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jueves, 17 de noviembre de 2011

Relaciones karmicas

…continuación de Relaciones en la Nueva Era.


En este contexto, quisiera decir algo acerca de las ‘relaciones kármicas’. Me refiero a relaciones entre personas que se han conocido en otras vidas y que han experimentado intensas emociones con relación a uno y otro. El rasgo característico de una relación kármica es que las parejas llevan dentro emociones irresueltas, tales como culpa, miedo, dependencia, celos, ira o algo similar. Debido a esta ‘carga’ emocional irresuelta, ellos se sienten atraídos uno al otro en sucesivas encarnaciones.
La finalidad del encuentro reiterado es proveer de más oportunidades para resolver el problema pendiente. Esto se promueve escenificando el mismo conflicto en un corto período de tiempo. Cuando ellos acaban de encontrarse, los ‘jugadores’ kármicos sienten un apremiante impulso por estar más cerca uno del otro, y después de algún tiempo comienzan a repetir los viejos patrones emocionales de sus respectivos roles. Esta vez se ha establecido el escenario para enfrentar otra vez los viejos problemas y tal vez manejarlos de un modo más iluminado. El propósito espiritual del encuentro reiterado es que ambos, en la pareja, hagan otras elecciones diferentes a las que han hecho durante la/s vida/s anterior/es.


Os voy a poner un ejemplo. Imaginad a una mujer quien, en una vida previa, tuvo un marido que era totalmente posesivo y dominante. Durante un tiempo ella aceptó esta actitud de su marido en parte porque encontraba dicha actitud natural y seductora –probablemente porque su propio padre tenía ese carácter–, pero llegado un cierto punto ella experimenta un cambio de consciencia y decide que ya era suficiente y rompe la relación. Pero más tarde el marido, incapaz de soportar el abandono, se suicida. La mujer siente remordimientos. Cree que es culpable por lo sucedido. Se pregunta si acaso no debería ella haberle dado a él otra oportunidad. Ella acarrea este sentimiento de culpa durante el resto de su vida.


En otra vida ellos deciden volverse a encontrar, pues algo ha quedado pendiente de su vinculación que necesitan resolver para despedirse y seguir adelante. Se produce una singular atracción entre ellos. Al principio, el hombre es excepcionalmente encantador y ella es el centro de su atención. Él la adora. Los papeles de repiten. Comienzan una relación. A partir de entonces él se vuelve cada vez más celoso y posesivo. Él sospecha de adulterio por parte de ella. Ella se halla a sí misma en una disputa interior. Ella está enfadada y perturbada a causa de que él la acuse equivocadamente, pero ella también siente una extraña obligación a ser indulgente y a darle a él otra oportunidad. Él es un hombre herido, ella piensa, él no puede experimentar el temor a ser abandonado. Tal vez yo pueda ayudarle a superarlo. Ella justifica su comportamiento de este modo pero en realidad ella permite que sus límites personales sean violados. La relación afecta negativamente su autoestima.


La elección más liberadora para la mujer habría sido ahora aprovechar el reencuentro en esta vida y romper la relación para poder seguir su propio camino sin sentirse culpable. El dolor y miedo del marido no son de su responsabilidad. El dolor del marido y la sensación de culpa de ella los han llevado a una relación destructiva. Su relación ya estaba cargada emocionalmente a causa de una vida anterior. El significado del encuentro repetido es que la mujer debe aprender a dejar que las cosas prosigan sin sentimientos de culpa y que el hombre debe aprender a sostenerse por sus propios pies emocionalmente. Por lo tanto la única solución real es romper la relación. La solución para el karma de la mujer es finalmente soltar su sensación de culpa. El ‘error’ que ella comete en su vida anterior no fue que ella abandonó a su marido sino que ella se sintió responsable por su suicidio. La partida de su esposa en esta vida confrontaría al marido nuevamente con su propio dolor y temor y esto le ofrecería a él una nueva oportunidad de enfrentar estas emociones en lugar de escapar de ellas suicidándose.


Podéis reconocer un encuentro kármico por el hecho de que vosotros inmediatamente sentís a la otra persona extrañamente familiar. Con mucha frecuencia también existe una atracción mutua, algo apremiante ‘en el aire’, que os impulsa a estar juntos y a descubriros. Si se da la oportunidad, esta fuerte atracción puede llegar a convertirse en una relación de amor o en una agobiante ‘pasión’. Las emociones que experimentáis pueden ser tan abrumadoras que lleguéis a pensar que habéis encontrado a vuestra alma gemela. Sin embargo, las cosas no son como parecen. Siempre habrá problemas en este tipo de relaciones, que tarde o temprano emergerán. A menudo, las parejas terminan involucrándose en un conflicto psicológico que implica poder, control y dependencia como ingredientes principales. Por esto ellos repiten una tragedia que su subconsciente reconoce de una vida anterior. En una vida pasada ellos podrían haber sido amantes, padre e hijo, jefe y subordinado, u otro tipo de relación. Pero siempre han tocado un profundo dolor interno en el otro, por actos de infidelidad, abuso de poder o, por otro lado, también un fuerte cariño. Ha habido un profundo encuentro emocional entre ellos el cual ha dejado profundas cicatrices y trauma emocional. Es por esto que las fuerzas de atracción así como también la repulsión pueden ser tan violentas cuando ellos se encuentran otra vez en una nueva encarnación.


La invitación espiritual a todas las almas que están energéticamente enredadas de este modo es dejar ir al otro y volverse una ‘entidad en sí misma’, libre e independiente. Las relaciones kármicas como han sido mencionadas aquí casi nunca son relaciones de larga duración, estables, amorosas. Son relaciones destructivas más que sanadoras. Muy frecuentemente, el propósito básico del encuentro es lograr soltarse uno del otro. Esto es algo que podría no haberse hecho en una o más vidas pasadas, pero ahora hay otra oportunidad para liberarse uno al otro en amor.


Si os halláis en una relación que está caracterizada por emociones intensas, que evoca mucho dolor y aflicción pero de la cual no podéis escaparos, por favor daos cuenta de que nada os obliga a estar con la otra persona. Además, comprended que esas intensas emociones a menudo están más relacionadas con un dolor profundo que con amor mutuo. La energía del amor es esencialmente calma y pacífica, alegre e inspirante. No es opresiva, agotadora y trágica. Si una relación adquiere este rasgo, es tiempo de soltar más bien que de ‘trabajar en ella’ otra vez.


A veces, os convencéis a vosotros mismos de que tenéis que estar juntos porque ‘compartís un karma’ y tenéis que ‘salir bien de esto juntos’. Imagináis la ‘naturaleza del karma’ como un argumento para prolongar la relación, mientras que ambos seguís sufriendo inmensamente. En realidad, estáis tergiversando el concepto de karma. No se soluciona juntos el karma: el karma es una cosa individual. El karma implicado en relaciones tales como la mencionada anteriormente a menudo requiere que liberéis completamente, que os retiréis de tal relación para poder experimentar que sois una totalidad en vosotros mismos. Nuevamente, vuestra propia cuenta. Otra persona puede tocar o desencadenar algo dentro de vosotros que crea mucho drama entre vosotros. Pero sigue siendo de vuestra exclusiva responsabilidad y desafío tratar con vuestra propia herida interior, no con los problemas de la otra persona. Solamente sois responsables de vosotros mismos.


Es importante comprender esto porque es una de las principales trampas en las relaciones. No sois responsables de vuestra pareja y él/ella no es responsable de vosotros. La solución a vuestros problemas no yace en el comportamiento de la otra persona. A veces estáis tan conectados al niño interior de vuestra pareja, la parte emocionalmente herida dentro de él/ella, que sentís que sois quien lo va a ‘salvar’. O quizá sea vuestra pareja quien esté tratando de hacer lo mismo con vosotros. Pero esto no va a funcionar. Estaréis reforzando emociones de impotencia y de victimización en la otra persona, mientras que finalmente sería más provechoso si trazáseis la línea divisoria y os apoyáseis en vosotros mismos. Es vuestro destino ser capaces de sentiros total y completos, enteramente por cuenta propia. Esa es la condición más importante para una relación verdaderamente satisfactoria.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Relaciones en la Nueva Era

Esta canalización fue presentada ante una audiencia en vivo el 5 de febrero de 2006 en Oisterwijk, Holanda. La palabra hablada ha sido modificada ligeramente para mejorar su lectura.

Traducido del inglés al español por Sandra Gusella



Queridos amigos,


Hoy estoy aquí con vosotros con mucha alegría y felicidad. Mi energía fluye entre vosotros y como podéi s sentir ésta no es una disertación en el sentido tradicional. Yo estoy transmitiendo una cierta energía (además de información) y vosotros sois tanto parte de esto como yo, Pamela y Gerrit. Estando aquí juntos creamos un campo o vórtice de energía en esta habitación, en esta brecha hacia la tierra. Por lo tanto, este lugar es sagrado. Cualquier lugar donde las personas – ángeles en cuerpos humanos – se reúnen y se aúnan con la intención de sembrar su luz dentro de la tierra, el área se vuelve sagrada.


Quisiera decir algo brevemente acerca del fenómeno de ‘canalización’, que ha llegado a ser tan popular recientemente. Todos vosotros conocéis el concepto de ‘prana’, el cual es empleado en yoga y en filosofía oriental. Prana es una energía espiritual que tomáis con cada aspiración. Pero vosotros, cuando aspiráis, no inhaláis solamente oxígeno, sino también una energía de fuerza de vida, una energía cósmica que excede a lo físico y que os permite vivir. Ahora, lo que quisiera señalar es esto: en el momento en que cada uno inhala Prana junto con oxígeno en la aspiración, cada uno a su propio modo canaliza continuamente. La canalización no está reservada para algunas pocas personas con facultades especiales. La canalización es la cosa más natural del mundo. Vosotros lo veis, no podéis vivir sin energía cósmica. No podéis existir, vivir y prosperar sin tomar energía cósmica. Al igual que no podéis vivir solamente de oxígeno, no podéis tampoco funcionar, ni siquiera de una manera básica, sin alguna conexión con la energía cósmica que es vuestro hogar. La Tierra y el cosmos, el oxígeno y prana, ambos os son necesarios para manifestaros completamente como un seres humano en la realidad terrestre.


