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viernes, 20 de agosto de 2010

ALEX COLLIER. EVOLUCION YA























Nassim Haramein, el científico que giró el calcetín

NASSIM HARAMEIN
Físico, Director de desarrollo en The Resonance Project

La exploración vital de Nassim Haramein en el campo de la geometría del espacio-tiempo ha resultado en una maravillosa teoría unificada basada en una nueva solución a las ecuaciones de campo planteadas por A. Einstein. Esta innovadora teoría, que incorpora efectos de torque, Coriolis y matemáticas no lineales de sistemas fractales ha sido puesta a disposición de la comunidad científica revisada y presentada en conferencias internacionales sobre física. Su investigación en numerosos campos incluyendo la física teórica, cosmología, mecánica cuántica, biología, química y civilizaciones antiguas ha conducido a una comprensión coherente de la estructura fundamental del Universo. Esta nueva visión conduce a un cambio profundo en nuestra acostumbrada percepción de la física y de la conciencia: toda la realidad está compuesta de puntos y en cada punto está almacenada TODA la información.




Hay personas que osan desmembrar las mentiras. Nassim Haramein no dejará insensible a nadie con su ya famosa teoría sobre el vacío autoorganizador. Toma asiento y ten paciencia. Después de esto la mente te pesará menos. Garantizado.

























SIN MIEDO




Hace tiempo que sigo a Alex Jones en su web de infowars.
Si bien todo lo que dice es cierto, tengo la impresión de que, inconscientemente (quiero creer que es así), está dedicándose a extender el miedo. Sin darse cuenta, y probablemente con toda su mejor intención, está cayendo en la sutil trampa de convertirse en la herramienta del lado oscuro de la humanidad (Iluminati/Cabal/Thule/Bilderberg). Me explicaré. Aquellos que verdaderamente han constituido una verdadera amenaza para el poder que gobierna el mundo entre bastidores, han sido indefectiblemente borrados del mapa con una limpieza casi quirúrgica. Es decir que las circunstancias que rodearon sus muertes no han levantado serias sospechas. Pocos desgraciadamente creen que a John Lennon lo mató la CIA esclavizando mentalmente a un ya enajenado Mark D. Chapman. ¿Quién cuestiona a estas alturas que a Gandhi lo mató nadie más que un musulmán descontento, y no una agencia gubernamental secreta preocupada en que el mensaje del Mahatma pudiese calar en otros paises dominados por algún imperio? A JF Kennedy lo mató Lee H. Oswald, que a su vez fue asesinado por Jack Ruby, y no se hable más del asunto, verdad?

Es imposible mantener la mente aquietada y La Consciencia despejada si concentramos los esfuerzos en advertir acerca del daño que hace el aspartamo, etc. y nos creemos que por ser reporteros por un día estamos salvando al mundo. Nos empeñamos en asumir roles que no nos competen directamente y hacemos dejadez de funciones en asuntos de los que somos directamente responsables. El mundo al revés. Pero claro, hay tanta gente ávida de emociones vertiginosas. Es tanto el vacío existencial, que buscamos reconocimiento y chupar cámara a cualquier precio. Falta de perspectiva. Una lástima.

El Gobierno del mundo en la sombra hace décadas que quieren culminar unos planes eugenistas diseñados desde hace siglos. No podemos hacerles desistir de su empeño usando las mismas y viles armas que ellos manejan. Entre otras cosas porque eso mismo es lo que desean que hagamos. Que manifestemos nuestra ira contra ellos. Las monarquías, las religiones, los gobiernos y los medios de difusión/comunicación de masas han puesto todo su empeño en mantener confundido al hombre acerca de la verdadera naturaleza eterna del alma humana. Pero para lo que no están preparados es para hacer frente a la no-violencia. El equilibrio está entre no amotinarse y no doblegarse. Podrán tener nuestros cuerpos, pero nuestra conciencia es inalienable. Nuestros sueños no pueden manipularse.

Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
Abraham Lincoln.

