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lunes, 2 de octubre de 2017

See You, Art

Ayer pasó 'a mejor vida' un gran hombre y un amigo. Alcanzó a vivir la mundana edad de 93 años. Probablemente no sepas quien fue, pero pongo la mano en el fuego al asegurar que antes de dos décadas su figura será recordada con igual respeto que lo fue en su día Sigmund Freud, Carl G. Jung, Wilhem Reich o Erich Fromm (y por descontado mucho más que la madre Teresa de Calcuta si eso te sirve de referencia). Un Ser Humano con mayúsculas que dedicó su cuerpo y alma en esta vida a abrir una ventana a la comprensión del drama psíquico que a todos nos atenaza como especie.
See you, Art.


viernes, 18 de noviembre de 2016

Sobre la Depresión durante el embarazo

Todo lo que es introducido en el sistema de una madre gestante afecta al bebé que está siendo gestado. La medicación sobretodo. Y medicación no comprende solamente los agentes químicos sintetizados en/por un laboratorio farmacéutico. Medicación compete también los agentes bioquímicos naturales (endorfinas, dopaminas,...) que la naturaleza de la madre tiene previstos para que ella enfrente las situaciones de estrés y ansiedad. Sucede que un embarazo es un proceso vivido por dos seres, no solo la madre y en teoría debería ser un proceso vivido no solamente sin estrés sino con profunda plenitud y satisfacción.
La madre y el Ser (feto) gestado son, bajo muchos aspectos, un solo sistema. Si la madre se deprime, se deprime el feto. Y en ese caso será un adulto más desvitalizado que otros.

Una mujer embarazada es un ser humano atravesando el trance de gestar la bienvenida a otro nuevo ser humano a este mundo. Y una gestante deprimida está atravesando un estadio de represión de sus sentimientos. Al medicarse está censurando la efervescente expresión de miedo, ansiedad ante un proceso vital ante el que nunca antes se había enfrentado. Cuando los recursos energéticos (endorfinas) están disparados el médico receta calmantes. Reprime con píldoras. Y dicha represión disminuye considerablemente sus recursos/niveles energéticos. Como consecuencia, el bebé nacerá deprimido y pronto se delatará alternativamente como alguien incapaz de enfrentar cualquier reto (o incapaz de estarse quieto y concentrarse en el placer de estar vivo en caso de que la madre haya consumido estimulaantes -café, Coca cola, anfetaminas...)
La revista Science despliega un estudio al respecto (Science Daily sept 18, 2016, Depression in Pregnancy, see https://www.sciencedaily.com/releases/2016/09/160928101100.htm


Dicho estudio mantiene  que el estado depresivo de una madre gestante puede socavar el rol de la hormona encargada de atenuar el estrés del bebé.  La información del ADN se mantiene intacta pero lo que es afecto es el cómo y el cuándo esa información se va a expresar.  Aquí estamos ante el inicio de de los problemas de salud mental del niño, del futuro adulto. Y los doctos dirán que la depresión se hereda, pero no es cierto. El estado físico de la madre gestante tiene mucho que ver con ello.  La experiencia varía el despliegue del caudal genético.  Y eso a menudo incluye la medicación que la maadre gestante ingiera, que a su vez altarará el sistema del bebé. Se trata de una dosis de medicamentos aceptable para un adulto, pero que en el caudal sanguíneo de un feto lo contempla como inasumible, desbordaante y hasta amenazante para la vida misma. Cualquier droga produce cambios biológicos desbordantes en el bebé. Debemos tomar consciencia de ello.

Un bebé no es un adulto. Y demasiadas madres se toman un par de pastillas por la mañana sin pensar en las consecuencias que de por vida eso va a tener en su bebé. "Solo es un calmante", se dice, apelando a la razón. Pero las razones del bebé no son las mismas. Esos calmantes cooperan en el sistema represivo a gran escala. Las pastillas anti estrés convertirán al bebé en un adulto depresivo, pues combaten las enzimas de la placenta destinadas a poner en funcionamiento a los opiáceos naturales, las endorfinas, necesarias para afrontar los retos de supervivencia. Las píldoras conducen al feto hacia un nuevo estado natural, reseteado: represión.

El niño será enviado al médico durante su infancia. Éste le preguntará: ¿te drogas? “No”, contestará, inconsciente del recuerdo incrustado de la ingesta de drogas durante su etapa fetal.

Se trata de un legado hereditario? hemos de comprender lo que queremos decir cuando hablamos de herencia genética.  Discriminar entre lo que es el puro legado genético (color de ojos) y la transferencia de un sistema hiperactivo o hipoactivo transmitido por el estado de la madre. Algunas investigaciones recientes muestran graandes discrepancias entre la edad física y la edad metila (acumulación de traumas vitales).  Esta última es una estimación más precisa y determinante de cuál va a ser nuestra longevidad. Es lógico pensar que el trauma genera caos en nuestro sistema biológico y socava su durabilidad.

Durante décadas hemos constatado en nuestros pacientes que la falta de amor (descuido, distancia y falta de ternura/contacto físico) en las etapas iniciales acortan nuestra longevidad. Y sin duda apuntan al deterioro del sistema inmunológico.
Las publicaciones científicas de mayor prestigio urgen a investigar qué factores pueden facilitar y tender a prolongar la salud física. Yo sugiero apostar por mi terapia porque cuando reducimos la temperatura corporal/tensión arterial, a largo plazo, estamos extendiendo la vida. Colaborar en que el feto/bebé reduzca su temperatura corporal es enseñarle a ahorra energía para que el sistema esté más relajado y saludable. La etapa gestante es muy crítica en lo que respecta a cuál va ser nuestra longevidad y si vamos a 'heredar' terribles aflicciones. 
Ama a tu bebé desde el primer instante y prevendrás que se enferme a los 50 años. Una apuesta segura.
Autor: Dr. Arthur Janov
Fuente: http://cigognenews.blogspot.com.es/2016/11/it-is-not-only-food-that-we-ingest.html 
Traducción: Lars Quetglas

viernes, 2 de septiembre de 2016

Psicología cotidiana, por Arthur Janov

PRÓLOGO DE AGUSTÍN GURZA AL NUEVO LIBRO DE ARTHUR JANOV "Psychology of Every Day Life"

Cuando Arthur Janov escribió "El Grito Primal" (Primal Scream) hace hoy casi 50 años, literalmente revolucionó el campo de la psicoterapia con un tratamiento al que audazmente denominó "la cura para la neurosis". Desde entonces, ha escrito más de una docena de libros y artículos incontables expandiendo, refinando y enriqueciendo su teoría. Sin embargo, los principios fundamentales establecidos en el libro original se mantienen aún hoy inalterados.
La práctica clínica de la Terapia Primal® ha evolucionado con el tiempo. Sin embargo, el descubrimiento básico -acerca de por qué la gente se enferma y cómo pueden ponerse bien- ha dado como resultado un conjunto de verdades que han demostrado ser tan inmutables como las leyes mismas de la naturaleza. Con todo, la Terapia Primal no es sólo una modalidad de tratamiento para los problemas particulares de ciertas personas. Se trata de una visión unificada del mundo, de una Weltanschauung (Cosmovisión), si se quiere. Una visión global que ayuda a explicar muchos de los males que afligen a cada hombre y mujer, es decir a toda la humanidad. La Terapia Primal es un marco teórico que nos ayuda a comprender no sólo la psicología del individuo, sino también la dinámica de nuestra llamada "sociedad enferma".
Así como la Terapia Primal ayuda a desentrañar los misterios de nuestras neurosis personales, también arroja luz sobre las fuerzas monstruosas que rigen nuestro munso y que con frecuencia nos aterran públicamente (atentados terroristas, magnicidios, etc.). Eventos para las que no paramos de buscar una explicación.
Es esta perspectiva primordial (Primal®) la que se aborda en los ensayos que el Dr. Janov ha compilado en esta colección. Detrás de cada comentario y crítica hallamos una profunda comprensión de cómo funciona la mente humana, y cómo puede retorcerse y disstorsionarse fruto del abuso físico y emocional, y de la privación de amor en la infancia. Para aquellos que han seguido el trabajo del Dr. Janov a través de los años, el contexto de estos ensayos se da por asumido. Se podría decir que hablamos el mismo idioma original. Y hasta cierto punto, estos ensayos tienen valor por si mismos. El lector encontrará en ellos temas magnetizantes expresados en lenguaje accesible.
El Dr. Janov observa el mundo con una maravilla y asombro que todos podemos compartir, en un lenguaje que evita la jerga densa del academicismo psicológico que tiende a menudo a confundir en lugar de aclarar. Sin embargo, una comprensión básica de los principios primales sin duda puede mejorar la apreciación del lector de este trabajo, ya que surgen observaciones del Dr. Janov fuera del pensamiento primitivo. Con esto en mente, este preámbulo que aquí publico se ofrece para ayudar a explicar algunas de las ideas que forman los pilares de la Terapia Primal®. No está pensado como un curso teórico acelerado de dicha terapia. Tan sólo está destinado como fondo para aquellos lectores no familiarizados con los principios básicos de la terapia. La única salvedad es que el siguiente resumen expone la teoría en su forma más elemental. Para una mejor comprensión, los lectores deberán consultar la Fuente. Aquí tienes, pues, sucintamente esbozada, la Teoría Primal.

Todos somos Hijos de la Necesidad.

        El primordial y más fundamental principio esgrimido por el Dr. Janov se indica en la primera línea, corta pero poderosa, de su libro El Grito Primal: "Todos somos hijos de la necesidad." Palabras más verdaderas nunca fueron habladas. Cualquier intento de comprensión de la enfermedad mental, origen de toda somatización física, tiene que empezar con esa premisa. Todos los seres humanos tienen necesidades, desde el primordial ("tengo hambre") al psicológico ( "préstame atención/dime cosas bonitas"). Y cuando esas necesidades no se satisfacen en las etapas primarias de la existencia, el organismo humano empieza a emitir señales de disconformidad y...deterioro. ¿Por qué? Sencillamente porque duele cuando las necesidades básicas no son satisfechas en la ventana de tiempo en que lo precisan.

Parecemos comprender esto muy claramente cuando se trata de la vida de las plantas. Nadie duda que las flores necesitan una cierta cantidad de sol y agua y un cierto tipo de suelo, o se marchitan y mueren a causa de la falta de elementos esenciales de la vida. Lo mismo sucede, y lo comprendemos, con nuestros animales domésticos, nuestras mascotas, en un nivel físico y emocional: respondemos instintivamente cuando necesitan afecto y atención.
        Sin embargo, parece que no estamos tan en sintonía con nuestras propias necesidades, las humanas, sin duda mucho más estratificadas y complejas del mismo modo en que lo está nuestro cerebro. Las consecuencias de ignorar esas necesidades también se despliegan de modo complejo como veremos.