En la primer canalización de esta nueva serie yo os he llamado a vosotros los guardianes, los que abrís la puerta a más Luz en la tierra. Pero también sois los constructores del puente, los que intermediáis entre el reino cósmico y el terrestre, canalizando energía cósmica hacia la tierra. Esto es algo que realmente hacéis y es algo que necesitáis hacer para sentiros alegres y saludables, conectados con vuestro propósito. Estaréis canalizando siempre que uséis vuestra intuición, siempre que vayáis profundamente adentro y sintáis cómo son las cosas para vosotros y cómo os gustaría cambiarlas. En esos momentos formáis un canal junto con vuestro Ser Superior y os conectáis con la sabiduría de los reinos cósmicos, no-terrenales, que pueden ayudaros a alcanzar vuestras metas aquí en la tierra. Cada uno de vosotros, de algún modo, canaliza para realinearse con su ser superior que está fuera del espacio y del tiempo.


Hoy, compartimos nuestras energías y nos aunamos para canalizar una energía cósmica que está tratando de encontrar su camino hacia la tierra en esta Nueva Era. La Nueva Era ya no es más una visión del futuro. Ya está manifestándose en la vida cotidiana de innumerables individuos. Si leéis los periódicos o véis llas noticias puede parecer que el caos que presenciéis os haga creer que el tiempo aún no está maduro. Pero el despertar manifestado por la Nueva Era comienza a nivel individual, no a nivel de los gobernantes, instituciones u organizaciones. Es en la vida de todos los días, propia de cada uno, que se presenta un nuevo flujo de energía. Es el flujo de vuestro corazón que os invita y que os lleva a vivir y a actuar de acuerdo a vuestra iluminación y sabiduría. Así es como tiene lugar el nacimiento de la Nueva Era, por individuos corrientes que están atentos a los susurros de su corazón. Espiritualmente, el cimiento de cualquier cambio real o transformación siempre se tendió en el nivel individual. La energía que está despertando en vuestros corazones, gradualmente irá encontrando su camino a través de las instituciones y organizaciones que aún están bien agarradas al viejo paradigma de la consciencia basada en el ego. Los viejos bastiones del poder verán vencida su resistencia, no por medio de la violencia sino por la tierna energía del corazón. Si el corazón toma la delantera, lo viejo colapsará, no bajo la presión del poder y de la violencia sino bajo la presión del amor.


Las relaciones son casi siempre el origen de las emociones más profundamente arraigadas en vosotros, yendo desde una enorme alegría hasta la angustia más profunda. Las relaciones os brindan la posibilidad de tomar consciencia de un dolor interno que es esencialmente mucho más viejo que la relación misma, incluso más viejo que su existencia humana.


En esta era se os invita, y a menudo se os desafía, a que logréis una auto sanación profunda en el campo de las relaciones. Debido a la nueva energía que se está presentando ahora, es posible transformar los elementos destructivos de una relación a un flujo de energía positivo, equilibrado entre vosotros y la otra persona. Sin embargo, sanación y transformación personal puede también significar que abandonaréis relaciones en las cuales no podáis expresaros adecuadamente. Esto frecuentemente significa que, incluso si amáis a alguien profundamente, tendréis que decir adiós, porque vuestro propio camino interior os lleva a un lugar diferente. Ya sea que conduzca a renovación o a separación en una relación, os veréis enfrentados al desafío de enfrentar los problemas más profundos en esta área del vínculo personal. La llamada del corazón, de la energía basada en el corazón que señala la Nueva Era, ha entrado a vuestras vidas cotidianas y nunca más podréis esquivar la nueva energía.


Para explicar por qué las relaciones pueden heriros tanto y trastornar vuestras vidas completamente, me gustaría decir algo acerca de un dolor antiguo que portáis dentro de su alma. Es un dolor que es muy viejo, mucho más viejo que esta vida, más viejo incluso que todas vuestras vidas anteriores en la tierra. Quiero llevaros a tiempos pasados, hacia vuestro dolor original del nacimiento como un alma.


‘Por aquel entonces’ todo era entero e indiviso. ¿Podéis imaginar esto? Dejad que vuestra imaginación viaje libremente por un momento. Tan sólo imaginad lo siguiente: Vosotros no ‘estáis’ alojados en un cuerpo, sino que sois pura y esencial consciencia, parte de un enorme campo de energía que os rodea de un modo confortable. Sentís que sois parte de esta unidad y que estáis siendo abrigados sin condiciones. Sentid cómo este campo de energía os circunda como un manto inmensamente confortable, como una energía abundantemente amorosa que os permite explorar y desarrollaros libremente, sin dudar jamás de vosotros mismos o de vuestro derecho intrínseco a ser quienes sois. Nada de ansiedad, nada de temor. Esta sensación de comodidad y seguridad constituía la quintaesencia de las condiciones previas a vuestro nacimiento como un alma individual. Era un útero cósmico. Incluso estando muy apartados de tal recuerdo, en su estado actual, vuestros corazones aún ansían esta sensación de integridad y de entereza, el sentimiento de absoluta seguridad que experimentásteis en aquel manto de amor y de benevolencia. La sensación de unidad que, recordáis, era Dios. Juntos en este manto de amor vosotros constituíais a Dios. Todos juntos conformábais la entidad que denomináis Dios.


Dentro de esta consciencia divina, o ‘manto de amor’, en un algún momento se decidió crear una nueva situación. Es muy difícil expresarlo con palabras humanas, pero tal vez podáis imaginar que en Dios –esta consciencia de unidad– hubo un anhelo por ‘algo diferente’, algo más que unidad. Hubo, por decirlo así, un deseo de experiencia. Cuando estáis completamente asimilados e integrados dentro de la totalidad del ser puro, no experimentáis cosas o circunstancias……simplemente sois. A pesar del éxtasis y de la total seguridad y comodidad en este estado del ser, había una parte de Dios, una parte de esta consciencia cósmica, que quiso explorar nuevas fronteras de conocimiento. Tuvo un anhelo de evolución. Esta parte ‘partió de sí misma’.


Vosotros sois esta parte de Dios. Vuestra consciencia en algún momento ha estado de acuerdo con este experimento de partir de la unidad, de la globalidad, y volverse un ‘Yo’, una entidad en sí misma, una consciencia individual definida. Este fue un paso enorme. Desde el fondo de vuestro ser sentísteis que esto era algo bueno, que el deseo de creatividad y de renovación era una aspiración legítima, positiva y valiosa. Sin embargo, en el ‘momento’ en el que efectivamente partísteis del campo de unidad, hubo dolor. Por primera vez en vuestro recuerdo, por primera vez en vuestra vida, hubo profundo dolor. Fuisteis expulsados de un reino de amor y seguridad que había sido completamente patente para vosotros. Este es el dolor del nacimiento al cual me referí anteriormente. Incluso durante esta primera experiencia intensa de desolación, algo en vuestro ser más íntimo os dijo ‘que todo estaba bien’, que ésta estaba siendo vuestra propia elección. Pero el dolor fue tan profundo que, en las capas más externas de vuestro ser, os vísteis confundidos y desorientados. Se hizo totalmente difícil mantenerse en contacto con el conocimiento interior más profundo, el nivel interno de sabiduría donde se proclama que sois Dios, y sabéis ‘que todo está bien’.


A la parte atormentada que surgió en aquella época yo la llamo el niño interior. Vuestra alma, vuestra individualidad única, porta dentro de ella los extremos de, por un lado, el conocimiento divino puro, y por otro lado un niño cósmico traumatizado. Esta unidad de Dios y Niño, de conocimiento y de experiencia, se puso en marcha en un largo viaje. Partísteis como un alma individual. Comenzásteis a investigar y a experimentar cómo es ser un ‘Yo’, un individuo definido.


Dios había transformado una parte de él/ella misma en un Alma. El alma necesita de la experiencia para encontrar de nuevo sus orígenes divinos. El alma necesita estar viva, experimentar, descubrir, autodestruir y recrear… para sentir quién es verdaderamente él/ella, a saber Dios. Lo patente de ser uno y total se había hecho pedazos y tenía que ser recobrado a través de la experiencia. Esto en sí mismo fue una gran proeza de creatividad. ¡El nacimiento del Yo-consciencia fue una clase de milagro! Nunca había existido antes.


Con frecuencia, tratáis de trascender los límites de vuestra yo-idad para experimentar la integridad y la unidad otra vez. Podríais decir que es la verdadera aspiración de vuestra búsqueda espiritual. Pero considerad esto por un momento: desde el punto de vista de Dios, la yo-idad, el estado de separación, ¡es lo que constituye el milagro! El estado de ser UNO CON TODO era la situación normal, ‘como siempre había sido’. Dentro del milagro de ser un alma individual, yacen escondidos una inmensa belleza, alegría y poder creativo. La razón por la cual no lo experimentáis de ese modo es porque todavía estáis luchando para mantener reprimido el recuerdo del dolor del nacimiento como un alma. En algún lugar profundo en vuestro interior todavía resuena el grito primordial de angustia y de traición: es el recuerdo de ser separado de vuestr@ Madre/Padre, de su manto omnipresente de amor y de seguridad.


En vuestro viaje a través del tiempo y de la experiencia, habéis pasado por tantas cosas. habéis probado todas las clases de formas diferentes. Hubo ciertamente algunas encarnaciones en las cuales no adoptásteis la forma del cuerpo humano, pero eso no es muy relevante ahora. Lo que me interesa en este contexto es que, a lo largo de esta muy larga historia, fuísteis guiados por dos motivos diferentes. Por un lado estuvo presente el deleite por la exploración, la creación y la renovación, y por el otro lado estuvo la nostalgia, la sensación de ser despedido del paraíso, y una abrumadora soledad.