Nos hallamos, no en el inicio de una crisis, sino en el final de un ciclo de la humanidad, que traerá consigo el despertar inevitable de la Conciencia del sueño en que estaba sumida.
¿Asustarnos porque los edulcorantes son cancerígenos? Todos vamos a morir un día. Tarde o temprano. La cuestión es qué hacemos mientras estamos aquí. El miedo al cancer es el miedo a la muerte. Tomar conciencia de nuestra naturaleza eterna y de nuestra capacidad para manifestar la realidad que nos rodea en función del tipo de pensamientos que tengamos, es lo que nos liberará del yugo del karma. Somos infinitos en el espacio y eternos en el tiempo, y la única muerte que existe es la del cuerpo físico. Period (como dicen los anglosajones).

Más nos valdría erradicar energías como el miedo, la culpa, la frustración, etc. para que dejemos de transmitirlos de generación en generación. Para dejar el pasado tormentoso atrás debemos ser consciente de que ese pasado nos ha lastrado y conscientes de la medida en que lo ha hecho. Y eso no significa anclarse emocionalmente en el pasado. Para salir a flote es necesario tocar fondo desde donde impulsarse. Desgraciadamente preferimos convertirnos en reporteros del horror, antes que enfrentarnos con el origen de nuestras personales compulsiones y acciones inconscientes. ¿De qué nos servirá tener un huerto ecológico si perdemos la perspectiva de nuestro rol individual en un contexto más cósmico?
Y claro que me preocupa que se esté hablando de una nueva guerra contra Irán. Rezaré para aportar mi grano de arena para que eso no ocurra, aunque estoy convencido de que desde más altas esferas ya se está poniendo remedio a tanta barbarie. Si la integridad del planeta está en peligro, por la razón que sea, estoy seguro de que nuestros hermanos mayores en la Galaxia tienen previsto alguna solución al respecto. Donde no van a intervenir es en el curso de nuestras existencias particulares. Respetan enteramente algo que nosotros nos solemos pasar por el forro: el libre albedrío del otro.

Sin miedo, lo malo se nos va volviendo bueno. Los lobos (paro, crisis, enfermedad, soledad,…) solo muerden a quien, consciente o inconscientemente, les teme.
Es tiempo de abrir los ojos e ir a la raíz de todas nuestras inquietudes como especie. Al fondo de la gruta donde se esconde la raíz de nuestros miedos.
Tiempo para bajar los brazos y rendirse al ritmo de la Creación, abandonando tanta infantil soberbia. Tiempo para deleitarse con las cosas pequeñas que hasta ahora sucedían sin que nos diéramos cuenta. Tiempo para dar gracias al Planeta por todo aquello que constantemente recibimos ( lluvia, sol, oxígeno, biodiversidad…) y por lo que nunca hemos tenido que dar nada a cambio. Tiempo para disculparse por todos los errores cometidos por acción u omisión. Disculparnos a todos lo que hemos herido y a nosotros mismos, por habernos permitido comportarnos de forma alienada. No somos violentos , y sin embargo tenemos actitudes violentas. No somos envidiosos, y sin embargo no nos alegramos por los éxitos de nuestros hermanos. No somos racistas pero nunca le compramos el delicioso pan ácimo a un musulmán.

Cada vez que me mandan un mensaje con algún archivo adjunto del tipo de Alex Jones, para que lo difunda suelo contestar que no puedo porque estoy ocupado tratando de asimilar esto:





La Tierra está despertando de un aceptado letargo. ¿Quién está preparado (sin miedo) para acompañarla en su ascenso vibracional a una nueva dimensión?
Nada va a volver a ser como antes. El telón está casi listo para ser levantado.
¿Suena enigmático?
Yo soy así.

Piensa globalmente, actúa localmente.

HOY POR TI
Tu tiempo es capital.

viernes, 13 de agosto de 2010

Cuestión de perspectiva

No creo en las casualidades.
Este video que me ha llamado la atención (a quién no):


Niños que sueñan con ser ingenieros para construir casas en las que vivir…
Niños que quieren ser polis de mayores para que nadie haga nada malo…
Niños que quieren simplemente trabajar de mayores para poder llevarles dinero a sus sufridos padres que no tienen lo suficiente para sustentar a la familia.

Sin duda me entristecen esos niños…pero no por sus condiciones actuales, sino por la naturaleza de sus sueños. Me compadezco de los adultos en los que van a convertirse.

