cuando la hemos metido, tendemos a exonerarnos de toda responsabilidad con el típico 'yo no he sido'.
La culpa surge pues de manera automática, y nos suele indicar que algo en nuestra conducta no está en armonía con lo que nos enseñaron y nosotros hemos aceptado y consideramos como adecuado.
En las estadísticamente escasas ocasiones en que reconocemos el error tendemos a ahogarnos en el sentimiento de culpa, ese mar irreal que creamos de la nada. Los psicólogos en general nos dicen que culpabilizarse no sirve de nada. Ni nos sirve a nosotros ni a la persona a quien hemos lastimado. Y sin embargo ahí está. La culpa. Se instala y no hay Dios que la mueva de la cabeza.
Dicen que un error no se convierte en equivocación mientras se acepte repararlo.
De lo que se trata realmente es de asumir nuestros actos, y hacernos responsables de enmendar las situaciones que hemos desequilibrado con nuestra inconsciente (lo hice sin darme cuenta…), hasta donde eso sea posible. Hay una gran diferencia entre sentirme culpable y sentirme responsable. La culpa hace que uno se sienta mal consigo. Y si la actitud auto-devaluante y autolesiva persiste existen serios riesgos de que el malestar se filtre hasta el dominio del cuerpo físico, originando una enfermedad. Asumir la responsabilidad ante el daño ocasionado significa, por el contrario, que tomo consciencia de que yo he sido quien ha ocasionado el dolor ajeno (o propio!), aceptando que cometí un error, pero decido no cargar con una losa añadida en mis espaldas. ¿cómo se hace eso? Dirás.
Te pondré un ejemplo:
Imagínate que estás a la mesa comiendo con un amigo. De repente, en el calor de un intercambio de pareceres sobre un tema, haces un brusco (y habitual en ti) ademán o aspaviento con tu brazo y tiras el vaso de agua que estaba frente a ti, bañando por completo a dicho amigo.
Los pasos a seguir para reaccionar con responsabilidad en vez de con culpa son:
1. Lo primero que haces es reconocer ante ti mismo que cometiste un error. Es imprescindible. Muchas personas se bloquean en este paso, y no pueden siquiera aceptar que se equivocaron. Niegan la responsabilidad de su autoría y automáticamente (inconscientemente) la trasladan a algo (circunstancia, objeto o sujeto) externo. Pueden llegar a incorporar pensamientos del tipo "vaya, qué vaso tan inestable, por su culpa ahora estás empadado” (ante la estupefacción del afectado). Debes aceptar fuiste tú quien cometió el error.
2. Entonces puedes pedirle al afectado que no te inculpe (pedir disculpas). Hacerle saber a tu amigo, que honestamente lamentas lo sucedido, que asumes el hecho y que (por obvio que suene) no fue tu intención consciente. Esta es la parte de asumir tu conducta, tu error, frente al/los involucrado/s.
3. Asumir la responsabilidad implica, a continuación, mostrar disposición a reparar, resolver, componer en la medida de lo necesario (y posible para ti) para que la situación retome su cauce. En el caso de tu amigo, quizá debas preguntarle al camarero o a tu mismo compañero el modo más adecuado para reparar el error (si es que tú mismo no tienes la respuesta en ese instante). Le ayudas: le alcanzas unas servilletas, le acompañas al baño (aunque si se trata de una dama eso ni se te ocurra) para ayudarle a secar su ropa, o llevarlo, si se tercia, a su casa para que se cambie de ropa, o bien ofrecerle pagarle la tintorería, y si quieres exagerar, ofrecerte a comprarle nueva ropa. Por proponer que no quede (cuanto más solícito te muestres, más comprensivo se mostrará el afectado. Dar opciones para arreglar aquello que tú “descompusiste” sería actuar responsablemente.Y aquí viene lo más importante: ESTO ES TODO lo que puedes hacer por enmendar por esa persona, NO PUEDES HACER MÁS.