Con vuestra parte aventurera y progresista, la energía que os impulsó fuera del útero cósmico, vosotros habéis experimentado y creado mucho. Pero debido al dolor del nacimiento y a la nostalgia que lleváis dentro, también tuvísteis que tratar con mucho trauma y desilusión. Por lo tanto vuestras creaciones no fueron siempre benevolentes. Durante vuestros viajes a través del tiempo y del espacio habéis hecho cosas de las cuales más tarde os habéis arrepentido. Cosas que podríais llamar ‘malas’ (entre comillas). Desde nuestra perspectiva, estas acciones simplemente fueron el resultado de vuestra determinación de ‘zambulliros en lo más profundo de la experiencia’ y a aventuraros dentro de lo desconocido. Ya veis que, tan pronto como decidís volveros un individuo, escapando de la integridad patente, ya no podéis experimentar solamente luz. Tenéis que descubrirlo todo de nuevo. Por lo tanto también experimentáis la oscuridad, todo lo que es y todos los extremos de esta polaridad.


En vuestro punto actual de evolución, estáis llegando a comprender que todo se levanta o se cae al hacer uso del poder de abrazar verdaderamente vuestra ‘yo-idad’. Se trata de abrazar verdaderamente vuestra propia divinidad y desde ese conocimiento de vosotros mismos, experimentar alegría y abundancia. En el momento de vuestro nacimiento cósmico, el momento en el que la desolación y el dolor os envolvió, comenzásteis a sentiros diminutos e insignificantes. Desde aquel momento en adelante, empezásteis a buscar algo que pudiera salvarlos. Un poder o fuerza externa, fuera de vosotros, un dios, un líder, una pareja, un hijo, etcétera. En el proceso del despertar que ahora estáis experimentando, os estáis dando cuenta de que la seguridad esencial que estáis buscando no la vais a encontrar en nada ni nadie externo a vosotros, ya sea una pareja, un amante, una religión o un dios. Por más fuerte que este anhelo o nostalgia pueda ser ‘desencadenado’ en una relación particular, no encontraréis esta seguridad esencial ahí, ni siquiera en la relación con Dios.


Porque el Dios en el que creéis, el Dios que os ha sido transmitido por la tradición y por quienes aún ejercen una pesada influencia en vuestra percepción de la realidad, es un Dios que está fuera de vosotros. Es un Dios que traza y diseña las circunstancias por vosotros, que despliega el camino por vosotros. Pero ese Dios no existe. Vosotros sois Dios, sois esa parte creativa de Dios que decidió seguir su propio camino y experimentar las cosas de un modo totalmente diferente. Confiásteis en que seríais capaces de sanaros la herida primordial del nacimiento, inevitable en ese salto hacia lo desconocido. 


Podríais decir que la energía expansiva de exploración y de renovación es una energía masculina, mientras que la energía de unificación, de unión mutua, la energía del Hogar, es femenina. Ambas energías pertenecen a la esencia de quienes sois. Como alma realmente no sois ni masculino ni femenino. Esencialmente, sois ambas cosas: masculino y femenino. Comenzásteis vuestro viaje con estos dos ingredientes. Y ahora ha llegado el tiempo de permitirles a dichas partes, trabajar juntos en armonía. Ello significa experimentar verdaderamente la totalidad en vosotros mismos. Después de haber negado, via una amnesia autoimpuesta, vuestra propia grandeza durante tanto tiempo, finalmente comenzaréis a daros cuenta de que no hay otra alternativa más que ser el Dios que estáis anhelando.


Éste es el último descubrimiento hacia la iluminación: comprender que vosotros mismos sois ese Dios al que andáis suplicando ayuda. No hay nada fuera de vosotros que pueda llevaros hacia vuestra reconciliación con vuestro corazón, con vuestro propio poder y totalidad. Vosotros sois eso, sois lo único, ¡y siempre habéis sido lo único! Siempre os habéis estado esperando a vosotros mismos.


Encender la llama del conocimiento de sí mismo dentro de uno, trae consigo tal alegría, tal sensación profunda de retorno, que todas vuestras relaciones pasan a ser observadas con una nueva lente. Por ejemplo, os sentís menos preocupados por las cosas que otras personas os dicen. Si alguien os critica o desconfía de vosotros, no lo tomáis automáticamente como algo personal. Os sentís menos afectados o menos ansiosos por reaccionar. Liberáis más fácilmente la necesidad de defenderos, tanto de vosotros mismos como de otras personas. Si, por el contrario, os sentís fácilmente afectados emocionalmente por la opinión que otra persona tenga y exprese de vosotros, esto indica que, internamente, hay un desprecio de sí mismo que os hace conceder crédito a las opiniones negativas de los demás. Y no resolveréis este desprecio de vosotros mismos generando un conflicto con el otro, sino yendo adentro y entrando en contacto con las heridas emocionales dentro de vosostros mismos, que están siendo espejadas por las situaciones que os alteran en el presente. Dichas heridas son mucho más antiguas que el específico y actual momento de rechazo que experimentáis.


En realidad, todo el dolor del rechazo, todo el dolor de las relaciones, vuelve atrás hacia el dolor original no sanado. Puede parecer que aquí estoy dando un salto enorme, porque en las relaciones hay toda clase de situaciones complejas que pueden parecer indicar que la causa subyacente de un enfrentamiento se encuentre más cerca. Puede parecer que vuestro dolor es provocado por algo que vuestra pareja haya hecho o haya dejado de hacer. Puede pareceros que el responsable del dolor estuviera fuera de vosotros. Y por lo tanto pensáis que la solución a vuestros conflictos yace en el comportamiento de la otra presona. Pero dejadme deciros que, básicamente, vosotros estáis trabajando la sanación de un antiguo dolor muy arraigado en vuestro interior. Si no os hacéis conscientes de esto, podéis fácilmente quedar atascados en problemas y conflictos relacionales extremadamente dolorosos y repetitivos.


Especialmente en las relaciones entre hombre y mujer (relaciones amorosas) con frecuencia tratáis de forzar un sentido de unidad y de seguridad entre vosotros que se asemeje al estado prístino de unidad que vagamente recordáis, sin duda debido a que el patrón de relaciones afectuosas y libres está pesente, si bien turbia y difusamente. Subconscientemente, estáis tratando de recrear el sentimiento de estar envuelto confortablemente por un manto de amor incondicional y de aceptación. Hay un niño dentro de vosotros que está clamando por esa aceptación incondicional. Sin embargo, si este niño interno coloca sus brazos alrededor de la parte de niño que subyace en vuestra pareja, muy a menudo obtenéis como resultado un abrazo sofocante que obstruye en ambos la genuina expresión propia.


Lo que sucede es que os volvéis emocionalmente dependientes, adictos a la necesidad de amor y la aprobación de otra persona para obtener bienestar. La dependencia siempre genera cuestiones de poder y de control, porque necesitar a alguien equivale a querer controlar su comportamiento. Este es el comienzo de una relación destructiva. Entregar vuestra individualidad en una relación, guiados por un anhelo subconsciente de absoluta unidad, es destructivo para vosotros mismos, así como también para la otra persona.


El verdadero amor entre dos personas muestra dos campos de energía que pueden funcionar en completa independencia uno del otro. Cada uno de ellos es una unidad en sí mismo y se conecta con el otro basándose en esa unidad. En las relaciones en las cuales las parejas son dependientes entre sí, encontrarán una disputa no coordinada por la ‘integridad orgánica’: no querer o no ser capaz de funcionar sin el otro. Esto conduce a un enredo de energías que pueden ser observadas en el campo áurico como cordones de energía por el cual las parejas se alimentan el uno del otro. Se alimentan con las energías aditivas de dependencia y de control. Esta clase de enredo energético indica que aceptáis haceros responsables de vosotros mismos, que no afrontáis esa vieja herida del alma, la que misma que teníais la intención de sanar al venir. Si sólo os hiciérais cargo de este dolor más profundo y tomárais responsabilidad, veríais que ya no necesitáis de nadie más para estar completo y os liberaríais del aspecto destructivo de la relación.

lunes, 31 de octubre de 2011

Los Guardianes

Esta canalización se presentó ante una audiencia en vivo el 11 de diciembre de 2005 en Oisterwijk, Holanda. La palabra hablada  ha sido ligeramente corregida para facilitar su lectura.


Queridos amigos,


Hoy estoy aquí con vosotros, y con mucho placer, y os doy una cálida bienvenida a cada uno de vosotros. Nuestro encuentro marca una diferencia. No es sólo una disertación en la cual escucháis las palabras, sino que mi presencia aquí, la cual se fusiona con las vuestras, crea un espacio energético que ayuda a anclar Luz en la Tierra.
Sois los guardianes de la Luz. Aquellos en la Tierra que abren la puerta hacia la Luz, la Luz de la Nueva Era. El viejo mundo está gradualmente llegando a su fin. Las viejas estructuras de poder y la consciencia basada en el ego han perdido su fuerza e irán hundiéndose gradualmente al fondo del océano. Una nueva sociedad, un nuevo estado del ser está emergiendo, el cual está basado en el amor y en los valores del corazón.
Todos vosotros sois en gran medida una parte de esta transformación. A veces, no os dais cuenta suficientemente de cuán estrechamente estáis asociados con este proceso de transformación. Además, vuestra contribución es diferente de lo que con frecuencia pensais que es. Durante esta transición de lo viejo a lo nuevo, sois vosotros mismos (vuestra propia energía corporal) la que va cambiando. Además del cuerpo físico que habitáis, también sois una compilación de energía, parcialmente perceptible y parcialmente imperceptible. Todos sois fuentes andantes de energía. Cada uno de vosotros irradia individualmente una cierta vibración, un campo de energía, que tiene su repercusión en el medioambiente que os rodea, a menudo sin que seais del todo conscientes de ello. Es esta radiación o campo de energía que emanáis el factor determinante en todo lo que sucede a vuestro alrededor, en todas las cosas y circunstancias que atraéis a vuestra vida. También podéis llamarlo ‘un estado del ser’. Es este mismo estado del ser el que permite que tengan lugar los cambios de la Tierra. Porque si muchos grupos de individuos cambian o refinan sus campos de energía, esto atraerá otra realidad energética a la Tierra. De ahí la responsabilidad que cada uno tenéis. Esta es la transición global, que está ocurriendo ahora, y que comienza directamente en el individuo.
Por supuesto, hay muchos reinos alrededor de la Tierra  - los reinos astrales y espirituales - que están dispuestos a ayudaros a realizar esta transformación, esta Iluminación. Pero vosotros sois los guardianes. Vosotros sois los que, en la Tierra, abrís la puerta a la Luz. Si esta puerta no se abre (y solo lo podéis hacer vosotros), la Luz no puede ser incorporada a la Tierra. Por lo tanto, es tan importante que creáis en vosotros mismos, sabiendo y sintiendo en vuestro interior que estáis realizando exactamente la tarea encomendada.