Yo sueño con un mundo sin policías, donde se dé por hecho que todos nos despertamos todas las mañanas con la intención de realizarnos como seres humanos sin necesidad de competir por ello con los demás, desplegando nuestros potenciales, y ayudando a otros a desplegarlos. Un mundo donde los padres escuchan a sus hijos y aprenden de ellos. Un mundo donde los niños son considerados la fuente, el origen del gran misterio de la vida. Un mundo donde la opinión de los niños es tenida en cuenta, cuando espontánea y creativamente la ofrecen.
No puede ser de otra manera. Este mundo actual, lamentablemente anclado en estructuras regresivas que denigra a las mentes creativas aperturistas que muestran vías de expansión en todos los órdenes, es como un calcentín que precisa ya ser girado.

Pero no me voy a poner melancólico, entre otras cosas porque no es mi estilo, y porque no veo en los acontecimientos actuales los signos de una involución sin solución de continuidad, sino los últimos coletazos de un sistema obsoleto que, sabedor de su impotencia ante el reloj implacable de los ciclos cósmicos, trata de mantener oculta la evidencia del advenimiento de una era de consciencia, luz y paz. Los grandes poderes fácticos que ejercen su dominio en este mundo desde las altas esferas (medios de comunicación, corporaciones transnacionales, monopolios energéticos, jerarquías religiosas, etc) SABEN que sus días tienen fecha de caducidad (es curioso porque son más CONSCIENTES de eso ellos que nosotros) y están haciendo todo lo posible por potenciar, en la medida de sus posibilidades (que son muchas), el mayor número de escenarios caóticos a nuestro alrededor, con la intención de mantenernos confundidos acerca de la naturaleza de tantos acontecimientos incomprensibles (ataques terroristas, guerras, pandemias, etc.). Naturalmente poseen calculadamente y con mucha antelación la respuesta final a todas las incertidumbres que ellos mismos han generado. No en vano fueron quienes inventaron los códigos de barras. Cuando la situación se vuelva manifiestamente insostenible, aparecerán con la poción mágica que muchos, lamentablemente demasiados, comprarán, convencidos del alivio (aparente) que tal solución supondrá. Hablamos de chips subcutáneos, de eliminación del papel moneda de curso legal reemplazado por las tarjetas de plástico obligatorias, de milicias civiles patrullando los barrios, de vacunas triple-víricas, de la clonación indiscriminada de seres humanos, manipulación de fuentes de energía, etc.. Desgraciadamente los medios de comunicación de masas (TV, radio) están altamente infectados por el miedo a perder su parcela de poder, y hace décadas que se convirtieron en 'la voz de su amo', por lo que ver las noticias o ver alguno de los soporíferos magazines a que nos tienen acostumbradas las diferentes cadenas es prácticamente lo mismo, con la salvedad que los noticieros ejercen, salvo excepciones, de desinformadores con alevosía, mientras que los llamados programas del corazón no engañan a nadie al ofrecer una alternativa gratuita a los ansiolíticos acostumbrados. Quien los mira, sabe a qué se atiene.

Y a pesar de todo existe, lo sé de buena fuente, una cuenta atrás en lo que concierne al restablecimiento del equilibrio y la armonía en este planeta. Y no se trata del advenimiento de una suerte de 'justicia' para los que sufren, del modo que la entendemos en 'nuestro mundo'.

Si alguien se molesta por el cariz de mis palabras y las juzga pretenciosas, ruego me disculpe por haber interferido en el dominio de su discernimiento y haberle hecho perder el tiempo. Para aquél, no obstante, que no se sienta ofendido por el discurso de mi prédica, es un placer seguir dándole al teclado. Lo hago con verdadero amor, sin pensar en todas las cosas más provechosas en las que podría invertir estos minutos, en mi propio beneficio lucrativo u ocioso.

Retomando el argumento anterior, debo decir que me siento hermanado con ese estrato poblacional que ha logrado discernir y entrever el manual de instrucciones que lo que llamamos vida tiene incorporado desde sus inicios. Modestamente me siento un renacido en conciencia.
Por dramáticos que sean los acontecimientos, no hay tragedia en la vida. Todo es cuestión de perspectiva. Y aquí remito al video que incorporo al inicio. Los primeros sofistas afirmaban que la realidad se manifiesta en función del color del cristal con que uno mira. Esto ha sido malinterpretado y manipulado a través de los siglos con la intención de convencernos de que no hay una realidad sino que existen muchas, tantas como observadores. Nada más lejos de la realidad…

Hipias y Protágoras, transcritos por Sócrates y Platón, sostenían que existe una realidad cuya percepción se halla diluida en virtud de la perspectiva distorsionada que ofrecen los esquemas y paradigmas mentales adquiridos.