No nos engañemos más: Sufrimos de privaciones en etapas evolutivas en las que no estamos estructurados mentalmente para absorber el dolor derivado de esas privaciones. Como consecuencia, encontramos (elaboramos), en un intento denodado por negar la verdad, una manera interna de reprimir la realidad, de "superarlo". Aprendemos que hay que seguir adelante, y socialmente eso es lo que predicamos. Pero permanecemos ignorantes del gran costo que pagamos.
        El precio de las necesidades insatisfechas es la neurosis. La supervivencia. La "no-vida".

La estructura teórica de toda la Terapia Primal se basa en que la comprensión básica de las necesidades humanas. Unas necesidades que evolucionan con el tiempo, en etapas sucesivas. A medida que nuestro cerebro se desarrolla, también crecen a la par nuestras necesidades. En tanto que bebés, nuestras necesidades son cuantitativamente pocas, aunque muy acuciantes: necesitamos ser alimentados, tocados, abrazados, que se mantenga nuestra temperatura corporal, sentirnos seguros y cómodos. Todo para mantener la calma [en un entorno inicialmente ajeno y de entrada hostil -de ahí el llanto al nacer- para alguien que procede de un medio líquido como es la matriz materna. N. del T.]. Las necesidades son, pues, simples, pero lo que para un adulto humano no consiste más que en esporádicas y 'caprichosas', rabietas, para un frágil bebé se trata de un asunto de vida o muerte. Dichas necesidades deben ser colmadas con urgencia. Por supuesto, los bebés no pueden alimentarse por sí mismos o cubrirse cuando están fríos. Así que instintivamente SABEN que van a morir sin alimentos, si se les deja solos. Es por eso que, cuando los bebés comienzan a llorar para indicar sus necesidades, sus gritos suenan de manera alarmante. Para ellos, el peligro que SIENTEN es inminente porque no tienen la capacidad intelectual para tranquilizarse a si mismos. No tienen capacidad para concebir que la ayuda podría estar en camino. De hecho, los bebés no tienen forma de medir el tiempo, excepto en función del ritmo a que son satisfechas de sus necesidades.

Si esas necesidades, a medida que son reclamadas, son satisfechas con prontitud, se sienten queridos y pueden seguir creciendo y "floreciendo". Si no es así, se empatanarán y sumergirán en el dolor, uno que deben superar a toda costa, del que deben huir (evadirse), pues atravesarlo (aceptarlo/SENTIRLO) sería mortal de necesidad [ver muerte súbita. N. del T]. La crisis que representa para el organismo infantil es compatible con la urgencia de la necesidad. Un adulto desconectado de esa realidad tendrá tendencia a ignorar eso e incluso calificar a los niños de egoístas (del mismo modo en que asi fue juzgado por sus propios padres), ignorantes de que el narcisismo en si es una etapa necesaria que atravesar para abrazar el desprendimiento.
Para los adultos, a veces es difícil de captar la intensidad del dolor que un bebé, en el solitario lamento de su cuna, (abandonado y traumatizado por ello) puede sentir. Es por ello que algunos padres, alentados por multitud de consejeros, profanos y hasta profesionales, todavía creen que es inofensivo e inocuo dejar que sus bebés lloren hasta dormirse, llegándose a creer que el bebé se calmará a esa edad por si solo, lo cual es un Oxímoron (contradicción en términos) en toda regla.
Un bebé es, por definición, un Ser humano en su etapa más frágil, débil y vulnerable, con un cerebro que no se ha desarrollado lo suficiente como para ayudarse a entender lo que está sucediendo, y mucho menos capaz de protegerse con algún tipo de subterfugio mental que alivie sus propios miedos (argumentar intelectualmente es algo propio de etapas posteriores). Aquí es donde comienzan los sentimientos de terror, la desesperación y la desesperanza. Aquí es donde se siembra la semilla de la neurosis.

En la etapa siguiente a la tierna infancia, pasados los tres años, nuestras necesidades se hacen más complejas. Nuestro cerebro es cada vez mayor; estamos adquiriendo el lenguaje y un sentido de nosotros mismo. Por supuesto que todavía tenemos necesidades básicas de alojamiento y comida, aunque ahora podemos mantenernos corporalmente calientes por más tiempo y hasta sacar la leche de la nevera. Pero ahora tenemos una necesidad más que añadir a la lista: la de aprobación y aliento.
A medida que aprendemos nuevas habilidades y probamos cosas nuevas necesitamos sentirnos reconfortados cuando cometemos un error, cuando fallamos, y sentirnos apreciados cuando tenemos éxito. Necesitamos que nuestros padres calmen nuestros temores y nos apoyen en nuestros primeros pasos hacia la independencia. Y lo más importante, necesitamos tener la libertad de expresar nuestros sentimientos, ya sea de alegría, dolor, ira o miedo. Cuando nuestras necesidades están cubiertas en este nivel, cuando se aceptan nuestros sentimientos, nos sentimos amados, conocemos el amor. Nos sentimos lo suficientemente fuertes como para crecer y atrevernos a dar nuestros primeros pasos en el mundo. Ésta, y no otra, es la forma en que adquirimos autoestima, algo que no se puede enseñar o adquirir más tarde [salvo si, como veremos más adelante, el bloqueo que mantiene oculto ese poder se destapa. N. del traductor]. Si por el contrario, el niño se enfrenta a la negligencia y la desaprobación de los adultos, el dolor se agrava y se añade al dolor ya almacenado por las no satisfechas en la etapa previa. Y la cebolla va acumulando capas.
Para cuando llega la adolescencia, el niño puede ya haberse convertido en un neurótico en toda regla, en términos "primales". Todos hemos visto a los adolescentes que están enojados con sus padres y hambrientos de amor y aprobación de sus compañeros. El sistema psíquico/emocional ya está "fuera de control", y los padres se echan las manos a la cabeza sin saber cómo manejar a sus tempestuosos adolescentes. Se preguntan: ¿Qué hicimos para merecer esto? ¿En qué nos equivocamos?
        Nuestras necesidades continúan en la edad adulta. Tenemos una necesidad de encontrar el amor maduro, de tener éxito en nuestro trabajo, tener amistades honestas, comer sano y dormir lo suficiente. Sin embargo, la mochila de las necesidades insatisfechas que cargamos desde etapas más primitivas podría ser una carga de dificultades INSOSTENIBLE para convertirse en un éxito adulto, feliz. Como veremos más adelante, no podemos escapar de las necesidades no satisfechas de nuestro pasado. No es, en todo caso, de huir de lo que se trata.

La represión y los tres niveles de conciencia



La noción del subconsciente es crucial para comprender la dinámica de la Terapia Primal. No se trata ya de un subconsciente misterioso, en el sentido freudiano del término, una profundidad oscura, ignota y violento que se ha de evitar a toda costa. El subconsciente primal es una cueva simbólica donde se almacena el dolor de toda necesidad NATURAL que no fue satisfecha, todas esas sensaciones sentidas desde la infancia. Y esto nos lleva a otro pilar fundamental de la teoría primitiva: la represión. Todos estamos familiarizados con la forma en que el cerebro reprime la conciencia de los acontecimientos traumáticos en la edad adulta, tales como accidentes automovilísticos graves o agresiones sexuales violentas. Las víctimas a menudo dicen que recuerdan todo lo que sucedió hasta el momento de la catástrofe, pero no el evento en sí. Es evidente que la mente es capaz de bloquear la conciencia de experiencias acaecidas, y muy dolorosas, para proteger el organismo. Lo mismo sucede para los eventos traumáticos de la infancia. El cerebro humano es capaz de enterrar los recuerdos dolorosos, junto con todos los sentimientos vinculados a esos recuerdos, como una manera de proteger al individuo de una "toma de conciencia" insoportable. Y para los niños vulnerables expuestos a abuso o negligencia, esa toma de conciencia representa una amenaza para el sistema: "no soy amado." La represión, es, por lo tanto, un mecanismo de supervivencia que le permite al niño encapsular y enterrar el conocimiento de experiencias traumáticas cuando el dolor es imposible de asumir en esa etapa de crecimiento. De lo contrario tenemos la muerte súbita en bebés.


Hay mucha nueva investigación científica en curso que ilumina el camino de la neurológica. Y eso incluye los descubrimientos en la metilación. De momento, sólo tenemos que entender que los recuerdos y sentimientos traumáticos generan un bloqueo de la conciencia del ser humano en el momento en que se producen. Los recuerdos reprimidos se archivan, estratificadamente, en capas (símil de la cebolla) de temporalidad, creando niveles de conciencia que se corresponden a cada etapa del desarrollo de un individuo.

En la Terapia Primal, hay tres niveles de conciencia, todos interconectados a través de sus recuerdos y los sentimientos asociados.

El primer nivel de conciencia es el que llamamos la primera línea. Es el nivel más temprano que corresponde a las experiencias pre-verbales de la infancia, incluyendo el nacimiento.
El segundo nivel, o segunda línea, abarca las experiencias de la infancia que incluyen todas las respuestas emocionales que surgen de la interacción evolucionando con nuestros padres.
El tercer nivel de conciencia, la tercera línea, representa nuestra experiencia actual como adultos, que incluye las relaciones con nuestros seres queridos, nuestros esfuerzos en el trabajo, etc. Este es el nivel de nuestra conciencia en el presente, el tan cacareado AQUÍ y AHORA. Uno que, salvo evento catastrófico, no nos es ajeno. Es la parte mínima de conciencia que nos permite sobrevivir. El neurótico habitual es consciente de los sentimientos y reacciones en este nivel, a pesar de que no puede entender en cierta manera el por qué de sus causas. En casos extremos, como dije, incluso la conciencia en esta tercera línea puede ser bloqueada, aunque los niveles subconscientes (1ª y 2ª linea) todavía estén generando un comportamiento en el presente. Este es el caso de asesinos psicópatas que no sienten nada al cometer actos horribles, por lo que los testigos los etiquetan a menudo como asesinos en masa (en serie) pues actúan metódicamente y con aparente calma, con la mirada en blanco, o incluso esbozando una sonrisa. La rabia alojada en el nivel inferior (1ª linea) que impulsa estos impulsos asesinos está tan enterrada en los sótanos de la conciencia que algunos asesinos, más tarde, al ser interrogados, confiesan que no saben por qué lo hicieron.
       
Hay un corolario importante a la teoría de estos tres niveles de consciencia, y que es la noción de resonancia. Esta es la idea de que los sentimientos similares están conectados entre sí a través de los niveles de conciencia, desde el presente al pasado y de vuelta al presente. La resonancia es crucial en el ámbito clínico, ya que proporciona el vehículo por el cual los pacientes pueden tirar del hilo de una sensación desde el presente y ser conducidos hasta la raíz, de vuelta a los sentimientos, interconectados por resonancia verosímilmente al pasado.
 

