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miércoles, 15 de enero de 2014

el lado oscuro

Se suele decir que los humanos somos, a diferencia del resto de seres de la Creación, ambivalentes (bipolares se dice en estos tiempos). Que somos capaces de lo mejor y de lo peor. Que habita en algún lugar recóndito de nosotros una fuente que provee alternativamente del potencial para matar y de amar. De ahí que al presenciar nuestros involuntarios arranques de cólera no nos reconozcamos del todo sabiendo, muy en el fondo, que somos capaces de las más sublimes cotas de bondad. 
Se dice que depende de nosotros escoger cuál de las dos vertientes alimentar. Que es una prerrogativa del ser humano escoger la opción más beneficiosa. Y sin duda eso es cierto, es verdad, pues nadie negará que es más de agradecer una sonrisa compasiva que nos transmita confianza y seguridad en el contexto de una situación dolorosa, antes que ser acosados con hostigamiento y represión. 

Tarde o temprano, uno acaba preguntándose –como hice yo–, si existe un momento en que ese potencial compasivo y empático que, en tanto que pacientes, tanto agradecemos, podría ser no solo objeto de nuestro disfrute sino también susceptible de ser emitido por uno...
¿Dónde termina la eternizante –y eclesiástica!– esperanza y donde comienza la puesta en acción? ¿Hasta cuándo somos amados y desde cuándo somos amantes? ¿Dónde termina el resentimiento y dónde empieza la generosidad desinteresada? Sin duda que, como se ha dicho, ambos extremos cohabitan de modo intermitente aunque movidos por situaciones extremas de heroismo o de vileza, pero lo cierto es que entre ambos instantes existe un pantanoso terreno de arenas movedizas: la duda, un escenario de indecisión del que nos hemos impregnado y en el que hemos crecido. Fuimos persuadidos por quienes nos preferían esclavos de la inacción a no remover mucho esa duda, so pena de acelerar innecesariamente el proceso de empantanamiento. Pero lo cierto es que el hundimiento es irremisible a todas luces.

Algunas personas –cada vez más– aceptan que tienen un lado oscuro. Pero creen que asumiendo (en inglés awareness) su presencia y dejándola pasar de largo por medio de la meditación, consiguen aplacar a esa fiera, domesticarla. Es cierto, eso es posible para quien ha atravesado su particular 'noche oscura del alma', como bien la definió San Juan de la Cruz, abocarse a un proceso de consciente alerta. Pero la verdad es que muchos nos hemos engañado pretendiendo haber alcanzado un cierto estadio de consciencia que se presume libre de la esclavitud de las emociones. No es que no le hayamos visto las orejas al lobo, que sí, pero una voz insistente nos insta a bajar la atención. Una voz muy persuasiva y edulcorante.
Y es que el indefinido 'monstruo' que atenaza nuestras mentes trabaja a destajo y tiene innumerables recursos -a cada cual más refinado- para persuadirnos de que o bien ya hemos alcanzado el 'nivel espiritual' requerido/perseguido o bien que no merece la pena el esfuerzo (titánico, dice) de alcanzar el anhelado estado iluminado, ese al que de todos modos solo llegaron un numero muy limitado de mortales (Budah, Jesús, Krsna...). Ya están ellos (su recuerdo) para ser idolatrados...Todo con la intención de disuadirnos del empeño de parecernos a aquellos que dieron sus vidas por advertirnos del error de perspectiva. Todo por disuadirnos de mantener  la guardia en alto, un estado de alerta consciente que frustre el empeño del ego de mantenernos arrulados en los 'brazos de Morfeo'. Te repiten 'no dejes de soñar', 'cree en tus sueños', 'ten esperanza'...espera, espera...Es entonces cuando llegan las palmaditas en la espalda, las alabanzas, los reconocimientos, los premios, galardones. El ego utiliza esos apetitosos y efímeros laureles para seducir nuestro orgullo por el camino. A medida que vamos insistiendo en nuestra búsqueda de la verdad, de la Libertad, las piedras que aparecen en el camino son más sutiles. Un camino que ,intrínsecamente, no tiene una meta. El camino es la meta en si.

Ser Libres, es un anhelo muy antiguo del ser humano. Pero ¿libres de qué? Tenemos vehículos con los que desplazarnos 'libremente'. Existen actividades, lúdicas o laborales que podemos escoger 'libremente'...Podemos optar ¡libremente'  entre alimentarnos con un u otro tipo de alimentos. Tenemos partidos políticos entre los que poder optar 'libremente'. Sistemas operativos entre los que escoger a la hora de hacernos con un ordenador. Incluso tenemos derecho a manifestarnos libremente si algo nos disgusta. Tenemos parejas, que hemos escogido 'libremente' (?)...Pongo comillas porque para muchos empieza a ser más que obvio que la libertad de la que creemos disponer, al fin y al cabo no deja de estar condicionada por factores determinantes que sin embargo escapan a nuestro control consciente. Por eso escribo libertad con minúsculas.

Siempre nos han dicho que hay dominios de la vida que solo atienden a la razón. Y otros al corazón. Como si se tratase de una disyuntiva. Lo que he descubierto es que el camino del corazón no es la antítesis de la 'cabeza', sino la síntesis entre los verdaderos opuestos: la razón (el intelecto) y la visceralidad (las emociones) los dos caballos del carruaje (diligencia) en el que hemos transitado por esta vida.


El corazón es el lugar/momento sintético para la entente entre ambos corceles, opuestos inicialmente entre sí durante la carrera por el estrellato, en virtud de la opción de amor preferencial (especial) que el cochero haya escogido. Si Papá fue el ausente en nuestros años críticos de existencia quizá adoptemos el rol que Él dejó vacío en el orden familiar.  Nuestro anhelo por recuperar al progenitor ausente es directamente proporcional a nuestra pulsión por ocupar el puesto vacante. Si la ausente fue mamá, otro tanto. Si eres varón, o mejor dicho, decantadamente izquierdocerebral, tu neurosis tendrá unos derroteros. Si tu hemisferio predominante, independientemente del sexo físico del que estés revestido, es el derecho, tu experiencia tendrá otros tintes. En cualquier caso surgen los celos del otro caballo.

Las personas depresivas (en algún momento todos transitamos por esos lodos), aquellas que optaron desde muy pequeñas por el camino de zambullirse en las emociones, no atienden a razones. Todo es abierto reclamo y necesidad (Mi suegra me lo ha demostrado con su impagable ejemplo). Por su parte, las personas pragmáticas, entregadas a la eficiencia de los cálculos de probabilidades (en algún momento todos transitamos por esos lodos), no entienden de sincronicidades, de coincidencias mágicas, no saben gestionar imprevistos ni leer los signos invisibles que para los animales y los niños son evidentes sin parapetarse tras sus chalecos antibalas, no atienden al dominio de la intuición.

A la Libertad Real, la que brota con mayúsculas sin pensar (con la cabeza), pero sintiéndola desde el centro del corazón, los antiguos la llamaron 'Libre albedrío', la capacidad anhelada por el sabio Salomón, para discernir entre actuar correctamente frente a cualquier disyuntiva. Pero esa capacidad de discernir, oculta y aletargada esperando su lugar y momento está condicionada por los recuerdos alojados en el inconsciente. Y la verdad (vergüenza) oculta en el verdadero 'patio de atrás' (backyard) aflora interruptamente por medio de lapsus linguae (fallidos, chistes, metáforas...), sueños,...hasta que decidimos dejar de ser esclavos de nuestra capacidad represora inconsciente y optamos por atender el reclamo del caballo renegado, es decir el hemisferio que fue relegado al ostracismo, agraviado en el envite a la hora de escoger entre papá y mamá, entre izquierda y derecha, entre conservar y progresar, entre retener y soltar, entre gritar o callar. Hasta que decidimos optar por recordar en lugar de olvidar...recordar...volver a 'cordar', ligar, volver a ligar, religar (religión)

La Libertad, lejos de ser un objeto de deseo, está intacta. Pero en muchos de nosotros se halla secuestrada por una energía oscura llamada miedo. De eso, ya lo sabes, se ha ocupado profusamente la literatura de la llamada Nueva Era. Pero muchos se preguntan finalmente, ¿es bueno tener miedo o no? Depende de para que lo uses. El agua te hidrata, pero puedes ahogarte en ella...