Disculpen…mi hija me reclama…

…ya está.

Podría iniciar, retomando el hilo, una perorata inacabable sobre el extenso número de eventos que a lo largo de la historia han encajado a la perfección en la definición de nuevo cuño de lo que se denomina como "operaciones de bandera falsa". Pero no lo haré porque sería malgastar energía prestando atención a la negatividad imperante. Y ni me estoy inhibiendo de la realidad, ni estoy escurriendo el bulto o barriendo la basura bajo la alfombra. Ya hay suficiente gente desclasificando (y más que la habrá en breve) Secretos de Estado y demás. Que cada cual realice la tarea que mejor se amolde a sus capacidades y potenciales.

He comprobado que, tras entablar conversación con un nuevo vecino, por ejemplo, dicha persona tarda, por regla general, menos de un minuto en mencionar la fatídica palabra (crisis) antes de reconducir su discurso hacia el argumento pretendido inicialmente. Nos falta tiempo para llenarnos la boca con el fatídico término. Disgresiones formales aparte, llega el momento de revelar que todo este periodo crítico en el que nos hallamos sumidos obedece a un patrón ciclo-histórico de fácil comprensión, si se admite y acepta un cambio de perspectiva mental.

Este pretende ser un mensaje de positividad en el contexto de aparente adversidad que impregna la vida cotidiana de todos. La sociedad que conformamos está regulada por un sistema de valores morales anclados en la aceptación de lo obvio, entendido eso como lo percibido tangiblemente por los cinco sentidos físicos, como evidencia manifiesta e incontestable de lo que entendemos como Realidad. Pero al igual que aceptamos como evidente que el sentido común es el menos común de los sentidos, también deberíamos plantearnos seriamente aquello de que la vida es sueño, y que el verdadero estado de vigilia se halla, como afirmaba Jacques Bergier en 'El retorno de los brujos', en otra dimensión, en otro reino o dominio de la realidad más fantástica que hayamos imaginado. Pues bien, a eso nos encaminamos.

Para quien no esté a estas alturas versado en la materia y decida continuar leyendo, aconsejo que 'se agarre, que vienen curvas'. Todo lo que escribo de ahora en adelante, si bien no es fruto de un estado repentino de iluminación, pertenece por entero al dominio del estado real de vigilia al que va a acceder la raza humana (al menos los individuos que no se muestren refractarios a dicho estado).
12500 años han pasado desde el perigeo o conclusión de un ciclo o año galáctico de alrededor de 25000 años. Nos hallamos indefectiblemente en los albores de un resurgir, de un amanecer de los tiempos. Las tablillas sumerias rescatadas a finales del s.XIX en los valles del Tigris y Eufrates ofrecen muestras sobradas (aunque ocultadas durante todo el s.XX a la opinión pública) de que las grandes y antiguas civilizaciones postdiluvianas (Mesopotamia, Egipto, etc) estaban fundamentadas y ofrecían registros de otras civilizaciones antediluvianas tan avanzadas (sino más) como la nuestra actual. La Atlántida y Mu (Lemuria) fueron ya mencionadas en su momento por Platón con mucha anterioridad a nuestra época. Civilizaciones que convivían (literalmente) con los dioses. No me extenderé en este apartado. El mensaje de esperanza del que quiero hacer partícipe a quien haya leído hasta aquí es que el contexto caótico en que se están desarrollando los acontecimientos en el mundo obedece a que un ciclo termina y otro empieza. Nos hemos acostumbrado a creer que todo lo que sucede a nuestro alrededor es por obra y gracia de nuestros actos. De ahí que sea comprensible la paranoia que Al Gore logró despertar acusando a la raza humana, en breve, de ser la causante de los desórdenes climáticos que estamos presenciando y padeciendo. Es por ello que se hace necesario un cambio de perspectiva desde el que abordar la coyuntura mundial. ¿y si todas las calamidades que nos afectan tienen lugar en virtud de la perspectiva errónea acerca del origen de los acontecimientos.? Es decir, ¿y si resultase que la tierra se está calentando porque la estrella alrededor de la cual orbitamos nosotros (y el resto de planetas) estuviese experimentando una transición como no se ha conocido en miles de años y que está afectando a todos los cuerpos celestes de este sistema solar?