Neurológicamente hablando, los tres niveles de conciencia corresponden a la estructura de nuestro cerebro trino, que, en términos generales, se desarrolla en las mencionadas tres etapas. Por lo tanto, los sentimientos de primera línea se registran en las partes más antiguas, más primitivas del cerebro (encéfalo/cerebro reptil); la segunda línea consiste en el nivel medio, los centros de los sentimientos (cerebro límbico); y la tercera línea se acopla a la parte más superior/exterior desarrollada en la última fase del despliegue cerebral, el Córtex prefrontal o neocórtex. Este breve resumen no hace justicia a la ciencia, pero baste con decir que la Teoría Primal está en sincronía con la forma en que el cerebro está construido, y la forma en que evoluciona y crece.

Para nuestros propósitos, es importante saber que estos fundamentos primordiales - el dolor, la represión y los niveles de conciencia - nos ayudan a entender muchos de los misterios de la conducta humana. Todo se "aclara" con una pizca de verdad primordial: Los seres humanos tienen recuerdos reprimidos y sentimientos del pasado que impulsan nuestras acciones, pensamientos (creencias) y emociones en el presente, sin tan siquiera saberlo, de modo inconsciente.





La Ley de evasión y el yo dividido

Los recuerdos reprimidos y sentimientos dolorosos no son simplemente enterrados y olvidados de la conciencia. Permanecen como una fuerza poderosa motriz dentro del individuo, empujando constantemente, clamando por su resolución. La represión produce un yo dividido, el consciente frente al inconsciente. La división crea un constante estado de conflicto y tensión que sólo puede resolverse apelando al conjunto, a la unificación de ambas mitades de la naranja, de uno mismo...

Esta visión significa traer el inconsciente a la conciencia plena. Eso es, en resumen, es el objetivo de la Terapia Primal, para unir las paartes separadas y hacer que la persona restablezca su totalidad de nuevo. ¿Cómo? mediante la recuperación de los recuerdos enterrados por uno mismo de forma sistemática y finalmente experimentar el dolor de la necesidad no satisfecha, reprimido y mantenido "a raya" durante tanto tiempo. La cura se encuentra en el hecho de revivir e integrar esas experiencias traumáticas no asumidas.
        Sin esa resolución, la fuerza imparable de esos viejos sentimientos enterrados, continuará afectando a la personalidad del Ser Humano y se cobrará un peaje: la merma de su salud. Mientras que la represión aparenta mantener con comodidad a los demonios de la neurosis, la presión que esa represión ejerce en el sistema con el tiempo acaba conduciendo al deterioro y muerte por via básica de 3 patologías: cáncer, enfermedades coronarias, y la demencia (Alzheimer). El cuerpo se descompone, por así decirlo, bajo la presión de la represión en el tiempo.
        Con el fin de facilitar la supervivencia de manera efectiva, la represión requiere de defensas. Algunas defensas están integradas en el sistema de forma natural a través de agentes bio-químicos naturales, producidos por el propio organismo (endorfinas, dopaminas, serotonina, oxitocina...). Estos ayudan, hasta cierto límite, a crear un sistema de llenado, un colchón protector que mantiene los recuerdos traumáticos inconscientes, lo que permite que, atenuado el dolor, tengamos una oportunidad de "seguir funcionando" (Funcionando en la tarea de rescatar esos sentimientos enterrados). En algunos casos, sin embargo, el dolor es tan intenso que daña o debilita ese colchón, esas compuertas naturales (Titanic), con lo que el dolor más próximo a la superficie (3º nivel) desata directamente la furia ocasionando el sufrimiento de quien lo padece [y sin duda reprecutiendo en los llamados "daños colaterales" del todo innecesarios. N. del T.]. Es el caso de las personas que acuden a Terapia Primal, ya que su dolor, incontenible, se abre paso y necesitan desesperadamente una manera de resolverlo. Otros pueden recurrir a las drogas o el alcohol para aliviar el sufrimiento, cayendo en el riesgo de una vida de adicción ya que el dolor no resuelto siempre estará ahí, lo que requiere más y más medicamentos para mantenerlo tapado.
        Nuestro comportamiento también puede constituir una línea de defensa. Mantenemos nuestros viejos sentimientos de distancia mediante normas compulsivas de conducta tales como la misoginia/machismo-vs. homofobia/feminismo, el apego a los bienes materiales, la adquisición de la riqueza, mantenerse ocupado, buscar cada vez más títulaciones y diplomas de reconocimiento profesional.
El consumo de drogas es también una forma de escapismo, pero que reprime directamente el sistema a pesar de la intervención química. Las conductas escapistas, los autoengaños, funcionan simbólicamente. Tratamos de satisfacer nuestras necesidades pasadas mediante sucedaneos (sexo, gula,...), pasatiempos excitantes que no son sino símbolos, permanentemente sometidos a actualizaciones, de esas antiguas necesidades, de lo que nos faltó en el pasado. Así, si a una persona le faltó la tierna y cálida caricia de una madre o los amorosos y tranquilizadores abrazos de un padre, él o ella podrán buscar constantemente HOY y AHORA ese toque humano a través del sexo. Y los sucedáneos nunca satisfacen sino que son conducentes a más adicción. De hecho, y por paradójico que suene, no hacen sino abundar (ahondar) en el vacío existente. Si un niño estaba constantemente dejado de lado y nunca fue alabado, pueden convertirse en esos artistas televisivos que pueblan las cadenas mediáticas siempre en busca (ellos y ellas) de aplausos.

El Dr. Janov lo explica de esta manera:
       
            "Nos mantenemos ocupados haciendo cosas para evitar sentir que no hay nada que podamos hacer. Buscamos nuevos proyectos para atarnos a la esperanza de evitar sentir que no había esperanza. Seguimos controlando cosas para evitar sentir la sensación de que estuve indefenso, el sentimiento de indefensión. Haciendo llamadas telefónicas, nos enviamos mensajes, para evitar la sensación de soledad.
            Ahora ¿por qué haríamos eso? Porque la sensación de "estoy solo" no es sólo algo de ayer o de hoy; Es la soledad primordial testificada en los primeros minutos o semanas de vida cuando la madre, que estaba ausente (drogada, agotada,...) en el parto, abandonó a su bebé. La soledad se convirtió en una cuestión de vida o muerte. Y se trata de una soledad devastadora, que puede ser desencadenada en el presente cada vez que se nos deja solos por un tiempo.
            Estamos actuando sin cuartel contra el dolor, por lo que la eternizante huida es inconsciente; no sabemos lo que nos impulsa y por lo general ni siquiera sabemos que nos estamos impulsando. Todo sucede de modo automático. Evitamos permanecer sentados ("culo inquieto, decimos) para evitar recordar/sentir el confinamiento experimentado al nacer, atrapados en el sofocante canal uterino. Luego un hogar tenso y deprimido, que también era "sofocante." Vamos reptando en nuestro intento de huida de nuestro pasado, sin darnos cuenta que los motivos de los que huimos, lejos de ayudarnos, nos hunden más.

Una de las razones por las que sabemos que el dolor está ahí es por la vía de escapatoria que inventamos. El comportamiento obsesivo continuado parece irracional, sin embargo en realidad estamos tratando de escapar de la sensación terrorífica, del dolor, tratando de superar una difusa sensación de malestar. El drama radica en que no sabemos de qué se trata ni cómo deshacernos de eso.
            Yo solía pensar que aquello de lo que huíamos era la muerte; pero ahora me doy cuenta de que es el sentimiento subyacente aquello de lo que huimos, lo que mantiene el sistema escapista activado y obliga al acto de salida. Y el acto último de salida, no es otro que la muerte. En nuestra huida de nuestros sentimientos, de nosotros mismos, buscamos la muerte.

Comportarse temerariamente no es otra cosa que desafiar a la muerte para que venga a recogernos en vista de que no acude de modo natural. Un temerario (generalmente alguien con la vida material resuelta) se enfrenta a la muerte y acaba abrazándola, tanto es el apego inconsciente, el magnetismo que ejercen los recuerdos inconscientes de su vida temprana. La huella de la proximidad de la muerte es tan fresca que obliga al temerario a intentarlo una y otra vez.
            Un consejero/psicólogo puede insistir en que hay que detener ese comportamiento "negativo", pero si no ve ni reconoce la fuerza que lo impulsa a continuar sus consejos serán en vano.
La necesidad es una fuerza de comportamiento implacable. Está fuera de control debido a que ya está controlada por fuerzas inconscientes que la gobiernan, que son más fuertes que cualquier acto de voluntad consciente del 3º nivel.
            Reconoce tus técnicas escapistas y tendrás una buena idea del dolor del que huyes. Ahora viene la parte difícil: sentirlo".

La Visión y los Ensayos

        En la terapia, la fase final de un "primal" es el momento en el que el paciente emerge de una vieja sensación y se da cuenta del impacto que ha tenido en su vida todo el tiempo. Esta etapa se llama la visión. Por último, los sentimientos reprimidos se hacen conscientes, y con eso viene una nueva comprensión del por qué de nuestras a menudo de nuestros sorprendentes e incomprensibles actos u omisiones. El terapeuta no proporciona la visión al paciente. La idea surge del paciente mismo al revivir los viejos dolores, o más bien, experimentándolos de manera consciente por primera vez. Hacer la conexión con la vieja sensación en su contexto original es lo que trae alivio y curación. Una vez que se siente el dolor antiguo, ya no ejerce su "fuerza subterránea", y podemos dejar de tratar de satisfacer simbólicamente con subterfugios y sucedáneos la antigua necesidad que creó el dolor en primer lugar, y nos mantuvo 'alocados' todas nuestras vidas.

        El Dr. Janov escribió los ensayos de este libro usando esta idea primigenia de cómo funciona el comportamiento humano. Se podría decir que está utilizando los conocimientos obtenidos por cientos de pacientes para ayudar a explicar lo inexplicable: ¿Por qué los asesinos/terroristas en masa matan?, ¿por qué celebridades exitosas se suicidan, ¿por qué la gente siente la necesidad de viajar todo el tiempo, ¿por qué tantos niños sufren de ADD, y por qué es tan difícil de encontrar el amor verdadero, una promesa que se revela decepcionante pues parece nunca cumplirse. La Teoría Primal proporciona la lente, el foco de gran alcance que nos permite investigar más allá de la superficie de esta matriz de la conducta humana frustrante, chocante y desconcertante. Al igual que una primal, el análisis a posteriori es a menudo esclarecedor.

Fuente: http://cigognenews.blogspot.com.es/2016/09/preamble-by-gurza-of-my-next-book.html
autor: A. Gurza.

traducción: Lars Quetglas

lunes, 25 de enero de 2016

Por qué muere tanta gente de cáncer?