Todos vosotros estáis trabajando en el nivel interior para originar esta transformación espiritual en vuestro ser. Y esta es verdaderamente la razón por la que vinísteis; el trabajo interior de elevar vuestra vibración en un mundo que no siempre obra de acuerdo con, o incluso se resiste a, vuestras más puras intenciones. Sois los Trabajadores de la Luz. Los pioneros de la Nueva Era. Desde el amor y la armonía, daréis nacimiento a la Nueva Era en vuestro propio corazón. De este modo, haciendo el trabajo interior, atraeréis una realidad material que es mucho más hermosa y prudente de lo que ha sido durante muchas épocas.


La cuestión no radica, pues, tanto en lo que hacéis en vuestra vida diaria o qué profesión tenéis. Carpintero o ama de casa, terapeuta o profesor, eso no es lo que importa. Lo que realmente es importante es vuestro particular ‘estado del ser’,  la energía que emitís, la energía que sois. No es lo que hacéis, sino lo que sois, ésa es la fuente de transformación.


Ahora, me gustaría pediros que sintáis la energía aquí en este lugar por un momento, que sintáis la energía colectiva de todos nosotros juntos. Yo sólo puedo estar aquí a través de vosotros. Cuando me aceptáis en vuestros corazones, mi energía puede fluir dentro y fuera de vosotros aquí en la Tierra. Cada vez que me abrís vuestro corazón, yo vengo y dejo que mi Luz brille. Pero vosotros sois quienes abrís la puerta y yo os estoy agradecido por esto. Estáis haciendo el trabajo que vinísteis a hacer aquí. La Tierra está cambiando. Desde las cenizas de los viejos tiempos un nuevo mundo surgirá.
Quisiera decir algo sobre cómo se siente por dentro esta Nueva Era. Yo no quiero examinar mucho los síntomas externos, sino los signos internos. Está ocurriendo una gran transformación en vuestro cuerpo emocional. El cuerpo emocional es muy sensible al miedo, a la ira y a la agresión, y a todas las emociones fuertes que fácilmente os sacan de vuestro centro. Todos vosotros estáis trabajando afinando vuestro cuerpo emocional. Y lo estáis haciendo por medio de un proceso de incorporación: al tomar responsabilidad por las emociones que sentís y manifestáis, examinándolas y yendo atrás hacia su(s) origen(es). En este proceso de incorporación, ya no vais en busca de la(s) causa(s) de vuestros conflictos en el mundo externo, sino que las buscáis dentro de vosotros mismos. De este modo, os hacéis responsables de todo lo que existe en vuestro interior, percibiéndoos conscientes de las emociones bloqueadas y transformándolas. Ésta es la verdadera cuestión sobre la que estáis trabajando ahora.


En la Nueva Era el cuerpo emocional se serenará. Viviréis de un modo mucho más intuitivo de lo que estáis habituados. Vuestro entorno también obrará de acuerdo con este modo de vivir intuitivo. Habrá paz y tranquilidad en vuestros corazones. ¿Podéis sentir la magnitud de este deseo? Yo siento y veo cuánto anheláis un estado de consciencia en el cual la energía entre vosotros y los demás pueda correr libremente, en el cual podáis mostrar vuestro amor abiertamente, en el cual podáis confiar en la inocuidad del mundo y de la gente que os rodea. Un estado de consciencia en el cual sepáis que todo está bien, que tan sólo podéis ser quienes sois.


Es esta sensación de libertad y seguridad lo que añoráis. Y yo os digo, una vez más, que esta energía está completamente disponible para vosotros. Pero sois vosotros quienes tenéis que abrir la puerta para aceptar esa energía divina dentro de vuestra alma. Yo y muchos otros en el más allá estamos precisamente a vuestro lado para ayudaros y apoyaros. Yo os pido, aquí y ahora, que sintáis mi energía, que sintáis que mi energía está disponible para todos vosotros. Todos vosotros estáis realmente trabajando por un nuevo nacimiento. Sentid el silencio en vuestro corazón, sentid el espacio interior existente en vuestro corazón que os permite liberar las viejas energías y hacer lugar para lo nuevo. La libertad por la cual todos estáis implorando está cerca.


Justo antes de que llegue lo nuevo, siempre hay una etapa difícil: la batalla a muerte de lo viejo. Justo antes del amanecer está la hora más oscura, cuando todos los viejos temores vienen a la superficie, toda la aflicción e ira que habéis acumulado durante vuestra vida y las muchas vidas anteriores, cuando hubo oscuridad en la Tierra. Todo esto viene a la superficie para ser integrado. No os dejéis engañar por las apariencias. Es buena señal, un signo de progreso, el hecho de que todas estas antiguas energías negativas accedan a vuestra consciencia. Esto significa que estáis los suficientemente fuertes como para pasar la prueba.


Todos vosotros estáis trabajando en la culminación de un ciclo de vidas que ha estado dominado por un batalla interna entre la luz y la oscuridad, entre el conocimiento de uno mismo y las ilusiones de poder, de miedo y de ignorancia. Se os hace una súplica a todos vosotros, para que miréis en las profundidades de vuestra alma y que halléis la luz, la llama de la luz divina ahí.


Ahora, me gustaría señalar las tres trampas que podéis encontrar al tratar de liberar lo viejo. Todas ellas tienen que ver con el cuerpo emocional y ellas también están profundamente conectadas con el hecho de que seáis Trabajadores de la Luz.





1. Ira espiritual


El primer obstáculo es la ira. Aquí, estoy hablando sobre un tipo de cólera que en realidad está motivada por un deseo de armonía y de justicia. Es lo que podéis llamar la ira espiritual. Explicaré el origen de esto.


Cuando comenzásteis vuestro ciclo de vidas en la tierra todos teníais una inspiración. Esta inspiración está fuertemente conectada a la energía de Cristo. Mi venida a la Tierra, la venida de Jeshua (o Jesús), fue un faro para vosotros, una fuente de inspiración. En mí reconocísteis una energía que todos albergáis en vuestro interior y que os resultó familiar. En épocas anteriores tomásteis la decisión de anclar esta energía en la Tierra. Pero en el ciclo de vidas en el cual tratásteis de hacer esto experimentásteis mucha resistencia. Y esto ha causado daño en vuestro cuerpo emocional, que trasciende vuestro cuerpo físico. El cuerpo emocional no es nada más que vuestro niño interno, la parte vivaz, libre de vosotros mismos que espontáneamente actúa y reacciona expresando estas emociones cuando claman por ser liberadas. Este niño ha sufrido mucho durante las vidas en las cuales tratásteis de llevar a cabo vuestra misión de sembrar la energía del cuerpo Crístico en la Tierra.


Una parte de vosotros está siempre inspirada cósmicamente y, desde el nivel de vuestro ser superior o alma, conocéis y sentís el significado de todo lo que os sucede. Podéis ver las cosas desde una perspectiva de luz y de conocimiento. Pero hay otra parte de vosotros: vuestra personalidad terrenal. Ésta es el niño interno, también llamado ego. El ego es vuestra humanidad, o como quiera que podáis llamarla. En este nivel, puede haber mucho temor y falta de comprensión acerca de lo que os está sucediendo, incluso si vuestra alma sabe que ‘todo está bien’ y que sirve a un (más elevado) propósito.


Durante vuestras vidas en la Tierra, a menudo fuisteis inspirados a sembrar semillas de Luz en la forma de nuevas ideas o actitudes, pero frecuentemente fuisteis mal comprendidos por vuestro entorno. Fuisteis ciertamente rechazados, abandonados o incluso aniquilados. Estas experiencias de ser mal recibido dieron como resultado mucho trauma emocional. El niño interno vuestro no comprende por qué ha merecido tal desaprobación. El alma entendió, pero vuestro ser terrenal, vuestro niño interno/cuerpo emocional, ha tenido que tratar con experiencias profundamente traumáticas que resultaron de la desaprobación, abandono, persecución y agresiones violentas (morales y físicas). Todos portáis estos traumas dentro de vosotros como cicatrices en el alma.


Todos habéis venido a la Tierra a traer Luz dentro de esta realidad, comenzando desde una historia pasada que es totalmente complicada. (Para saber la historia completa ver la Serie de los Trabajadores de la luz). Yo sólo necesito mencionar que también hubo involucrado un tipo de karma personal cuando  decidísteis comenzar vuestro ciclo de vidas en la Tierra. Ha habido épocas en la cuales vosotros estuvísteis inmersos en la oscuridad, viviendo para ganar poder y control sobre –entre otros– las almas terrestres. Vuestra misión más reciente en la Tierra fue, pues, compensar y equilibrar kármicamente los excesos cometidos en estas vidas anteriores, devolviendo amor y justicia a la humanidad.


Mientras esta inspiración, esta antorcha de Luz, estuvo ardiendo intensamente en vuestros corazones, al mismo tiempo tuvo lugar una falta de comprensión en vuestro cuerpo emocional: el niño interno de vosotros mismos. Y por lo tanto, surgió esta cuestión de la ira espiritual. Vuestro niño interno no tuvo entendimiento de su propia contribución kármica a la oscuridad, y proyectó la maldad fuera de sí mismo. La parte del niño interior dentro de vosotros quiso luchar por el bien y la justicia desde impulsos emocionales. Esa parte inconsciente de vuestra psiquis a la que llamáis ‘niño interno herido’ no comprendió la resistencia y la lentitud de la realidad terrestre, y fue impaciente. Desde este niño dolorido, nació la ira espiritual.