Como preescolares, nos comportamos frente a los acontecimientos como si fuésemos el ombligo del universo, el principio y el fin. En definitiva, como si estuviésemos solos en el sistema solar, en la galaxia o en este u otros universos. Tal concepción, que un tal Nicolás Copérnico comenzara a desestructurar allá por el s. VI, indica un claro infantilismo como especie digno de la mayor de las compasiones. Todo lo que está pasando, incluidas las guerras y manipulaciones en todos los órdenes es únicamente comparable a peleas de patio de colegio. Con la excepción de que los profesores y vigilantes se han hallado ausentes durante los últimos 4000 años, dejándonos a las órdenes de sus 'representantes', unos representantes que, por la vía de las escuelas mistéricas y hermandades masónicas se han excedido en su atribuciones, algo que presuntamente estaba previsto en el 'guión' de los acontecimientos.
No estamos solos en el universo y nunca lo hemos estado. Esto no es una opinión. Es una certeza de la que deberían ramificarse todos los esquemas presentes y futuros, por el bien de nuestra salud mental.
Todo ello debe ser englobado en el contexto de un crecimiento de la humanidad como especie y de nuestra transición durante los últimos 13000 años desde la infancia a la adolescencia. Nos hallamos pues en el momento, señalado por todos los augurios, señales proféticas y vaticinios, en que vamos a experimentar un salto evolutivo como especie, no solo en el órden espiritual, sino también genéticamente. Vamos a acceder a la edad adulta, y eso es una magnífica noticia. Todos los velos que necesariamente estaban tapándonos en normal discernimiento van a ser levantados. Porque estamos preparados para la nueva etapa. Yo, al menos así me siento, y con este artículo pretendo, en parte que así quede públicamente manifestado.

Inútil pues, desde esta perspectiva, afrontar los hechos como involutivos. Estamos inevitablemente evolucionando. Nos hallamos en un cruce de caminos por el que nosotros, siempre como especie, hemos transitado en otras ocasiones. Tan solo que cada vez que sucede este tipo de acontecimientos cíclicos tratamos de evadirnos de su evidencia aferrándonos a la herramienta por antonomasia que nos devuelve a la insana cordura del intelecto, el raciocinio.

Ahora bien, ¿qué tiene todo esto que ver con HOYxTI?
Por si, a estas alturas no lo has inducido, será para mi un placer aprovechar, de nuevo, este foro para ligar el concepto de evolución con los principios que me animaron, en su día, a crear esta red de intercambio de favores.
¿qué se supone que debemos, cada uno de nosotros, individualmente, hacer para sintonizar con los acontecimientos que inevitablemente se están, ya, desencadenando?
¿Debo flagelarme por mis faltas cometidas, debo rebelarme contra los poderes fácticos que aniquilan la libertad de los pueblos/individuos? Por lo visto nada de eso.
Mi ciencia infusa me dicta que a nadie se le exige más de lo que está capacitado para hacer, y en ningún caso consiste en reprochar a nadie las acciones cometidas en el pasado. Todo lo que hace falta es (…me incomoda utilizar esta palabra porque ha sido tan manipulada a lo largo de la historia…) todo lo que hace falta es amor.

Buf, ya lo he dicho.

Amor, ese término tan…vago, y confuso. Porque, ¿qué es amar? Muchos lo confunden con enamorarse. Error.
De entrada consiste en actuar bondadosamente con uno mismo, activando el resorte de la conciencia para conectar con el daño recibido en la infancia y con las emociones reprimidas que las endorfinas se encargaron de mantener en un nivel oculto al cerebro consciente, lo que los neurólogos denominan el córtex.
Voy rápido porque este proceso está suficientemente descrito en los anales de la psicología desde Jung hasta Arthur Janov.
Y a continuación, amar solo es posible si se conecta (simpatiza) con el dolor infligido a otros (hijos, amigos…) en nuestro estado de inconsciencia.

HOY POR TI no es un mercado alternativo de servicios donde uno vaya a encontrar satisfechas las necesidades de las que la crisis económica le está privando. HOY POR TI no es un instrumento para deshacerse de los grilletes del capitalismo. Quien acuda a esta red buscando revancha, rebelión o simplemente asociacionismo donde sentirse más amparado, se estará equivocando. HOY POR TI es para quien haya descubierto que DAR es un deber y un gozo a partes iguales. Quien así lo entienda y participe de la dinámica desde esa óptica recibirá de modo multiplicado todo lo que solicite.






jueves, 5 de agosto de 2010

CATARSIS COLECTiVA O ¿TAMBIEN INDIVIDUAL?