-¿Por qué muere tanta gente de cáncer? Gente incluso (sobretodo) que presumía de ser 'creativa' o incluso personas acreditadas como verdaderos artistas por su entorno.
-La ciencia actualmente está redoblando esfuerzos por hallar remedios al cáncer, pero ni por asomo le merece la más mínima consideración, tras décadas de infructuosos esfuerzos, indagar en otra veta documentativa que pueda hacer luz al respecto: las causas de la enfermedad.
¿Que por qué muere tanta gente de cáncer? Existe una relación muy íntima entre el modo en que nacemos y el modo en que morimos y retrotraernos al instante del parto ofrece muchas pistas. En primer lugar tenemos la manipulación del feto durante el parto (fórceps,...). Por no hablar de los consejos médicos, inexplicablemente aún vigentes:

-¿Puedo beber alcohol estando embarazada, Doctor?
-Sí, claro, un par de copas no le harán daño al bebé.

Y vaya si lo hacen...; El alcohol ingerido por la mujer gestante, que se filtra al caudal sanguíneo, causa mareos y desorientación al feto, al extremo que le dificultarán el trabajo de abandonar el útero materno. Lo mismo en el caso de una madre fumadora. Ambas adicciones son profundamente perjudiciales para el feto y consecuentemente para el futuro adulto.  La carga de dolor involucrada en el esfuerzo, el que el feto debe hacer por nacer, no se integra en el sistema (el bebé es obviamente demasiado frágil para asimilar el trauma de un parto doloroso) sobretodo si éste se prolonga más allá de lo tolerable. En lugar de ello, el feto apela a la química de su cerebro para que éste acuda en su rescate, por supuesto con una solución de emergencia.
-¿Cómo?
-Ordenando la adición de un grupo metilo (-CH3) a una molécula. En biología del desarrollo, la metilación es el principal mecanismo epigenético (ya sabes epi=gr. "alrededor de"). La solución de emergencia que aporta la metilación consiste en el silenciamiento de los genes. Tal medida tiene obviamente efectos secundarios al 'rescate', pero muy directos tambvién pues provoca alteraciones en la transcripción genética (sin necesidad de que se produzca una alteración en la secuencia del ADN) siendo uno de los mecanismos responsables de la plasticidad fenotípica. También pueden ser metilados los productos de los genes, es decir, las proteínas, regulándose (alterándose) así también su función.
-Pero qué significa esto en un lenguaje más coloquial?
-Pues que la química cerebral almacena el dolor, lo aparca. No lo elimina. [Nada puede ser eliminado, tan solo integrado. Has de convertir a tu peor enemigo en tu mejor aliado]. El dolor permanece presente aunque en estado latente: su voz censurada comienza a hacer estragos en todo el sistema desde el momento del nacimiento. Lo hace elevando los niveles de cortisol añadiendo marcadores metilos a la experiencia.  También incrementa los niveles de adrenalina de modo que el sistema biológico se ve forzado a entrar en modo hiperactivo como defensa ante el sufrimiento. Por supuesto que el feto no se da cuenta de que todo esto está teniendo lugar en su interior, pues está sucediendo mucho antes de poder disponer de capacidad cognitiva para poder expresarlo.
Cuanto más temprana es la huella del trauma natal, mayor es la devastación que ocasiona. Todo el proceso se inicia en los niveles más profundos del cerebro, el encéfalo o tronco raquídeo cerebral. Aquí es donde se gestionan las reacciones más instintivas. Esa es la parte más profunda del cerebro (le sigue el cerebro límbico y finalmente tenemos el "nuevo" (300 mil años) cerebro cognitivo (neocórtex). En el encéfalo es donde se identifica el dolor atravesado por el feto. La incapacidad de gestionar ese dolor por parte del feto/bebé se traducirá, en adelante, en agonía vital; La tristeza se interpretará en clave de desesperanzadas tendencias suicidas, el enfado en ira. En resumen la forma de reaccionar que se presumen en los seres exclusivamente dotados de cerebro 'reptil' (tiburones, serpientes...)

Todos podemos atravesar por un desencanto amoroso, un rechazo o la pérdida de un ser amado en la vida adulta. Y eso puede ocasionar profunda tristeza y hasta angustia, muy legítimas reacciones. Pero si cada vez que tales circunstancias acaecen, en el sujeto se desencadena una depresión suicida entonces estamos ante un caso de trauma severo en un estadio muy tierno de la infancia, incluso antes.  Un grave dolor sufrido durante la gestación, que es cuando los niveles cerebrales más profundos gobiernan las respuestas del ser gestado y donde el sistema nervioso parasimpático lleva el timón, puede producir graves depresiones una vez alumbrado el feto.  Una madre que fuma sin cesar o ingiere drogas o simplemente está afectada por una depresión crónica [un embarazo en tales circunstancias no debería extrañar que se hubiese producido contra su voluntad. N. del T.]), tendrá consecuencias en el desarrollo del feto.  En resumen, cualquier evento que bloquee las respuestas normales inducirá al bebé a suprimir su desarrollo genético.  Esto es especialmente cierto cuando, durante el parto, la salida del canal uterino queda bloqueada [exceso de epidural que impide a la madre cooperar en el alumbraamiento. N. del T.] y el bebé se ve forzado a luchar  quedando exhausto e incapaz de nacer por su propios medios. En adelante, el adulto en que se convierta tendrá siempre en mente que la vida es una lucha y así lo expresará a la mínima oportunidad que tenga.
El cuerpo del feto naciente se resigna a la fatalidad, la muerte [que es lo que acaecía -no hace tantas décadas- cuando las muertes en la sala de partos eran habituales, tanto entre los neonatos como de las madres gestantes].  Sin embargo los esfuerzos del feto resignado son hoy reemplazados por los de la comadrona. Finalmente el bebé, agotado y amoratado, es extraído de la matriz de su madre. Un par de violentos cachetazos y el vuelve el aliento, "el alma regresa". Todos se congratulan. Pero la huella de la derrota ha quedado grabada. El resultado será una personalidad parasimpática: pasiva, derrotada, incapaz de expresar agresividad o de encontrar un lugar en la vida. No solo eso sino que verá amenazas para su integridad en circunstancias peregrinas que para otras personas no entrañan mayor relevancia.
Cuando el cáncer se manifiesta, transcurridas algunas décadas (cada vez menos), el sistema no está haciendo otra cosa que reaccionar del mismo modo que el bebé hizo cuando abandonó toda esperanza de ver la luz.  Y sin embargo, igual que en la escena de un crimen un buen investigador forense puede determinar las circunstancias del fallecimiento, también en la enfermedad están todas las claves para desentrañar el nudo que conduce a la muerte; lamentablemente demasiado a menudo miramos en la dirección equivocada, embarcándonos en investigaciones muy sesudas destinadas a encontrar el método más eficaz y aséptico para combatir lo que no comprendemos. Lo combatimos (quimioterapia, cannabis...) sin darnos cuenta de que estamos acelerando la mortalidad, pero nunca nos aproximamos a su fuente. Ésta permanece escondida, consignada en la parte más profunda de nuestra memoria cerebral, tanto que simplemente no podemos ni imaginar qué es lo que salió mal, qué es lo que nos tiene postrados con una enfermedad degenerativa celular. Pero una cosa está clara: la fotografía del trauma se esconde en el encéfalo y en ese baúl de memoria es donde debemos ir a buscar.

El cuerpo arrastra consigo sus recuerdos, nos ofrece continuamente pistas -que nos negamos repetidamente a ver- para que podamos revertir la degeneración.  Revivir el trauma ocultado es reintegrarate, reconciliarte con las heridas de tu cuerpo.  Negar la evidencia es plasmar el mito de Fausto.
Solo una terapia integral conducente a la expresión de los sentimientos que conecte todas las partes del cerebro puede ofrecer una solución. La Terapia Primal del Dr. Janov, su descubridor, es la solución.
Una vez identificada y reconocida, en el sistema, la pulsión autodestructiva, el cuerpo se relaja automáticamente y los niveles de aadrenalina se normalizan.

La sanidad reclama reacción ante el trauma, pero no podemos reaccionar si no sabemos que ocurrió, de hecho está ocurriendo de nuevo.  Consciencia total no es otra cosa que dar respuesta salvadora. Se trata de gritar lo que duele, lo que no te gustó, lo que dolió (pero no pudiste expresar en su momento porque simplemente te quedaste sin fuerzas para hacerlo). La rebeldía expresada catárquicamente en un contexto de contención terapéutica es el camino para reconocer el dolor. Para ello es esencial que el terapeuta esté desprovisto de necesidad de emitir juicios cognitivos-intelectuales, tan habituales entre los profesionales de la salud mental, y que solo responden a su propio narcisismo irresuelto.

Ahora sabemos que la huella traumática está instigada por la metilación: un grupo metilo es añadido al genoma para restringir la expresión de sus genes. Es una estrategia defensiva numantina, que sin duda tiene las consecuencias que hemos descrito. Una célula cambia al entrar en juego el grupo metilo y las reacciones químicas no se hacen esperar: reducción de niveles de hidrógeno, infusión metílica, etc. La metilación deja una herencia grabada a fuego. Una herencia genética destructiva (que se transmitirá a los herederos genéticos). Responsabilidad es sanar esa herencia, para devolverle la cordura al sistema, al mapa del genoma. Lo que siempre fue atribuido a la fatalidad genética ahora no deja lugar a dudas que se origina en una alteración circunstancial de dicho legado genético. Algo que la ciencia calificó como imposible no hace tanto empieza a ser aceptado.

La Epigenética afecta las funciones del aparato del estrés, lo que cientificamente se denomina Eje Hipotálamo-Pituitario-adrenal (HPA) http://www.bago.com/BagoArg/Biblio/psiqweb547.htm, un parte compleja del sistema neuroendocrino que gestiona las reacciones frente al estrés e influye muchos procesos corporales, incluida la digestión, el sistema inmunitario, el almacenamiento y gasto energético. Los cambios en el genoma que alteran la actividad y desarrollo genético conducen a tendencias suicidas que llamamos enfermedades como el Cancer y el Alzheimer. El gen NR3C1 es el encargado de alertarnos, galvanizar los químicos que nos ayudan a atravesar las tempestades. Cuando este gen queda inoperativo (en virtud de la metilación), disminuye la capacidad del individuo para adaptarse, para hallar felicidad en su circunstancia. Entonces el cuerpo se comporta como si estuviera constantemente bajo los efectos del estrés (paranoias), viendo amenazas por todas partes...la antesala del cáncer. Hoy está probado que el estrés crónico conduce al cáncer. Las marcas de metilación nos avisan que la enfermedad se está gestando, que un trauma sucedió y que el sistema ha desplegado un sistema de hipervigilancia que lo deja exhausto. Hipervigilancia ante el temor de que un peligro que, habiendo ya sucedió una vez (durante el parto o la gestación), se repita de nuevo. Para cuando el tumor ha hecho metástasis ya es demasiado tarde.
 