La ira espiritual significa que podéis veros inmensamente afectados por la maldad del mundo, por el sufrimiento de gente inocente, por la destrucción de la tierra, por los destrozos de las plantas, de los árboles y del mundo animal. Todas estas cosas... inequidad política y social, la aparentemente innecesaria muerte de diez mil niños, las guerras, la violencia… Estos son asuntos que os afectan profundamente y pueden fomentar ira en vuestro interior, como resultado de lo cual os sentís impotentes y frustrados.


Es una característica de los Trabajadores de la Luz el dejarse llevar por esta ira e ir más allá de sus límites en esto. Los Trabajadores de la Luz se pierden a ellos mismos en su deseo de cambiar y mejorar el mundo. Esto puede ser pasión por cambiar las cosas a nivel político o social, o puede emerger como un deseo de ayudar a la gente en un nivel personal, como una profesión o en su vida privada.


El deseo de ayudar y cambiar las cosas que consideráis están 'torcidas', a menudo contiene una forma de ira espiritual, aunque esto puede no ser perceptible para vosotros. Después de todo, parecéis simplemente ‘querer lo mejor’ para alguien más o para la sociedad. Pero sin duda, hay cólera dentro de vosotros cuando os sentís inclinados a forzar a alguien  –no importa cuán sutilmente – a cambiar su comportamiento o sus emociones para hacerles ver lo que vosotros veis. Con frecuencia, no os percatáis de que el tiempo aún no está maduro para que esa situación particular se desatasque.


Cada vez que sentís una intensa indignación o una enorme e irrefrenable pasión por cambiar las cosas, o cuando tenéis sentimientos de impotencia y enfado hacia las cosas tal como son, estáis en la trampa de la ira espiritual. Queréis mucho al mismo tiempo y no estáis viendo la realidad como es, porque sois prisioneros de una emoción, la emoción de la ira. Yo os pido que seáis conscientes de esto y que os dejéis arrastrar por ese enfado e impotencia de modo que os conduzca al límite de su manifestación, a las profundidades de su origen, porque esta clase de pasión inspiradora –tras la que se camufla la ira– os saca de vuestro centro y no os va a brindar la verdadera inspiración, la paz y la quietud necesarias para la sanación de vuestro cuerpo emocional, para manifestar vuestra Luz en la Tierra.


Lográis encarnar verdaderamente vuestra Luz en la Tierra estando enteramente centrados en vuestro propio ser, en un estado de la mente puro y calmo. En este estado podéis sentir que estáis en el mundo pero no sois de él. Ser del mundo significa que atribuís valores a todo lo que observáis con vuestros sentidos: violencia, guerra, enfermedad, destrucción. Si tenéis consideración por estas circunstancias exclusivamente con vuestros sentidos físicos, fácilmente obtendréis ira como respuesta. Por lo tanto, nosotros os pedimos que deis un paso atrás y que sintáis internamente qué dinámica espiritual está teniendo lugar en las cosas que os perturban.


Existe un significado secreto para el sufrimiento. Cada alma, cada ser viviente que está aquí sobre la Tierra está aquí para descubrirse, para expresarse y para aprender más acerca de qué es ser humano y espíritu al mismo tiempo. Cada alma sigue su curso de acuerdo con su propio camino de desarrollo. Y a vosotros se os pide que respetéis esto, que deis un paso atrás y que os concentréis enteramente en vosotros mismos, en vuestra propia Luz. La energía, la verdad, la vibración que, como consecuencia, posteriormente irradiaréis invitará a las personas (o a los animales o a las plantas) a entrar en vuestro campo de energía y a experimentar la vibración sanadora que desprendáis. Éste es el trabajo para el cual vinísteis. No hay necesidad de ir a las barricadas. No hay necesidad de pelear para conseguir esto que es lo que verdaderamente anheláis.


Vuestro trabajo espiritual real no es ‘hacer’ sino simple y definitivamente ‘ser’. Cuando vuestra energía espiritual está en equilibrio, la energía sanadora que emitís en vuestro entorno fluye fácil y suavemente, sin esfuerzo físico o mental. Se siente ligera y serena, sin agotaros. Las cosas y las personas aparecen espontáneamente en vuestro camino y acuden a vosotros en busca de sanación.


Cada vez que os encerréis tras emociones de indignación y enfado, aunque concerniesen alguna injusticia o sufrimiento propio o ajeno que consideréis insoportable de observar, yo os pido que deis un paso hacia atrás y que os mováis hacia el centro de vosotros mismos. Acceded al silencio y aceptad que las cosas son como son. Aceptad que todo completa su propio ciclo y que tiene su propio desarrollo, incluyendo a las personas que más queréis. Dejadlos libres a ellos también. Libres de tomar sus propias decisiones. Libres de equivocarse y de corregir sus errores. Ya tenéis más que suficiente con estar ahí por y para ellos, nada más y…nada menos.





2. Depresión espiritual


La segunda trampa sobre la cual quisiera hablaros es la depresión o la melancolía. Recientemente he descrito en un resumen generalizado una historia en la cual todos vosotros, como Trabajadores de la Luz, habéis caído presos de la resistencia, de la persecución y de la violencia. Esto ha dejado cicatrices en vuestra alma. Esto puede haberos herido tan profundamente, que hayáis perdido el coraje para verter vuestra Luz una vez más en este mundo. Con frecuencia podéis sentiros depresivos y la vida puede pareceros alocada, sin significado. Podéis tener una vaga sensación de no sentiros bienvenidos en este mundo (y concretamente en las diferentes circunstancias y entornos que os rodean), que no encajáis aquí con vuestra particular clase de energía. Os sentís diferentes.


Los sentimientos de depresión o de tristeza resultan de una falta de confianza en uno mismo. Por un lado, podéis saber muy bien que portáis una luz espiritual dentro, que sois una persona sensible, compasiva y sabia. Pero por otro lado, hay un niño interno herido dentro de vosotros que desea obtener reconocimiento y valoración del mundo externo. Hay una parte de vosotros que implora atención exterior y seguridad. Pero nunca parece obtener suficiente de esto, o no puede encontrar la clase de reconocimiento que realmente busca, porque sois diferentes. A menudo, vuestro entorno no reconoce a vuestro yo real y por lo tanto no puede admitiros y nutriros.


Vuestro niño interior herido nunca será sanado por algo que venga desde el exterior, nunca será satisfecho por las alabanzas externas que desde su narcisismo irresuelto esté reclamando, sino solamente por vosotros mismos, vuestro propio poder y sabiduría. Es cuidando de vuestro propio dolor y pena, identificándola y aceptando el seismo emocional que de ello se deriva, y teniendo fe en vosotros mismos en los momentos en que nadie la tiene, que vosotros realmente lográis la confianza en vosotros mismos. Una vez que habéis abierto esta fuente de poder, atraeréis otro entorno, uno que os refleje a vosotros y a vuestras aspiraciones más profundas, los anhelos del corazón.


Todos los que sufren de melancolía espiritual o de depresión experimentan un fuerte deseo de trascender la realidad terrestre y de retornar a una atmósfera de armonía y de luz, en la cual prevalezcan la paz y la seguridad. A todos vosotros yo os pido…… os ruego, dirigiéndome a vuestras almas, que confiéis y permanezcáis firmes otra vez en vuestra Luz interior. La Luz que provee amor y seguridad está disponible para vosotros aquí y ahora. Está ardiendo en vuestro propio corazón y tan sólo os está pidiendo que enfoquéis vuestra atención sobre ella otra vez. Nosotros (en el más allá) estamos impacientes por aliviar vuestra carga, pero nadie puede ayudaros en tanto no creáis en vuestra propia Luz y echéis luz dentro de vosotros mismos.


Es extremadamente importante no dejarse empantanar por sentimientos de abatimiento o depresión. Esta es una trampa peligrosa en la cual podríais perder vuestro camino completamente, porque perdéis contacto con quienes realmente sois: el ángel, la criatura de luz que habita en vosotros. En momentos de depresión o de nostalgia, puede seros útil permanecer quietos y tan solo respirar. Estad conscientes del movimiento respiratorio por todo vuestro cuerpo, y con cada inhalación y exhalación podéis pronunciáis en voz alta (o suavemente por dentro): 


Yo soy quien yo soy
Yo soy bueno tal como soy


Yo os rodeo con mi Luz. Una vez que hayáis abierto ligeramente la puerta permitiendo que tengáis más confianza en vosotros mismos, un sentimiento de dignidad que realmente proviene completamente de vuestro ser interior, la Luz brillará dentro. La Luz de nuestro propio Ser Superior, la Luz de la energía de Cristo y la Luz de todos los ayudantes, guías y ángeles quienes os apoyan y aman desde los reinos en torno a la Tierra.


El tiempo de la transformación ha llegado. 
Justo ahora, cuando el momento se muestra más difícil, yo os pido que continuéis con las cabezas en alto y que os enfoquéis en el horizonte de la Nueva Era. Una realidad de armonía y de amor os está esperando; es vuestra herencia y muchos de vosotros gozaréis de esto incluso en esta vida. La clave es tener fe en vosotros mismos y confiar en que se os dará todo lo que necesitéis. No le temáis a la oscuridad, porque la Luz es más fuerte. La Luz nunca será derrotada. La Luz está esperando, en amor y paciencia, a que extendáis vuestra mano y abráis la puerta.





3. Miedo de vuestra propia fuerza


Finalmente, quiero mencionar otro obstáculo que causa mucha conmoción en vuestro cuerpo emocional. Todavía me refiero aquí a energías que os impiden alcanzar paz interior y claridad. Puede ser ira, puede ser depresión, pero también puede ser miedo y éste es el tercer obstáculo.