4. Y ahora viene algo interesante y complicado: finalmente, una vez has solicitado las disculpas del afectado (ello no significa necesariamente que las recibas, eso no importa), es vital que TE DISCULPES A TI MISMO. Debes reconocer ante ti mismo que ser humano implica que a veces te equivocas. Errare humanum est. Este paso es fundamental, para que te disculpes (te descargues de la eventual culpa que otros (o tú mismo) decidan cargarte.
Imposible cambiar las reacciones del otro. Si el otro se enfada y a pesar de tus disculpas y tu oferta de reparación, te insulta y decide seguir enojado, no aceptando que no fue tu intención, ese ya es problema suyo, no tuyo. No puedes revertir la cadena de acontecimientos. Lo hecho, hecho está. Se repara en la medida de lo necesario (si es posible) y te disculpas.
En resumen: una vez que tu ya hiciste lo que está en tus manos, ya no puedes hacer más. Ya no depende de ti. Tú ya hiciste lo correcto. En la vida suceden cosas. No se puede pasar de puntillas por la vida tratando de no manchar nada.
Ya aceptaste tu error y ofreciste corregir el problema. Puedes estar en paz y tranquilo contigo. Si tú ya te perdonaste, puedes sentirte bien contigo, aún sabiendo que cometiste un error. Si el otro está enojado y tú quieres ayudarle con su emoción, puedes pedirle disculpas otra vez, puedes acompañarle en su enojo (compasión) pero consciente de que no tienes por qué asumir responsabilidad por las reacciones de otra persona. Quizá puedas intentar ayudarle a que se sienta bien, pero no eres responsable de su mente y todo lo que acumula en ella.
Esta es la gran diferencia entre sentirte culpable y sentirte responsable. Con la culpa sientes que tú estás mal, te sientes mal contigo (y eres susceptible al chantaje y manipulación de otras personas que necesiten manipularte). Al hacerte responsable asumes la autoría y la incomodidad que te embarga por el error, pero al final decides no culparte. Eso te restituye la paz interna.
Hay una gran diferencia, pues, entre sentirse culpable y hacerse responsable.
Ahora bien, no se trata de decir“bueno, en adelante ya no me voy a sentir culpable de lo que haga y si vuelve a suceder algo semejante haré como si no pasase nada”. Esto sería una actitud inmadura e incluso psicopática. Se trata de reconocer mi error y hacerme responsable de él. Solamente puedo hacer algo por remediarlo hasta cierto punto. Más allá de eso ya no puedo. Ya no depende de mi.
Tampoco se trata de andar por la vida actuando sin pensar y cometiendo errores a diestro y siniestro pensando que “si el otro se enoja, ese ya no es mi problema”. Eso también sería una actitud inmadura, propia de un niño que no sabe medir las consecuencias de sus actos y no tiene conciencia de cómo sus actos repercute en su entorno, pues vive centrado en si mismo.
Se trata de aceptar que eres humano, que te vas a equivocar, y que eso es inevitable. Que sentirte mal contigo por esos errores no sirve de mucho. Que es mejor aceptar tus fallos como parte de tu naturaleza y del proceso de crecimiento, y actuar con madurez y con responsabilidad frente a los demás.
Este es un ejemplo de un error poco relevante, pero lo mismo sirve para cualquier equivocación. No importa la dimensión de ésta. Lo único que está en tus manos finalmente es reconocerlo, disculparte, intentar solucionarlo hasta donde es posible y aprender de ello. Muchas veces, como dije, no hay solución para la situación.
El sentirte culpable no va a regresar el tiempo. Hay que aceptar las cosas como son, asumiendo la responsabilidad de nuestros actos, y sintiéndote bien contigo mismo en toda situación. Valorarte a ti mismo frente a éxitos y frente a fracasos, frente a aciertos y sobre todo, frente a los errores –que son de las cosas más normales y comunes de la vida– es el camino para convertirte en una persona integrada con tu entorno y sobretodo contigo mismo.