Escribir es muy terapéutico en los momentos de crisis. Todas las frustraciones y emociones contenidas obtienen así una pseudo-vía de escape ante los cataclismos que se producen. Y no, no se me ha muerto ningún familiar ni se ha diagnosticado ninguna enfermedad incurable a ningún miembro de mi familia o a mi mismo, ni me estoy divorciando, ni ha sucedido nada de lo que aquello que los precursores de la psicodinámica denominaron el inconsciente colectivo suela etiquetar como tragedia irreparable. Es hoy uno de esos días en que la existencia diaria precisa de una jornada de revisión de daños, una evaluación profunda o, como lo que muchas homilías denominan examen de conciencia. Muchas son las cosas que a lo largo de la existencia vamos acumulando en el trastero emocional y es recomendable y saludable mentalmente llevar al día, a modo de diario de bitácora, al menos los acontecimientos que suponen un punto de inflexión en la experiencia diaria de vivir.
Sacar a la luz los trapos sucios personales es duro. Cuesta reconocer que uno se ha equivocado. Y cuesta porque ese juez interno que albergamos en nuestra corrupta mente, el saboteador que todos alojamos y hemos alimentado desde muy temprana edad, tienen poderosas razones para tratar, por todos los medios, de no ser destronado. Puede que lo que he dicho hasta ahora suene a chino a la mayoría de los que lean esta diatriba, pero les aseguro que cobra perfecto sentido cuando se profundiza en las raices del argumento. Hay muchas situaciones que la vida me ha planteado frente a las que no he sabido/querido asumir la responsabilidad debida. Me hallo seguramente en esa franja de la población de personas que todavía creen que la vida les debe algo de lo que son merecedores pero que no hay manera de presentar al cobro. Mi padre murió de cáncer a los 69 años fruto probablemente de una acumulación de frustraciones personales arraigadas en la infancia y juventud, que simplemente no supo afrontar y gestionar con responsabilidad. Hubiese querido ser marino mercante y surcar los mares de este planeta, de puerto en puerto, entre tempestades y calmas chichas que muy probablemente hubiese sabido enfrentar, porque le apasionaba el mar. O al menos haberlo intentado. NO pudo ser. El exceso de responsabilidad al que se vió ineludiblemente enfrentado en el contexto de la asunción de un rol clave en un negocio familiar del que no pudo escaquearse, sembró pronto la semilla de un tumor que lo llevaría tempranamente a regresar al punto de partida de este viaje que llamamos vida.
Cuesta reconocer que uno le ha fallado a un ser querido. Lo fácil es enumerar las faltas y los abusos sufridos.
Cuando le fallamos a alguien, lo hacemos por partida doble. Nos fallamos también a nosotros mismos. Por acción u omisión estamos siendo inconscientemente responsables de un delito contra nuestra integridad moral. Son dos seres contra los que se perpetra el daño. Y dos seres lastimados ante los que hay que solicitar disculpas. Dos seres que reclaman una reparación. Errare humanum est. Pero ¿qué nos impide solicitar disculpas a tiempo y RECONOCER que hemos obrado erróneamente?
Llevo unos cuantos años dándole seriamente vueltas al tema que desde niño me ha asaltado la mente: el sentido de la vida. Esa actitud reflexiva probablemente sea la que me diferencia de mi padre y la que me permite afrontar las debacles y otros temblores emocionales sin necesidad de acudir a una botella de Johnny Walker. Hace tiempo que tomé conciencia de las actitudes compulsivas no conscientes que mancillaban mi dignidad y que me impedían erguirme física y metafóricamente. Desde entonces he comprendido que hasta que no logre reducir a la mínima expresión al tirano que gobierna mi mente y otorga roles a mis diferentes subpersonalidades, no lograré hacerme con el mando de mi existencia. Hasta entonces seguiré siendo, mal que me pese, una copia pirata del disco original que se suponía que debía manifestar.