El miedo principalmente tiene que ver con una falta de confianza en vuestras propias inspiraciones, sentimientos e intuiciones. Si dudáis de vuestros propios sentimientos, acabáis por inquietaros mucho invocando inconscientemente a una serie completa de emociones que os alejarán cada vez más y más lejos de vuestro centro. Cuando estáis llenos de temor, vuestra intuición se ve bloqueada. El intelecto y las emociones, como un perro al que no se le han marcado los límites correctamente dominan y, posteriormente, crean una situación de caótico desconcierto. Porque el intelecto y las emociones necesitan de la intuición, es decir del corazón, como un cimiento al que poder anclarse y desde el que poder actuar y manifestarse libremente, sirviendo de un modo útil y equilibrado. 


Si excluís al corazón, el intelecto trabajará más de la cuenta y las emociones no tendrán un momento de paz porque siempre estarán siendo reprimidas por el intelecto. Es entonces cuando el miedo puede imponer su dominio sobre vosotros y manifestarse en toda clase de situaciones. Y cuando tenéis miedo podéis acabar dudando de vuestra habilidad en hacer las cosas que normalmente sois capaces de hacer. Podéis comenzar a cuestionaros lo evidente y a hacer un problema muy grande de cualquier circunstancia. Hay una clase de nerviosismo dentro de vosotros que os hace imposible estar con vosotros mismos de un modo sosegado y pacífico.


La clave aquí es que os volváis libres de todas las preocupaciones y que regreséis a vuestro corazón, a vuestros calmos y serenos sentimientos. ¿Qué es lo que realmente sentís debajo de todos esos pensamientos inquietos y emociones desconcertadas? Al respirar calmadamente desde vuestro abdomen podéis regresar a vuestros cimientos. Entonces podéis sentir un alivio interior, un punto de silencio que está más allá de vuestros pensamientos y de vuestras emociones. Sois capaces  entonces de experimentar los pensamientos y las emociones que os rodean como una nube sobre la cual podéis o no enfocar vuestra atención. Con total libertad. Habréis entonces recuperado vuestra sensación de libertad, vuestra habilidad para elegir un cierto pensamiento o emoción.


Si creéis que vuestros pensamientos son verdaderos o que vuestras emociones son verdaderas, seréis completamente absorbidos por ellos y acabaréis esclavizados por ellos. Pero es posible dar un paso atrás y decir: ‘Alto, dejo estos pensamientos y emociones por lo que ellos son y me voy hacia atrás. Estoy yendo más profundo dentro de mí y siento lo que realmente está sucediendo, por qué ahora estoy albergando estos pensamientos y emociones.’ Tan pronto como deis ese paso hacia atrás encontraréis vuestra propia fuerza. Vuestra confianza en vosotros mismos fluirá libremente otra vez. Las nubes oscuras se disuelven y la paz y la claridad regresan. Este paso debe repetirse frecuentemente, porque la naturaleza intuitiva, el vivir desde el corazón, todavía no se ha vuelto algo patente en vosotros. Por ello seguís experimentando mucho miedo.


Estáis actualmente liberando viejas certidumbres. Ya no confiáis más incondicionalmente en lo que vuestros padres os dijeron, en lo que vuestros maestros os enseñaron o en los reglamentos que vuestros jefes os dictaron. Ya no confiáis ciegamente en los resultados del intelecto o de la ciencia. Y también sabéis cuán inestables pueden ser vuestras emociones y que tampoco ellas son siempre una medida de la verdad. Porque os habéis liberado de todas estas antiguas certezas – y eso es un signo de fortaleza – los temores pueden salir a la luz y podéis sentir como si fuéseis arrastrados por vosoros mismos en dirección contraria hacia un turbulento océano. Sin embargo, es exactamente esta situación la que os fuerza a ir dentro y a sentir desde vuestro profundo interior, desde vuestro propio único cimiento: ‘¿Quién soy? ¿Cuál es mi punto de vista en este mundo? Yo no me dejo guiar por el mundo exterior sino solamente por mi propia brújula interior.’ Es a través de esta verdadera brújula que vosotros accederéis a la Nueva Era.


Cada vez que toméis contacto con vuestro centro interior y deis un paso atrás, encontraréis una claridad renovada dentro de vuestra alma. Desde ahí podéis observar vuestras emociones sin ser absorbidos por ellas. Podéis observar vuestra ira y enviarle amor. Podéis observar vuestra depresión y tenderle una mano de ayuda. Podéis mirar vuestro miedo y enviarle la energía de la liberación. Sois vuestro propio Mesías, vuestro Cristo. No hay un Mesías fuera de vosotros. Hay miles de Mesías deseando alcanzaros, pero solo vosotros podéis abrir la puerta de vuestro corazón y aceptar la Luz. Esto es básicamente de lo que trata la llegada de la Nueva Era: vosotros abriendo vuestros corazones. Vosotros sois quienes en realidad habitáis la Tierra, nosotros somos los ayudantes. Vosotros sois quienes elegísteis y tomáis la acción y en virtud de ello nosotros no podemos sino mostrar el más profundo de los respetos. Nosotros siempre estamos disponibles para permitiros disfrutar de nuestro amor y de nuestra luz.


Sois valientes, tenéis coraje. Sois los guerreros de la Nueva Era. Yo os pido que tengáis fe en vuestro ser interior y en vuestra misión. Y cada vez que os sintáis agobiados por pesadas emociones, por pensamientos oscuros, tomaos un momento de descanso y contactad con vuestro ser interior, el centro de silencio en vuestro interior. Ése es el ancla de la Nueva Era. El ancla ya se ha dejado caer. La paz ya existe en vuestro corazón. Lo único que necesitáis hacer ahora es regresar a vosotros, una y otra vez, para volver a anclaros a ese foco de paz y claridad.


No creáis en la conmoción que se anuncia. Ella no os va a traer la verdad. No creáis en el drama, en las emociones intensas. Creed en cambio en la voz tranquila, pacífica y clara de vuestro corazón y sed conscientes de que no estáis solos. Nosotros estamos a vuestro lado con cada simple paso que deis en este camino. Yo os amo, y os pido que aceptéis mi energía de amor entre vosotros. Es mi ardiente deseo serviros en este momento histórico y apoyaros en vuestro, a veces, laborioso sendero hacia la Luz.


Aceptad mi Amor.

sábado, 15 de octubre de 2011

Salud y enfermedad

Esta canalización se presentó ante una audiencia en vivo el 9 de Octubre de 2005, en Haaren, Holanda. La palabra hablada ha sido ligeramente corregida para facilitar su lectura.Traducción: Sandra Gusella


Queridos amigos,

Os doy la bienvenida afectuosamente y os envío todo mi amor. Yo os amo a todos vosotros profundamente. Mi amor por vosotros no es exclusivamente universal sino que también tiene un toque personal, pues a muchos de vosotros yo os he conocido cuando estuve aquí en la tierra entre vosotros.

Yo soy Jeshua. Yo he vivido en la tierra como Jesús y he estado entre la gente para ser y dar evidencia del Amor que está disponible para todos vosotros, desde la Fuente que yace dentro de nosotros mismos.
Ahora, ha llegado el tiempo de que vosotros os hagáis cargo de la antorcha. Que toméis el testigo. Vosotros sois las semillas que germinan hoy. Éste es el significado del renacimiento de Cristo. No soy yo (aquel hombre que una vez vivió en la tierra) quien regresará, sino el poder universal de la energía de Cristo que está ahora naciendo dentro de vosotros. Yo estoy muy complacido de ayudaros en este proceso estando con vosotros de este modo.

Al comienzo de esta estación, Pamela y Gerrit [ los canalizadores del mensaje. N. del T.] me preguntaron qué tema me gustaría tratar y yo les dije: ‘eso no tiene importancia, yo sólo quiero estar con ellos’.
Yo quiero tocaros con mi energía y eso es suficiente para mí. Porque lo único que cuenta es que vosotros sintáis la llama de la claridad dentro de vosotros mismos, la llama de la verdad. Ésa es la esencia de la energía de Cristo.
Yo he sido un portador prematuro de esta llama, pero es tiempo ya de que vosotros toméis el testigo y sostengáis esta antorcha. Es importante reconocer por dentro quiénes sois. Vosotros lleváis consigo esta llama y debéis comprender que ha llegado el tiempo de mostrarla al mundo, porque el mundo la está esperando. Ésta es una época de transformación, de grandes cambios, que muestra muchas caras, tanto luz como oscuridad. El momento está listo para las personas que tienen un punto de vista neutral, para aquellos que pueden observar las olas de violencia y destrucción que pueden aparecer, desde un estado de la mente calmo y pacífico, y para quienes son capaces de estar presentes en amor, sin juzgar nada ni a nadie.

Hoy hablaré sobre salud y enfermedad. Pero recordad: lo que a mí básicamente me interesa es permitiros sentir que yo estoy aquí. Permitiros sentir que sois iguales a mí y que yo soy igual a vosotros. Somos uno, portadores todos de una energía de Luz particular y hemos estado trabajando durante mucho tiempo, durante muchas vidas, para arraigar esta energía y anclarla a la Tierra. Éste es vuestro trabajo. Ésta es vuestra misión.

Ha llegado el tiempo de que me dejéis de ver como a alguien a quien respetar o venerar. Yo soy un hermano y un amigo vuestro, no un maestro a quien deberíais seguir o idolatrar. Yo quiero rodearos con las energías de amor y verdad. Esto es todo lo que yo puedo y quiero hacer. Ahora es vuestro turno de sosteneros a vosotros mismos y de permitir que brille la Luz de vuestras antorchas.

Salud y enfermedad….es un tema que se presenta en las vidas de todas las personas tarde o temprano.

Primero quiero contaros algo acerca del fenómeno enfermedad, acerca de lo que realmente significa.
Todas las enfermedades tienen un origen espiritual.
Quisiera explicaros esto haciendo una distinción entre los diferentes cuerpos que poseéis. 

Además del cuerpo físico, visible a todos por los cinco sentidos de vuestro plano de realidad, también poseéis un cuerpo emocional, un cuerpo mental y algo que podéis denominar cuerpo espiritual.