El miedo sabemos que sirvió a nuestros ancestros evolutivos más recientes para advertir de peligros que atentasen contra su (nuestra) integridad, para asegurarse la subsistencia. Una vez hecho acopio del miedo y haber éste plasmado su función, el miedo desaparecía. Pero algo sucedió en algún momento para que el miedo fuese acreditado para extralimitarse de sus funciones. Desde el advenimiento de la era moderna el ser humano ha sido adoctrinado para apelar al miedo frente a la cotidianeidad,a verla como una dolorosa amenaza. Y el miedo ha adquirido, así,  patente de corso para hacer notar permanentemente su renovada jerarquía, sumiendo a la especie en una neurótica huida del supuestamente insoportable (muchas veces imaginario) dolor.

El miedo solo es efectivo si camina libre, de la mano de la intuición.

Estamos de acuerdo que el trabajo más efectivo al que nadie pueda consagrarse es el que consiste en destapar el tarro de la intuición, en concederle el apropiado crédito a la natural capacidad de discernimiento de que gozaban los humanos antes de que el miedo al dolor obnubilara su paz. Un crédito que le han negado las personas pragmáticas con un hemisferio izquierdo sobreocupado.




Pero ¿cómo se destapa la intuición?, te preguntarás. 
Existe una máxima que, desvinculada del conocido contexto de sacrificio, conduce a la liberación de la esclavitud. El trabajo de rescate de las emociones reprimidas, ese lado oscuro censurado, el único trabajo válido y coherente al que todo ser consciente de su esclavitud mental debe encomendarse. Un lado oscuro que clama por salir más que de su condenado armario, del tabique donde fue emparedado. En el caso de las personas depresivas, generalmente 'con vena artística', corresponde a una recuperada capacidad organizadora y estructurante. En las personas pragmáticas y efectivas, lo contrario, el anhelo de romper moldes, de hacer locuras, de jugar. Lo que ocurre es que todos tenemos ambos potenciales, todos poseemos en proporciones dispares un desequilibrio entre ambos hemisferios (ver más aquí: http://hoyxtiredefavores.blogspot.com.es/2011/12/la-cura-unir-los-dos-hemisferios-i.html). Conciliarlos desde el Corazón significa atender al corcel que ha sido desconsiderado, el enemigo nº 1. Y atenderlo es sentirlo. Y sentirlo es conmoverse ante el presidio al que una parte vital de nuestra esencia ha sido confinada.

...

"Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No ofrezcáis resistencia al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, ofrécele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; solo así seréis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?
Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?
Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

(Lc. 6.27-36)

...

La Libertad no es un fin, no es una meta que debamos alcanzar, pues ya somos libres de nacimiento (no en vano así lo corrobora el artículo 1 de la Declaración universal de los derechos humanos). Es decir, tenemos intacto el poder para escoger. No es una meta pues que haya que alcanzar. Ser libres? Ya lo somos. La Libertad es una herramienta que nos ha sido dada, un módulo de serie, ya incorporado en los circuitos, emitiendo pulsos desde los recuerdos ancestrales de nuestra vida libre de ataduras mentales hace más de 10 mil años, pero de la que aún no hemos hecho sino un uso desvirtuado. La Libertad, que es la Consciencia misma tiene como meta saber escoger, llegado el momento de la disyuntiva, sin eludir el dolor que pueda derivarse (nadie se muere de dolor sino de las consecuencias de eludirlo) optar entre dos opciones. El dolor no es una condición, es una verdad.

Para dejar de huir inconscientemente del dolor 'presente' 'eckartolliano', muchas veces imaginario, la Libertad precisa de la valentía para acudir a esa celda, oscura, en las profundidades de nuestra fortaleza hasta ahora inexpugnable, el súcubo de todos los dolores pasados. Acudir allí, a esa cueva ignota, al rescate de la majestuosa energía dejada en consigna, el niño interno junguiano, aterrorizado que aún suplica por la atención que no se le concedió cuando más lo necesitaba.

En el camino hacia el lado oscuro acabamos descubriendo que no es tan fiera la bestia como la pintan...

"…Pero no quieres hacerlo. Tienes miedo. Te aterroriza decir lo que sientes.
Tú mueves, chaval."




lunes, 13 de junio de 2011

Del Ego al Corazón (II)

1. Estar insatisfechos de lo que la conciencia basada en el ego tiene para ofrecerles, anhelar ‘algo más’: el comienzo del final.


2. Comenzar a ser conscientes de vuestras ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final.


3. Permitir que mueran dentro de ustedes las viejas energías basadas en el ego, eliminando el capullo, siendo su nuevo ser: el final del final.


4. El despertar dentro de ustedes de la conciencia basada en el corazón, motivada por amor y libertad; ayudar a otros a hacer la transición.


En este capítulo discutiremos el paso 2.







Cuando vosotros comenzáis a dejar de identificaros a vosotros mismos con el ego, al principio os halláis en un estado de confusión propio de quien ya no sabe realmente quien es. Esta confusión puede ser muy profunda y de naturaleza filosófica. Os comenzáis a hacer preguntas acerca del significado de la vida, acerca del bien y el mal, acerca de lo que verdaderamente sentís y pensáis como opuesto a lo que otros creen que sentís y pensáis. Estas preguntas son de repente muy reales para vosotros y tienen una relación directa en las elecciones de vida que hacéis. Os observáis a vosotros mismos pensando: ¿éste soy yo?, ¿Esto es lo que quiero? Cuesta entonces tomar decisiones, ya que nada a partir de entonces resulta evidente por sí mismo.


En realidad, ahora estáis dando un paso hacia atrás, reculando, un paso adentro de lo profundo: un paso hacia dentro. Comenzáis a ser concientes de partes más profundas de vosotros de cuya existencia hasta entonces ignorábais. Partes que están menos condicionadas por vuestra educación, instrucción y por vuestra sociedad. Recibís entonces chispazos de quienes realmente sois: vuestra singularidad, vuestra individualidad. Recordáis que hay una parte de vosotros que no es dependiente de nada de todo lo que os rodea, vuestros padres, vuestros trabajos, vuestras relaciones, ni siquiera de vuestro cuerpo. Esto sucede cuando –vagamente– percibís vuestra naturaleza universal, vuestra “divinidad”, la parte de vosotros que es completamente ilimitada, infinita y eterna.


En realidad, todos sois seres multidimensionales: tenéis el poder de manifestar vuestra existencia en varias realidades o planos diferentes al mismo tiempo. No estáis ligados a un marco de tiempo lineal. Vuestra actual personalidad solo es un aspecto de la entidad multidimensional que sois. Cuando os deis cuenta de que vuestra expresión actual como un ser humano físico es simplemente un aspecto o avatar de ustedes, iréis más allá de ella y podréis entrar en contacto con el Ser superior que sois.


Pero antes de lograr esta meta, necesitáis sanar las partes heridas en vuestro “interior”.
Vivir de acuerdo a los mandatos y demandas del ego ha creado heridas psicológicas dentro de vosotros. Dejar marchar a la conciencia basada en el ego inicialmente crea confusión, dudas y desorientación. Es natural. Tras la consecución de este primer paso, accedéis a una nueva etapa: es la etapa de observar, comprender y sanar vuestras heridas internas. A continuación hablaremos de esta etapa.


Hallándose el ego a los mandos de vuestra existencia, durante un buen tiempo vuestras acciones y pensamientos han estado basados en el miedo, la energía propia del ego. De algún modo, habéis perseguido denodada y despiadadamente vuestros deseos de poder, reconocimiento y control. En esto, habéis desacreditado a vuestra propia naturaleza. Vuestro comportamiento ha copiado y ha estado basado en modelos externos en lugar deestar fundamentado en vuestras propias y genuinas necesidades. Además, no habéis sido capaces de amar realmente a alguien más, pues el amor se halla completamente en las antípodas respecto a la necesidad de controlar o dominar.
Todo este estado de conciencia constituyó un ataque a la integridad de vuestras almas. El alma sufrió bajo el reinado del ego.
Cuando os libráis progresivamente de la esclavitud y de la influencia del ego, este dolor interno se vuelve más visible y queda más patente. Es expuesto a vosotros –desnudo y en carne viva– despojado de máscaras. Sin embargo, todavía ignoráis cómo lidiar con este dolor, ya que aún estáis en una etapa de confusión y desorientación. Muy a menudo, ustedes pasáis a una etapa consistente en emitir juicios de valor acerca del origen de vuestras heridas internas, porque dichas heridas parecen haberos conducido a modelos de comportamiento negativos: adicciones, depresión, impulsos y deseos incontrolables, problemas de comunicación, dificultades en las relaciones íntimas.
Así, la autocrítica inflige más dolor sobre el alma, esa parte de vosotros que está comenzado a virar hacia la Luz. Vuestra alma está dejando ir la necesidad de poder y control, recuperando por ello la sensibilidad olvidada… y entonces se pone al día con la autocrítica.
Muchas personas andan errando en este territorio no humano entre el ego y el corazón. Están buscando agarraderas a una realidad más amorosa, pero todavía se hallan al alcance de los azotes del ego.