Yo, como tantos de vosotros, quiero y no puedo. Quiero ser digno, y no puedo. Quiero ser responsable y no lo logro. Quiero actuar conforme a unos principios y mantenerlos contra viento y marea, y me frustro frente a mi falta de consistencia. Algo me dejé por el camino para que todo se torciera. O mejor dicho, algo entregué o malvendí para poder sobrevivir en un mundo que afortunadamente siempre he recordado como desordenado y primitivo. Y cuando digo mundo, me refiero a los humanos que lo habitan. Humanos que esclavizan a sus niños. Humanos que maltratan a los animales, no solo para alimentarse de ellos, sino incluso –demasiadas veces– para dar rienda suelta a sus primitivas necesidades lúdicas de diversión. La diversión. Una amigo se describe como un ser incapaz de divertirse del modo que comúnmente se entiende. No hay nada que le divierta. Su padre sale religiosamente a cazar cuando se abre la veda. Pega cuatro tiros y mata un par de conejos. Y vuelve recargado. Otros van de pesca. Le dije que no se lamentase por no sentirse atraído por dichos pasatiempos. Probablemente la 'fortuna' le ha privado de la satisfacción de conformarse con 'pasatiempos' tan primitivos, y le ha cargado con la 'cruz' de sentirse desorientado acerca del método más adecuado para evadirse de la cruda realidad. Como yo, se halla en carne viva y carente de sintonía con la baja frecuencia. Pero él no es consciente de ello. Se lamenta de no hallar en la caza o la pesca un pasatiempo al que honrar en los momentos de necesitado esparcimiento. Yo sí soy consciente. Y eso, si bien me coloca en un peldaño más elevado en el proceso de desintoxicación mental, también es cierto que me enfrenta con la RESPONSABILIDAD de asumir como propia la autoría de todo lo que en la vida me ha llevado hasta mi presente estatus. Lo bueno y lo no tan bueno. En definitiva, que yo soy quien manifiesta mi realidad, y soy no solo responsable de las consecuencias de mis actos, y de alimentar los pensamientos que generan dichos actos, sino también de reparar el sistema operativo corrupto que los alimenta y transmitir a quien lo solicite, las claves para reprogramar dicho 'software'.
Estamos acostumbrados a reclamar daños y perjuicios a terceros por todo lo que nos pasa diariamente. El otro día fui testigo de un accidente leve de tráfico. Dos vehículos turismos colisionaron. Uno evidentemente fue el causante del incidente. Pues bien, parecía tanto o más enojado que el otro conductor implicado en el suceso. Cuando digo que este mundo está cabreado, lo digo con razón. Existe un poso muy espeso, una capa de rencor muy asentada en la colectividad. 'Otros' tienen la culpa de la corrupción de mi malestar, de mis frustraciones, de la inseguridad ciudadana…La sociedad está podrida, decimos. Pero ¿y si resultase cierto que TODOS formamos también parte del colectivo que llamamos la sociedad? Quizá entonces lo más coherente sería plantearse, como J.F. Kennedy el día de su investidura como presidente de los EEUU, 'qué puedo hacer yo por mi país' en lugar de reclamar qué puede hacer mi país por mi. Reemplácese país por comunidad, barrio, familia, o lo que más plazca. La verdad es que pertenecemos a un colectivo. Lo queramos o no. Eso es adyacente. Las normas de la casa es que hemos sido diseñados para interrelacionarnos. En ese contexto obtenemos nuestros mayores réditos morales y nos realizamos como seres pensantes y autoconscientes.


Otro día les hablaré de la Culpa. Otro engendro que ha supuesto un obstáculo para nuestro desarrollo integral. La buena noticia es que estamos capacitados para sobreponernos. No solo eso, sino que todos los contratiempos que experimentamos, fueron concebidos en su momento como experiencias de crecimiento. Nos hemos levantado, como especie, de contratiempos como éste acaecidos cíclicamente muchas veces en el pasado. Y de tragedias mucho más dramáticas, y aquí seguimos. Eternos y renovados. Esta vez el salto evolutivo tiene un carácter cósmicamente grandioso.

Mientras tanto voy a reparar el daño ocasionado y restablecer el equilibrio en mi interior a fin de que los actos equivocados sean reemplazados por la acción adecuada. Para ello escucharé a la persona dañada y a mi niño interno para que me comunique por la vía intuitiva el camino adecuado de ahora en adelante. Más vale tarde que nunca.

Sin miedo, lo malo se nos va volviendo bueno