La enfermedad comienza principalmente en el cuerpo emocional. Es desde aquí que ciertos bloqueos se establecen y consecuentemente se arraigan en el cuerpo físico, que es el nivel material de vuestra esencia. Con frecuencia, las convicciones y paradigmas  del cuerpo mental también contribuyen al desarrollo de bloqueos emocionales, y así a la generación de enfermedad física. Estoy hablando de convicciones profundamente arraigadas o hábitos de pensamiento. A menudo, éstas son convicciones, creencias, acerca de lo que está bien o mal con respecto a vosotros mismos. Convicciones que habéis aceptado en herencia, generación tras generación.

Las críticas (juicios originados en el terreno mental) pueden literalmente crear un bloqueo en vuestro sistema energético emocional. Por ejemplo, en vuestra sociedad se les dice a los niños varones que no deben llorar. Que eso es de niñas. La tristeza en una emoción legítima del cuerpo emocional que precisa de una catársis física que el cuerpo físico provee y satisface por medio del llanto. Por eso son más longevas las mujeres. Porque socialmente (mentalmente) se acepta el llanto femenino. Pero todos, hombres y mujeres, tenéis un lado femenino. En esos lugares donde surge el bloqueo, donde a la energía emocional no se le permite fluir libremente, comienza a hacerse visible una energía oscura en el aura. Esta energía puede echar raíces en el cuerpo. Y no debería ser así necesariamente, porque este proceso lleva mucho tiempo y hay suficientes oportunidades de devolver las cosas a un equilibrio emocional, antes de que se despliegue la enfermedad (física). 

Por lo tanto, no les temáis a los bloqueos emocionales. Hay tiempo suficiente para solucionar el estado de desequilibrio. Sin embargo, es posible que, llegados a un cierto punto, no seáis capaces de manejar este bloqueo correctamente, incluso ni siquiera de sentir su presencia. Tal vez el bloqueo pase parcialmente desapercibido para vosotros hasta el punto de ser muy inconscientes de él. Si éste es el caso, los síntomas físicos en realidad os ayudan a entrar en contacto con dicho bloqueo. Esa es la función de la enfermedad.
De este modo, los síntomas físicos o el dolor son el lenguaje físico del alma. El alma anhela una completa comunicación entre todas sus partes. El alma se siente feliz cuando hay un flujo libre de energía y una continua renovación de todos los aspectos de si misma. Los bloqueos impiden que la energía fluya libremente y eso deprime al alma.

Así la enfermedad cumple la función de un indicador o ‘despertador’: os muestra dónde estáis precisando de sanación. Aunque la enfermedad aparenta ser algo 'negativo', en el sentido de que os veis perturbados por toda suerte de síntomas y dolores, la clave radica en interpretar a la enfermedad como un indicador o guía. Al hacer esto, se vuelve fácil cooperar con la enfermedad en lugar de resistirse a ella.

Puesto que, frecuentemente, la enfermedad representa una emoción atascada que está (parcialmente) más allá del alcance de su propio horizonte de comprensión, no siempre es fácil saber qué subyace tras los síntomas, qué origina la enfermedad. A veces parece muy difícil descubrir lo que el alma trata de deciros a través de una enfermedad específica. Comprendo que muchos halléis un bloqueo añadido en el hecho de no hallar en nadie la respuesta a esa aparentemente difusa conexión. Os invoco entonces a ‘ir adentro’ y examinaros a vosotros mismos minuciosamente, en el sentido de volveros conscientes gradualmente de la clase de energía que se está manifestando a través de la enfermedad, la señal que obtenéis de la enfermedad y qué es, en definitiva, lo que trata de deciros.

Esta comprensión con frecuencia es obstruida por el mismo temor que tenéis a estar enfermos. La primer reacción a la enfermedad a menudo es de negación o de resistencia. Más bien quisiérais que la enfermedad desapareciera tan pronto como sea posible, porque os atemoriza su presencia. Os asustan el deterioro físico, la vejez, la imperfección, la degeneración y finalmente la muerte.
Esta reacción de pánico es lamentable pues os aparta de una óptica más amplia respecto a la enfermedad. Podríais considerar a la enfermedad bajo otra luz, otra perspectiva. También podríais experimentarla como un mensajero de cambio, como un retorno a algo precioso que habéis perdido.

Para comprender la ‘función de indicador’ de la enfermedad, es muy importante decir ‘sí’ a los síntomas y dolores que pueden desplegarse dentro de vuestro cuerpo. Al decir ‘sí’, al aceptar el estado de vuestro cuerpo físico, realmente habéis resuelto la mitad del problema. Lo mismo vale para los familiares del 'enfermo', muchas veces convertidos ellos mismos, a su pesar, en inconscientes obstáculos para vuestra sanación, tomando por vosotros decisiones opuestas a la aceptación. Y es que el miedo a la pérdida de un ser querido, arraigado en la profunda emoción del abandono, juega un papel clave en la confusión. Aquí el problema no es la enfermedad misma, sino aquello que ésta representa, el/los bloqueo(s) implícitos. Al volveros hacia la enfermedad y decir ‘sí’ con vuestro corazón y con vuestra alma, vosotros ya habréis solucionado una parte del bloqueo incluso sin saber precisamente qué es lo que la enfermedad quiere deciros.

Sin embargo, este ‘decir sí’, esta actitud básica de aceptación, no es fácil para vosotros. Podéis encontrar resistencia (emocional o mental) que hace que os mantengáis diciendo ‘no’ – a veces sutilmente y a veces obstinadamente – a lo que vuestro cuerpo os está indicando. Con frecuencia, el cuerpo da indicios específicos. Por ejemplo, os hace sentir que debéis hacer una pausa, abandonar ciertas tareas, ser más amable con vosotros mismos, etcétera. Aunque aún no sabéis cómo interpretar vuestras enfermedades desde un nivel espiritual, ya podéis ver muchas de estas indicaciones particulares con bastante frecuencia.

Pero si ignoráis este lenguaje del cuerpo y os mantenéis en resistencia a la enfermedad, es muy difícil llegar a la esencia espiritual y significado de la enfermedad. Hay mucha ira y temor rodeándola. Sólo lográis la verdadera libertad interior enfrentándoos cara a cara con vuestra enfermedad, con vuestro dolor y aflicción, y también con vuestros sentimientos de temor y aversión. Abrazadlos y luego preguntadles calmadamente y neutralmente: ¿qué es lo que queréis decirme?

En vuestra sociedad no se manifiesta ni se permite tener intimidad con el propio cuerpo. Hablarle a vuestro cuerpo como a un ser que merece amor y respeto no está considerado como algo natural. En vuestra sociedad se os dan muchas imágenes idealizadas acerca de qué aspecto debería tener vuestro cuerpo, mensajes acerca de qué implica tener salud y qué son unas buenas condiciones físicas, lo que se debe y lo que no se debe beber y comer. En resumen, existe toda clase de normas y a prioris acerca de cómo debería ser una vida larga y saludable.

Pero todas estas imágenes idealizadas no tienen relación con el camino del alma. El camino del alma es sumamente individual. Por lo tanto, se os pide que sintonicéis con  vosotros mismos de manera sumamente individual para hallar la verdad en cuanto a la enfermedad, síntomas o simples tensiones que lleváis acumuladas. Se os pide que renunciéis a todas las ideas acerca del mundo externo y que vayáis en busca de vuestra propia verdad en lo más profundo de vosotros.

Este es un gran desafío para vosotros, porque el temor y pánico que os apresa en caso de enfermedad, hace que fácilmente acudáis a las autoridades externas (padres, pareja, instituciones sociales o políticas…), buscando en ellas consejo y confort. En el caso de una enfermedad, dicha autoridad podría estar representada también por un médico o un experto en tratamientos alternativos; tanto da básicamente. La clave es que con el miedo vosotros en ese momento hacéis entrega de vuestra propia responsabilidad y la cedéis a algún otro.

Por supuesto que no hay nada malo en escuchar los consejos de un experto y muy a menudo estos consejos son muy sensibles. Pero luego es importante llevar este conocimiento adentro y sopesarlo con vuestro propio corazón. Estimad el valor de este conocimiento. Sólo vosotros sois los jefes, los maestros de vuestro propio cuerpo, de vuestra propia vida. Sólo vosotros mismos sabéis qué es lo mejor para vuestro propio cuerpo. En el sentido más profundo de la palabra, sois los creadores de vuestro propio cuerpo y los mejor capacitados para reconocer los síntomas cuando se altera.

Recobrar la intimidad con vuestro propio cuerpo requiere práctica, no es algo evidente. Pero no os resignéis tan fácilmente. Cuando estéis tratando con tensiones o síntomas persistentes, tratad de examinarlos nuevamente. Ya sé que no es fácil, pero tomaos un momento para relajaros y luego viajad con una consciencia neutral a los lugares de vuestro cuerpo donde se manifiestan los síntomas o la energía de la enfermedad. Pedidle al dolor o a la enfermedad que tomen la forma de un ser vivo imaginario, de modo que podáis hablarle. Pedidle que se aparezca como un animal, un niño o un ser humano. O pedidle que se muestre como un guía, en cualquier forma. ¡Usad vuestra imaginación! La imaginación es un instrumento extraordinariamente valioso para descubrir los más profundos movimientos de vuestra alma.

Si hacéis esto, en cuanto notéis que vuestro cuerpo os responde – con imágenes o con sentimientos – podréis sentir alegría. Podrá haber ahí felicidad por el contacto recuperado, la intimidad recobrada. En cuanto os déis cuenta de que sois los únicos capacitados de hacer esto, de que no hay nada o nadie más excepto vosotros con la capacidad para llevar a cabo esta tarea de conocimiento del cuerpo a fondo desde adentro, os sentiréis de nuevo con confianza en vosotros mismos. Esta confianza en uno mismo hace que sea más fácil sentir lo que la enfermedad trata de deciros. Os facilita la conexión, impidiéndoos ignorar las respuestas que recibís desde vuestro ser interior, fruto de ideas mentales propias o ajenas. La intimidad con vuestro cuerpo es algo sumamente bueno, en todas las circunstancias, pero particularmente cuando el cuerpo muestra enfermedades o síntomas.