Fuente: http://www.arthurjanov.com/
Traducción: Lars Quetglas 

- De acuerdo, las mujeres embarazadas no deben fumar ni beber, pero ¿cómo enfrenta un enfermo terminal su situación? ¿Cómo enfrento yo la irreversibilidad de la enfermedad de un amigo que se está muriendo?
-Ese es otro tema. Todo un arte. Para eso deberías leer los fenomenales aportes que hizo Elisabeth Kübler-Ross acerca de cómo morir en paz.

sábado, 14 de marzo de 2015

Alietta

El siguiente caso personal refleja todos los aspectos de la Terapia Primal […] En este diario recopilado por una paciente durante las tres semanas inciales del tratamiento, queda documentado cuidadosa y muy vívidamente el proceso de revivencia de las escenas primales. El diario es seguido de algunas reflexiones domentales respecto a los beneficios de la terapia a largo plazo.

Domingo 10 de octubre

Estoy en la habitación del motel en el que debo permanecer alojada durante tres semanas sin hablar con nadie, sin ver la televisión, sin fumar cigarrillos o hierba, sin masturbarme o tener ningún tipo de experiencia sexual en absoluto. Esas son las condiciones. En resumen, donde se supone que debo concentrarme en mi misma.
Cada mañana, empezando mañana mismo, iré a la clínica a encontrarme con la terapeuta que el centro me ha asignado.. Estoy muy ilusionada. Tera pia Primal. Mi última esperanza en esta vida. Mis expectativas nunca fueron tan grandes, desde recuperar la capacidad de amar, hasta la posibilidad de ser amada si me convierto en alguien diferente (¿mi yo real?) a la máscara que he ofrecido hasta ahora. La puerta a la felicidad...
Han pasado cinco delirantes meses, la culminación de la escalada de locura en la que se ha convertido mi vida. Me había parapetado tras una muy bien estructurada coraza exterior. "Tu verdadera locura es hacer cualquier tipo de terapia", decían mi familia y amigos. En verdad el 'exterior' está muy bien entrenado para hacerte creer lo que quiera.. Solamente yo, en mi interior, sé cuán infeliz, cuán al borde del más profundo de los abismos me hallo, cuán cerca de la última caída me encuentro.
Me percato de que siempre estoy fría, apretando fuertemente los los dientes cuando me tumbo boca arriba (quizá también cuando estoy de pié). Mi cuerpo está de hecho rígido. Nunca quise prestar atención a todo eso. De repente, no teniendo ninguna distracción ante mi, me percato de todo ello y lo siento. En el fondo me gusta este instante de soledad forzada, tan anhelada durante los últimos meses, este retiro interior.
¿En qué consistirá convertirse en una persona 'sintiente'? Me esfuerzo en tratar de sentir, ahora mismo, cualquier cosa que se oculte en mi interior. Es extraño, me arde, me duele físicamente...Algo me dice que va a ser horrible descender hasta el pasado. Es como un pozo negro. Sólo de pensarlo mi garganta se incendia, me siento incómoda...y sin embargo algo me dice que el viaje va a ser fascinante.
Mary es mi terapeuta. No me gusta, una mujer...
-¿Cómo te sientes?
-Fantásticamente. Si lo que quieres es verme tensa, mándame a una fiesta. Mucho mejor que confinarme en la habitación de un motel. A esto último ya estoy acostumbrada. Me gusta incluso.

Algunas lágrimas brotan al relatar algunos recuerdos que rescato aleatoriamente de mi infancia, pero cuando Mary me pide que se lo diga a ellos, no me sale. ¿Me hablaron realmente alguna vez?
Tras eso nada. Oscuridad. Me siento totalmente bloqueada. Abandono la sesión bastante decepcionada. ¿En eso consiste la terapia?
Aquí estoy, intentado deambular por mi juventud. Y no obtengo nada...Lo intento pero nada salvo algunas irrelevantes e inconexas imágenes.
¿Me va a ayudar Mary o quien sea a salir de esto? Afirman tener la cura. Estoy asustada...¿Y si no funciona conmigo?

Martes 12 de Octubre

Muchas lágrimas hoy. Cuando llegué Art (Arthur Janov, el director del centro) me dice seriamente que si no sigo las reglas de la terapia no puedo continuar. Ayer, al final de la sesión, le confesé a Mary lo mucho que necesitaba un cigarrillo. Horror en su cara, pero ni toqué uno. Hoy me desconcierta la agresividad de Art. ¿Es una artimaña? Quizá, Mary recurre a la reprimenda de Art varias veces durante la sesión, preguntándome qué sentí cuando él me hablaba.
-Nada –contesté.

Hoy me transporté hasta nuestra casa de verano...Me veo bajando las escaleras, botando mi pelota. El peculiar ruido se hace muy intenso ahora en mi cabeza. Me conduce a mi total soledad en la niñez, siempre sola...y empiezo a sollozar. En mi interior estaba triste. Por primera vez me doy cuenta, tomo conciencia, de que de niña tenía sentimientos!
Tras eso detengo por un rato el viaje. Tumbada en el suelo, un recuerdo está a punto de acudir a mi mente. Un recuerdo que sin darme cuenta he estado reprimiendo, censurando.
-Confía en ti,–me dice Mary, con su voz extremadamente suave...–Qué sucede?
-No estoy segura...hace mucho, mucho tiempo papá me pegó fuertemente. Alguien tuvo que decirle: "Para ya, la vas a matar". Pero el recuerdo es tan difuso, que no estoy segura. No lo creo, no puedo creerlo (no quiero creerlo?)...ese recuerdo no me rescata ninguna emoción y a la vez estoy algo avergonzada por haberlo traído a la mente.
-¿Qué querías de tu padre, Alietta?-me preguntó Mary.
-Soy rehacia a responder. La respuesta es tan obvia...
-Bueno, quería que él... –No es tan fácil, mi cuerpo se tensa, me quedo en silencio, en blanco.; Luego una imagen muy vívida aparece: Papá escribiendo en su escritorio casi cada noche, hasta muy tarde. Lo veo claramente. Es fascinante. Estoy junto a él. Mi cabeza no llega siquiera hasta la superficie de la mesa. Veo su mano deslizándose sobre el papel, escribiendo con tinta azul con su gran pluma estilográfica. Como por arte de magia le estoy viendo, totalmente inmóvil, absorta en la fascinación que me produce ver su mano.
Mary me pregunta qué siento mientras miro.
-Nada.
¿Qué querías que él hiciera?
-Silencio...Me siento como al borde de un altísimo acantilado...y no quiero saltar.
Mary aguarda un rato. Estoy sudando y tengo frío a la vez. Entonces escucho que ella me dice suavemente:
-¿Qué querías que él hiciera, Alietta?
Esta vez salto. O algo salta en mi, a decir verdad: el sentimiento. Exploto en llanto.
-Deseaba que él me tocara, me acariciara, me cogiera en sus brazos. Siento una ternura inmensa por él y un potente deseo de que me abrace.
Mary me pide que yo le pida a él que me abrace...Me dejo llevar por mis deseos.
-Papá acaríciame el pelo y la nuca con tus manos...
Brotan muchas lágrimas pues a la vez que siento mi necesidad por su ternura, veo su mano deslizándose sobre el escritorio, indiferente a mi necesidad.
Quedo exhausta tras la sesión. No sabía que hubiese tantas lágrimas contenidas en mi.

Regreso al motel. Duermo un poco...¿Un poco? hasta las diez y media de la noche. De hecho he dormido todo el día. Mi cuerpo se defiende muy bien durmiendo. Nunca había dormido tan bien, tan profundamente y en paz. Y sin embargo también me siento muy cansada.

Miércoles 13 de octubre

seguirá...

The New Primal Scream. Arthur Janov (http://www.primaltherapy.com/index.php)
Trad. Lars Quetglas

lunes, 21 de abril de 2014

Sueños y pesadillas

"¿Qué significa soñar? Te lo diré. Significa que el sistema límbico*  se halla procesando activamente los sentimientos** Lo hace también de día, durante la vigilia, cuando nuestros sentimientos entran en juego (felicidad o tristeza básicamente). Es solo que durante la noche el sistema revisa los sentimientos no integrados (no sentidos) desde nuestro pasado haciendo lo que su naturaleza le impulsa a hacer ¿que comprendamos el sueño? No. Que integremos el sentimiento censurado, desintegrado de nuestra realidad. Si alguien nos acusa falsamente de algo y decidimos reaccionar/contratacar externamente ante esa agresión (ya sea juzgando/condenando al agresor con argumentos similares, ya sea riéndonos públicamente de nosotros mismos) lo que estamos haciendo es restarle importancia a la herida de que hemos sido objeto. Todo con el propósito de mantenernos 'fuertes' e incólumes, de que quede bien claro de que nadie va a conseguir desestabilizarnos. Lo que ocurre es que toda re-acción, en tanto que sucede, significa una necesidad de defensa. Quien tiene sus sentimientos integrados no precisa de ninguna estrategia para mantenerlos protegidos. Cada vez que disuadimos a nuestro cerebro límbico en su tarea de procesar los sentimientos que afloran, estamos dejando una herida abierta que negamos ver. Estamos perpetuando un irresponsable atentado hacia nuestra integridad, nuestra dignidad. Una herida que nos exigirá permanente anestesia, como ese perro del que se huye y al que en la huida hay que distraer con golosinas para que no nos alcance. Sucede que el perro tiene por meta mordernos si no lo miramos a la cara.
El sistema límbico trabaja arduamente por la noche. Busca en nuestro archivo histórico aquellos eventos en los que estuvieron involucrados nuestros sentimientos. Y se remonta hasta momentos en que los traumas sentimentales (heridas) no pudieron ser integrados (suturados/cerrados) debido a que éramos demasiado jóvenes y frágiles, incluso en etapas preverbales de nuestra existencia. Etapas en las que no pudimos acudir a un sistema defensivo (intelecto) con el que comprender y contextualizar la agresión. El sistema límbico se zambulle de noche, mientras 'duerme' la razón (neo-cortex), a tientas en un mar de sensaciones vagas y de incomodidad. Sensaciones que emergen al responder al llamado del cerebro límbico que acude, cual caballero a su doncella retenida en su torre, a su rescate, a su sanación.
El cortex provee las imágenes y los pensamientos desde el presente. Y el límbico las utiliza para montar un storyboard, una secuencia que de coherencia al sentimiento, que 'ilumine' el descenso a los infiernos que constituye toda pesadilla. Eso es lo que hace el Dr. Janov en su terapia. 
Los procesos del sueño ponen al descubierto el sendero evolutivo que debe ser desandado en el transcurso de la terapia. No acude directamente al pasado emocional. No fuerza la conexión con el dolor acumulado, sino que  se sirve del anclaje del paciente en el presente y se enfoca en la hoja de ruta que delatan sus sentimientos.

* nota: recuerda tenemos tres cerebros en uno: 1. Encéfalo (cerebro reptil); 2. cerebro límbico (sistema nervioso simpático y parasimpático); y 3. Cortex cerebral (cerebro cognitivo), aparecidos evolutivamente por este orden.
** ya escribí aquí con anterioridad acerca de los sentimientos y las emociones. Desde ahí el mismo cerebro límbico guía al terapeuta en el descenso del paciente hacia las profundidades de su memoria. Las ideas, los pensamientos, las creencias van al encuentro de su hacedor, allí/cuando el sentimiento fue cimentado.