En realidad, no son vuestras heridas internas lo que os hace caer presos de lo que consideráis “rasgos negativos” en vosotros mismos. Es vuestra autocrítica, el asumir la culpabilidad por las heridas recibidas lo que ocasiona el estado depresivo. Si os observáis, por el contrario, con una actitud de aceptación, no veréis a una persona adicta, depresiva o fracasada. tan sólo veréis dolor interno que necesita ser vigilado y cuidado de la manera más gentil y bondadosa posible, tal como un bebé precisa del consuelo y atenciones de su madre.
El paso más importante en la etapa dos de la transición del ego al corazón es que estáis queriendo entender vuestro dolor interno: aceptadlo, comprended sus orígenes, y permitid que las emociones que desencadene esta aceptación se manaifiesten libremente (llanto, pena, rabia…)


Si sois capaces de percibir el núcleo de miedo inherente a todas las expresiones de conciencia basadas en el ego, entonces habéis accedido a la realidad de la conciencia basada en el corazón. Por más censurable que sea el comportamiento de alguien, si reconocéis el dolor, la soledad y la imperiosa necesidad de autoprotección que subyace tras la máscara, entráis en contacto con el alma que está desplegando el comportamiento negativo. Tan pronto como percibís en vosotros (y en otros) el alma atemorizada, sois capaces de disculparos y disculpar a otros.
Esto es lo que primero y principalmente sucede en relación con vosotros mismos.


Pensad ahora en algo de vosotros mismos que realmente detestéis. Algo que realmente os avergüence y de lo que penséis que deberíais haberos liberado tiempo atrás. Puede ser inseguridad, holgazanería, impaciencia, o una adicción: algo que sintáis que no debería estar ahí ya acompañándoos. Ahora tratad de entender el motivo real detrás de este rasgo o tendencia propia. ¿Qué os obliga a pensar o manifestar eso una y otra vez? ¿Podéis acaso percibir la influencia del miedo en el origen de vuestras motivaciones?
Os dais cuenta de que en cuanto comprendéis lo que es el miedo, os ablandáis por dentro, deteniendo cualquiera que sea vuestra actitud intolerante –repito–para con vosotros y para con otros: “¡Oh Dios, no sabía que estabas tan atemorizado! Te ayudaré”. Brota, fruto de una toma de conciencia, la tolerancia en vuestras actitudes. Hay amor y perdón.


Mientras juzguéis los comportamientos (propios y ajenos) derivados y basados en el miedo, tales como agresividad, adicción, subordinación, vanidad, cólera, ira, humillación, etc, como “malo”, “pecaminoso” o “estúpido”, estaréis emitiendo juicios, y juzgar es también una actividad basada en el miedo. ¿Os habéis dado cuenta de que cuando juzgáis,os volvéis más duros e insensibles (incapaces de sentir) por dentro? Algo cristaliza, algo se aprieta, como labios presionándose entre sí u ojos volviéndose insensibles. Pero ¿por qué necesitamos juzgar cosas? ¿Cuál es la urgencia de delimitar la realidad entre los opuestos, correcto e incorrecto? ¿Cuál es el miedo que subyece bajo nuestra necesidad de juzgar? Sin duda es el miedo a enfrentarnos con nuestra propia oscuridad. Es, esencialmente, el miedo a VIVIR.


Al dejar ir la conciencia basada en el ego, querréis desarrollar una óptica completamente nueva de mirar las cosas. Esta forma de mirar puede ser mejor descrita como neutral, queriendo decir que sólo se toma nota de lo que es, descartando el interés en averiguar cómo las cosas “deberían ser”. Observáis las causas y efectos de los comportamientos basados en el ego, y reconocéis el núcleo del miedo interno, y entonces el ego se vuelve realmente transparente a vuestros ojos, tal como el traje del rey que creía lucir una vestimenta que solo un niño fue capaz de detectar como inexistente (Solo el que se vuelva como un niño entrará en el reino de los cielos). Si lo queréis podéis dejar ir cualquier cosa que vuestra integridad considere transparente, inexistente y carente de entidad.




Todo ser humano conoce el miedo. Cada uno de vosotros conoce la oscuridad y el sentimiento de soledad de estar atrapado en el miedo. Cuando el miedo se muestra abiertamente en la cara de un niño, la mayoría de los adultos reaccionan instantáneamente extendiendo, solícitos, sus manos, tratando de desacreditar ese sentimiento a ojos del niño. Bajo esa actitud subyace no obstante una necesidad de mitigar ese sentimiento incontrolable, convencidos como estáis de que el miedo es algo que hay que negar y arrinconar a toda costa, un fallo del sistema, un demonio que hay que espantar.
Pero cuando el miedo se muestra indirectamente, a través de máscaras de violencia y brutalidad, parece imperdonable. Máxime porque el indirectamente atemorizado suele ser un adulto al que etiquetáis como “desequilibrado”. Cuanto más destructivo y cruel es su/vuestro comportamiento, más difícil es percibir el miedo y la desolación que hay detrás.
A pesar de ello, estáis perfectamente capacitados para enfrentar esa energía.
Desde las profundidades de vuestras propias experiencias de miedo y desolación, podéis entrar en contacto con el profundo temor en las almas de los asesinos, violadores y criminales.
Es entonces posible para vosotros comprender sus acciones. Y si lo hacéis, basados en vuestras propias experiencias íntimas con la oscuridad, podréis dejarlo ir, dejarlo ser, sin la necesidad de juzgar a nadie. Si verdaderamente asimiláis que el miedo es un poder, una energía que está y que habéis experimentado en vuestra vida, entonces podréis dejar de juzgar. El miedo no es ni bueno ni malo. El miedo simplemente ES, y tiene un determinado papel que jugar.


De formas que son muy difíciles de expresar en conceptos humanos, el miedo es tanto una bendición como una tortura. En cualquier caso, la opción de permitir el acceso del miedo a vuestra realidad fue escogida por vosotros. Vosotros permitísteis que el miedo juegue un papel determinante en vuestra realidad. Y lo hicísteis no con una actitud masoquista, para torturaros, sino PARA CREAR, crear una realidad que tuviera más “sustancia”, más “plenitud” en ella que un mundo basado exclusivamente en el amor. Comprendo que esto puede pareceros increíble, pero tal vez podáis intuitivamente comprender lo que yo estoy tratando de decir aquí.


El miedo es una herramienta de la Creación. Donde hay miedo, sin duda no hay sitio para el amor. Pero donde no hay amor, éste puede ser buscado y hallado de maneras nuevas e impredecibles. En esta tesitura, un rango completo de emociones pueden ser exploradas, incluso creadas. La ausencia de amor puede manifestarse y sentirse de una innumerable variedad de formas. La presencia de amor, no obstante sólo puede sentirse por contraposición al miedo. Es por ello que el mundo dualista (de opuestos) en el que vivís, sirve de escuela para aprender a apreciar la bondad en presencia de maldad. De otra manera, estaría todo siempre expandido y eso impediría tener la correcta percepción de lo realidad experimentada. Un mundo exclusivamente regido por la energía del amor no proporcionaría la experiencia de autosuperación. 
Por lo tanto, al crear miedo, catapultándoos “temporalmente” fuera del océano de amor que os rodeaba, os permitísteis experimentar el amor primigenio, vivir la sensación de amar por primera vez. ¿Lo comprendéis? Ya conocíais el amor, pues sois luz, pero nunca habíais experimentado el zambulliros voluntariamente en la luz desde la oscuridad. Vosotros no creásteis el amor. Creásteis la experiencia de amor. Necesitábais un opuesto, algo “contrario” al amor. Para posibilitar esto creásteis al miedo como un instrumento. Nosotros, del otro lado del velo (al que llamás de Isis, o Maya), podemos ver claramente el rol espiritual que juega el miedo en vuestra realidad. Os suplicamos que no juzguéis. Por favor no juzguéis al miedo y a la oscuridad que conlleva. No lo juzquéis ni en vosotros mismos ni manifestado en cualquier otro ser. Todos fuisteis creados desde el amor y al amor debéis retornar, tras haber aceptado la experiencia contraria.