El medio para permitir que el cuerpo hable es el amor. No fomentáis la comunicación con vuestro cuerpo cuando tratáis de eliminar la enfermedad repitiéndoos a vosotros mismos ardiente y fervorosamente afirmaciones de sanación o forzando visualizaciones. Lamento deciros que ésta sigue siendo una forma de lucha o de resistencia a enfrentar el origen de la alteración. La clave consiste en que lleguéis a entender el significado de las partes enfermas de vuestro cuerpo. Si lo comprendéis, esto puede ser transformado y los bloqueos emocionales pueden ser eliminados. Así es como funciona el proceso de sanación; no luchando del modo que sea contra la enfermedad, sino aceptándola como a un amigo que quiere mostraros la dirección correcta. Esto es difícil de entender, porque los síntomas de la enfermedad y los diagnósticos de los ‘expertos’ os atemorizan y os angustian. De cualquier manera, aceptar vuestra enfermedad es el único modo, el único camino hacia la Luz. La enfermedad quiere llevaros de vuelta ‘a casa’.

El propósito de la enfermedad es obtener una mejor y más profunda comprensión de vosotros mismos. El resultado puede ser la recuperación física. Pero esto no siempre funciona así. La enfermedad no siempre desaparece en cuanto descendéis hasta la raíz del bloqueo emocional. Llegado a este punto, quisiera decir unas pocas palabras acerca de las enfermedades crónicas e incurables.

En caso de enfermedad crónica, hay síntomas físicos persistentes que se repiten, especialmente durante los períodos vulnerables, en los cuales más o menos perdéis contacto con vuestro ser interior. Esto puede ser totalmente desmoralizante. Por lo tanto, yo os pido que consideréis a la enfermedad desde una perspectiva más amplia. No tratéis de echar a la enfermedad continuamente. Tratad de verla como a un huésped bienvenido.

Las personas con enfermedades crónicas emprenden una ardua tarea. Al nivel del alma, ellos han estado de acuerdo en afrontar los miedos que se manifiestan en el contexto de su enfermedad, y en enfrentar las imágenes idealizadas de cómo se supone que uno debería desempeñarse en la vida. Asumir este desafío demuestra un enorme coraje. Quien decide venir al mundo en estas condiciones es un verdadero valiente.

Con frecuencia sucede que un alma elige una enfermedad crónica para resolver un problema específico de un modo muy enfocado. La enfermedad cada vez os refleja determinadas emociones. Hay un patrón emocional que acompaña a la enfermedad: Desesperación, abandono, pérdida de fe en la fuente de todo, etc. Tratar con estas emociones una y otra vez es una tarea totalmente pesada, pero acarrea muchos frutos para el alma. La recompensa a tan árduo esfuerzo es proporcional al coraje demostrado en afrontarlo.

Muy frecuentemente estas vidas tienen una gran profundidad y una riqueza interior que no siempre es percibida por los demás. Por lo tanto, no es sustentador luchar constantemente, o esperar un adelanto en los adelantos y condiciones médicas. El hecho es que la enfermedad suele avanzar en un movimiento en espiral, haciendo movimientos circulares hacia arriba, hacia un nivel más elevado. Aunque aparentéis recaer en los mismos síntomas cada vez, no es así como trabaja el nivel espiritual. En este nivel no retrocedéis sino que incluso alcanzan una profundidad mayor al tratar con las emociones que posiblemente hayan sido pasadas por alto durante vidas anteriores y por las que ineludiblemente se debe transitar en la espiral evolutiva del alma.

Esto también se aplica a los defectos físicos congénitos o hereditarios. En cuanto a esto a veces habláis de karma, pero yo soy cuidadoso con este concepto, porque tenéis una tendencia a asociar karma con delito y castigo, y no es así como funciona esto. Toda alma tiene el sincero deseo de conocerse al máximo y ser libre. Este es svuestro deseo más profundo. Partiendo de este ardiente deseo, a veces tomáis a vuestro cargo dolencias, enfermedades y defectos físicos que os ayudan a alcanzar vuestros objetivos. Ciertamente no es una cuestión de 'pagar deudas pasadas'. Es un profundo intento de liberarse, y a veces el mejor modo de obtenerlo es experimentando circunstancias (extremadamente) difíciles dentro de vuestro propio cuerpo. Por esta intención nosotros solamente podemos tener el mayor de los respetos. Especialmente en vuestra sociedad, en la cual se estiman las imágenes ideales inhumanas de cómo ser funcional, útil, bello y exitoso. Estos conceptos idealistas hacen que sea incluso más difícil vivir vuestra vida con un impedimento y a pesar de todo  experimentarla como significativa y alegre.  

Sois aquellos de entre vosotros que tenéis el coraje los que asumís tales vidas enfermizas. Ellos también irradian una clase de claridad y dignidad a aquellos cuyas vidas pueden pasarse por alto fácilmente. Cuando tenéis exito de acuerdo a los estándares prevalecientes de la sociedad, generalmente es más difícil dedicarle tiempo a descubrir  quiénes sois realmente y cuáles son vuestros motivos en la vida. Especialmente aquellos que estáis enfermos y débiles tenéis una función de ‘indicador’ hacia estas personas. Sois una ‘guía’ hacia la verdad y la claridad. Porque la verdad no implica perfección, sino amor y aceptación por todo lo que hay.

Finalmente, quiero decir algo sobre las enfermedades terminales, incurables. A veces, va a ser evidente que alguno no va a sobrevivir más a la enfermedad. El cuerpo gradualmente sucumbe a la enfermedad. El ‘marco terrenal’ no persiste. A ese grado, ¿qué hace el alma que se halla dentro del cuerpo? Mientras os mantengáis resistiéndoos a la enfermedad, no podréis establecer contacto con vuestra alma, con vuestro conocimiento interior que os dice que es hora de decir adiós, de aceptar también la despedida. A veces percibís de antemano que tenéis que partir, pero la idea os afecta con tal horror y pena que continuáis luchando. Estáis impacientes esperando que esa o aquella nueva medicina sea lanzada al mercado, o estáis esperando otro tratamiento en un futuro cercano que pueda ser efectivo. A veces simplemente os entregáis ciegamente a todo tipo de tratamiento que anestesie o retrase lo evidente.
Esto es totalmente entendible y yo ciertamente no pretendo condenar esta actitud, pero os lastimáis terriblemente de esta manera. Si soltáis y permitís que la muerte se acerque, notaréis que la muerte no es un oponente, sino en cambio un amigo. El dolor no tendrá motivo de presentarse. Aceptar la muerte os libera de la lucha.

Si escucháis aquello que la muerte quiere deciros, pasaréis por varias etapas antes de que esté teniendo lugar el verdadero proceso de morir. Estas etapas tienen que ver con una liberación gradual de todas las cosas terrenales: de vuestros seres queridos, de vuestros ambientes (terrestres), de vuestros sentimientos con todo aquello que observáis a vuestro alrededor. Este es un proceso hermoso, natural.

Sería una lástima ensombrecer este proceso con una actitud de lucha, en la cual tratáseis de agarraros bien a la vida a cualquier precio. A menudo, el cuerpo ya se ha vuelto tan frágil para ese entonces que ya no vale la pena continuar apegados a la vida. Dejadla, por el contrario, ir. La muerte es un liberador, que está ahí para serviros. La muerte no es vuestro enemigo. La muerte os trae nueva vida.

Cuando estáis con alguien que tiene una enfermedad incurable y sentís que él sabe que va a morir, tratad de hablarle acerca de esto suavemente y cuidadosamente. Es un alivio para la persona que pasa por esto. La cosa más valiosa y más preciosa que podéis hacer por una persona agonizante es sentaros cerca de él y sostener su mano. No hay nada más que necesitéis saber o ser capaces de hacer al acompañar a una persona que está muriendo.

La atención a los enfermos terminales es muy importante en vuestra sociedad. Algún día, todos os enfrentaréis con esto dentro de vuestra propia familia o dentro de vuestro círculo de relaciones. Simplemente estad presentes con la persona que va a morir y sentid el momento que está llegando. 
Sentid el momento extraordinario, poderoso en el cual el alma deja el cuerpo y regresa a los otros reinos, a su hogar.

No consideréis a la enfermedad que conduce a la muerte como a un enemigo que os va a derrotar al final. No es una batalla. Muy frecuentemente, la muerte viene a liberaros de incluso más dolor y sufrimiento. En absoluto sois perdedores. Simplemente continuaréis vuestro camino de otra manera.

A veces, hay asuntos particulares que os habría gustado vivir o haber superado durante esta vida, los cuales no pueden ser concluidos. Esto puede afligiros, y no sólo a vosotros sino también a aquellos que están detrás. No obstante, yo os pido que dejéis esto en paz, porque hay una sabiduría interior trabajando que os guía y que os reunirá con vuestros seres queridos en nuevas y mejores circunstancias. Algún día estaréis juntos otra vez y celebraréis la vida.

Hoy, mi mayor petición con respecto a la enfermedad realmente es: abrazad la enfermedad. Rodead a la enfermedad con amor y consciencia y permitid que ésta os lleve a una comprensión más profunda de vosotros mismos. Confiaos a la enfermedad y permitíos entrar en una comunicación más profunda con vosotros mismos. Estimular la mansedumbre o la rendición no significa ser pasivo o cruel con la enfermedad, sino cooperar con ella de un modo activo, como un amigo.

Yo os abrazo a todos con mi amor y os pido que hoy sintáis mi presencia, la energía de Cristo. Sentid el amor, disponible para todos, tanto en la salud como en la enfermedad. Hay tanto amor por todos lados alrededor de vosotros y disponible para todos vosotros, en cuanto liberáis vuestras críticas y juicios. Críticas acerca de lo que merecéis o no merecéis, acerca de lo que estáis haciendo bien y de lo que estáis haciendo mal, acerca de todas las cosas que todavía tenéis que hacer y lograr. Liberad. El Amor está presente aquí y ahora, para todos vosotros.