Ahora bien, tal vez te cueste acallar una voz en tu interior que insistentemente te acusa: “pero si fui yo quien lo mojó, es mi culpa que esté enojado”. Si, a pesar de todo, no consigues aparcar la culpa, manejar tus emociones, tener mejores relaciones con otros, tener una autoestima sólida y vivenciar un crecimiento personal constante, entonces quizá estés receptivo a dar el paso 5:
Llegado a este punto, quizá decidas recapacitar y admitir que:
1. No es la primera vez que sucede algo similar. Esta vez ha sido un vaso, pero hace un mes, dejándote llevar por otra emoción similar cometiste un error con consecuencias más calamitosas.
2. En ti hay un/a rebelde que detesta en el fondo tener que pedir disculpas y confiesas valientemente que lo haces a regañadientes. Incluso de que te percatas de que el destinatario de tu petición se da cuenta de tu falsedad en el testimonio (con lo cual cualquier disculpa que recibas será un paripé)
3. Ya no te conformas con ir sobreviviendo y tratando de superar los obstáculos que admites que tú mismo te colocas en el camino
4. Si reconoces –después de mucho tropezar– que hay un cúmulo de actitudes en ti que te incomodan y te ponen en evidencia.
5. Si deseas tomar las riendas de ese caballo desbocado, o mono compulsivamente parlanchín que va donde quiere y dice lo que quiere, en lugar de ir donde tu le mandas o decir lo que ordenas.
Si aceptas cualquiera de estos puntos…entonces estás de enhorabuena. Si, a pesar de aceptar que actuaste inconscientemente, reconoces que te cuesta horrores disculparte, debes saber que estás en la senda de la sanación espiritual.
Atrévete entonces a escarbar en la raíz de una actitud, gesto, expresión o comportamiento frecuente que brota siempre "sin pedir permiso" (a veces cuando menos lo esperas). A medida que tomes conciencia de que tu mente, siempre que te enfrentas a una disyuntiva, demuestra estar escindida en dos partes, la consciente y la inconsciente, detectarás que afloran dos mensajes:
1. El primero es muy insistente. Te advierte y pone al corriente de las experiencias pasadas, y las proyecta al futuro haciendo predicciones en virtud del pasado, incitándote con ello, ya sea a ponerte férreamente a la defensiva o a desinhibirte por completo y abandonarte a estados eufóricos. En todo caso apela a tu deseo. Tiende a emitir precipitadamente juicios de valor sobre las personas que la circunstancia involucra (tú incluido) y el síntoma más fiable para reconocer la procedencia de esta 'voz' es que su mensaje viene teñido de una inconfundible impaciencia, ordenándote que tomes una decisión inmediata al respecto de la circunstancia acaecida. Por eso suena en primer lugar.
2. El segundo mensaje procede de una vocecita que espera pacientemente a que la primera concluya su discurso. Procede de tu más profundo interior y te susurra en tono amable y exento de cualquier reproche, desde la intuición, apelando al sentido común (el menos común de los sentidos, por cierto) que escuches y obres según te dicte el corazón.
Si te propones averiguar por qué actuaste de ese modo hiriente con otro (y contigo mismo porque reconoces que no deseas repetirlo y cuando ocurre te duele) o permitiste que otro fuera hiriente contigo sin manifestar la legítima emoción que experimentaste, y liberarte de ese dictador interno que manipula tu día a día, entonces serás conducido a la percepción de una perspectiva nueva de la vida de la que saldrás muy fortalecido.
Reconocer y aceptar como nada aleatorio el patrón oculto (inconsciente) de conducta que te ha empujado (y te sigue empujando) a actuar de modos indeseados, y proponerte acceder al epidentro/origen de la circunstancia acaecida, es algo que solo está al alcance de unos pocos valientes.
“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:31)
Se precisa coraje. Tienes el necesario.
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