Cuando accedéis a la etapa 2 del proceso de transformación del ego al corazón, os veis enfrentados al dolor interno, vuestro miedo, y se os invita a observarlo con comprensión y aceptación.
Tras reconocer y volveros conscientes del dolor y miedo internos existentes, podéis avanzar a través de un período de autocrítica, en el cual podéis desarrollar un comportamiento destructivo. Podría parecer entonces que estuviéseis yendo hacia atrás en lugar de avanzar. Esta es la zona “peligrosa”, el territorio no humano entre el ego y el corazón. Estáis en “tierra de nadie”. La transición entre saber y escoger. Sabéis que tenéis que abandonar lo viejo, lo pasado, pero todavía no podéis realmente abrazar lo nuevo. Os quedáis “enganchados” a la duda, desconfiando de vosotros mismos y vuestras potencialidades. Es un periodo de autocrítica que debe superarse en un  punto de inflexión: cuando decidís dejar de juzgaros a vosotros mismos – por lo menos por un rato.


Sólo cuando estáis preparados para observaros con una actitud de interés y apertura, es cuando accedéis a la realidad de la conciencia basada en el corazón. De lo contrario estáis meramente comparándoos con un modelo “idealizado”, creado artificialmente por el conjunto de vuestros pensamientos y paradigmas y que, la mayoría de las veces, es insuficiente. Os herís con esto, y luego tratáis de nuevo de introduciros por la fuerza en aquel modelo que creásteis para vosotros en vuestra cabeza.
Esta pulsión por el perfeccionismo al que os abocáis día a día, fruto de la desesperación, el desencanto y la inconsciencia, es un arma asesina. Es totalmente lo opuesto al amor. El amor verdaderamente no compara y, más importante, nunca juzga ni pretende forzaros a algo o cambiaros en ningún modo. El amor no tiene ojos para aquello que definís como “lo que debería ser”, un juicio totalmente ausente en la conciencia del corazón. Visto desde vuestro corazón, las categorías morales siempre son modos de interpretar o ‘dividir’ la realidad. Hay ideas en vuestras mentes inquietas, y como bien sabéis, dichas ideas pueden diferir mucho de mente a mente, de cabeza a cabeza. La verdadera necesidad de establecer modelos y patrones para definir lo bueno es el precursor del conflicto humano y de las guerras. Y no son tanto las ideas, como la necesidad de abanderarlas y ejercer control, dominio y dirección, lo que origina agresión y conflicto.


Los ideales políticos, personales o espirituales, los estándares de salud, belleza y sanidad, os proveen de modelos de cómo deberían ser las cosas, o de cómo deberíais comportaros en función de ellos. Todos esos modelos externos tratan de fijar y definir qué es BUENO y qué es malo.
Pero el AMOR no está interesado en definir lo Bueno. Porque el amor simplemente es, no necesita definirse o explicarse. Simplemente se manifiesta. El amor no está interesado en las ideas, sino en la realidad. El amor se vuelca hacia lo que es real.
El corazón está interesado en todo lo que es, en cada expresión real vuestra, las destructivas y las constructivas. Él simplemente toma nota; él simplemente está ahí, rodeándoos con su presencia, si lo permitís, claro está. Porque el amor no es un intruso, no es invasivo ni prepotente.
Si os abrís a la realidad del amor, la realidad del corazón, ustedes liberáis el juicio. Aceptáis quienes sois en este momento. Os dais cuenta de que sois quiénes sois a causa de una multiplicidad de razones, que ahora estáis tratando de investigar y explorar.


Cuando llega este momento, es una gran bendición para el alma. Entonces sois capaces de sanaros a vosotros mismos. Caeréis en la autocrítica de vez en cuando, pero una vez habiendo accedido a un memoria consciente de cómo se siente el amor, volveréis a encontrarla otra vez, porque habréis saboreado el dulce perfume del Hogar nuevamente.


En la segunda etapa de la transición desde el ego al corazón, entráis en contacto más cercano con vosotros mismos. Estáis teniendo una visión más cercana de vuestro “equipaje pasado”. Estáis re-viviendo recuerdos dolorosos. Memorias de esta vida, tal vez memorias de vidas pasadas. El bagaje psicológico, con el que cargáis de todos vuestros tiempos de vida, completamente en el presente, constituye vuestra identidad actual. Podéis mirar este equipaje como una maleta llena de vestimentas. Habéis jugado muchos papeles en el pasado, habéis asumido muchas actitudes, al igual que las prendas de vestir que os habaéis puesto anteriormente. Os habéis, tal vez, identificado y apegado tan fuertemente con algunos de estos roles, que llegásteis a considerarlos como parte de vuestra real identidad. “Así soy yo”, afirmáis a veces, pensando en tales papeles desempeñados, o “prendas de vestir”.


Sin embargo, cuando verdaderamente decidís investigar qué vínculo tienen estos roles con vosotros, descubrís con sorpresa que no sois ellos.
No sois los roles psicológicos o identidades que habéis asumido (como experiencia de crecimiento). No sois las vestimentas (médico, alcalde, empleado de supermercado, profesor…) que lleváis.
Habéis empleado estos roles, debido a una necesidad de tener una experiencia sentida por el alma.
El alma se deleita en todas las experiencias, porque ellas son parte del proceso de aprendizaje que ella misma se ha comprometido a llevar adelante. Considerándolo de este modo TODAS las experiencias son útiles y valiosas. Las propias y las ajenas. Incluso emitir juicios es una experiencia que debe ser experimentada (todos queréis ser jueces en alguna circunstancia de la vida) para poder sublimarla. Hay que experimentar el dolor de haber juzgado, para abandonar esa senda, esa experiencia.


Cuando observáis más de cerca vuestros roles o identidades, enseguida observáis que ha habido dolorosas, incluso traumáticas experiencias en vuestro pasado íntimamente vinculadas a dichas identidades o situaciones. Y dichas experiencias traumáticas aún están ‘adheridas’ a vosotros en lugares de vuestro ser a los que no habéis accedido. Parecéis incapaces de dejarlas ir. Han pasado a ser como una ‘segunda piel’: piel en lugar de mera vestimenta.
Se trata de los elementos difíciles de vuestro pasado, las piezas que ahora os impiden vivir (sentir) verdaderamente y disfrutar completamente de esta maravillosa experiencia que es la vida. Os habéis identificado en exceso con aquello que pensáis que sois. Debido a esto, pensáis que sois inevitablemente una víctima, y de ello extraéis una conclusión negativa acerca del sentido de la vida. Pero no estáis considerando la vida como tal, sino sólo las partes (recuerdos) traumáticos en la conciencia de vuestra alma.
Ésta es la parte que ahora necesita sanación. Y lo conseguiréis accediéndo de nuevo al pasado, pero con la conciencia más amorosa y prudente que jamás hayáis tenido. En la segunda etapa del proceso de transformación desde el ego al corazón, vosotros sanáis episodios del pasado rodeándolos con vuestra conciencia presente, re-experimentándolos en el presente, con el foco puesto en el corazón. Así es como “dejaréis ir” las partes traumáticas de vuestro pasado.


El trauma ocurre cuando experimentáis un gran dolor, producto de una pérdida, carencia o maldad, en definitiva de un trastorno que alterase el natural proceso de sentir. Sucede cuando no podéis “comprender” por qué eso ha sucedido. Todos habéis experimentado algún trauma, a lo largo de muchas de vuestras vidas. De hecho, la conciencia del alma durante la etapa del ego (en este plano/mundo material) es traumatizada desde el mismo comienzo (nacimiento): Se constata una “pérdida de Unidad”, un abandono del “Hogar” que el alma recuerda pero no comprende. Es el precio a “pagar” por decidir vivir esta vida.


Cuando “regresáis” conscientemente (a través de la imaginación) al evento traumático original, reviviendo el sentimiento asociado a ese evento, y lo abrazáis con la conciencia del corazón, estáis sustituyendo vuestra posterior respuesta original a ese evento. Salís del horror y la incredulidad, simplemente observando pormenorizadamente lo que sucede. En la “regresión”, os convertís, por voluntad propia, en testigos conscientes de LO QUE REALMENTE SUCEDIÓ (no de la escena que vuestra fantasiosa mente haya ideado y escenificado para evadir el recuerdo vívido de lo que fue real). Reviviendo la experiencia en toda su intensidad y agonía, estáis “tocando fondo” desde el que podréis impulsaros a continuación a mayores logros.Este acto regresivo verdaderamente “genera espacio” para que comprendas, carente de juicio (espiritual) lo que en realidad sucedió en ese evento. Es entonces cuando volvéis a ser maestros y dueños de vuestra realidad otra vez. Os capacitáis para llegar a una aceptación del episodio completo y de las consecuencias inconscientes que el hecho de haberlo negado (distorsionado, olvidado…) tuvieron en vuestra vida desde entonces. 


En verdad os digo que este acto no es fácil de realizar, pero estáis perfectamente dotados y capacitados para hacerlo. 