Durante años soñé que los nazis me perseguían y no podía escapar. ¿El sentimiento? Desde muy pequeño mi padre era implacable conmigo en sus correctivos y no me daba ni un respiro: "Siéntate con la espalda recta", "no hables con voz nasal", "¿por qué estás ahí tumbado sin hacer nada productivo?" En el momento que sentí esos sentimientos de acoso, de ausencia de amor por su parte, la pesadilla cesó. Los nazis me perseguían en mis sueños, alguien trataba de hacerme daño, porque mis sentimientos lo hacían, buscando liberarse de su confinamiento en mi mente ignorante de ellos (inconsciente). No se trataba de los Nazis. Ellos solo eran un símbolo recurrente de la época (yo tenía apenas 8 años durante la 2ª Guerra Mundial). Para un niño de hoy quizá lo hubieran sido los terroristas islámicos (arquetipos violentos incrustados en el inconsciente de la sociedad estadounidense actual). Así es como desarrollamos símbolos oníricos. Es el mismo proceso. No supe que tras el símbolo (los nazis) se ocultaba mi padre porque mi sistema solo conocía los sentimientos, no la fuente/evento que los forjaba. Hasta que no hube desarrollado una corteza cerebral no pude saber qué era lo que iba mal.
Los sentimientos anteceden a la cognición por lo que esa memoria solo se puede registrar 'límbicamente'. Debemos tomar nota de esta evolución durante la terapia: Atender los sentimientos y su necesaria descarga emocional y luego comprender el contexto (y eventualmente perdonar).
Los traumas logran que distorsionemos (reprimamos) la realidad inasumible de nuestros sentimientos y al mismo tiempo nos proporcionan la clave para sanar: un sueño simbólico ("me persiguen los nazis") para reintegrarla. Volver a experimentar el dolor grabado y soltar la fuerza represora que nos protegía en un principio (pero que a la larga y de la mano del cerebro pensante/cognitivo se ha convertido en nuestro carcelero.."quién te querrá más que yo", "Aquí nunca te pasará nada"...) acaba por reducir la distorsión: se terminan las pesadillas y se da por terminada la asunción de ideas descabelladas acerca de la necesidad de asumir/contratar sistemas de protección respecto de amenazas infundadas. 

La neurosis es sistémica. No está determinada por el sueño. La arrastramos y no nos soltará hasta que le hagamos frente, la encaremos, la integremos...Entonces los pacientes tienen sueños más reales, lúcidos y abiertos.

Tengo pacientes pre-psicóticos que sueñan que están atrapados en una lavadora y que no pueden detenerla...O también: "Estoy en una cueva oscura y no encuentro una luz que me indique el camino de salida". Se trata de pacientes anegados en traumas acontecidos en etapas prematuras de la existencia, etapas pre-verbales, incluso intrauterinas. Sus manifestaciones son delirantes porque el recuerdo no puede ser explicado con palabras pues en el momento de acontecer el trauma no había palabras para explicarlo. A estos delirios los llamo 'de primera linea' pues se vinculan al primer cerebro, el encéfalo, el que gestiona estos recuerdos.

Los sueños de segunda linea son más intrincados y elaborados que los anteriores y tienen una estructura (relato) más coherente desde una perspectiva racional, digamos. Se sostienen con algunas palabras. Sin embargo son más difíciles de comprender porque su elaborada trama esconde 'mejor' (con más astucia) lo que ocultan. Por ejemplo: "Soñé que iba a ver a mi antiguo profesor e intentaba hablar con él, pero no había modo de que me comprendiera". El sentimiento real es: "Nunca pude acceder a mis padres ni conseguir que me comprendiesen."

En resumen, tener sueños no simbólicos es un buen índice de que un paciente se está recuperando. Lo corroboramos comprobando los signos vitales: niveles de cortisol, cambios conductuales y muchas otras medidas.

Nos sanamos sistémicamente."

Arthur Janov
Primal Center
Los Angeles, Ca. USA

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Depresión y TDA (II)

La depresión, tal como la comprendo a tenor de los múltiples casos que a lo largo de mi carrera profesional (45 años) he atendido, reclama una perspectiva empírica y no estadística. Se trata de querer saber, no de saber lo que quieres. Saberme ignorante desde los inicios me ha liberado de la losa de la carrera cognitiva por las medallas académicas, abriéndome las fronteras del dominio de lo desconocido para hacme permeable y adentrarme en el secreto mejor guardado que la psique tiene para ofrecer: los motivos ocultos de la depresión.

No hace mucho, me reuní con un nuevo grupo de pacientes depresivos bajo tratamiento. Su intención era compartir experiencias respecto del insoportable –aunque todavía ilocalizable– dolor que les rodeaba. A medida que empezaban a hablar y tratar de identificar ciertas tendencias conductuales incontrolables y síntomas asociados con sus sentimientos empezó a revelarse todo lo que todos ellos tenían en común. Observamos que todos coincidían en:

· ilocalizable sensación de sufrimiento constante.· patente dificultad para concentrarse.· extrema fatiga.· sensación de parálisis e inmovilidad acusadas.· sentimiento de derrota e impotencia para cambiar el curso de cualquier situación.· incapacidad para expresarse.· Falta de energía.· No me puedo mover, me siento atrapado en un negro abismo· No encuentro razones para seguir viviendo.· Me siento muerto por dentro, todo es monótono, aburrido.· Siento que nada va a cambiar· Hay algo que quiere salir.· Incapacidad para sentir placer.· Incapaz de tomar una decisión, ya sea para activar algo o para detenerlo.· me siento entumecido, mis movimientos son laboriosos.· recurrente pensamientos suicidas· Sensación de aislamiento· Como si estuviese cayendo en un aagujero negro.· No hay salida· Pesadez generalizada o falta de vida.· me cuesta esfuerzos respirar o tan solo levantar un brazo.· nada me interesa en el fondo· abandono, resignación, ganas de desistir de seguir viviendo.· ¿Cuál es el sentido de seguir viviendo? No quiero seguir así.

Arthur Janov
Reflexiones sobre la condición humana

Siendo honestos ¿Quién no ha padecido en algún grado y en ciertos momentos de la vida estos síntomas? ¿Alguien puede poner la mano en el fuego y afirmar que nunca –sobretodo al tratar de enfrentar situaciones dificultosas– ha pensado, aunque fuese por un instante, que quitarse la vida fuese una salida aceptable? La mayoría tenemos un 'censor interno', un sistema defensivo que nos dota de los recursos suficientes para abortar esa frustrante sensación de invalidez, de impotencia ante eventos que -creemos- nos van a sobrepasar si no los eludimos, permitiéndonos ver el lado luminoso de la vida y conservando la capacidad de empatía cuyo dolor que acarrean no va a ser asumible. Pero, admitámoslo, hay personas que experimentan todos estos síntomas de modo generalizado.

Aquello de lo que estos pacientes acababan describiendo las sensaciones propias del trauma del nacimiento, el común denominador de su experiencia común. Nadie les sugirió ni por asomo qué es lo que debían sentir (entre otras cosas porque no hubiéramos sabido qué sugerir...)

Todo lo que una persona sintió, en tal que recién nacido, durante su traumático nacimiento, se proyecta perfectamente en la descripción de su estado depresivo presente. Esto no lo digo para sembrar desesperanza sino justamente para lo contrario, para mostrar que es perfectamente comprensible y legítimo todo aquello que experimenta una persona depresiva. Que existe una base traumática para esta patología y que esta base puede ser sanada sin necesidad de recurrir a los electroshocks. Los traumas se registran inicialmente en el útero, luego durante el parto y consecuentemente, por supuesto, durante la infancia, formando parte todo ello de una cadena lógica de eslabones dramáticos que quedan codificados, registrados y almacenados en el sistema nervioso (amígdala asociada al sistema parasimpático) a la espera de ser bien decodificados y rescatados en el momento adecuado o bien enquistarse hasta sentenciar a muerte al cuerpo físico, incapaz ya de seguir soportando la dolorosa sensación de ahogo. Repito esto no es la descripción de una fatalidad, sino la clarificación de una sintomatología que merece ser abordada más humanamente. Una persona deprimida no es un desperdicio humano, a menos que así se considere sentenciada y su entorno familiar más íntimo dé su caso por perdido. Existe una cura para la depresión, pero sin duda exige de un compromiso por parte del paciente (y de sus familiares más cercanos si los hay) así como del terapeuta convencido para levantar las capas de dolor ocultas tras el miedo, el pánico, a vivir. El pánico grabado a fuego en el canal uterino quizá durante un alumbramiento dolorosa (traumática)mente prolongado. Superar el miedo, o derrotarlo como se suele decir, consiste en mirarlo de frente y abrazarlo cual niño/a asustado/a, ese niño interno que, asustado en la medida que su aterrizaje al mundo fue poco amable (y qué llegada lo fue completamente?). Todos aspiramos a cambiar la inercia de un mundo desalmado donde el amor está exclusiva y perversamente vinculado a la satisfacción de los instintos "placenteros", a aportar nuestro grano de arena para devolver a la humanidad a su estadio de inocencia, olvidado entre los brazos de Morfeo, en el que no existía culpa. Revertir la inercia de la máquina (matrix) involucra una gran responsabilidad. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero el esfuerzo –que no implica ningún sacrificio real, tan solo lo es para el ego– merece la pena.

martes, 27 de diciembre de 2011

La cura: unir los dos hemisferios (I)

Todas las parejas de Seres (independientemente del sexo físico de que estén revestidos sus miembros) responden indefectiblemente a patrones o roles internos polarizados. Yin/Yan, masculino/femenino, dominante/sumiso, progresista/conservador, intelectual/intuitivo, ideal/racional, lento/rápido, rígido/flexible…son roles en apariencia opuestos, a veces incluso hasta el punto de enfrentarse. Los opuestos no obstante, ya se sabe, se atraen por naturaleza. Y eso sucede en virtud de la pulsión que albergan ambas 'mitades' por hallar respuesta al misterio de su propia y hasta ahora ignota naturaleza. Ahí radica la necesidad de emparejarnos.
En la búsqueda de nuestro particular grial hemos tendido a darnos de bruces con el anhelado 'otro', experimentando lamentablemente siempre decepción ante unas expectativas nunca satisfechas, sin percatarnos de que su presencia constituye la incómoda lección de un inconsciente maestro, enviado por su/nuestra propia divinidad (que es la de todos) que, operando mágicamente como espejo, refleja aquellas de nuestras energías 'siniestras' de las que, desde el nivel inconsciente de nuestra mente (= sin darnos cuenta), hemos estado tratando de escapar. Tratar de huir de nuestro secretro más íntimo ha sido paradójicamente el motor que durante milenios nos ha posibilitado expandir y conquistar las fronteras del universo exterior conocido, perceptible por los sentidos físicos. El precio: la lucha entre los opuestos, la experiencia dualística...las guerras. Esta perpetua huída hacia adelante está próxima a concluir (si no es que ya ha concluido y lo que experimentamos es el epílogo de nuestra colectiva odisea). Una vez exhaustos de buscar afuera al culpable/solución a nuestra perpetua insatisfacción, el universo interno, aquél donde yace la paz que tanto hemos reclamado en los demás, es ahora más que nunca la dimensión que aguarda ser explorada.