Una vez abrazado y aceptado el recuerdo completo os veréis mágicamente empujados a comprender, desde el corazón, que hay significado y propósito en cada cosa que os sucede. Podéis sentir desde el corazón que todo lo que os ocurre sucede porque libremente lo escogísteis en su momento, como peldaño en vuestra escalera de aprendizaje hacia el infinito. Es entonces cuando aceptáis vuestra propia responsabilidad (ley de causa y efecto) concerniente a ese evento. Solo cuando aceptáis vuestra responsabilidad, sois libres para continuar vuestro rumbo en la ruta del crecimiento como seres espirituales.


Es, pues, sólo cuando reconstruís la cedana de vínculos con vuestras identidades pasadas, como un actor recordando sus pasados y diferentes roles (avatares), que os restituís la libertad de ir a CUALQUIER LUGAR que queráis. Entonces sois libres de entrar a la conciencia basada en el corazón. No sostenéis ya más ningún aspecto de lo que habéis sido en el pasado: víctima o agresor, hombre o mujer, blanco o negro, pobre o rico, etcétera. Cuando podáis “jugar” con los aspectos de la dualidad usándolos para extraer alegría y creatividad, habréis alcanzado el significado de la vida en la tierra. Experimentaréis entonces mucha felicidad y una especie de “regreso al hogar”. Esto será porque ustedes estaréis en contacto con la conciencia subyacente (subconsciente, lo llamáis) a los diferentes roles e identidades. Tomaréis contacto, de nuevo, con vuestra propia conciencia divina, la comprensión de que TODO ES UNO, en definitiva: la realidad del amor.


Cerraremos este capítulo dándoos dos ejercicios, que pueden ayudaros a entrar en contacto con aquella corriente de unidad, aquella corriente de conciencia divina que es la corriente oculta de todo lo que experimentáis.




Ejercicio 1


- ¿Qué características psicológicas tuyas, que consideres son parte íntima de ti, te ocasionan la mayoría de los problemas y situaciones conflictivas en tu vida? ¿Cuáles son los momentos conflictivos más recientes? Entra en un estado meditativo y nombra dos de tales características o momentos.


- Ahora pon el foco en las energías opuestas a esas características que te suelen perjudicar. Así, si encontraste ‘impaciencia’ o ‘inseguridad’, ahora te enfocarás en sus contrarias: paciencia y confianza en ti mismo…Siente la energía de estas características por un momento.


- Ve hacia adentro y busca y recupera estas energías en tu interior. Nombra tres ejemplos de situaciones en tu propia vida, en los cuales ustedes exhibiste/manifestaste estas características positivas.


- Ahora que estás en contacto con estas características positivas, permite que las energías que las constituyen fluyan a través de ti sintiendo cómo te re-equilibran.




Ejercicio 2


- Relájate y permite a tu imaginación viajar atrás hacia un momento en el cual te sintiste muy feliz. ¿te cuesta? Toma la primer cosa que entre a su mente para empezar.
Siente la sensación de felicidad nuevamente.


- Ahora regresa a un momento en el cual te sentiste extremadamente infeliz (rechazado, abandonado, incomprendido, dolido…). Rememora, para empezar, los instantes de tu pasado más reciente en que dichos rasgos se han manifestado. Siente, a continuación, la esencia de lo que sentiste en ese instante. 


- Capta lo que es común a ambas experiencias. Sientan lo que es igual en ambos momentos.


Ambos ejercicios están pensados para que sepas de la conciencia subyacente, del “yo” siempre presente en todas tus experiencias.
Este recipiente siempre-presente de conciencia, el transportador de sus experiencias, es el yo divino. Es vuestra entrada a una realidad más allá de la dualidad: la realidad del corazón.

Del Ego al Corazón (I)

Cuatro etapas en la transformación de la conciencia


En las partes anteriores, hemos descrito los antecedentes históricos del viaje de los trabajadores de la luz desde la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón.
Esta parte estará enteramente dedicada a las características psicológicas de esta transformación. Hemos dividido este proceso en cuatro pasos o estadios, los cuales resumiremos otra vez para aclarar:

1. Estar insatisfechos de lo que la conciencia basada en el ego os ofrece, anhelar ‘algo más’: es el comienzo del final.


2. Comenzar a ser conscientes de las ataduras a la conciencia basada en el ego, reconocer y liberar las emociones y pensamientos que van con ella: la mitad del final.


3. Permitir que mueran dentro de vosotros las viejas energías basadas en el ego, siendo su nuevo ser: el final del final.


4. El despertar interior a la conciencia basada en el corazón, motivada por amor y libertad; ayudar a otros a hacer la transición.




Estadio uno: el ego ya no satisface más


La transición desde la conciencia basada en el ego a la basada en el corazón comienza con la experiencia de un vacío interior. Cosas que antes os llamaban completamente la atención, o situaciones que os atrapaban completamente, ahora os dejan vacíos o sin inspiración. De algún modo, las cosas parecen haber perdido su significado usual, su propósito.


La conciencia, antes de que se experimente este vacío, está en las garras del miedo y consecuentemente necesita reafirmarse a sí misma constantemente. Está constantemente buscando validación externa, porque no está dispuesta a enfrentar el subyacente miedo al rechazo y a la soledad. Este miedo profundo y la necesidad de validación externa puede haber estado mucho tiempo escondido como el verdadero motivo de vuestras acciones. Toda vuestra vida puede haber estado construida sobre estos cimientos, sin que seáis conscientes de ello. Tal vez sí sois conscientes de una vaga intranquilidad, desazón o tensión interior. Pero frecuentemente, una circunstancia mayor, tal como la ruptura de una relación, el fallecimiento de alguien amado o la pérdida de un trabajo, ha venido a invitaros a verdaderamente examinar en profundidad cuál es la esencia subyacente de esta tensión o intranquilidad.


Cuando el ego es el centro de vuestro ser, vuestra conciencia y vuestra vida emocional están en estado de calambre. Os halláis entonces encogidos por miedo, y debido a esta posición, estáis constantemente a la defensiva. Cuando os halláis en la etapa del ego, siempre experimentáis carencia, necesidad de más. No puede ser de otra manera. La base de vuestros pensamientos, sentimientos y acciones es un agujero negro, un vacío que nunca puede ser llenado completamente. A medida que desviáis vuestra conciencia de él, es un agujero de miedo, un lugar cubierto por sombras. En las sombras, hay un vacío, del cual sois vagamente conscientes, pero no queréis ir allí.
En esta etapa, vuestras relaciones con Dios, o Todo Lo Que Es, está marcada por sentimientos de separación. Profundamente en vuestro interior, os sentís solos y abandonados. Sentís como si fuéseis un fragmento quebrado, sin significado, sin propósito. Y mientras tratáis de ocultar el miedo a esto, lo único que conseguís es seguir experimentándolo indirectamente, como si de una sombra del mismo se tratara.


A la gente le aterroriza enfrentar el vacío interno con plena consciencia. Temen encontrar la cabeza de su oscuridad interior e investigarla. Sin embargo, si no la enfrentáis, seguirá estando allí, y necesitaréis desarrollar ‘estrategias para manejarlo’ para hacer la vida soportable. La estrategia del ego siempre es tratar con el problema en la periferia, en lugar de hacerlo en el centro. Vuestro ego busca resolver este problema trasladando la conciencia hacia fuera. Trata de aliviar el dolor interno alimentándoos con energías externas susstitutorias. Las energías a las que particularmente os aficionáis, como consecuencia de ello, son reconocimiento, admiración, poder, atención, etcétera. De este modo, el ego aparentemente crea una respuesta al anhelo profundo del alma por unidad, seguridad y amor.


Este anhelo es en sí mismo enteramente válido y genuino. Es Dios llamándoos. Es vuestra propia naturaleza llamándoos. ¡Sois Dios! Dios es la energía de la unidad, seguridad y amor. Todos anheláis el amor incondicional y el abrazo de la Energía que denomináis comúnmente Dios. En esencia, éste anhelo es el anhelo de reconciliarse y ser uno con el propio Ser divino. Vuestra propia divinidad es la entrada al amor incondicional. Sólo podéis encontrarlo yendo a través del miedo y la oscuridad que os rodea, y esto lo hacéis volviéndoos hacia el interior, en lugar de ir hacia el exterior. Y no es fácil. Este proceso se realiza empleando vuestra conciencia como una luz que ahuyenta a las sombras. La conciencia es luz. Por lo tanto, ésta no necesita luchar con la oscuridad; su mera presencia la disuelve. Volviendo su consciencia hacia el interior, en verdad os sucederán milagros.


El ego, sin embargo, procede exactamente del modo contrario. Registra la necesidad de amor y seguridad pero apunta a responder a esta necesidad sin enfrentar la oscuridad y el miedo interior. Para efectuar esto, aplica un cierto ‘truco’: transforma la necesidad de amor en necesidad de aprobación o reconocimiento por parte de otras personas. Una vez que incorporáis el pensamiento manipulador de  que ser amado consiste en ser admirado por los logros propios, ya no necesitáis ir al interior a por amor nunca más; ¡el precio es tener que trabajar cada día más duro para obtener el mismo pseudo-resultado! De este modo, el ego se esfuerza por mantener la tapa en la cacerola bulliente del miedo.


Vuestro anhelo original por amor y dichosa unidad es entonces distorsionado en el deseo por reconocimiento. Os halláis constantemente buscando validación externa, y la halláis a duras penas, consiguiendo temporalmente una provisión de cierta seguridad. Se crea una dependencia igual que con las sustancias que denomináis drogas. Vuestra conciencia está esencialmente focalizada en el mundo externo.
Confiáis en el juicio de otras personas y os altera sobremanera lo que la gente piense de vosotros y en qué concepto os tenga. Y sin embargo, este es muy importante para vosotros, para vuestra subsistencia, ya que vuestra autoestima depende trágicamente de esto. Paradójicamente y a medida que esta entrega sucede, notáis indefectiblemente que vuestra autoestima desciende y desciende, ya que habéis entregado vuestro poder a fuerzas externas, que os juzgan por vuestros desempeños externos, no por la naturaleza de vuestro verdadero ser.
Mientras tanto, el sentimiento profundamente asentado de abandono y soledad no es aliviado. En realidad empeora, debido a que rehusáis mirarlo. No querer mirar viene a ser vuestro ‘lado ensombrecido’. El miedo, el enojo y la negatividad pueden rondar por ahí e influenciaros, intensificados por la negación a ir dentro.
El ego puede ser muy tenaz cuando viene a suprimir ciertas dudas, sospechas y sentimientos; no entregará el control fácilmente.


Lo que percibís como ‘malo’ en vuestro mundo siempre es el resultado de adherirse al poder personal. Es rechazo a entregar control y aceptar el miedo y la oscuridad interior.
El primer paso a la iluminación es rendirse a lo ‘que es’.
Iluminación significa que vosotros permitís todos los aspectos de vuestro ser en la luz de vuestra conciencia. Iluminación no significa que seáis completamente conscientes de todo vuestro interior, sino que estéis deseando enfrentar cada aspecto conscientemente.
Iluminación es igual a amor. Amor significa entrega y aceptación de vosotros mismos tal como sois.


La oscuridad interior, que siente el abandono en lo más profundo de sus almas y que todos vosotros teméis tanto, es temporal. La etapa del ego es solo un paso en el largo desarrollo y despliegue de la conciencia. En esta etapa, el primer salto consiste en dirigirse hacia una conciencia divina individualizada.
El nacimiento de una conciencia individual, el nacimiento de vosotros como ‘almas separadas’, va junto con la experiencia de ser dejado solo, de ser separado de vuestra Madre/Padre. Es comparable al trauma del nacimiento en vuestro mundo físico. En el útero, el bebé experimenta un sentimiento oceánico de unidad con su madre. Cuando nace, viene a ser una unidad en sí mismo. Debido a este trauma de nacimiento –hablando ahora del nacimiento del alma– el alma adquiere un sentimiento de ser dejada aparte; tiene que desprenderse de todo lo que es dado por hecho y garantizado.
(En un capítulo posterior, volveremos a la noción del nacimiento del alma; solo queremos remarcar aquí que también hay un aspecto del alma que es eterno y sin tiempo, es decir no expuesto al nacimiento y muerte).


El alma recién nacida anhela un retorno al estado de semiconsciencia de unidad, del cual ella viene y que ella considera ser su Hogar. Ya que esto, por su bien, es imposible, el alma experimenta gran temor y sentimientos de desolación y duda. Este temor interno y desorientación, gradualmente, generará el lugar de procreación para la confiscación de poder del ego. El alma tiene que tratar con el miedo y el dolor, y el ego promete darle una solución. El ego exhibe el prospecto de poder y control a la conciencia del alma. El alma, sintiéndose sin poder y perdida, se entrega y coloca al ego al comando.


El ego es esa parte del alma que está orientada hacia lo material, hacia el mundo externo. En esencia, el ego es el instrumento del alma para manifestarse a sí misma en el ser físico dentro del tiempo y el espacio.
El ego provee conciencia con foco. Este foco vuelve a la conciencia específica en lugar de oceánica e infinita, ‘aquí y ahora’ en lugar de ‘en todo lugar’. El ego traslada los impulsos internos a formas materiales específicas. Es esa parte de ustedes que llena el vacío entre la parte de ustedes no física (espiritual) y la parte física.
Para el alma como un ser espiritual no físico, es totalmente anormal estar estancada en tiempo y espacio. El alma es la parte de ustedes mismos esencialmente independiente y libre. El ego, por otro lado, ata y fija. Les permite funcionar en la realidad física necesaria para experimentar la realidad limitada del mundo material. Como tal, el ego juega un papel verdaderamente valioso que no tiene nada que ver con el concepto de ‘bueno’ o ‘malo’. Cuando el ego funciona en una situación equilibrada, su papel es absolutamente neutral y se convierte en una herramienta indispensable para el alma que habita en la tierra en un cuerpo físico.
Sin embargo, cuando el ego comienza a gobernar la conciencia del alma, en lugar de funcionar como su herramienta, el alma se desequilibra. Cuando el ego dispone sobre vuestra alma (el rasgo típico de la conciencia basada en el ego), el ego no traslada simplemente los impulsos internos a la forma material, sino que controla y suprime selectivamente aquellos impulsos. El ego entonces os presenta una imagen distorsionada de la realidad. El ego desequilibrado siempre está persiguiendo el poder y control y en esta luz interpretará todos los hechos como positivos o negativos.


Es bastante instructivo descubrir sus propias motivaciones basadas en el poder y control en vuestro andar diario. Tratad de observar cuán a menudo queréis atar cosas o personas a vuestra voluntad, aunque sea por una causa supuestamente noble. Reflexionad, ¿con cuánta frecuencia os enfadáis porque las cosas no salen como querríais?
Es importante darse cuenta que debajo de la necesidad de control siempre está el miedo de perder control. Por lo tanto preguntaos a vosotros mismos: ¿a qué os arriesgáis liberando el control, dejando ir la necesidad de lo predecible? ¿Cuál es mi temor más profundo?
El precio que ahora estáis pagando por mantener las cosas ‘bajo control’ es que vuestras actitudes hacia la vida son tensas y reprimidas. Son antinaturales e inarmónicas.
Cuando, no obstante, os atrevéis a vivir desde la inspiración interna, y sólo hacéis aquello que alegra (no confundir con el deseo, regido por el ego), esto creará un orden natural y verdadero en vuestras vidas. Os sentiréis relajados y felices, sin la necesidad de moldear el flujo de vida. Esto es vivir sin temor: vivir con plena confianza en lo que la vida os traerá. ¿Os sentís capaces de esto?


Para un alma joven, la trampa de la conciencia basada en el ego es casi inevitable. El ego ofrece una salida al problema existente (miedo y sensación de abandono); el ego desvía vuestra atención de ‘lo que está ahí en el interior’ hacia ‘lo que queréis/deseáis obtener del mundo externo’. Esta no es la solución real del problema, pero ilusoriamente parece traer alivio por un tiempo. Ejercer poder y control sobre vuestro entorno puede daros una satisfacción temporal o ‘estímulo’, un ‘subidón’ como lo llamáis. Hay un breve sentimiento de ser amado, admirado y respetado. Alivia su dolor por un tiempo. Pero es de corta vida y tenéis que esforzaros de nuevo para revivirlo e incluso superarlo, para ser mejores, más guapos o más útiles. Por favor, sed conscientes de que bajo la bandera del ego, podéis ser tanto dulces como maliciosos, tanto los que dáis como los que recibís, tanto dominantes como serviles. Mucho de lo que se da aparentemente con generosidad se convierte inconsciente en una solicitud de atención, amor y reconocimiento hacia el que recibe el regalo o atención (servicio, favor, etc.). Cuando estáis siempre cuidando y dando a otros, simplemente estáis escondiéndoos de vosotros mismos proyectando al exterior una petición de auxilio. Para entender qué significa la dominación del ego, no haca falta recordar a crueles tiranos como Hitler o Saddam Husseim. Sostened esto simplemente; observaos en vuestra vida diaria. La presencia de la dominación del ego puede reconocerse por la necesidad de controlar cosas. Pongamos que queréis que cierta persona se comporte de un modo determinado, por ejemplo. Para hacer que esto suceda, mostráis cierto tipo de comportamiento. Os mostráis condescendientes, atentos y dulces por ejemplo, y tratáis de ir con cuidado (pies de plomo lo llamáis) tratando de no herir nunca los sentimientos de algún otro. Existe, oculta, una necesidad de control tras de este comportamiento. “Deseo que tú me quieras, por lo que no estaré nunca te llevaré la contraria”. Esta línea de pensamiento está basada en el miedo. En el fondo esto habla del miedo a depender de vosotros mismos, miedo a ser rechazado o abandonado. Lo que parece ser dulzura y amabilidad en realidad es una forma de abnegación. Así trabaja el ego.