Del mismo modo (como es arriba es abajo) ocurre con los hemisferios cerebrales. Cohabitan en un mismo cuerpo físico pero están alejados entre si por naturalezas dispares –y sin embargo complementarias. Como miembros de una pareja magnetizada conscientemente por los atractivos expuestos a la vista (conscientes) de ambos 'partenaires'  con los que satisfacer los sentidos físicos (y fruto de ello perpetuar genéticamente la especie) y por los inconscientes (ocultos a los cinco sentidos físicos) de los que obtener respuestas a las preguntas existenciales, los dos hemisferios del cerebro se comprometieron a convivir y extraer de la vida, en insoslayable sociedad, remembranzas de épocas y lugares lejanos en el tiempo y el espacio, experiencias de reconocimiento mutuo. Existe pues un constante flujo de información entre ambos hemisferios cerebrales en modo de recuerdos provenientes de los niveles profundos del lado derecho (femenino) contándole al izquierdo (masculino) sus pesares y tribulaciones, pero hasta la fecha éste no ha querido escuchar...remitámonos a los hechos:

Esposa (progresista/intuitiva/ideal/emotiva/confusa-creativa/rápida/plural/misteriosa-siniestra-oscura, temible izquierda…). Ha estado 'de hecho'.
– Escúchame querido, hay algo que me preocupa, algo que llevo tiempo sintiendo [teniendo ganas de] y debo decirte, algo que puede salvar nuestra convivencia y nuestras vidas…

Esposo (compañero/conservador/razonable/diestro-acertado-derecho/ intelectual/racional/pragmático/lento/singular…) Ha estado 'de derecho'.
– Ahora no, quizá más tarde. Ahora estoy ocupado.

Esposa
– No entiendes. Necesito comunicarte algo…y tú pareces tan...lejano. No me siento bienvenida. Algo nos pasa y no quieres verlo.

……

Casi todos sabemos que nuestro cerebro está compuesto de dos hemisferios: el izquierdo y el derecho. Ambos son muy diferentes entre si. Se diría que son dos partes separadas de nosotros. Poseen sus propias y distintas  'personalidades' y funciones. Una está más abocada a los sentimientos humanos que la otra, tal como veremos.
Cuando no trabajan 'juntas' se produce un conflicto y tenemos problemas. Aunque suene algo apocalíptico decirlo, podemos, como consecuencia, enfermarnos a edades tempranas e incluso llegar a morir prematuramente. Una buena conexión entre ambos hemisferios salva vidas.  Ambos lados necesitan desesperadamente reconciliarse para poder fundamentar nuestra esencia humana. Y esto no es tan solo una aserción intelectual. Si no trabajan coordinadamente somos menos humanos, tal como mostraré en este artículo. Y en eso radica la cuestión fundamental: ser o no ser humanos. La pregunta es, ¿qué es lo que hace que ambos hemisferios cerebrales no trabajen conjuntamente en armonía? ¿Cómo conseguir que lo hagan? y ¿Cuáles son exactamente las atribuciones de cada hemisferio?




Echemos un vistazo a cada lado del cerebro y veamos cómo actúan:

EL HEMISFERIO DERECHO

Ante todo, deberíamos saber (y ya está demostrado empíricamente) que el lado derecho fue el primero en aparecer. Es esencial y primordial en todos los sentidos. Es el hemisferio que 'siente'. Ayuda a almacenar antiguos recuerdos emocionales en su esfera de dominio. Absorbe y registra nuestros traumas más tempranos acaecidos durante la gestación in utero
Nuestras experiencias vitales tempranas no estuvieron rodeadas de palabras ni estuvieron envueltas en escenas con cuyo 'recuerdo' consciente pudiésemos revivirlas. Todo lo que hay allí son sensaciones y…consecuentemente sentimientos. El cerebro derecho tiene la responsabilidad clave de integrar ambos hemisferios, pero no puede hacerlo solo. Necesita de un compañero. Veremos de quien se trata. Clara y definidamente el hemisferio derecho es más 'humano'. Cuida de la vida y de los sentimientos. Es más sensible, compasivo y cuidadoso, capaz de captar matices, la honestidad y detectar la falta de sinceridad pues funciona desde la intuición, cualidades éstas que han sido históricamente vinculadas a la mujer. Ahora sabemos que todos los humanos, hombres y mujeres, tenemos acceso a esa área. Y estamos accediendo. A regañadientes, sin duda.

El hemisferio cerebral derecho es flexible y prefiere un abanico de opciones entre las que escoger. No es de extrañar que muchos de quienes hayan 'sido bendecidos' con un accidente cerebrovascular (apoplejía, ictus…) habitualmente en el hemisferio izquierdo y lo han sobrevivido, hayan visto incrementada notablemente su capacidad creativa [el cerebro derecho controla la parte izquierda del cuerpo y viceversa]. Muchos de mis pacientes, tras haber sido expuestos al dolor experimentado en la parte derecha de su cuerpo, han descubierto unos talentos artísticos innatos tras la terapia. Los sentimientos están pues íntimamente ligados a la creatividad.

Una de las razones por las que el hemisferio derecho es inherentemente flexible es porque está mejor 'mielinado' ya desde una etapa temprana. Es decir, está cubierto de una funda más gruesa de mielina (una proteína fosfolipídica) que rodea con su 'grasa' a las células nerviosas ayudándoles en la transferencia de información de unas a otras. El hemisferio derecho está mejor capacitado para informar al Neocórtex acerca de qué información, incluida la concerniente al dolor, se conserva en niveles profundos. Hay sin duda mucho todavía por debatir acerca de este asunto, pero las investigaciones van indefectiblemente por este camino.

El hemisferio derecho es musical, comprende el tono, el matiz, las sutilezas de los sonidos. Es por ello que todo terapeuta que se precie (y aprecie su profesión) necesita ser consciente y sensible al cambio de tono en la voz del paciente pues éste ofrece un 'subtexto', una sutil información acerca de lo que está sintiendo el paciente y que es incapaz de transmitir verbalmente. El tono delata, pues, al cerebro derecho: mientras que el cerebro izquierdo parlotea incesantemente con sofisticadas y grandilocuentes palabras y expresiones tratando de analizar y dar vueltas (intelectualizar) a conceptos en la creencia de que la comprensión analítica procura la paz que tanto anhela, como terapeutas debemos captar la presión ejercida en el lado derecho por medio del torrente de palabras que usa el paciente desde su lado izquierdo. Si el paciente se halla saturado de sentimientos no expresados, las  palabras se precipitarán urgentemente una sobre otra, viéndose como escupidas. El nivel de represión es así directamente proporcional al caudal verbal manifestado. Un ligero bamboleo en la garganta delata que los sentimientos están ahí, listos para ser expulsados. 

MI mujer, por ejemplo, 'experta' en contener emociones, se derrumba cada vez que escucha a Nino Bravo…Su padre desapareció de su vida sin motivo coherente para una niña de 9 años. La ruptura continua sin ser asimilada.



La música nos ayuda a tratar a los pacientes. Facilita que las escenas y los sentimientos claves emerjan de su 'cueva'. La música evoca un momento especial en sus vidas. Se trata del hemisferio derecho expresándose, su ser emocional (lo que Gustav Jung denominó el 'niño interno'). Y cuando los pacientes evocan escenas y eventos a veces les pedimos que canten una canción que está sonando en el reproductor o la radio, hasta que los sentimientos afloran. Estamos entonces concediendo la palabra al cerebro derecho. A este respecto existe un asunto respeto a las frecuencias de afinación, afirmándose que en 1991 fueron modificadas (de 432 Hz a 440 Hz) eliminándose mucha resonancia y "aplanándose" la música (curiosamente desde la aparición de la MTV). Más aquí...

Pero sigamos. El cerebro derecho es, para bien y para mal, el que siente. Acumula en su buche toda la infelicidad presenciada en momentos de nuestra vida temprana, incluidos aquellos de la vida intrauterina: una madre gestante que abusa del alcohol, que se ciñe a una dieta estricta de adelgazamiento para mantener la forma con la que seguir sintiéndose atractiva y deseada por su pareja (en realidad aceptada/amada por papá), o que padece un trabajo estresante o los efectos de relación de pareja absorbente/exigente/sofocante/violenta/humillante, etc. El hemisferio derecho es el guardián de la traumática verdad de los estadios tempranos de nuestras vidas, la esponja responsable de absorber y contener las emociones, salvaguardándolas hasta que en un estadio más maduro de la existencia puedan (y deban) ser expresadas y así liberadas (sublimadas)

El cerebro derecho no puede mantener la atención enfocada en un solo acontecimiento, mientras que el izquierdo no solo puede sino que lo hace a la perfección. El hemisferio izquierdo está interesado en lo que está sucediendo precísamente aquí y ahora. El derecho mantiene una vigilancia más general.
En clase, durante el periodo escolar, los niños con un hemisferio derecho 'desatado' (los más intuitivos, sensibles, musicales, artistas...) son incapaces de enfocarse en los deberes ordenados por el profesor. Cuando una persona con un cerebro izquierdo 'defectuoso' (no operativo) entra en pánico el aprendizaje se bloquea. La ansiedad sofoca entonces los intentos del cerebro izquierdo por aprehender/asimilar nuevos conocimientos.

El hemisferio derecho está a menudo tan sobrecargado de sentimientos reprimidos –y experimenta el dolor de dicha represión– que se ve incapaz de prestar la adecuada atención al presente, al ahora. La razón es bien simple (y dramática): el pasado irresuelto reclama, también, atención. Y la atención solo puede estar puesta en el pasado o en el presente pero no en ambos simultáneamente.

Cuando el pasado (la memoria) está cargado de terror y ansiedad, los recuerdos se desvanecen (y ello se acentúa con la edad hasta degenerar en Alzheimer y otros trastornos neurodegenerativos). No es casual que el hipocampo derecho sea el que gestione la memoria emocional y no el izquierdo. El derecho siempre percibe una perspectiva más amplia de los eventos y busca siempre patrones de comportamiento que encajen en ese todo. 

En el hemisferio derecho hay pobreza de detalle, algo que el izquierdo sabe proveer con soltura. Es más, el izquierdo adora los detalles, la visión microscópica. Al derecho no le molestes con detalles. Si la receta de la salsa dice 'poner dos cucharadas soperas', las personas derechocerebrales se quedan en blanco. Los pragmáticos cerebros izquierdos funcionan bien con órdenes concretas, con tareas mecánicas y repetitivas. El derecho funciona a base de impulsos intuitivos y acierta a base de adivinar/intuir. La precisión no es su fuerte. Ese lado intuitivo es necesario en una terapia de sentimientos, pero...un poco de ciencia también ayuda. No en vano, cada uno de nosotros posee ambos hemisferios y la meta consiste en congraciarlos.

Una cosa es que un paciente pueda explicar lo asustado que está durante todo el día, y otra cosa es que, yaciendo en el suelo, lo sienta y reviva el contexto pasado, algo que solo puede suceder cuando el pasado no está "resuelto" (integrado, sanado). El hemisferio izquierdo percibe terror vagamente, pero solo el derecho es capaz de abrir las puertas y acceder a ese terr-itorio, sintiéndolo con toda su fuerza. Cuando los sentimientos se filtran al cerebro izquierdo (gracias al acceso que brinda el cerebro derecho) puede llegar a experimentarse un ataque de pánico…síntoma de que el derecho se está entonces desamordazando, purgando. Dichos ataques no duran de promedio más de 10 minutos.

Todo lo concerniente a los traumas de la vida temprana se procesa pues en el hemisferio derecho, antes incluso de que haya madurado el cerebro izquierdo. Esas tempranas experiencias, repito, quedan grabadas en el sistema cerebral [que engloba ambos hemisferios]. Y puesto que la experiencia original no es verbal, debe ser revivida, para liberarla, de modo no-verbal también.

Si la experiencia traumática temprana estuvo acompañada de una presión arterial de 170 (sístole) y 115 (diástole), el recuerdo/revisión de dicha experiencia irá ineludiblemente ligado, por resonancia, a una subida de tensión igual. El sello emocional no miente. Está recordando a su manera, neurobiológicamente. No es una revisión consciente, analítica, sino ad libitum. Y cuando se revive el traumático proceso del nacimiento hay múltiples signos/constantes vitales que se disparan elevándose por encima de promedio. Ese es el modo en que un terapeuta debe verificar que el evento recordado fue o no real, la prueba de que el paciente no miente. Es por ello que ninguna terapia cognitiva (que tenga como base un proceso meramente intelectual de los recuerdos) servirá para este fin. Tiene que mediar un tipo diferente de lenguaje para conseguir que el paciente regrese conscientemente a la 'escena del crímen'. ¿Se podría regresar inconscientemente por medio de hipnosis inducida? Sí, pero el posterior despertar del paciente al inicial estado consciente de su mente en nada aporta a su salud mental, pues ningún recuerdo consciente permanece de su 'bajada a los infiernos', siendo el consciente y el inconsciente dos estados mentales incompatibles entre si. El consciente tiende a olvidar a su compañero de fatigas, el inconsciente. Y éste no ceja en su empeño de despertarle (de ahí que los hombres etiqueten a las mujeres de 'pesadas' (hinchabolas, como dicen los argentinos), Los 'beneficios', si es que realmente se les puede llamar así, de la hipnosis solo conciernen, en último término, al terapeuta, a los efectos de estudios estadísticos. Estudios que a su vez adulan al cerebro izquierdo de los lectores, quedando todo abandonado a un plano intelectual que en si no hace sino 'marear la perdiz' en lo que respecta al asunto emocional.




Ningún nivel de tejido cerebral puede hacer el trabajo de un nivel diferente de función cerebral (y los dos hemisferios son niveles diferentes). Es necesario conducir los dolientes sentimientos hasta el nivel en que ocurrieron y en el contexto cerebral (hemisferio) que los contienen. No podemos, repito, usar palabras para regresar a tiempos pre-verbales de la existencia. Este es el error básico que comete la Psicoterapia actual: los psicólogos cognitivos tratan de explicar y hacer comprender (forzar la asimilación) verbalmente lo que no puede ser comprendido racionalmente. Es como tratar de involucrar al sistema límbico en complejos problemas matemáticos. Esa no es su competencia. No es su trabajo. 

El evento censor, represor (el trauma) necesita ser revivido (no comprendido) finalmente sin palabras, pues las palabras no intervinieron en el evento que ocasionó la disfunción emocional que se refleja en el momento presente. Y puesto que no deben mediar palabras puedes tatarear/silbar, susurrar una melodía, hasta llegar allí. Esa es la razón por la que cantar detiene el tartamudeo. Cuando eliminamos las palabras de la ecuación, todo es más simple. El sistema educativo se resiste pero acabará por caer presa de su propia naturaleza amnésica-represora.

El colega más cercano del hipocampo derecho es la amígdala derecha, el agente del miedo y de los sentimientos profundos. La amígdala derecha es el órgano clave cuyo estímulo facilita el acceso al área límbica de los sentimientos, estando también involucrada en el proceso general del proceso emocional. Cuando un nivel de terror profundo aflora uniéndose a la emoción del miedo alojada en el sistema límbico puede producirse un ataque de pánico, como dije, totalmente descontrolado. 


Cuando la amígdala cerebral derecha está sobrecargada de sentimientos no expresados (lo sano y equilibrado en un ser humano es liberar periódicamente esa sobrecarga expresando espontáneamente los sentimientos: alegría, compasión, ternura, amor…), entonces se muestra inflamada, síntoma inequívoco de la urgencia de descargar su pesado y reprimido lastre. Recientes estudios indican que los bebés de madres deprimidas tienen amígdalas más grandes. Entre sus funciones, las amígdalas tienen la tarea de denunciar las amenazas que detecte en el entorno y envía señales de miedo para que el cerebro izquierdo (papá) pueda reaccionar apropiadamente...Lamentablemente una vez reprimido el mensajero (el miedo) estos bebés se convierten en adultos dotados de una hipersensibilidad a las amenazas. En casos extremos hallamos individuos paranoicos, es decir, personas que ven amenazas por todas partes. Esto es particularmente cierto en los adictos a fumar cannabis, para quienes las defensas del hemisferio derecho están hasta tal punto debilitadas por la marihuana que el izquierdo, masculino y racional se percibe amenazado. Una amenaza que obliga al cerebro izquierdo a producir extrañas ideas, esencialmente delirantes, paranoicas (el mundo se va a acabar...etc). Ideas asociadas a eventos presentes (amenazas terroristas, la caída de un meteorito...) que están fundamentadas en el miedo al derrumbe de las defensas acaecido en la infancia y a la consecuente creencia en que la expresión de los sentimientos suponga un debilitamiento del sistema, una amenaza para la existencia (etiquetada desde entonces como supervivencia). Hay que estar alerta –se dicen–hay peligro por todas partes. A medida que pasan los años esas ideas quedan fijadas, endurecidas e invulnerables. 

Revista Science: "Cómo las madres tristes alteran el cerebro del niño". 22 Agosto de 2011).
La profunda depresión de una madre gestante opera un cambio en el cerebro del  bebé. No existen escenas o palabras para expresar esa alteración ni tan siquiera recordarla. El recuerdo es orgánico. Hay una etiqueta en él, una marca hecha por medio de un proceso conocido como metilación que etiqueta la experiencia y altera por consiguiente la manifestación de los genes, generando una influencia en el comportamiento. Los genes a menudo son interpretados erróneamente por parte del sistema nervioso, pero añadida la intervención del grupo químico metílico a las células, la marca queda grabada de por vida. La metilación crea por tanto un acontecimiento epigenético que cambia la forma en que los genes se van a desplegar, o por lo menos el modo en que el cerebro va a interpretar la información almacenada en esos genes. Cuando un gen cambia así 'su rostro', dicho cambio no siempre será reconocido. Este cambio no solo va a afectar al futuro comportamiento del individuo sino que puede incrementar la propensión de ciertas enfermedades graves, incluido el cáncer, a manifestarse. Estos traumas están fuertemenmte originados en el cerebro derecho. 
Durante la terapia, muchos psicólogos se dirigen al paciente y consiguen que les cuenten lo que le está molestando. Pero simplemente no lo sabe ("Doctor, no sé qué me pasa..."), obviamente porque el cerebro izquierdo no estaba al tanto en el momento de desencadenarse la fuente del malestar presente.

Como ya hemos dicho, el cerebro derecho no informa con palabras. Y sin embargo el paciente está deprimido, y no sabe por qué ni sabe cómo demonios salir de ese estado. Mientras tanto el acontecimiento está etiquetado a la espera de que se produzca el enlace, la 'conexión'. Hasta entonces el daño se estará produciendo. Solo una terapia sistémica y orgánica que pueda abordar eventos preverbales podrá cambiar las cosas y ayudar al paciente a que mejore. Y eso implica no usar por defecto el cerebro izquierdo para alcanzar esa meta.
El cerebro izquierdo se halla jerárquicamente en segunda posición. 

Hay suficiente información hoy en día respecto del stress que una mujer embarazada inocula en forma de hormonas a su criatura dentro de la placenta, hormonas as cuales impactan en el feto, quien padecerá desde ese momento, y quizá para toda la vida, los efectos del estrés de su madre, hasta que le llegue el turno de liberarse de ellas (si es que asume esa tarea de modo consciente).

Las estructuras/órganos (Hipocampo, amígdalas) que rigen el sistema límbico forman parte ineludible en la expresión de los sentimientos de nuestro Ser y son esenciales al tratar con las emociones. Debatir acerca del miedo concierne al cerebro izquierdo. Sentir el miedo es dominio exclusivo del cerebro derecho. 

Explicar un sentimiento sin manifestarlo no tiene significado alguno, tal como veremos. No cura NADA. Analizar el sentimiento DESPUÉS DE haber revivido el recuerdo almacenado es perfectamente válido y enriquecedor. El carro de la evolución tampoco precede al caballo que tira de él. Tal como el sistema dice: "A cada cual su turno. Cuida los modos: Los sentimientos van primero, los pensamientos y los análisis después".

Cuando el hemisferio derecho está saturado de sentimientos dolorosamente reprimidos, se torna imperiosamente incontenible. Necesita descargar. Es una ley física. Eso se muestra más tarde en la vida por medio de la incapacidad de realizar diversas tareas a la vez debido a que la gota del input entrante en el cerebro izquierdo simplemente hace colmar el vaso del espacio disponible. Es cuando el sujeto evita a toda costa asumir cualquier tarea que suponga el desborde del contenedor. El cerebro izquierdo no está seguro de por qué evita asumir dichas tareas y sin duda permanece en gran medida inconsciente de ello. Simplemente se dedica a interpretar un papel ante el que permanece tan inconsciente como frente a los sentimientos reprimidos. La persona simplemente se torna fácilmente susceptible, sobrepasada, cansada en apariencia por lo acontecimientos externos presentes, cuando en realidad está sobrepasada por recuerdos de un pasado, lejano y paradójicamente tan...presente, al que está ineludiblemente ligada. Recuerdos que pugnan por hallar una salida.

sigue en parte II

Arthur Janov
http://www.arthurjanov.com/