Mientras el ego gobierne vuestras almas, para que así os sintáis bien (y así sentirse bien él/ella), necesitaréis alimentaros a vosotros mismos con la energía de otros. Es una suerte de vampirismo. Parecéis necesitar merecer la aceptación de otras personas, proveniente de una autoridad externa estable. Sin embargo, el mundo que os rodea no es fijo o estable. En realidad nunca podéis confiar en la fidelidad permanente de aquél en quien confiáis, ya sea vuestro cónyuge, jefe o padres. Ésto es lo que deberíais ‘trabajar’ todo el tiempo, estar siempre alerta, en vigilancia, atentos a las ‘dosis de aprobación’ que os llegan. Ésto explica el estado de tensión y nerviosismo de la mente en el que permanentemente se encuentra cualquiera que esté en la etapa del ego.


El ego no puede proveeros de verdadero amor y autoestima. La solución que ofrece para el trauma de abandono en realidad es un agujero sin fondo. La verdadera misión de la conciencia del alma joven es volverse los padres que ha perdido.
Por favor sed conscientes de que le estructura de la vida terrestre, considerando el proceso de comenzar como un bebé desamparado y crecer para ser un adulto independiente, a menudo os invita a hacer precisamente eso. Cuán frecuentemente la llave para la felicidad real en vuestras vidas consiste en esto: que lleguéis a ser sus propios padre y madre, que os emancipéis para poder daros el amor y la comprensión que se perdieron porque alguien en quien confiábais os defraudó. A la larga, en el nivel metafísico del que hemos estado hablando, todo esto significa que debéis llegar a comprender que sois Dios, no una de sus pequeñas ovejas perdidas. Ésta es la comprensión que os devolverá al verdadero hogar, que os llevará de regreso a casa. Entender esto os conducirá al corazón de quienes sois, el amor y poder divinos.


El final de la etapa del ego acontece cuando el alma se da cuenta de que está repitiendo una y otra vez el mismo ciclo de acciones y pensamientos. El ego pierde su dominio cuando el alma se agota y queda exhausta y aburrida de tanto esforzarse todo el tiempo por una meta tan fugaz. El alma entonces comienza a sospechar que las promesas del juego en el que está participando son falsas y que, en realidad, no hay nada en ello que pueda ya interesarle. Cuando se cansa de intentar y estar encima de eso todo el tiempo, abandona un poco el control.
Con menos energía yendo a controlar los pensamientos y comportamiento, se abre un espacio energético que permite experiencias nuevas y diferentes.
Al principio, cuando entráis en esta etapa, podéis sentiros muy cansados y vacíos por dentro. Las cosas que antes considerábais importantes ahora pueden parecer carentes completamente de significado. A menudo, pueden emerger temores que no tienen causas claras o inmediatas. Pueden ser vagos temores a morir o a perder a vuestros seres queridos. También puede surgir ira, relacionada con tensiones en vuestros trabajos o en vuestra convivencia de pareja. Todo lo que parecía ser evidente por sí mismo ahora está bajo duda.


Y aquello que la conciencia basada en el ego intentaba prevenir, final e inevitablemente sucede.
Gradualmente, la tapa se levanta de la olla, y toda clase de emociones incontrolables y temores salen y accaden a vuestra conciencia procedentes del subconsciente donde se hallaban esclavizados y prisioneros, sembrando duda y confusión en vuestra vida. Es el caos. Bendito caos. Hasta ese momento, funcionábais en mayor medida en modo de ’piloto automático’. Muchos patrones de pensamientos y de sentimientos dentro de vosotros sucedían mecánica y automáticamente; les permitíais pasar incuestionablemente. Esto daba unidad y estabilidad a vuestra conciencia. Sin embargo, cuando vuestra conciencia crece y se expande, vuestra personalidad se divide en dos. Una parte de vosotros desea mantenerse en los viejos modos, la otra parte cuestiona estos modos y os enfrenta a sentimientos desagradables tales como la ira, el miedo y la duda.


La expansión de la conciencia que ocurre al final de la etapa del ego es de este modo frecuentemente experimentada como una experiencia ‘aguafiestas’, un intruso no invitado y mal recibido que arruina el juego. Esta nueva consciencia altera todo lo que antes parecía obvio y despierta emociones dentro de ustedes con las cuales no sabéis vincularos. Cuando empezáis a dudar de los modelos de pensamiento y acción basados en el ego, una nueva parte de vosotros resurge en vuestra consciencia. Es la parte de vosotros que ama la verdad en lugar del poder.


Vivir conforme a lo que dispone el ego es muy represivo y agotador. Consiste en servir a un pequeño y temeroso dictador que aspira al poder y al control, como medio de subsistencia, no solo sobre su entorno, sino específicamente sobre vosotros.
Vuestros flujos de sentimientos e intuición espontáneos son reprimidos por él. Al ego no le gusta mucho la espontaneidad. Os censura la libre expresión de vuestros sentimientos. Los sentimientos y las emociones son incontrolables e impredecibles, y eso es peligroso para el ego. 


El ego trabaja con máscaras. Si vuestro ego os dicta: “sé dulce y considerado, para ganar la simpatía de las personas”, entonces sistemáticamente suprimiréis sentimientos de desagrado e ira dentro de vosotros. Si comenzáis a dudar de la viabilidad de este mandato, estas emociones suprimidas aparecerán inmediatamente. Los sentimientos no se eliminan al ser suprimidos. Ellos siguen viviendo y ganan intensidad cuanto más son suprimidos.


Una vez que el alma experimenta el vacío y la duda que es tan característico del final de la etapa del ego, es posible encontrar y enfrentar todos los sentimientos y emociones que antes estuvieron escondidos en la oscuridad. Estos sentimientos y emociones contenidos son la puerta de entrada a vuestro Ser superior. Explorando lo que realmente sentís, en lugar de lo que se supone que debáis sentir (porque la sociedad así lo exige), recuperáis vuestra espontaneidad e integridad, esa parte de vosotros que a menudo es llamada el ‘niño interior’. Tomando contacto con sus verdaderos sentimientos y emociones os colocáis en el camino de la liberación. La transición a la conciencia basada en el corazón ha comenzado entonces.

jueves, 10 de febrero de 2011

Toc, toc



“Yo estoy en ti y tu estás en mi, recíprocramente en amor divino.”
William Blake (pintor, grabador y poeta inglés)

Mullah, un buscador de la verdad, tras haber compartido muchos cenáculos de conocimiento y haber departido con muchos eruditos, llegó a la puerta de aquél al que llamaban maestro. ¿cómo sabré si es un verdadero maestro u otro farsante más de los que he encontrado por el camino? se preguntaba tras haber golpeado la puerta. Concluidos sus pensamientos, una voz susurrante le contestó desde dentro de la casa:
–¿Quién es?
A lo que el buscador respondió diciendo:
–Soy yo
Entonces la voz dijo:
–No hay lugar en esta casa para tú y yo.
Y no le fue abierta la puerta. De modo que el contrariado Mullah retornó al desierto. Ayunó y oró. Y al cabo de un año, volvió una vez más a la puerta del anhelado maestro y golpeó de nuevo su puerta. Y de nuevo dijo la voz desde adentro:
–¿Quién es?
Esta vez, el buscador, que había aprendido la renuncia de si, respondió diciendo:
–Eres tú.
Y se abrió la puerta.

Este cuento sufí estuvo rondándome durante muchos años. Había algo que me atraía de él pero algo que también me producía rechazo. "Renunciar a uno mismo"…¿qué significaba? Acaso consistiese en una suerte de autohumillación…Pero "rebajarse" ¿para qué?¿No ha sido suficiente ya todo el menosprecio que padecí en la escuela y en mi entorno familiar y el que yo mismo me he auto-infligido (como consecuencia de aquél), como para que ahora tenga que seguir 'pagando peaje por vivir'. ¿Acaso debo inclinar aún más la cabeza para ser admitido en la casa del maestro?…
La meta deseada (que el maestro me abriese la puerta) requería una renuncia, pero quizá no se tratase –contrariamente a lo que mi mente me insistía– de apartar, de censurarme, todo lo que con tanta rabia y frustración, tantas veces me había visto obligado a renunciar con anterioridad: unas clases de piano a los 10 años; viajar con toda la familia, juntos a alguna parte y no solo cuando mi madre iba a ver a su propia familia( síiii, ya sé que otros no tuvieron ni siquiera eso); media hora de atención completa diaria de mi estresado padre; un cumpleaños mio propio al que poder invitar a mis propios amigos (y no compartido con mi hermano porque hubiésemos nacido en fechas cercanas)…o todo lo que yo mismo me había censurado posteriormente (inconscientemente) como consecuencia de haber aceptado la norma del 'no puedo/no me lo merezco':
El maestro me pide que renuncie a mi 'yo' para entrar en su casa. Y una parte de mi me repite insistentemente que mi 'yo' ya ha tenido que renunciar suficientemente. Y, secretamente, otra parte de mi me susurra que no puede ser, que la condición para ser admitido en la casa del maestro consistente en esta nueva renuncia, nada tiene que ver con aplicarme una nueva censura…que mi futuro maestro debe estar refiriéndose a un yo…diferente. A otro yo.
Resumiendo…me quedan dos opciones:
1. Creer que existen dos puntos de vista enfrentados acerca del concepto yo: a) La perspectiva de aquél que podría convertirse en mi maestro. Y b) mi propia perspectiva. Aferrarme obstinadamente a esta creencia me conduce a una batalla interna para esclarecer cuál de las dos opciones o caras de la misma moneda es la más genuina. Y ya se sabe que tras una batalla NADIE sale ganando.
2. ¿Será acaso verdad eso que dicen que existen dos 'yoes' uno con mayúsculas (al que llamaremos Ser) y otro con minúsculas (al que también llaman Ego)? Si abrazo, sin a prioris, la posibilidad de que, ciertamente, cohabiten dos "yoes" en mi, es probable que el maestro tras la puerta se esté refiriendo a uno de ellos cuando me dice que en su casa no tiene cabida el concepto "tú y yo". Quizá ese 'yo' –que no obtiene permiso para traspasar el umbral de la morada del maestro– sea un yo "conflictivo" (Ego), incompatible, pues, su 'yo', sin duda de diferente naturaleza.
Por eso Mullah responde finalmente "eres tu". Una sentencia que habla de rendición. De aceptación. De abandono de la lucha, tanto de la batalla activamente agresiva como de la defensa a ultranza. He reflexionado acerca de la posibilidad de que Mullah respondiese: "Soy tu". En definitiva sería lo mismo. Aceptar y reconocer 'al otro' como un igual. Rendirte al amor. Girarle la cara a la lucha. Abrazar humildemente el río de la vida. No hay pues, humillación, sino Valentía y Coraje.

Somos uno. Estamos hechos de lo mismo. Energía vibrante. La misma de la que están creados los planetas, las galaxias, las ranas, los peces, los árboles, las montañas, los animales, todos los seres humanos aquí en este planeta y en otros planetas, en otros mundos, probablemente más ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón ¿de qué color es la piel de la energía?

–Y sin embargo has sufrido. Mucho, verdad Mullah?, le preguntó su ahora maestro.
–Sí. Pero bueno, como todos. He aprendido a 'hacer callo'.
–No es cierto.
–Ah no?
–No. Eso es lo que crees. Has aprendido a conformarte. Por supuesto que lo has hecho porque todos los demás así lo han hecho antes que tú. Has aprendido de ellos. Todos aprendemos de lo que vemos. Por imitación. Empezamos de niños, naturalmente. Pero llegado el momento de volar y explorar nuevas posibilidades de afrontar la vida, lejos de ser ayudados a convertirnos en lo que verdaderamente somos, seres autónomos y dotados de conciencia –capacidad de discernimiento–, continuamos apegados a la dependencia de los patrones antiguos, a los esquemas mentales –impregnados de miedo– de nuestros mayores, perdiendo nuestra innata capacidad de asombro ante el espectáculo de la vida. Pero eso, conformarte, lejos de ayudarte, te convierte en un gato aterrorizado y herido.
Si lo deseas te ayudaré a aprender a recuperar tu capacidad de asombro. De entrada no voy a ser yo quien te repita –de momento– aquello de que "esto, también pasará". Es cierto. Pasará. No hay mal que 100 años dure, dicen. Al menos no este concreto "mal"(Vendrán otros, sin duda), pero éste…pasará. Ahora bien, éste mal, este desasosiego que reconoces mora en ti, aunque vagamente localizado, te provoca una desazón y un mal rollo indescriptible. Y además te mantiene 'fuera de tu centro'', pues te hace actuar de modos y maneras que no consideras genuinos en ti. Los gatos heridos tienen reacciones inesperadas. Sin quererlo, tienes reacciones impulsivas que hieren a otros, incluso a los que quieres (y sufres por ello) y a la larga el más perjudicado eres tú mismo. Te mantiene permanentemente 'a la defensiva'. Te empuja a ver a todos como potenciales enemigos.
–Es cierto, hay algo que me corroe por dentro y me impide sintonizar con el "esto también pasará". Mi ex-novia me decía que siempre estaba peleándome con todo el mundo.
–¿Como sueles expresarlo…? ¿Te 'jode', te 'da por culo', te 'toca los cojones'? o quizá, simplemente…te entristece, te deprime tanta 'desconsideración', falta de armonía, desequilibrio, caos, destrucción, dolor, …qué mas? maldad, desidia, pereza por hacer las cosas bien…¿Qué tienes ganas de decir?
–La verdad es que, para ser sinceros, tengo ganas de liberar adrenalina.
–En eso te doy la razón. Por eso te has vuelto un adepto a los deportes de riesgo e interpretas el rol de don Juan, eterno seductor, que necesita flirtear de flor en flor para sentirse 'vivo'.
–Sí, me cuesta reconocerlo pero es cierto.
–Pero nunca tienes suficiente, verdad? Siempre hay una montaña más alta que escalar, un río más caudaloso que vadear, una medalla más por conseguir, una chica más guapa o difícil que conquistar…
–¿qué te pasa?
–…no sé, no sé, estoy cansado de esperar…estoy harto de esperar y nunca obtengo lo que busco…
–¿y qué buscas?
–…supongo que…sentirme aceptado.
–¿dónde? ¿Por quién?
–…Ahora como voluntario en una ONG que canaliza ayudas a un pais tercermundista. Pero allí no he encontrado sino más de lo mismo…corrupción, mangoneos y trapicheos, y sobretodo manipulación. Se aprovechan de mi, de mi tiempo, no sé …doy mucho de mi y obtengo poco a cambio.
–¿Cómo te sientes?
–No sé…pido algo de respeto, consideración hacia mi persona, tengo sentimientos, sabes? Me siento manipulado.
–¿Y qué buscas? ¿Qué expectativas tienes?
–…la paz en el mundo. Que haya amor y justicia en el mundo.
–Bienaventurado seas, ¿y por qué no llega esa paz ni ese amor?
– no sé, DÉJAME TU EN PAZ! con tus preguntas. No sé por qué he venido aquí. Me estoy poniendo de mal humor.
–Enhorabuena. Vamos por buen camino. Estás más cerca de la solución. ¿sabes? Eres libre de irte. Yo no te quito la paz. Tan solo te estoy ayudando a que reconozcas que no la tienes y que la buscas compulsivamente tratando de hallar aceptación en los demás. ¿qué te impide sentir paz REALMENTE? ¿Quien te la robó?
Una lágrima se escapa de los ojos de Mullah.
–…Que les den por culo, ya estoy hasta los mismísimos cojones de tanto despilfarro, de tanta corrupción de tanto mangoneo…a la mierda la política, a la mierda las religiones, a la mierda los gobiernos, TODOS a la PUTA MIERDA. Os odio, os ODIOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!
Mullah se pone a llorar y se retuerce en el suelo perdiendo totalmente el control. Ya no son sus compañeros de la ONG los destinatarios de sus improperios. Las palabras papá y mamá han salido a escena mezcladas con lastimeros llantos de desesperación.
Tras un rato que parece haber durado una eternidad, Mullah se incorpora, como si acabara de aterrizar de una pesadilla.
–AHORA has hecho callo por primera vez. Has conseguido cicatrizar una de tus innumerables heridas. Dice su maestro. Te espero la semana que viene…si quieres, y seguimos urgando en la basura emocional, vale?


"Que se jodan todos…"